Un pirata una doncella en celo
Bruno es un pirata muy salido que se apuntó a esto de abordar buques ingleses, españoles o de donde fuera para tener sexo..
Me llamo Bruno aunque todos me conocen como culebra rebelde y es que no hay día en que mi culebra no salga en busca de cuevas donde pasar el rato.
Esta historia debe, y perdonarme que me lie pero de fechas ando muy flojo, el año 1645. La piratería era mi mundo hasta que por azares de la vida algo lo cambió todo y eso justo es lo que quiero empezar a relataros en estas hojas que aquí en prisión he logrado encontrar.
Han sido 20 años de aventuras, orgías y batallas como estoy seguro nadie ha vivido. Mañana me colocarán de un maldito palo de madera, así que quiero inmortalizar en la medida de lo posible mi paso por este mundo.
Un relámpago cuyos rayos llegaron a rozar el agua iluminaron parte del barco. Antes todo estaba oscuro, silencio y miedo. Todos teníamos mucho miedo. Bueno la verdad es que nuestro capitán nunca conoció ese sentimiento y ahí se hallaba el equilibrio.
Yo nunca he sido de recordar fechas, a penas me había leído un libro hasta que cumplí los treinta y una jovencita en el último abordaje me regaló el libro que estaba leyendo antes de que la abriera de piernas, bueno de piernas y de todo. Fue seguramente el mejor polvo de mi vida hasta ahora.
Pero como dice Ojo gris, nuestro capitán, los recuerdos debilitan y la única manera de llegar a ser dueños de nuestro momento es alejando todo lo que que no vean nuestros ojos.
El viento traía el frío y más allí apostados en la baranda de nuestro inmenso buque a la espera de… A saber.
Según dijo Cordiez, nuestro vigía, desde allí arriba teníamos delante a un buque español. ¡La puta hostia, me encantan las españolas! Ese tono de voz, su forma tan hermosa de susurrar, la nobleza de sus miradas y esa piel morena y fina. Y mas si son andaluzas, esa manera de jugar con las vocales, sin determinar una dirección en sus palabras, me excita, en serio. -¡Ya estamos, pensando en mujeres de nuevo! -Me tuve que golpear la sien varias veces.
A mi lado estaba Orejudo, la puta, como olía. Tuvimos que meterle varias veces en el fondo del mar para intentar sacarle ese tufo a humedad que tenía sus ropas y hasta su piel que había heredado lo peor de su pasado.
-¡Hijos de puta! ¡No os lo voy a preguntar más! ¿Qué cojones vais a hacer cuando saltemos al otro lado?- Preguntó Ojo Gris.
¿Qué mierda tenéis que hacer?
-¡¡Follarnos a todas las españolas que podamos!! -Gritó desde donde estuviera Mano rota, un palillero reconocido. Bueno un ex palillero, nuestro Capitán no se lo pensó dos veces, bajó la mirada, revolvió el labio interior entre los dientes y le pegó un tiro. Luego como si estuviera friendo unos huevos fritos se quedó mirando su cadáver. -¿Algún cachondo mas?
Todos callamos. Os puedo asegurar que si tenía en mente meter mi cosita en alguna entrepierna ahí se me pasaron las ganas.
Otro relámpago nos iluminó a ambos barcos. Allí a unos cincuenta metros nos esperaban un grupo de españoles con sus casquillos pijos y sus uniformes brillantes.
No sé si es que les envidiaba por su carácter aguerrido, y su valentía me producían asco por lo que estaban haciendo en America o qué pero era ver uno y entrarme ganas de arrancar miembros y vidas si es que se daba la ocasión. Bueno ellos y los putos irlandeses, los ingleses, los holandeses y los francés que yo sepa al menos. Pero ahí en frente, observándonos impasibles había unos cien hombres armados hasta los dientes. Follar, por mucho que dijera nuestro oscuro capitán iba a costar mas de lo normal. Y no os puedo mentiros, si me había alistado con esta panda de descerebrados que no sabían ni en que año vivíamos o quién fue Aristóteles, fue por que aquí no hay abordaje donde no pueda retozar a lo lindo.
Mi madre cada vez que le cuento alguna locura de estas me dice que si soy imbécil, que a una dama no se le puede obligar a tener sexo, pero yo le juro y le perjuro que al final son ellas las que me llevan al catre, yo solo pongo mi cara bonita y mi otra cosa no tan bonita pero si grande como un sable.
En fin que unos segundos antes de que un trueno nos dejara casi sordos se escuchó la señal.
