TODO LO QUE PERMITI QUE ME HICIERA MI NOVIO (5)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
TODO LO QUE PERMITI QUE ME HICIERA MI NOVIO (5) ME PIDIÓ COGER CON OTRO… Y YO LE OBEDECÍ
Pues si, como dice el refrán “tantas veces va el cántaro al agua que termina por romperse” y entre lo que me decía Rafael y lo que vivía con Alfredo, sentí curiosidad de saber si podría coger con este ultimo y aun ser la novia del primero o cuando menos contarle con detalles, como él quería, cómo era que Alfredo me cogía. Tardé como dos meses o poco mas en aceptar lo que me proponía Rafael, o sea que cogiera yo con Alfredo. No me animaba del todo porque honestamente Alfredo si pensaba en mi para casarnos y así me lo dijo varias veces, y hasta me invitaba a su casa y me aceptaba toda la familia. Pero sentir dentro de mi la verga de Rafael era lo máximo y pensar que otro me la metiera se me hacia difícil de aceptar, se los confieso.
Un día nos enojamos Rafael y yo por algo, no recuerdo bien la razón, y esa noche Alfredo me había invitado a salir. Le busqué la cara a Rafael y de mal modo aceptó diciéndome:
-Si, anda… ve con ESE y disfruta mucho de lo que te haga –y me pareció estúpida su respuesta pero en fin, a las 8 de aquel sábado pasó Alfredo por mi, y hasta la señora del doctor me apresuró diciéndome que no hiciera esperar mucho a mi “novio” y aunque Alfredo es de una familia religiosa, el de vez en cuando se tomaba una cerveza o una copa así que en la cena los dos nos tomamos un poco de vino que nos achispó algo y al salir del restaurante me invitó a bailar, cosa que me encanta, y acepté. El lugar era bonito y la música suave así que poco a poco me fui excitando y el pobre de Alfredo buscaba que su erección no se notara mucho pero yo sentía su verga rozando mi vientre y mi imaginación comenzó a correr… ¿Cómo la tendría, cuanto le mediría y sería gruesa o no? ¿Se sabría aguantar como Rafael o se vendría rápidamente? Pero y debía guardar las apariencias y se suponía que yo era señorita, así que solo lo fui llevando a un extremo de excitación para que de él saliera la iniciativa de que nos fuéramos a algún lado a coger… y así resultó.
Me dejaba yo besar y acariciar mi cintura y hasta las caderas y lógicamente Alfredo se puso a mil hasta que por fin me dijo lo de rigor en esos casos:
-Lupita, te amo… me gustas mucho, quiero demostrarte mi amor… quiero que nos vayamos a otro sitio… me encantas mi cielo, estas lindísima mi amor… te amo, Lupita.
-Humm, yo también te quiero, Alfredo… me siento muy a gusto así contigo, mi amor… si, me gustaría salir de aquí e irnos a algún lugar tranquilo, papacito… ¿sabes tu de algún lugar por aquí cerca, mi amor? –le dije y observé su reacción. Como esperaba, Alfredo me repegó mas a su cuerpo y sentí su verga ya muy dura. Lo sentí suspirar en mi oído y me dijo:
-Si, mi amor… ven, voy a pagar la cuenta para irnos –y así lo hicimos. Yo hacia el papel de una señorita a la que su novio está seduciendo pero en realidad tenia ganas de coger con Alfredo y salir de dudas sobre cómo lo haría y el tamaño de su verga. Despues de pagar la cuenta salimos y Alfredo me besó bastante rico en su coche (Rafael no tenia coche para ese entonces) y sin decir casi nada, enfiló hacia un motel y metió el coche en uno de los garajes. Pagó y mientras yo permanecía dentro del auto hasta que Alfredo llegó y gentilmente me abrió la puerta y me volvió a besar antes de entrar a la habitación, por cierto muy bonita y bastante limpia… y me sorprendió de verdad entrar a un motel ya que como les he contado, Rafael solo me llevaba a hoteles, así que ver todo lo que ahí había para gozar del sexo hizo que me excitara y se despertara mi curiosidad.
