TODO LO QUE PERMITI QUE ME HICIERA MI NOVIO (4)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de mi primera vez con Rafael, comencé una vida sexual realmente muy activa, ya que aprovechábamos cuanta oportunidad se daba para acostarnos. A veces no había mas ocasión que le diera yo una mamadita o él a mi, y cuando menso nos manoseábamos cuantas veces podíamos, desde luego cuidando de que el patrón o su mujer nos fueran a ver ya que nos tenían absolutamente prohibido todo tipo de relación de noviazgo entre el personal. Por cosas de su escuela, Rafael solo podía quedarse dos veces a la semana en las noches, pero fue en esa época cuando el patrón se accidentó y se quebró una pierna, lo que hizo que Rafael tuviera que hacerse cargo casi del sanatorio, y eso seria por lo menos por seis semanas mientras la pierna del doctor sanaba… y las aprovechamos muy bien.
Desde antes del accidente, por lo menos una vez a la semana Rafael hacia como que se iba a su casa… y regresaba como a las diez de la noche cuando el patrón ya se había acostado y solo quedaba yo al pendiente. Ponía una señal en una ventana cuando veía que el doctor se iba a dormir y luego, cuando ya estaba dormido, yo le abría a Rafael con mucho cuidado, sin hacer el menor ruido… y nos íbamos a meter a mi cuarto. Las dos o tres primeras veces nos acostamos en mi camita pero a la hora de coger como que rechinaba así que decidimos mejor poner los cojines de un sofá studio couch en el piso y ahí si podíamos hacerlo mas cómodos… aunque eso si, cuidando de no hacer ruido y es que yo soy medio escandalosa, hasta la fecha, a la hora de coger porque me encanta decirle a mi esposo o a quien me la esté metiendo, lo que siento y me gusta… y eso también lo aprendí con Rafael.
Esas entradas en silencio a mi habitación eran excitantes debido a que la tía de la esposa del doctor vivía atrás y a veces podíamos ver desde mi cuarto cómo estaba prendida la luz de la casa aquella. A veces, Rafael se quedaba a dormir con conocimiento del doctor, y entonces debíamos tener aun mas cuidado ya que algunas veces, no siempre, el se salía por la ventana de su cuarto y se metía al mío a través de la ventana, y recuerdo que una vez, por no pisar de manera correcta, Rafael hizo ruido y hasta los perros empezaron a ladrar… ¡Fue un sustote tremendo pero al final la pasamos rico, metidos los dos entre cobijas dentro de mi habitación!
Pero como dije arriba, algunas cosas que hicimos ni siquiera las había imaginado. Por ejemplo, la esposa del doctor comenzó a sospechar de nuestra relación y los dos decidimos disimular, y la mejor manera de hacerlo era fingir que yo andaba de novia de otro chavo… había uno, que vivía por ahí cerca, de nombre Alfredo, un muchacho muy estudioso y respetuoso, y yo era amiga de sus hermanas. Alfredo me gustaba, lo admito, pero yo estaba enamorada de Rafael y cuando una lo está es muy difícil que actuemos de la mejor manera. Ahora pienso que no debía haber aceptado salir siquiera con Alfredo pero en ese momento pensé sinceramente que era lo mas razonable si es que queríamos que nos dejara de molestar la esposa del doctor o le fuera a este con chismes… ¡Con decirles que hasta nos cuidábamos de los hijos del patrón, sobre todo de la mayorcita de sus hijos, una chica de doce años que por lo mismo ya estaba en la edad de la punzada y debía yo ser mucho muy discreta si es que quería seguir siendo la novia de Rafael… y eso incluía salir con Alfredo.
