TODO LO QUE PERMITI QUE ME HICIERA MI NOVIO (1) y (2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
No cabe duda, los hombres son egoístas y abusadores y solo piensan en cogerse a cuanta mujer pueden sin que les importe en lo mas mínimo los sentimientos nuestros. Cuando por fin abrimos los ojos y nos damos cuenta de esto ya es demasiado tarde, porque o nos embarazaron, y nos dejaron abandonadas o hasta los vemos que se van felices con otra dejándonos con un palmo de narices, y solo nos queda echarle valor al asunto y seguir adelante. Podemos molestarnos, pero al final casi siempre tenemos recuerdos buenos de aquel que nos cogió por primera vez, o al menos así me ocurrió a mí.
Mi nombre es Lupita y actualmente soy una mujer madura pero no amargada. Tengo a mi esposo, con el que he tenido tres hijos después de mas de 18 años de casada, y puedo decir que soy feliz, pero hace poco asistí a una cena con unas amigas de años y salió a relucir lo que había sido nuestra vida siendo chamacas y Rafael, mi tercer novio pero el primero que me la metió, apareció en mi memoria. Cuando lo conocí yo tenia 17 años y el 23; Estudiaba medicina en las últimas etapas, y era serio y muy estudioso. Llegó al sanatorio donde yo trabajaba para pedirle al patrón la oportunidad de practicar y el doctor lo aceptó, poniéndolo a prueba por varias semanas hasta que por fin lo dejaba los fines de semana y luego hacia tres guardias nocturnas, aunque en realidad, el sanatorio era pequeño y el trabajo no era abundante; Yo era la única enfermera y el patrón y su mujer insistían mucho en que no debíamos hacer amistades dentro del trabajo y menos aun una relación de noviazgo, y nos traían cortitos, pero de cualquier modo, el hecho de que compartiéramos la guardia nos hizo hacer amistad, y platicábamos de todo, bromeábamos, y hasta bailábamos en el consultorio, usando n radio que poníamos bajito.
A Rafael le gustaba la música suavecita pero a mi la tropical, y si el era serio yo no, y aun así estábamos muy a gusto en las guardias y sinceramente, Rafael se me fue metiendo y hasta puedo decir que me enamoré de el. El día 2 de noviembre es mi cumpleaños, y esa mañana llegó Rafael y me entregó una rosa lindísima además de un regalo, una blusa azul muy linda y recibir eso de sus manos me encantó. El se fue a la Universidad y poco después de mediodía llamaron al patrón de Xalapa, su tierra, avisándole que su madre, una ancianita, estaba muy delicada de salud. El doctor me dijo que se iba a ir a verla junto con su esposa y que debía yo hacerme cargo de los niños, ya que tenia tres y como era jueves, debía yo prepararlos para que un hermano de la señora los llevara a la escuela… y en fin, serian como las 8 de la noche cuando llegó Rafael, y el patrón solo lo estaba esperando para darle instrucciones en cuanto al trabajo. La esposa me dijo, antes de irse:
-Y mucho cuidado Lupita… lo digo por Rafael… no vayas a ponerte tonta y cometas un error. Recuerda que tu papá es muy delicado y confía en el doctor –dijo, refiriéndose a mi papá, que en esa época era agente de la Policía Judicial y era de los que ya me había corrido a dos pretendientes. Habían sido mis novios pero de manita sudada, nada serio, y desde luego yo era virgen, o sea SEÑORITA o como el doctor decía, QUINTITO. El caso es que a eso de las nueve ya el doctor y su mujer se fueron al ADO para tomar el autobús, y mientras yo dormía a los niños, Rafael revisó al único enfermo internado, y ya para las once de la noche los dos estábamos ahí, en el consultorio, y nos sentíamos algo extraños, lo confieso.
Rafael me pidió un café y traje dos, y empezamos a beber cada uno el suyo. Nos mirábamos a los ojos pero no decíamos nada. Le di las gracias por la rosa, que tenia en un florero en mi habitación, y por la ropa, y le dije que cómo había adivinado mi talla, y él sonrió, diciendo que solo me había imaginado.