Saltamos sobre nuestro enemigos ayudados de cuerdas que colgaban de los palos, saltamos con el florete en la mano en busca de carne a la que separar de su cuerpo.
Eramos a penas cincuenta piratas, puede parecer así de lejos sentado donde estés leyendo esta historia que nos darían una paliza, pero no. Eramos espadachines muy buenos, excelentes guerreros, con una estrategia muy bien trabajada.
Para empezar los putos españoles se llevaron la primera sorpresa, saltamos por encima de ellos evitándoles. Tuvieron que girarse y aquel gesto fue fatal para ellos porque no vieron que otro gran número de nuestros valientes llevaban más de una hora esperando colgados de su proa con lo que en cuanto tocamos la cubierta ellos saltaron por detrás.
Los españoles siempre se han caracterizado por poseer un toque noble, aunque es sabido que entre ellos no se aguantan, cuando poseen un enemigo en común se convierten en verdaderos lobos del mar. Pero como te digo, nuestra estudiada estrategia les pilló desprevenidos, el ego, el ego es el peor veneno que pueden tener. Si se lo sabes alimentar estarán perdidos y así fue, perdieron el barco en muy poco tiempo.
Yo salté sobre un tipo moreno de espesa barba que me esperaba sonriente con un sable toledano en la mano. Cruzamos nuestros aceros. Se manejaba bien en el ataque pero su retroceso era torpe y eso para defenderse de alguien tan ágil como yo es vital. Le corté la yugular antes de que pudiera cagarse en mis muertos.
Cayó al suelo desplomado, de un salto me parte por que no os imagináis como te pone uno de estos al caer al suelo si le cortador el cuello, sangran que si en lugar de eso fuera vino no podríamos dar ni un paso. La piratería se habría acabado el primer día de abordaje.
Entonces vi una luz que apareció y desapareció rápidamente en una de las entradas a la parte inferior. Corrí como un diablo alcanzando la puerta antes de que quién se escondía en la oscuridad la cerrase.
De un patada la eché para atrás provocando que luego se volviese a estar como la vi al llegar. Joder me quedé a oscuras. Pero oía una serie de respiraciones frágiles como de unos inocentes cervatillos. No eran de hombres, quizás niños, o, la hostia, ¡mujeres! Me puse mas cachondo que un león en celo.
Olisqueé a mi alrededor. Olía a dulce, como a fruta. Me relamí. Estiré mi mano y sorpresa, toqué un par de senos gordos con sus pezones erectos y fuertes. La mujer poseedora de aquello estaba bastante asustada y a mi roce se delató provocando una serie de tiritonas similares en cadena.
¿Pero cuántas había allí?
Me relamí como quien se sienta ante un estofado tras una semana sin comer. Bajé la mano a la entrepierna hasta encontrar su apetitoso conejo. Lo tenía húmedo la muy cerda. Bueno perdón la dama, que si esto lo lee mi madre algún día no me lo va a perdonar. Aunque dudo que cuando llegue a sus manos yo no esté balanceándome en alguna soga de algún fortín español.
-Mujer…, musité, ¿tienes ganas de recibir mi noble sable entre tus dulces piernitas eh?
-¡Dejarla sucio pirata! -Me ordenó una voz recia y firme pero aun mas juvenil a su derecha.
La abofeteé con todas mis ganas. Debía de ser la señorita. Entonces la agarré del pelo con mis fuerzas arrastrándola lejos de allí. Mi vista ya se iba acostumbrando al lugar. Estaba en una escalera donde había al menos diez mujeres mas asustadas como animales recién nacidos. Entonces corrí a la puerta sin soltar a la recia señorita que no dejaba de gritarme en español algo que no entendía. Cerré la puerta por dentro para que nadie pudiera joderme mi bacanal y caminé hasta una de las salas.
Allí los relámpagos reflejaron suficiente como para ver una pequeña lámpara que encendí, luego observé a la joven.
Quedé prendado por su belleza. Debía tener unos catorce años. Su cuerpo era hermoso aún debajo de esa mierda de vestidos que suelen llevar.
-Desnúdate, -gruñí con rabia.
Ella solo me observó asustada. Entonces le indiqué con un gesto que se desprendiera de ese ridículo disfraz.
Entonces ocurrió algo que no me esperaba, pues no tengo ni idea de dónde lo sacó me mostró una plateada espada con retoques en oro. Una verdadera joya de la artesanía castellana.
-¿Con qué esas tenemos?