Créanlo o no, él y yo hasta hablamos sobre lo que podría hacer y lo que no con Alfredo cuando saliera yo con él. Rafael me dijo que aceptaba que me besara con Alfredo pero siempre que no fueran muy intensos los besos. En cuanto a los abrazos o a los fajes, estos debían ser muy simplones, o sea que Rafael entendía que no habría nada sexual entre Alfredo y yo, y como esto lo hablamos estando metidos en un hotelito de Calzada de Tlalpan, y mientras me besaba muy rico y terminamos cogiendo, yo ni siquiera me preguntaba a mi misma si seria capaz de seguir sus indicaciones o si me dejaría vencer si Alfredo insistía… y así fue que empecé a andar con Alfredo.
Rafael fue quien primero se enteró de la invitación de Alfredo para llevarme a una cena con sus hermanas, mis amigas. Aceptó que fuera y así se lo hice saber, como no queriendo, a la señora del doctor que de nuevo me aconsejó que me cuidara porque yo sabia del compromiso de ser señorita… ¡Si me hubiera visto coger con Rafael, mamársela y hasta tragarme su semen de seguro se le paran los pelos! Y es que aquí en confianza les diré que yo siempre pensé que el doctor era homosexual, por sus modales medio afeminados, y porque de repente oía que él y su mujer discutían por cosas fuertes como esa de que el doctor no la “atendiera” como debía ser… y además, unas dos o tres veces, había yo encontrado acostado en uno de los cuartos a algún muchacho y cuando les preguntaba yo quienes eran, ellos me contestaban que habían sido invitados a dormir ahí por el patrón… y la señora como que se hacia disimulada pero para mi que ella sabia bien de los relajos del doctor, y pienso que por eso a veces la señora andaba de un humor de los diablos… ¡Todo por no coger!
Por eso mas de una vez pensé que el interés de la señora por mantener la castidad de Rafael y mía no era mas que las ganas de que Rafael se la cogiera… aunque al menos yo nunca vi algo sospechoso entre ambos… y si Rafael se animaba a ponerme el cuerno, lo hacia de una forma muy disimulada ya que a la hora de coger siempre estaba listo y con ganas y no me dejaba con hambre. El caso es que comencé a salir con Alfredo y como lo pensamos Rafael y yo nos dejaron de molestar peor la cosa es que cuando yo regresaba del cine o de ir a la casa de los padres de Alfredo, Rafael me atosigaba con preguntas sobre cómo me había tratado, qué me había hecho, qué había yo sentido, etc.
Una vez Alfredo me invitó al cine primero y luego a cenar a un lugar donde también se bailaba y acepté. Era viernes en la noche y regresé a la clínica ya tarde, como a las 2 de la mañana ya del sábado. El doctor se había ido a Xalapa y su esposa ya estaba bien dormida cuando regresé porque había tomado una pastilla para los nervios, así que solo estaba Rafael. Vi cuando se asomó por la ventana del cuarto que daba a la calle y el vio cuando me despedí de Alfredo… de beso. No pensé que me la iba a hacer de pleito así que cuando Rafael me esperaba en la escalera lo besé y el respondió a mi beso pero al mismo tiempo metió su mano debajo de mi vestido y me tocó la panocha por encima de la pantaleta… ¡Y que me enojo con Rafael! Le dije que no tenía derecho a eso pero le se me quedó viendo y contestó:
-Creo que si tengo derecho, mi amor… porque somos novios ¿O ya lo olvidaste? Que ya no andemos como antes es por la razón que tu sabes, pero creo que debes respetarme y habíamos dicho que no te dejarías besar por Alfredo… y vi cuando te despediste de beso de él… solo quise cerciorarme que no hubieras hecho algo mas.
-¿Algo mas de qué? Si crees que me dejé manosear o, peor aun, que cogí con Alfredo, estas muy equivocado… pero además, no sabia si la señora estaría aquí viendo cuando yo llegara y debía hacer como si de verdad anduviera con Alfredo… y ni modo de no darle un beso de despedida a mi “novio” aunque lo sea solo de mentiritas… ¿Tengo o no razón?