Estuvimos platicando hasta muy tarde, y como a las 2 de la mañana me preguntó si no tenía sueño. La verdad no lo tenía aunque al día siguiente de seguro iba andar toda tonta de sueño pero me aguanté porque nunca habíamos tenido ocasión de charlar. Nos bebimos dos tazas mas de café y en una de esas nuestras manos se tocaron, nos miramos a los ojos y después, como lo más natural del mundo, nos besamos. Fue un beso tierno, pero de ahí a besarnos mas rico pasaron solo unos minutos, y nuestras lenguas se entrelazaban mientras sus manos me abrazaban y jalaban hacia él… y estando así, fue que sentí su garrote… ¡Enorme! contra mi vientre.
Como dije, yo era señorita pero vergas había visto varias por el trabajo, pero ninguna la había visto parada en honor mío, y sonreí pensando en lo que diría la esposa del doctor si me viera ahí, bien repegada a Rafael y sintiendo su vergota. No dejábamos de besarnos y su respiración era jadeante como la mía, y no sé en qué momento pero me besó en la oreja izquierda, justo en el lóbulo, y sentí un tremendo calor en mi ponche y que me escurría algo. Hasta me dije que era la regla o que tal vez me había orinado pero era solo lo excitada que estaba, ya que tenia dos semanas que me había bajado, lo recuerdo bien, y me dejé llevar por las caricias y mas me pegaba a su cuerpo cuando el me separó un poco y después de verme a los ojos me besó y comenzó a zafar el primer botón de mi batita de enfermera… ¡Rafael me estaba encuerando!
Zafó varios botones y metió su mano para acariciarme los senos y volví a sentir otro chorro de agua saliendo de mi panocha, mientras me decía que estaba yo linda, que le encantaba, que olía yo rico, hasta que por fin me dijo justo en el oído:
-Estas hermosa, Lupita… tenia yo ganas de besarte así, mi amor y te siento rica… que lindos senos tienes, mi cielo –y haciendo a un lado el brasier sentí el calor de sus manos en mis chiches, pero como el brasier era de esos sencillos de algodón, ahora si que ropa de trabajo, sentí un poco de pena pero era obvio que él no le importaba. Con suavidad fue alzando la bata para poder zafar los últimos botones hasta que pudo deslizarla por mis hombros. El consultorio, porque ahí estábamos, estaba alfombrado y no se sentía frio no obstante la hora y el día, mero el día en que acababa de cumplir mis 18 años.
Me abrazó y con suavidad zafó uno a uno los broches del brasier y luego deslizó los tirantes… ¡Por fin estaba yo desnuda de la cintura hacia arriba, y solo con un medio fondo que en ese momento sinceramente me parecía de lo mas ridículo pero Arturo no dijo nada, solo sonrió y tocó mis senos como si se fueran a romper, se inclinó y comenzó a besarme los pezones y lo mejor fue cuando me succionó… ¡De plano sentí que me estaba orinando de tan excitada como estaba! Tenia una hermana mayor, casada, Raquel, y siempre me decía que me cuidara de no dejarme tocar la panocha porque, ya estando caliente la mujer, no piensa y comete un montón de locuras que traen consecuencias, desde un chamaco hasta una enfermedad, y todo eso me pasó por la cabeza pero en ese momento solo me dispuse a disfrutar de las caricias de Rafael que, al mismo tiempo que me besaba las chiches, me comenzaba a acariciar las nalgas.