Estaba, aparte de una cama amplia, iluminación indirecta, una TV enorme que Alfredo prendió de inmediato y aparte del baño había un Jacuzzi muy cerca de la cama, y además, había una especie de mueble curvo que Alfredo me dijo que se llamaba EL POTRO DEL AMOR. Lo miré a los ojos, y el se sonrojó. Le pregunté si ya antes había Venido con alguna chica y ¡Lo hubieran visto! Estaba colorado y agachó la cabeza. Luego me dijo:
-Humm, si, Lupita… hace unos meses vine con una amiga pero fue antes de que tu yo anduviéramos… es mas, ni siquiera me aceptabas como amigo… ¡Perdóname, mi cielo… créeme que no quise ofenderte pero si quieres mejor nos vamos!
-¡No, como crees! Pero entenderás que me sienta medio extraña en este lugar, aquí solitos los dos… y además, Alfredo, ya pagaste… ¡Me encanta estar contigo, mi amor! Pero no deja de ponerme nerviosa estar aquí a solas con un hombre… créeme que jamás se me habría ocurrido- le dije, y Alfredo sonrió feliz como niño al que se le va a ofrecer un premio… y en este caso el premio iba a ser yo. Créanme que casi lo tuve que desvestir yo, aparte de que me quité también casi yo misma mi ropa porque Alfredo era medio lento para eso, pero al final, después de una serie de besos bastante rica, los dos estábamos desnudos por completo… y si, su verga era grandota y bastante gruesa, creo que hasta mas grande que la de Rafael, y la tenia bien dura… así que aparte de la boca debo decir que se me hizo agua la panocha… literalmente.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a besarnos. Alfredo ponía todo su empeño, como me lo dijo, en hacer las cosas con calma para, según él, no lastimarme y aunque pensaba que tal vez si me dolería a la hora en que me la metiera, después de todo, la panocha es muy distendible y acepta vergas de todos los tamaños, a menos que estas sean exageradas. Sentir en mi panocha la mano de Alfredo fue una experiencia curiosa y sin hacerlo menos, pero déjenme decirles que es muy rico ser fajada y cogida por un médico, sobre todo porque ellos saben bien cómo funcionamos y lo que deben de tocarnos para ponernos a mi. Alfredo ponía todo su interés pero hubo un par de momentos en que, casi, le llevo la mano a mi botoncito para sentir mas rico… pero al final decidí que mejor estaríamos en la cama.
Ya ahí como que Alfredo agarró la onda y me acariciaba con mas calma y yo me dejaba hacer. Luego de un rato y ante la insistencia de él diciéndome:
-Anda mi amor, que no te de pena, estoy feliz, mamacita de estar aquí contigo así los dos, mi amor… tengo ganas de hacerte muchas cositas… y de que tu también me las hagas a mi… anda Lupita, tócame… mira cómo estoy –y yo, poniendo la cara mas inocente que pude, le agarré la verga solo de la cabecita y al pobre de Alfredo dio un respingo, sonrió y dijo:
-Humm, así mi amor… así, tócame… siento tu mano rica en mi miembro… mira, quiero besarte tus senos, mi amor… ¿Me permites? No te voy a lastimar, mi cielo… me gustan tus senos –y el pobre chavo se inclinó para, por fin, besarme las chiches pero creo que pensaba que mis pezones eran de cristal porque apenas y medio me los besó cuando yo tenia ganas de que me los chupara y succionara como me lo hacia Rafael. Para que se excitara mas, comencé a sobarle la verga y luego sus huevos cuando abrió sus piernas, y poco a poco yo misma me acomodé para que Alfredo pudiera besarme ahí mero en mi panocha… como dije, me hubiera gustado decirle lo que quería que me hiciera ¡Pero eso de andar fingiendo ser señorita estaba bastante pesado diría yo! Pero ni modo de cogérmelo yo a el aunque ganas no me faltaban, se los confieso… y ya me estaba desesperando cuando, por fin, comenzó a besarme mero en la panocha y abriendo mis labios metió su lengua entre mis vellos hasta que sentí en el clítoris su lengua… ¡Y por fortuna Alfredo agarró la onda rápido y tuve un tremendo orgasmo así que mis jugos llegaron a su boca!
