UN PERVERTIDO EN CASA 1. Camilita, William y su pequeño secretito.
Camila y William son amigos y muy cristianos. Ella siente un gran amor por él y se decide a hacerle el amor en un motel aunque le diera cierto remordimiento al saber que su hombre estaba felizmente casado..
Camilita, William y su pequeño secretito.
Escrito por Siremis.
Camila y William son amigos y evangélicos fanáticos e hipócritas, sin embargo entre ellos dos existe algo más, son amantes en secreto.
Camila tiene 24 años de edad y William 40.
Cada uno asiste a la iglesia correspondiente de su barrio, pero Camila trabaja informalmente para William.
William labora de lunes a viernes en una gran empresa, es un programador y reparador de computadores, y los sábados se ocupa de sus propios trabajos.
Camila le colabora programando y reparando en la propia casa de William, en un pequeño cuarto adecuado para ese fin.
La chica asiste a la casa de William de lunes a viernes, y los sábados salen juntos a trabajar reparando computadores a domicilio.
Ahora bien, ellos cogieron la costumbre de ir a follar en las tardes de esos sábados. Y la historia empieza precisamente una de esas tardes.
William conducía su carro y Camila, sentada a su lado, le dijo:
CAMILA: ¡No!… ¡Willi!… Jejejeje… ¡¿Otra vez me trajiste a un motel?!… ¡Eres terrible!… Jejeje… ¡Dijiste que hoy sí íbamos a trabajar juiciosos todo el día y luego a orar a la Iglesia! ¡Mira que Jesús se nos puede enojar!…
WILLIAM: ¡Mi linda y pequeña colibrí, como ya es costumbre de todas las tardes de sábado me dieron ganas inaguantables de hacer el amor contigo!
CAMILA: ¡Nos estamos portando muy mal, Willi! ¡¿Qué pensará Nuestro buen Señor Jesús de lo que hemos estado haciendo?!
WILLIAM: ¡Jesús nos entiende y nos ama! ¡Además tú sabes que esto lo hacemos cada vez que estamos solos! ¡Toca aprovechar los momentos y las dádivas que nos ofrece Nuestro Señor!
CAMILA: ¡Pero ¿y tu esposa?! ¡¿No te da remordimiento de consciencia engañarla?!
WILLIAM: ¡Mañana voy a orar a la iglesia! ¡Le pediré perdón al señor y escucharé los consejos del pastor!… ¡Jesús siempre me perdona mis infidelidades! ¡Él nunca me falla y así me siento tranquilo!
CAMILA: ¡No sé, Willi! ¡A mí ya me está dando miedo pensar que Patico nos descubra! ¡Creo que a ella ya le han contado cosas de nosotros! ¡Ella sospecha!
WILLIAM: ¡Patricia nunca nos descubrirá! ¡No pensemos más en ella y enfoquémonos a hacer el amor, mi Colibrí!
CAMILA: ¡Patico es inteligente! ¡Ella sospecha! ¡Lo sé! ¡Con las miradas, expresiones y actitudes que toma conmigo sé que ella me odia porque tiene indicios de lo nuestro y eso me da mucho temor!
WILLIAM: ¡No te llenes de miedo, mi Cami hermosa! ¡El miedo va formando el camino para que el diablo nos aceche!
CAMILA: ¡Nos estamos dejando llevar por nuestros instintos afectivos y carnales!… ¡Somos pecadores!
WILLIAM: ¡Es mejor actuar espontáneamente y sin remordimientos!… ¡Además amar no es pecado! ¡Al contrario, el nuevo mandamiento que Jesús nos dio fue amarnos los unos a los otros! ¡Y nosotros nos amamos mucho ¿no? corazón!… ¡Vamos, ahí hay un buen sitio para parquear!
Don William parqueó su carro en el parqueadero de aquel conocido motel y se bajó con Camila, su amante y empleada. Se tomaron cariñosamente de la mano y se dirigieron a la recepción.
