Un encuentro casual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Morboso_70.
A medida que bajaba las escaleras de la estación, mi cuerpo iba poniendo de manifiesto los efectos provocados por el aire acondicionado.
De una parte, la sensación de calor sofocante se transformó en un repentino escalofrío que me recorrió de arriba abajo. Pasado este primer momento, la segunda consecuencia fue algo más evidente para todos los pasajeros que esperaban en el andén.
El contorno de mis pezones marcándose en la tela de mi vestido, provocaba la mirada furtiva de los hombres y las fantasías de un par de adolescentes que se sonrojaron al verse descubiertos por mí.
La llegada de un músico ambulante, sirvió para poner fin a la situación. Pocos minutos después llegó el convoy de vagones y el consiguiente trasiego de pasajeros que subían y bajaban.
Encontré un asiento libre en el último banco del vagón de cola, me dispuse a olvidar el incidente del andén y centré toda mi atención en la lectura de mi libro.
El tren inició su recorrido y al cabo de un par de estaciones, ocurrió algo que rescató mi atención, perdida entre las páginas de algún capitulo, para centrarse en la figura del hombre que tenia sentado frente a mí.
Lo primero que había llamado mi atención, fue el aroma de piel recién salida de la ducha que desprendía su cuerpo. Siempre me han fascinado los hombres que usan colonias frescas y naturales. Pero no había nada que pudiera compararse con aquel aroma de piel húmeda y recién lavada.
Con aquel aroma envolviendo mi olfato, empecé a repasar los detalles de su anatomía. Era un hombre de unos treinta años con el cabello ligeramente largo para mi gusto, que a pesar de estar peinado hacia atrás, se ondulaba y retorcía formando pequeños remolinos en su nuca.
Los ojos marrones, estaban flanqueados por unas finas pestañas que les dotaban de un misterioso encanto. La nariz recta, daba paso a unos labios carnosos pero no excesivamente gruesos. La barba de un par de días, cuidadamente descuidada, aportaba el toque justo de sensualidad. Era sin lugar a dudas un desconocido sumamente atractivo y tentador
Recorrí con la mirada el contorno de su cuello hasta llegar al comienzo de su pecho. Entre los botones abiertos de la parte superior de su camisa, pude adivinar una tenue sombra morena, formada por el vello que cubría la pequeña zona intermedia de esta parte de su cuerpo.
Seguí escrutando los detalles de su anatomía y me paré al llegar a sus manos. Eran de un tamaño proporcionado al resto, aunque no excesivamente grandes para un hombre de su talla.
Los dedos finos y largos, ligeramente redondeados en su extremo final, llamaron especialmente mi atención. Despertando en aquel mismo instante el deseo de sentir su tacto sobre mi piel.
En aquel mismo instante supe que deseaba ser amada por aquel desconocido. Necesitaba sentir su cuerpo estrechando el mío, acariciar su espalda, sus manos, sus muslos, sus nalgas, su sexo…
Sentía como mi respiración se agitaba con cada pensamiento que pasaba por mi cabeza. Y justo en aquel mismo instante, descubrí a mi desconocido escrutándome de la misma forma que yo lo estaba haciendo con él.
Nuestros ojos se encontraron a medio camino y no hizo falta decir ni una sola palabra. Al momento ambos comprendimos lo siguiente que debíamos hacer.
La megafonía del tren anunció la parada siguiente, y nuestros ojos brillaron al mismo tiempo que sus labios dibujaban una sonrisa en su rostro. Se trataba de la Estación Central, casualmente una de los accesos daba a unos grandes almacenes, no quedó espacio en nuestras mentes para albergar ningún tipo de duda.
Nos incorporamos al mismo tiempo, nuestros dedos se rozaron levemente al pulsar la palanca de apertura de la puerta del vagón.
Mis manos acogieron su sexo, erecto, cálido, salvaje y tentador. Él me giró poniendo mi cara contra la pared del probador. Sus manos aprisionaban mis muñecas y sus labios bajaban por mi nuca, mi espalda y mis caderas……..Hasta llegar a mis nalgas
Podía notar su respiración y su calor pegado a mi cuerpo, acabó de bajar mi ropa interior al tiempo que sentía su boca rozando mi sexo.
Pasó una de mis piernas por encima de su hombro, dejando vía libre a su boca para llegar a todos los rincones de mi sexo.
Aun hoy, puedo sentir el roce de sus labios acariciando mi clítoris, rodeando mi vulva con su lengua, metiéndola en mi sexo y haciéndome gemir de placer. También recuerdo perfectamente el momento en que no pude aguantar más placer y mi orgasmo llegó como una oleada de sensaciones que casi me llevan a la inconsciencia.
Tiré de sus cabellos para obligarlo a incorporarse, cogí con fuerza su miembro y lo introduje en mi sexo con fuerza. Mordiendo mis labios al notar sus movimientos para intentar detener los gemidos que se atropellaban en mi boca pidiendo paso.
Nada más pisar el andén, encaminamos nuestros pasos hacia la salida principal. En unos pocos minutos habíamos alcanzado la calle. Entramos en los grandes almacenes y cogiendo su mano, lo llevé hasta la sección de vestidos largos y faldas.
Tomé un par de prendas al azar de las perchas que colgaban al comienzo de la sección y nos metimos en uno de los enormes probadores.
Aun no habíamos cerrado la puerta del probador, cuando sus manos rodearon mi cintura. Pasé mis brazos alrededor de su cuello y nuestras bocas encontraron el camino más corto para juntarse.
Saboreando sus labios, empecé a mordisquearlos mientras arrancaba los botones de su camisa. Sus manos se colaron bajo mi ropa bajando los tirantes de mi vestido, dejando mis pechos desnudos.
Entonces su boca rozó mis hombros, la punta de su lengua hizo erizarse todo el vello de mi espalda al recorrerla.
Bajé mis manos hasta rodear sus glúteos y empecé a mover mi cadera al ritmo de sus embestidas. Notando como su sexo crecía; duro, ardiente, inundándome con una marea de placer que recorría cada centímetro de mi cuerpo.
Cuando sus miembros tensos anunciaron la inminente llegada del orgasmo, aparté su cuerpo del mío me arrodillé frente a su sexo y lentamente puse mis labios sobre la punta de su glande. Presionando la base de su pene, empecé a introducirlo en mi boca; separando mis labios al tiempo que mi lengua lo acariciaba con pequeños movimientos circulares.
Hasta que finalmente, pude notar en mi boca, el sabor de su orgasmo derramándose entre mis labios
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