Yo dudaba y no hacia nada ¡Pero ganas no me faltaban! Sentí que primero mi medio fondo caía al piso y luego, sin dejar de besarme ahora en la boca, comenzó a bajarme el calzón. No lo van a creer, pero en ese momento fue que tuve conciencia de que el calzón que traía puesto era ¡enorme! O sea sin gracia alguna, de algodón, y mi hermana me había dicho unas semanas antes cuando la acompañé a comprarse ropa interior:
-Mira manita, cuando por fin decidas casarte, te prometo que te voy a regalar puras pantaletas coquetas, de esas chiquititas que solo te tapen la panocha… eso les encanta a los hombres… a tu cuñado mucho mas, y además, que solo te tapen media nalga o aun mejor, manita… ¡Que la pantaleta se te meta entre las nalgas! Eso hace que se les pare muy rico y nosotras gozamos mas cuando su verga está dura de tan calientes que se ponen… ¿Ya veras que rico es coger, manita! A mi me encanta, te lo digo, y además, Jorge la tiene rica… no muy larga pero si bastante gruesa y es muy aguantador… ¡Ay, yo no sé ni porqué te platico estas cosas, manita, si tu eres quintito!
Y que me dijera eso primero me desconcertó, ya que no me imaginaba a Raquel y a Jorge cogiendo, y menos que gozaran tanto al hacerlo y sinceramente me excité con la idea de que algún día me tocaría a mi gozar… y ahora ahí estábamos Rafael y yo, casi desnuda yo, o mas bien ya encuerada, porque mi calzón también ya estaba en el piso del consultorio. Mi panocha era en esa época bastante peludita y sentí algo de pena porque Rafael me viera pero pareció no importarle sino que con sencillez me siguió besando mientras sus dedos pasaban encima de mis pelos. Hurgaron entre mi panocha y sentí que tocaban mi clítoris… ¡Y sentí tan rico que abrí mis piernas deseando que me sobara mas el botoncito!
Estando los dos de pie era difícil realmente disfrutar, así que nos separamos, y Rafael me tomó de la mano para llevarme a uno de los cuartos de enfermo. Ya dentro, nos sentamos en un sofá y era increíble estar ahí encueradita por completo dejándome acariciar por todos lados y de todas las formas posibles por Rafael que, debo decirlo, siempre fue muy tierno y dulce, y ahora entiendo que se preocupaba porque yo gozara lo mas posible… y lo digo porque, después de Rafael y antes de casarme, cogí con otros tipos como les iré contando, pero creo que no hay nada como un primer amante que sea considerado y gentil y aunque al final no vivimos juntos, lo sigo recordando con cariño, como se habrán ya dado cuenta. Ya cuando me casé, pues debía respetar a mi esposo y aunque él no es lo mejor cogiendo, por lo menos me hace feliz en ese aspecto… aunque debo decirles que mas de una vez mi marido me la está metiendo de ciertas formas y debo ponerme alerta para no decir el nombre de Rafael en vez del suyo ¡Se me arma!
Bueno, el caso es que nada mas imagínense ustedes… yo encueradita ya y Rafael con toda su ropa. Puse mi mano en su verga a través del pantalón y se le sentía enorme. Como pude y mientras lo besaba, por puro tacto busqué cómo zafarle el cierre y mientras el zafaba su cinturón. Cuando ya estaba libre el alzó su cadera para bajarse el pantalón pero yo le dije quedito que mejor se pusiera de pie y así lo hizo. Ahí estaba frente a mi y sin dejar de vernos a los ojos le bajé el pantalón junto con su trusa y la verga saltó como resorte. La verdad que Rafael no es de verga grande porque había visto unas de mayor tamaño cuando el doctor operaba pero esa verga estaba paradita por mi y para mi… así que sencillamente me quedé viendo su tranca y comencé a sobársela con una mano y con la otra, audaz que me había puesto, le sobaba los huevos y Rafael sonreía feliz. Le corría el pellejito y la cabeza de su verga se le veía grandotota, y de color mas oscuro que el resto de su verga y desde luego de su piel, y que él es blanco mientras yo soy un poco morena. No sabia qué hacer mas que seguirlo sobando aunque recordaba de nuevo las palabras de Raquel, mi hermana, que me aconsejó una vez que si el que fuera mi esposo me pedia mamársela, no era eso precisamente lo que debía hacerle, ya que succionarle la verga podría lastimarlo… y que solo debía chupársela como si fuera un helado, pasarle la lengua por la cabecita, ponerle la punta de mi lengua en el agujerito y nunca dejar de sobarle los huevos… así que comencé a hacérselo así a Rafael y ¡Nada mas hubieran visto la cara que puso! Estaba feliz y no dejaba de sonreír ni de acariciarme las chiches, así como estábamos, el de pie frente a mi, y yo sentadita viendo esa vergota que, según pensaba, estaba mucho muy gruesa como para que me cupiera en mi panocha virgen… y no sé cómo se me ocurrió besársela y eso iba yo a hacer cuando Rafael se hincó frente a mi, y mientras se despojaba de su camisa y camiseta para quedar encueradito como yo, se inclinó y me besó las chiches y luego solo sonrió mientras me abría las piernas para luego acercar su nariz a mi panocha.