La hermosa y pelirroja Camila vestía su tan acostumbrada minifaldita acompañada de su blusita con generoso escote, iba muy bien maquillada, con su cabello suelto y liso, oliendo a frutas tropicales y caminando con suma coquetería, llevando su bolsito como toda una dama.
Después de pagar el cuarto, una de las señoritas de la recepción los condujo a su habitación, les entregó algunas toallas, objetos de aseo y las llaves respectivas del cuarto y luego se marchó, cerrando la puerta y dejando a la pareja de amantes adentro.
Una vez ella se retiró, William se abalanzó con ganas desmedidas sobre la hermosa pelirroja haciéndola caer con agresividad en la inmensa y mullida cama.
WILLIAM: ¡Te amo, mi amor! ¡Me tienes loco, mamita!… ¡Te adoro!…
CAMILA: ¡Y yo a ti!… ¡Bésame, Willi!…
Camila, abriendo las piernas atenazó con ellas el cuerpo de William y se besaron con ímpetu, parecía quererse devorar vivos, sus lenguas se relamían entre sí frenéticamente.
Ella, debajo de él, le acariciaba la espalda, se sentía protegida por aquel atractivo y religioso hombre.
Pronto se desnudaron mutuamente, se quitaron todas sus prendas, los zapatos y la ropa interior, quedando totalmente como Dios los trajo al mundo. Lo único que no se quitó Camila fue su bonito collar del cuello, el que le regaló William hacía unos días.
Camila, sin decir nada, le agarró el erecto miembro a William y lo empezó a masturbar mientras se besaba con él, pronto William le pidió que le hiciera una deliciosa felación.
WILLIAM: ¡Métetelo a la boca, Cami!
CAMILA: ¡Qué Rico!… ¡Claro que sí, amor!
William estaba de rodillas sobre la cama, y, Camila, acurrucada, lamió y relamió ese estimulado pene y luego se lo metió a su boquita.
William al sentir los labios de Camila recorrer una y otra vez la longitud de su verga emitió unos cuantos gemidos de placer y gozo. La chica levantó su mirada hacia la cara de su hombre y sacándose el miembro de la boca, sonrió y dijo:
CAMILA: ¡Uy!… ¡Qué gemiditos tan deliciosos lanzas, mi Willi!
WILLIAM: ¡Sigue chupando, mi amor!
Camila chupó el venoso miembro de su jefe y amante, luego él la acostó sobre la cama le chupó los hermosos y suculentos senos, se agarró la verga con la mano y se la introdujo en esa ya conocidísima vagina, pues ya habían estado follando desde hacía algunos meses antes, ahora era su costumbre de las tardes de cada ocho días, tras laborar en las mañanas.
En esa posición de misionero, William y Camila iniciaron un bonito folleteo, se movían con muchas ganas. Camila, muy contenta y excitada, empezó a gemir bastante.
CAMILA: ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… Jajaja… ¡Me encanta!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Qué rico!… ¡Soy feliz!…
William, con frenesí, la besaba en la boca, en el cuello, en las tetas, en los hombros, y ella le acariciaba a él su desnuda y blanca espalda.
Los movimientos de penetración se tornaron demasiado impetuosos, se notaba mucho que tenían unas ganas de follar acumuladas, pues llevaban ocho días de no tener sexo.
WILLIAM: ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Haces el amor mejor que Paty, mi amor!
CAMILA: ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Qué rico, mi Willi! ¡Por favor no me la nombres a ella, pobrecita!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Te amo! ¡Te quiero solo para mí!…
WILLIAM: ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Eres mi ilusión! ¡Si te hubiera conocido antes serías mi mujer!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!…
CAMILA: ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Deberías separarte de tu esposa y ser solo mío!… ¡Mío!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!…
WILLIAM: ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Eso es muy difícil! ¡Tú lo sabes!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Ohh!… ¡Estuve separado de mi mujer!… ¡Ohh!… ¡Me humillé ante el Señor! ¡Oohh!… ¡Le rogué a Jesús que arreglara mi vida y le prometí volver con mi esposa para hacerla feliz!… ¡Ohhh!… ¡Él me ayudó y yo le cumplí y le sigo cumpliendo!… ¡Oohh!… ¡Voy a eyacular!… ¡Ooohhh!…
CAMILA: ¡Ahh!… ¡Ahh!… ¡Ahh!… ¡Sácalo! ¡No puedes venirte dentro de mí sin condón! ¡Eyacula en mi cara!