-¡Fuera o te parto en dos esa cara de necio que tienes mono! -Me gritó demostrando una madurez que me dejó sin palabras.
-Solo quiero penetraros en ese hermoso cuerpo, no deseo degollaros como os puedo jurar que haría con cualquier hombre que hiciera lo miso que acabas de hacer.
-España no se va a dejar amedrentar por gitanos sucios y harapientos como vosotros. Os hemos venido a educar como nuestro señor ordena.
-Pues no veo a ese señor del que me hablas con tanta seguridad de conocer. ¿Dóndeeeeeee estáááááa´? -Pregunté con sonar mientras la rodeaba. Luego cruce mi hacer con el suyo para provocar ese chirrido que tanto molesta a la nobleza. Pero ella aguantó firme y sonriente. Y antes de que fuera capaz de entender nada de lo que allí estaba sucediendo me vi envuelto en duelo con una adolescente y magnifica espadachín.
Saltaba entre los muebles, jugaba coninteligencia con la oscuridad y mantenía la defensa con firmeza. El ataque era algo mas predecible, pero me gustaba, en serio, por un momento olvidé mi perversa motivación.
Ella poseía un admirable templanza por no hablar de su flexibilidad, entonces lo siguiente me pilló desprevenido pues a cada golpe iba quitándose una prenda. Gesto que imité entre sonrisas.
Aquella joven de senos fuertes y firmes lechaba casi desnuda con los pechos al aire botando con cada gesto. Aquello fue mi fin, me excité tanto que no podía moverme con facilidad sin que mi miembro se entrometiera entre ella y mi espada.
Con lo que decidí darlo todo, golpearle la espada en un lazo inverso y arrebatársela haciéndola saltar por los aires.
Ella levantó las manos.
-Buena estrategia sucio mono. Me habéis sorprendido con tanta elegancia.
-¿Y que haréis entonces mi valiente dama castellana?
-Follar con vos, por supuesto.
Ella obedeció hasta desnudarse completamente. Su vagina empezaba a tener ya su bello revuelto. Lo olisqueé ante su mirada misteriosa. Sus labios gruesos permanecían todo el rato abiertos mientras que sus ojos se entrecerraban bajo unas enormes pestañas negras.
Cerré la puerta para que nadie entrara, la tumbé sobre la mesa y la empecé a lamer sus partes. Gemía encantada hasta que supongo su cuerpo empezó a despertarle sensaciones enfrentadas y lo que antes eran aullidos ahora eran gemidos de placer,
La penetré con rabia. Tener sexo con una adolescente duele, sientes sus labios morderte tu miembro mientras te estira el pellejo, algo así como tienes sexo por otro agujero no tan agradecido. Ella gritó asustada e intentó evitarme pero una nueva bofetada le dejó claro que yo era el pirata y ella una dulce e cortesana criada entre los algodones de una vida irreal.
Aquello le hizo sonreír, seguidamente me mordió los labios, luego me escupió y de una patada me lanzo de culo contra el suelo.
Caminó hacia mi con sensualidad, su cuerpo se retorcía como una serpiente ante sus víctima vencida. Luego tras sacar sus dedos de la boca se los introdujo bajo su creciente bello rizado, gimió nuevamente con los ojos entreabiertos y se sentó ante mi abriendo de piernas.
Se la clavé hasta el fondo, luego la besé. Tenía unos gruesos labios dulces como la miel y unos ojos grandes y oscuros que no evitaban mostrarme el miedo que la hacía temblar.
Le chupé todo el rostro, el cuello, las orejas y luego la parte que más me gusta, la nariz, soy un obsesos de las narices. Aquella era redonda, pequeña, inocente.
Le di la vuelta, busqué con mies dedos su culo, mojé mis dedos y le metí un dedo que la hizo gritar de tal manera que tembló hasta la mesa.
Después lo chupé como quien se come una sandia en pleno verano, mis labios goteaban la baba, aquello se convirtió en un manjar superior a los estofados de nuestro gordo cocinero. ¡Dios bendito en qué momento me vino a las mente! Por unos segundos creí estar penetrandole su peludo y enorme culo. Tuve que golpearme la sien varias veces con lo primero que encontré a mano para quitarme esa imagen. Sudaba aterrorizado, hasta que por fin ella se giró como pudo y agarrándome mi coleta me gritó colonizada.
-¡Como no me la metas ya te corto los huevos! A mi nadie me deja tan cachonda.
-¡A sus ordenes mi capitana! -Le respondí agradecido por devolverme a la vida real.