Pensé que me iba a oler solamente pero sentí rico cuando me besó entre los pelos, hurgándome con la nariz, y luego sentí que con su lengua separaba los pliegues de mi panocha hasta que alcanzó el botoncito… y me dejé llevar por lo que sentía, abrí mas mis piernas, jalé su cabeza hacia mi tomándolo de las orejas y luego alcé mis piernas para entrelazar con ella su cabeza… ¡Era rico sentir su lengua en la panocha y sus manos sobándome las chiches! Luego, como que hizo que alzara mis nalgas del sofá y metió ambas manos así que sentí aun mas profunda su lengua dentro de mi conchita. Algo pasó que de repente Rafael se detuvo, me miró y sonrió. Pensé que había oído algún ruido o algo así pero no. Se quedó mirándome a los ojos y dijo:
-Mi amor… sentí tu himen, mamacita… ¡Me encanta que seas virgen, mi amor!… –y se sentó a mi lado, nos besamos y el no dejaba de acariciarme la panocha y de hurgar con cuidado entre los vellos, y en voz bajita, justo en mi oreja, dijo:
-Estas hermosa, Lupita… estoy feliz mi amor… Te quiero y tengo ganas de hacerte el amor, mi cielo… ¿Me aceptas? ¡Quiero ser el primero… y el ultimo, mi cielo!… ¿Qué linda estas… que rico cuerpo tienes mi amor… me encantas Lupita… ¡Ay, mi cielo… cómo tenia ganas de hacerlo y tu te resistías!… No me dabas ninguna oportunidad, mi amor… ¡Que rica se siente tu panochita, mi cielo! – y yo solo me dejaba querer, pero yo también, de cabrona, no dejaba de sobarle la verga y los huevos, ya que mi hermana Raquel me había aconsejado que si ya me había casado y estaba cogiendo con mi marido, no dejara de sobarle la verga, chupársela o como fuera, pero el caso era que no perdiera la dureza y en ese momento estaba siguiendo sus sabios consejos que ella practicaba con Jorge, mi cuñado… ¡Es lindo tener una hermana que nos aconseje cómo coger mejor y tener feliz al marido! Pero… ¿Seria de verdad que Rafael se casaría conmigo si cogía con él?
Lo que pasó esa noche y muchas tardes y mañanas mas, de por lo menos los siguientes tres años, se los contaré en la segunda parte…
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Cuando una mujer ya está caliente, créanme que de plano somos tontas y no pensamos en nada que no sea disfrutar de nuestra pareja. Esa noche de mi cumpleaños numero 18, estábamos Rafael y yo ya encueraditos y en mi habitación del sanatorio. No dejaba de sobarla la verga por temor a que se le pusiera aguadita, y esto por consejo de mi hermana Raquel, pero ahora entiendo que a los 23 años la mayoría de los hombres no tienen esos problemas. Después que me dijo que sentía mi sello de garantía con su lengua, estaba yo tan caliente que lo que quería era que me la metiera, o sea que me convirtiera en toda una señora, pero al oído le dije:
-Oye, Rafa… pero es que soy señorita, y mi regla fue hace dos semanas… ¿No habrá problemas? Digo, me refiero a que me vayas a dejar panzona y… ¿Luego?