El evangélico hombre se levantó un poco, se masturbó por unos segundos sobre la hermosa cara de Camilita y luego, entre grandes espasmos de placer, eyaculó monumentales cantidades de semen caliente y viscoso en esa dulce y delicada carita de ángel.
Camilita, con sus delicados y lindos deditos, arrastraba el semen de su carita hacia su boquita, lo saboreó y haciendo gestos de satisfacción, dijo:
CAMILA: ¡Mmmm!… ¡Es el semen más delicioso que he probado!… ¡Que mi Dios me perdone, pero cada vez que lo hacemos gozo como una desesperada!… ¡Oohh!… ¡Willi! ¡Estoy tan enamorada de ti!…
WILLIAM: ¡¿Lo dices en serio? mi linda colibrí!
CAMILA: ¡Sí! ¡Lo digo en serio, mi picaflorcito hermoso! ¡No pensé jamás que esto tan lindo me fuera a ocurrir!
WILLIAM: ¡Tan linda, mi corazoncito palpita por ti!
CAMILA: Jejeje… ¡¿Tu corazoncito?! ¡¿Será más bien tu delicioso y hermoso pipí el que palpita por mí? mi amor!
WILLIAM: ¡Las dos cosas, mi pajarita del amor!
La pareja se enroscó en un gran beso de amor, dieron muchas vueltas en esa cama, se revolcaron de lo más delicioso posible, y luego, el gran amante llamado William, metió su cabeza entre las piernas de la preciosa pelirroja y le empezó a consentir su depilada y divina vagina.
CAMILA: ¡Oooohhhhh!… ¡Willi!… ¡Qué rico!… ¡Sigue!… ¡Sigue!… ¡Oooohhhhh!…
William le estaba lamiendo toda la rosadita vagina a su amiga, no era mentira que William era un gran amante, estaba elevando al cielo a Camila de tanto placer, sus métodos para estimular bucalmente el clítoris de la mujer eran infalibles. Camila se retorcía de gozo, no se cambiaba por ninguna en el mundo en esos momentos de infinito deleite y pronto alcanzó el clímax. Se vino sobre la cara de su macho lanzando poderosos fluidos.
CAMILA: ¡Aaaaaayyyyyy!… ¡Me vine!… ¡Aaaaahhhh!… ¡Me gusta!… ¡Ahhhh!…. ¡Qué rico!… ¡Ahhh!… ¡Dios santo!… ¡Ahhhh!… ¡Bendito seas!… ¡Uuff!… ¡Me haces feliz!… ¡Ahhhh!… ¡Ahhhh!… ¡Ahhhh!… ¡Te amo!…
WILLIAM: ¡Gloria al señor!…
CAMILA: ¡Amén!…
William siguió lamiendo esa mojada vagina como si fuera todo un manjar, introdujo su lengua y sus dedos, e incluso su nariz, bien adentro de esa suave y delicada vulva.
CAMILA: ¡Quiero que seas mío! ¡Eres mi hombre, Willi!…
WILLIAM: ¡Alabado sea el Señor!… ¡Me gusta el olor de tu vagina!
William aspiró la cuca de su amante, le encantaba su olor.