Entonces la sujete fuerte de la nuca para inmovilizarla porque la muy carroña no dejaba de mover su frágil cuerpo, entonces la penetré lentamente.
Os aseguro que soy de los que disfrutan haciéndolo despacio para sentir su sus gemidos suaves y densos. La vida sin esos segundos donde el mundo parece sentirse en toda su plenitud no sería igual. El corazón bombea con enormes golpes mi sien entregada a los mas animal que tengo. Su piel suave golpeando en un tierno choque nuestros cuerpos sudados.
La bella doncella ya era mía, su destino dependía de mi miembro que estaba entrando lentamente dentro de ella. Y a la vez sentía que mi vida entera solo tenía sentido si ella me aceptaba en su juego, en su sexo. Ahora era mi dueña y yo un frágil bufón que pendía de sus adolescentes deseos.
Pero algo lo cambió todo. Joder le estaba gustando…, empezó a mover el trasero hacia atrás y hacia delante. Se apoderó de mí. Gemía de placer y me empujaba pidiendo que lo hiciera cada vez mas fuerte.
Entonces pensé, hostias tengo que verlo, la saqué robándole un gemido de dolor inesperado, la puse mirándome de frente ella me agarró con sus manos el pene y lo introdujo con fuerza en su vagina, aquello me dolió pues del golpe mis tentáculos se aplastaron tanto que casi le vomito encima. La cabrona sonrió.
-Maldito pirata. Me dijeron que los salvajes follaban como nadie, ¿acaso era solo una mentira para hacernos caer en vuestras débiles redes?
-Dios, me encanta ser pirata y follar, -pensé entonces. Como follamos en esa semi oscuridad, nos besamos y compartimos saliva hasta emborracharnos el uno del otro.
Entonces ella empezó a dar una especie de espasmos, sus ojos se pusieron bizcos, parecía que la había poseído un maldito espíritu de esos que cuenta el fraile en Tortuga. Llegué a asustarme. Gemía y se movía como un diablo hasta que me sonrío mientras me observaba con la mirada perdida y me corrí. Dios me perdone por poner aquí su nombre pero que manera de correrme. Aun cuando lo recuerdo me estremezco y me corro igualmente sin poder evitarlo.
Al acabar un nuevo relámpago, y tras el brutal trueno nos abrazamos. Aquella media hora juntos desnudos, formando un solo uno en el silencio de nuestras entrecortadas respiraciones fue lo mejor que he vivido como pirata del gran y temido Corsario.
Me habré follado yo que sé, miles de hembras pero siempre recordaré aquella morena de no más de unos cincuenta don ojos negros como la noche y voz susurrada.
Bestial.
Pero unas pisadas me desvelaron de mi hipnótica felicidad. Era tarde, la joven me apuntaba con mi espada , clavando el frío acero en mi cuello. Estaba desnuda, verla así en postura de esgrima me excitó, me volví a empalmar.
-No seas gilipollas, ahí fuera hay cincuenta hombres que en cuanto te vean desearán meterte su estaca. No tienes salida preciosa.
-Quiero que ame folles de nuevo..
-¿Pero tau estás chalada o qué?
-No me cabrees, te aseguro que tengo muy mala leche salvaje pirata.
Golpearon a la puerta. Era mi capitán gritando muy enfadado, La joven se asustó lo que aproveché para arrebatarle la espada.
-¡Vámonos!
-¿Qué y la ropa?
-Déjala, no hay tiempo. Salgamos por la ventana…
Tuvimos que darnos a la fuga desnudos. Lio sabía que si Ojos Gris se entraba de lo sucedido iba a ser pasto de los buitres y la pobre, no quería ni pensar que harían con ella. Así que salimos por la ventana al exterior. Caminamos por los relieves que rodeaban las ventanas hasta el piso interior. Allí para nuestra suerte no había nadie mas que un almacén de frutas.
-Esperaremos aquí hasta que anochezca.
-Pero estamos desnudos… -Rechistó.
-Esta noche iremos a algún camarote y recuperaremos algo de ropa. ¿Sabes llegar a alguno supongo?
-Me parece buena idea y sí, me conozco este barco como si fuera mi casa.
-¿Y eso?
-Por ahora solo te confesaré que mis padres son tántricos y poderoso que la gran flota española es solo una pequeña porción de sus bienes.
-¿Cómo? ¿Con quién he follado yo?
Ella sonrió mientras se acercaba a mi oido donde susurró un nombre. Aquello me sorprendió tanto que perdí el conocimiento.
…seguirá
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