-Humm, estas linda, mi amor… mira, podemos usar condón, o bien, solo nos acariciamos… tu dices, mi cielo –dijo, dejándome a mi la elección. No me gusto mucho la idea ya que yo quería que me dijera que no habría problema y que me haría fuerte pero no lo hizo. Por un momento pensé que mejor no debía coger con Rafael pero en ese momento perdí, ya que las caricias que me daba en el clítoris hicieron que me viniera y de plano le contesté:
-Humm, mira, ponte un condón… aunque dice Raquel que no se siente igual… ¿Tienes condones?
-Si, ahí en mi bolsillo –dijo y se levantó a buscar en su pantalón y sacando uno, pero sin dejar de verme, se lo puso en su verga y me daba curiosidad ver cómo se lo puso y luego lo fue desenrollando hasta que le cubrió por completo la verga… y fue en ese momento que me decidí a que el día en que me rompiera el himen debía ser con su verga al natural, sin condón, y así se lo dije:
-Mira, mi amor… soy quintito, como dice el doctor… pero tengo ganas de que tu me hagas tu mujer, mi amor… pero quiero hacerlo al natural, sin condón, pero no quiero salir preñada… mira, mejor nos esperamos unos días, tu dices hasta cuando, y ahorita solo nos acariciamos… ¿Qué te parece?
-Humm, si mi amor… ¡Que rico se siente tu cosita, mi amor! Me encanta sentírtela así, velludita mi cielo… oye mi amor… ¿Podrías besármela? – me dijo con insistencia al mismo tiempo que estando sentados me forzaba a agacharme. Pensé en negarme pero al mismo tiempo pudo mas mi curiosidad y calentura y terminé por darle unos besitos mero en la puntita de su verga. Luego, él me dijo que quería mamarme de nuevo y me dejé sin pensarlo ya que de verdad estaba caliente. Pero para hacérmelo mejor, según é, nos acostamos en mi cama y el se puso primero hincado frente a mi… y comenzó a hurgar con su lengua cada pliegue de mi vagina y pasaba su lengua en mi clítoris haciéndome ver estrellitas. Luego, el muy cabrón se fue dando la vuelta despacito, me besó las chiches y succionó mis pezones pero con una mano seguía acariciándome la conchita y con la otra mi cabello, que en esa época yo llevaba largo.
Luego, se hincó encima de mi y me puso su verga mero enfrente de mi cara; Podía ver sus huevos balanceándose, y su verga que me aprecia enorme… ahora que he cogido con algunos otros hombres entiendo que la de Rafael era mas o menos de tamaño normal pero siendo yo señorita, aquello se le veía enorme de verdad y pensaba si me cabria el día en que me la metiera… ¡Porque estaba decidida a que el fuera el primero que me cogiera… y secretamente deseaba que fuera el ultimo! O sea que deseaba de verdad hacer una vida con él, casarnos y hasta tener hijos.
Comenzó a darme con su lengua, y me vine dos o tres veces; Creo que solo parpadeaba pero de plano no hablaba, y solo me dedicaba a sentir cómo su lengua me hacia un montón de cositas que me encantaron desde esa noche. Una de las cosas mas excitantes era que estábamos con la luz encendida, algo que sinceramente ya después me daba cosa, porque se supone que una, siendo señorita, es bastante tímida pero el cabron de Rafael me enseñó un montón de cosas sexuales que despertaron mis instintos y de plano me volví muy cogelona… ¡Creo que hasta mas que Raquel, mi hermana, que ya casada, podía coger con Jorge cuantas veces quisiera o se les antojara!
Mientras sentía su lengua dentro e mi panocha veía cómo se movían sus huevos y su verga, y como la cosa mas natural del mundo… ¡Pues me la llevé a la boca! Primero con cierta timidez, lo admito, pero luego comencé realmente a hacerle el sexo oral, a sobarle los huevos, a acariciar sus nalgas, y él me sobaba las mías, las separaba y sentí cuando el muy cabron trataba de meter uno de sus dedos en mi culito, y ahí si le dije:
-No, Rafael, por ahí si no… no me metas el dedo… ¡Me duele y además, te vayas a ensuciar tu dedo, mi amor!