-Es verdad, Lupita… ¡Perdóname! Pero es que verte besando a otro me puso mal… y además ¡Mírame nada mas cómo estoy de imaginarte haciendo cosas con Alfredo! – Dijo y me dejó ver una tremenda erección; Sonrió ya calmado y me dijo mientras acariciaba mi mejilla- anda, perdóname y vamos a tu cuarto para platicar… anda mi amor –dijo, y jalándome hacia él comenzó a besarme muy rico y ahí fue que sonreí yo también y comencé a fajar con Rafael. Luego, tomados de la mano nos fuimos a mi cuarto, no sin antes ir yo a ver a la señora del doctor pero la oí roncar a través de la puerta de su recamara y me sentí mas confiada… ¡Podríamos hasta coger Rafael y yo y la señora no se despertaría!
El se mantuvo vestido, por si la señora se despertaba o algo así, pero me encueró por completo, me quitó la pantaleta y la olió mientras me decía que le excitaba saber que había estado con Alfredo, y yo de tonta no vi esto como algo malo sino lo contrario, de solo decirme eso me sentí muy excitada y hasta me lo imaginé cogiendo con otra chava y que yo lo estaba viendo, y comenzó a besarme mientras me preguntaba en voz baja lo que había pasado entre Alfredo y yo esa noche… y comencé a contarle. Le dije las cosas así, como medio disfrazadas, pero Rafael insistió y terminamos por hablar con claridad:
-Bueno, fuimos al cine… ya te había dicho qué película había en el cine pero si, Alfredo comenzó a abrazarme y luego me tocó las piernas. Ya ves que llevaba vestido, y él buscó la forma de meterme la mano debajo pero lo contuve, diciéndole que me daba pena o que alguien podía vernos haciendo esas cosas y que yo era señorita… y eso lo medio calmó, pero casi al final de la película comenzamos a besarnos mas rico… ¡Aunque tu besas mas rico, mi cielo! Y sentí que me metía la mano así que me dejé hacer un poco… solo un poco… ¡Ay, mi amor, no se si deba contarte todo… no quiero que te enojes, mi amor!
-No, no debo enojarme, Lupita… y te agradezco la confianza porque así los dos vamos a estar mas tranquilos, por lo menos hasta que ya podamos salir sin problemas tu y o como novios… ¿Y que mas te hizo mi socio?
-Ay, no digas eso, porque siento que te estoy engañando, mi amor, y el trato era que tu estuvieras conforme y es mas, recuerda que el que propuso esto del noviazgo de a mentiras fuiste tu y no yo… ¿Te cuento mas? –dije, mientras sentía los dedos de Rafael hurgando entre mi panocha. Abrí mis piernas para que me sobara el clítoris pero Rafael sencillamente comenzó a darme sexo oral y su lengua me hizo estremecer con una venida tremenda. No pude hablar mas, lo confieso, porque el se sacó su verga y comenzó a untármela en la panocha hasta que le dije o mas bien le exigí que me la metiera y sentí rico cuando comenzó a cogerme, penetrando con lentitud hasta que sentí que me entró toda… y me volví a venir.
-¿Y qué mas te hijo, mi amor? ¿No te dieron ganas de coger con Alfredo? Anda mi cielo, se franca… ¡Coges muy rico, mamacita… y me la aprieta bien sabroso!
-¿De verdad te gusta cómo te lo hago, mi amor?
-¡Claro que si, Lupita, coges rico de verdad… me encanta tu panochita, mi amor! Anda, dime si no te pidió coger –me dijo con voz ronca de tan caliente como nos había puesto a los dos esa platica.
-Bueno, si me abrazó y besó, y ya en su coche nos fuimos a un lugar oscuro y me dejé meter mano… ¡Pero es medio pendejo y como que me ardió la panocha o creo que me arañó… me revisas al ratito, mi amor… y me hizo a un lado mi pantaleta para poderme sobar bien la panocha pero lo peor fue cuando me pidió, mientras me besaba, que quería que se la agarrara yo, o sea que le sobara la verga. Por un momento pensé en hacerlo, mi amor, y si, como que se la rocé pero medió cosa y sentí que si lo hacia si te iba a ser infiel y yo te amo.