Camila recogió el sobrecito de un condón que habían sobre la mesa, de esos preservativos que ponen en los cuartos de los moteles, y le dijo a William:
CAMILA: ¡Penétrame otra vez, amor!… ¡Hazlo con esto y como si fuera el propio Jesús el que me lo estuviera metiendo!…
WILLIAM: ¡Como tú digas mi preciosa colibrí! ¡El propio Espíritu Santo se introducirá en tu vagina!…
William se incorporó y Camilita le puso el condón con mucho amor.
CAMILA: ¡Por lo que veo esto es lo que quiere el Señor Jesús todo poderoso!…
WILLIAM: ¡Aleluya!…
William, penetró con gran ahínco a la chica. Le estuvo dando por la cuca como a rata en balde.
Pasado un rato cambiaron de posición. Una vez más iniciaron la penetración, pero esta vez él estaba acostado, y ella, sentada sobre él, daba enérgicos saltos sobre su poderoso pene.
El largo y grueso pene de William ingresaba a la vagina de la intensa Camila con gran apetito y agresividad mientras él agarraba las tetas de la hermosa señorita.
Camila estaba feliz, nadie nunca la había hecho sentir así, de todas maneras, la dulce damita solo había tenido un novio en su vida, el cual la traicionó metiéndose con otra mujer y la abandonó burlándose de ella.
Algunas veces, Camila, también tuvo una que otra aventurilla, pero no eran duraderas. Camila era hermosa y generalmente buena mujer, pero por cosas de la vida siempre había sido de malas en el amor, y ella deseaba con ansias tener un buen hombre en su vida, y el que se le presentó fue William, un amor prohibido, ya que él tenía un sólido hogar con hijas y con otra mujer.
CAMILA: ¡Willi! ¡Te amo, mi amor!… ¡Con gusto me entrego a ti!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!… ¡Ahhh!…
Camila decía esas palabras y lanzaba esos excitantes gemidos mientras seguía cabalgando el poderoso pene de William. Ella se movía muy sensualmente, a veces se llevaba sus manos a su cabello, acariciándolo y recogiéndoselo con ellas de forma muy provocativa, también, cuando William no apretaba sus senos, ella misma se los agarraba o simplemente los dejaba saltar en total libertad.
WILLIAM: ¡Amor!… ¡Salta!… ¡Salta, bebé!… ¡Wow!… ¡Qué delicia!… ¡Eres una gran mujer!… ¡Ohhh!… ¡Ohhh!… ¡Ohhh!…
Camila se agachaba un poco, algunas veces, y le ponía sus bonitos y colorados senos en la cara a su amante el cual los besaba intensamente y le capturaba sus gruesos y largos pezones con sus labios y dientes.
CAMILA: ¡Me gusta que me chupes y me muerdas los pezones, mi amor!
La nena seguía cabalgando como poseída a William, metiéndose su formidable pene hasta el fondo de su cálida y lujuriosa vagina, y pronto llegó el momento de su poderoso orgasmo, la chica gritó al sentir esa excitada vulva palpitar y orgasmear sin ningún tipo de control.
CAMILA: ¡Aaaaaaaggggggghhhhhh!… ¡Aaaaaaaaaagggggghhhhhh!… ¡Aaaaaaagggggghhhhh!…
William recibió sobre su fuerte y peludo pecho unos cuantos chorros de exquisito fluido femenino y después, incorporándose, y dándole la vuelta a Camila acostándola en la mullida y cómoda cama, le abrió las piernas a su chica, se las puso sobre sus hombros y la penetró con ansias desbordadas. Pronto eyaculó, pero no llegaron al fin del folleteo, siguieron tirando por un buen rato más, en muchas posiciones, tuvieron otros orgasmos y buen tiempo para consentirse en la cama y en el jacuzzi.
Empezando la noche, oraron, le dieron gracias al Señor por esa buena sesión de folleteo, se bañaron, se vistieron, se arreglaron y salieron del motel como si nada.
William llevó a Camilita a su casa, saludó a sus padres y luego salió hacia su hogar donde su esposa Patricia y sus hijas lo esperaban con entusiasmo.
CONTINUARÁ…
Escrito por Siremis.
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