-Me encanta tu culito, mi cielo… se te ve lindo, bien fruncidito, pero no te preocupes, mi amor… ay, me mamas muy rico Lupita… y me encanta cómo me sobas los huevos, mi amor- dijo con ganas de distraerme y de animarme a hacerle mas cositas. Sobaba sus nalgas y de la misma forma que él lo hizo, comencé a sobarle el agujero de su culo y cuando menos lo esperaba ¡Ya estaba yo tragándome enterita su verga! Era increíble para mi, que toda la verga de Rafael me cupiera en la boca, y la sentía hasta la garganta así que solo me quedaba ver que no se fuera a venir… y no porque supiera lo que era eso por experiencia propia, pero si porque Raquel me decía siempre que cuando Jorge se calentaba mucho, a veces comenzaba a sacar la leche y al menos a ella no le gustaba mucho el sabor del semen… y me preguntaba yo cómo sabría el semen a Rafael… y es que su verga de verdad me daba gusto.
Dejó de dedearme el culito y se dedicó a hacerme gozar, haciéndome venir creo que otras dos veces… y me da pena decirlo, pero yo también buscaba satisfacerlo pensando –Tonta de mi- que si no me la iba a meter en ese momento ¡Pues cuando menos que lo hiciera yo feliz con una mamadita! Lo oi decir que dejara de mamársela porque se iba a venir y yo, lejos de hacerlo, seguí sobándole los huevos con una mano y su culito con la otra hasta que sentí el tremendo chorro de leche en mi boca. Creo que por instinto pensé en sacar su verga de mi boca pero me aguanté y su leche se desbordó por mi boca, –Recuerden que estaba yo debajo de Rafael- y no sabia yo si su leche estaba sabrosa o no, porque nunca había probado semen, pero al menos en ese momento me supo sabrosa, algo alcalina, o sea como con un saborcito a carbonato pero bien, o sea que me tragué lo mas que pude… aunque mucho de esa venida escurrió por mis mejillas… y sentí en mi boca cómo se le fue poniendo aguadita la verga a mi novio… ¡Por lo menos ya era señora de la boca!
Nos quedamos así un momento, él encima de mi, y luego ya nos acostamos bien. Nos abrazamos y nos besamos y como broma, le pasé a su boca algo de su propia leche y el sonrió mientras me decía:
-Humm, eres muy traviesa, Lupita… ¡Pero me encantas, mi amor! ¿Te imaginas cuando podamos hacerlo bien, o sea que tengamos modo de hacernos el amor completito y que te la pueda meter por aquí, mi cielo?
-Humm, si mi amor… creo que lo voy a disfrutar mucho… ¿Pero si me preñas? Ya en serio mi cielo… ¿Cuándo podemos hacerlo sin peligro? Lo digo porque si ya me hiciste señora de la boca, y me gustó, mi amor, tengo ganas de que me hagas señora completa pero creo que no debemos de correr riesgos de que me embaraces.
-Humm… ¡Te amo, Lupita, y me encanta cómo me mamaste… mira, en una semana creo que ya no hay riesgo mi cielo… además, coincide con el domingo que viene… ¿No te gustaría que saliéramos a celebrar tu cumpleaños?
-Humm ¡Si, mi amor! Pero que mas regalo quiero que tener y que hoy precisamente sea la primera vez que estoy así, encuerada, con un hombre que me acaba de coger por la boca… ¡Te amo, y lo que me hiciste me encanto!
-Y mas te va a gustar lo que te voy a hacer el domingo que viene, mi cielo!
-¿De verdad, mi amor? ¡Pues qué me vas a hacer! Digo, si me dices puedo irme preparando… ¿Cómo debo prepararme para coger el domingo?
Y lo que pasó el domingo siguiente se los cuento en la tercera parte.
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