-¿Entonces… no se la agarraste para nada?
-Bueno, si pero solo por encima del pantalón… el me pedia que se lo hiciera así, directo en su verga pero él le llama “MIEMBRO” a su verga, mi cielo… pero como te digo, aunque si estaba ya medio caliente, preferí no hacerlo y solo dejé que él me metiera mano… y si, me hizo venir dos veces.
-¿Y viniéndote dos veces aun así no te animaste a irte a coger con él?… ¡Me encantas, Lupita, por tímida y hermosa pero créeme, no debes reprimirte, porque cuando una mujer no se deja coger pero si se calienta mucho, el vientre le duele y termina por ponerse ventruda… ¿A poco quieres ponerte así?
-No, claro que no… y ya me lo habías dicho pero es que me dio pena y si le había dicho que era yo señorita ¡Pues ni modo de dejarme coger si era ahora si que nuestra primera salida en plan de novios, o sea solitos pero… ¿De verdad te gustaría que yo cogiera con Alfredo? ¿Estas totalmente seguro de eso?
-Mira, no lo se pero de solo estar platicando sobre esto mira nada mas cómo me tienes, mi amor… creo que si lo aceptaría si es que tu realmente lo deseas… creo que ser sincero es mucho mejor… si, me gustaría que algo mas pasara entre Alfredo y tu pero que fueras siempre así de sincera y franca y me contaras todo, mi amor.
-Claro que si ¡Eso júralo! Quiero ser sincera siempre contigo porque te amo pero… si tu te vas de cabrón por ahí y te coges a alguna otra chava ¿También me lo platicarías de verdad?
-Si, mi cielo… te contaría todo con detalles… porque en primer lugar nuestro amor es lo mas importante y siendo francos uno con el otro las cosas van a ir muy bien… ¿No te dan ganitas de que Alfredo te la meta, mi amor? –me dijo muy serio mientras sentía su verga enterita dentro de mi panocha y luego un tremendo chorro de leche que me escurrió por las nalgas y mientras sentía cómo su verga se ponía aguadita, Rafael no dejaba de besarme… pero yo estaba imaginado que había sido Alfredo quien me acababa de coger… ¿Sería yo realmente capaz de coger con Alfredo y luego contarle con detalles todo a Rafael? ¿Qué sentiría yo si, después de coger con Alfredo, me cogía Rafael, o al revés, y las dos leches se juntaran dentro de mi panocha? ¿Y si alguna vez, de pura casualidad, me dejara coger por los dos al mismo tiempo o que por lo menos uno viera cómo me cogía el otro y luego alternaban sus vergas dentro de mi panocha?… y pensando todas esas cochinadas me quedé bien dormida mientras Rafael se salió de mi habitación y se fue a su cuarto… ¡Con decirles que ni siquiera me lavé la leche de Rafael! Y para colmo, al otro día la señora no dejó pasar la oportunidad de preguntarme cómo la había pasado, y sonreía con complicidad cuando le conté que me besó y que había tratado de manosearme… pero me insistió en que me cuidara porque yo era, según ella desde luego, toda una señorita.
Ese fue el verdadero inicio de mi vida sexual medio alocada y hacer cochinadas con Rafael y Alfredo se convirtió para mí en una especie de juego muy cachondo. La siguiente vez les contaré de cómo Rafael y yo gozamos de una película porno, y como es que me dejé tomar fotos cuando estábamos cogiendo… y si, también les voy a contar cómo fue mi primera vez con Alfredo… y cómo es que se creyó que yo era señorita.
Si esto los calentó al leerlo tanto como a mí el solo recordarlo, pueden escribirme a mi correo:
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