Lo vi sonreír y lo hice acostarse a mi lado para que me besara y acariciara y nos pusimos de ladito así que subí mi pierna en su cintura y su verga quedó ahora si que casi en la entradita de mi panocha. Tuve ganas de montarme en Alfredo como lo hacia con Rafael pero se suponía que era yo una señorita y las chicas vírgenes no hacen eso. Alfredo me tocaba mis nalgas y las apretaba que daba gusto… y hasta pensé que me las iba a dejar medio amoratadas de tanto apretón. Alfredo metió su mano entre su vientre y el mío y puso su verga en la entradita, entre mis vellos y luego, con voz bajita, me miró, sonrió y me besó antes de decir:
-¿Puedo, mi amor? –y yo me iba a reír pero me aguanté y él creyó pertinente aclarar- es decir, quiero hacerte el amor… quiero tener relaciones sexuales contigo, Lupita… estoy enamorado de ti, mi amor… quiero casarme contigo –y yo me quedé estática, sonreí y dije que si con un movimiento de cabeza y Alfredo me hizo girar para que yo quedara boca abajo en la posición del misionero y se hincó quedando con su verga casi en la entradita de mi panocha, la colocó con cuidado, con mucha ternura diría yo, y luego comenzó a metérmela… y yo hacia como que me dolía hasta que por fin me fue entrando toda su verga y sentí sus huevos chocando contra mis nalgas… y Alfredo estaba feliz, no dejaba de besarme; Apreté su verga con mi vagina y el no pudo aguantarse mas y comenzó a echar su semen en mi ponche. Debo reconocer que la verga de Alfredo si me dio placer, porque la tiene mas gruesa y mas larga que la de Rafael, que es mas bien de verga delgada y mas rico hubiera sentido si me la mete estando yo encima de él, pero no era cosa de demostrar que yo ya cogía sino lo contrario, así que después que Alfredo se vino dentro de mi, y su verga su puso aguadita, esperé a que se me saliera casi sola, lo abracé y lo besé… y luego me levanté para ir al baño… y ahí me di cuenta que me acababa de bajar la regla.
Me lave bien y cuando regresé a la cama, Alfredo estaba de verdad feliz, me indicó que me acostara a su lado, nos besamos y luego me dijo muy bajito:
-Me siento feliz, mi cielo… mira la sabana, Lupita… tiene sangre, tu sangre, mi amor… te amo pero ¡Perdóname! Me siento feliz de verdad, por haber sido el primer hombre en tu vida, mi amor… ¡Pero no te preocupes, mi cielo… nos vamos a casar!… ¡Ay, Dios mío, que felicidad, Lupita, que me hayas entregado tu virginidad por amor!
Yo no sabia si reírme o llorar al ver la inocencia de Alfredo… ¡Mira que creerme señorita! Vamos, que ni de los ojos, como decía mi hermana Raquel, porque ya una vez al estar masturbando a Rafael, este se había venido y un poco de su semen me había entrado en un ojo… ¡Y eran unos ardores que para qué les cuento! Así nos pasamos mas de dos horas, acostados, acariciándonos, y el hablando de cuanto me quería, que se sentía dichoso de haber tenido relaciones conmigo (Solo hasta casi un año mas tarde fue que empleó la palabra COGER pero le costó mucho trabajo hacerlo) y no dejaba el pobre de hacer planes para el futuro, una vez que concluyera la carrera de ingeniero en el Politécnico.
Como a las cuatro horas nos levantamos, nos dimos un baño (Cada uno por su lado desde luego) y después de vestirnos sin mirarnos, porque decía tener pena de que le viera su “miembro” me llevó al sanatorio donde me esperaba mi amante y el primer hombre de mi vida, Rafael. Si esto los calentó al leerlo tanto como a mí el solo recordarlo, pueden escribirme a mi correo:
lupitaardiente_55@yahoo.com
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