un relato de bondage
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por parejaatada.
Aquella noche, después de una buena sesión de bondage bien atado al que mi novia me había sometido un buen par de horas, estuvimos hablando de cuerdas. Las conversaciones son aquellos tipo de broma, en las que mi novia me decía que me había desatado demasiado temprano, que estoy más guapo atado, y cuando me comentó que sería cruel que me viera la gente, nos preguntamos cómo creíamos que iba a reaccionar la gente si fueran por un camino de tierra, de ésos que pasa la gente con bicicleta, y me encontraran atado.
Aquel comentario tonto se convirtió en un reto. ¿Lo hacemos?, nos preguntábamos a nosotros mismos. No sabíamos si sí o no, y mi novia comenzó a provocarme con comentarios de que no me atrevía, etc, y yo le dije que yo lo hacía si ella también lo hacía. ¿Los dos?, nos dijimos. ¿Y cómo vamos a atarnos los dos? ¿y cómo le explicamos a la gente qué hacemos atados?.
Lo de atarnos los dos lo arreglamos una semana más tarde, comprando dos pares de esposas, y unas cadenas con la que nos íbamos a encadenar a unos árboles. Como mordazas, ya tenemos bozales, y para los ojos íbamos a usar un antifaz cubierto por cinta de precintar. Pero nos volvimos a preguntar, si nos íbamos de verdad a atrever. ¡Vaya propuesta más loca! Nos reimos, lo pensamos, dijimos de pensarlo unos días, y el domingo siguiente nos fuimos a una zona boscosa cerca de Barcelona.
Nos adentramos por unos caminos de tierra, apartándonos de los caminos principales, nos quedamos en un trozo con bastantes árboles, y sacamos las esposas, las mordazas, las cadenas y los antifaces, y volvimos a preguntarnos los dos si nos íbamos a atrever.
Lo primero que hicimos fue poner las cadenas alrededor de dos árboles, cerradas con candado, a unos cinco metros uno del otro. Las cadenas eran de dos metros, por lo que no llegaríamos a ayudarnos entre nosotros para desatarnos, así que aseguraba más credibilidad a la historia de que nos lo habían hecho unos amigos por nuestra despedida de solteros, cuando alguien nos descubriera. De todos modos, habíamos dejado escondidas las llaves de las cadenas y las esposas debajo de unas piedras, para desatarnos nosotros solos con el tiempo.
Y volvimos a preguntarnos, ¿lo hacemos?.
Nos desnudamos completamente los dos, escondimos la ropa a unos veinte metros detrás de unos matorrales, y yo me encadené un tobillo, cerrando el candado y de tal forma que no podía escapar del árbol.
– “Venga, valiente” – le dije a mi novia – “si la idea fue tuya”-
Mi novia se rió, y dijo que vale, y se cerró también el candado. Lo próximo que hicimos fueron las mordazas. Mi novia se puso una de bola, que es la que le gusta a ella, y además cogió la cinta de precintar que había traído para los ojos y aprovechando que sobraba dio vueltas cubriendo totalmente su mordaza por toda la cabeza, hasta el punto de que no se veía ni la hebilla. Yo, por el contrario, había decidido probar una mordaza nueva, de ésas que son un aro y te dejan la boca abierta, porque dije que parecía más la crueldad de la despedida de solteros.
Ya los dos con la mordaza puesta, nos pusimos los antifaces, y se escuchaba en el sonido del bosque la cinta de precintar despegarse y dar vueltas por encima del antifaz. No sabemos cómo quedó estéticamente, pero yo no veía nada, y pregunté a mi novia “uuuuu efffff aggggooooo”, y me hizo los dos clásicos “mmmmpph mmpppphh” que son de negativa.
Luego, ya, por último, nos pusimos las manos a la espalda y cerramos las dos esposas, habiendo dejado antes todas las llaves debajo de las piedras.
El juego era a ver quién de los dos aguantaba más, que era más valiente allí esperando a que alguien nos viera, y si nos íbamos a atrever. Yo, no sé si era por la excitación, pero no me importaba. Lo que no sabía era cómo era explicarlo.
Pensé que tenía rato para pensarlo, que los amigos querían que nos viera la gente sometidos iba a decir, pero no me esperaba que apenas un par de minutos después de que nos hubiéramos atado alguien ya nos descubriera:
– “¿qué os ha pasado”, nos preguntó.
La sorpresa fue mayúscula, y los dos atados. Era la primera vez que eso ocurría, y la primera que reaccionó fue mi novia, pero sólo se escuchó un MMMMFFFFHHH muy débil desde donde yo estaba.
– “¿os han atado? ¿necesitáis ayuda y qué os desaten?”.
Yo hice que sí con la cabeza, y por el murmuro de mi novia amordazada entendí que también, que eso era el juego, pero entonces vino la sorpresa:
– “Pero lo que pasa es que estábamos allí, somos tres amigos que estábamos descansando, que hemos salido a hacer deporte y resulta que habéis hablado muy fuerte, y lo hemos oído todo”.
Ya no era por estar amordazados. Es que no sabíamos que decir. A mí me entró una desesperación terrible e intenté ir a buscar las llaves de las esposas rápido tratando de soltarme; pero había hecho las cosas tan bien que no las encontraba, porque estaban fuera de mi alcance, y antes de que lo consiguiera uno de ellos se percató, y cogió las llaves de las esposas y las cadenas antes que yo.
– “tranquilo” – dijo entre risas – “te las guardaremos nosotros y en un par de horas te las devuelvo”.
De nada sirvió suplicar. De mi boca salían sonidos inteligibles, ffaaggaaggghh mmmmaaaappphhh , mientras oíamos a los tres chicos desnudarse. Fue notorio que dos de ellos se acercaban a mi novio, y aunque le escuché resistirse no pudo hacer nada cuando empezaron a follarla. No sé cómo lo hacían, ni cómo la follaban, no veía nada aunque me di cuenta de la situación, y de que no podíamos escapar de nuestra propia trampa, cuando entonces el chico me tocó la polla, el glande por debajo, muy suavemente, sólo unos roces, y cuando me la puso dura a reventar me hizo levantar la cabeza, y aprovechando que la mordaza me impedía cerrar la boca metió su polla dentro.
– “No hay nadie más, estamos solos” – me decía.
Con su polla dentro de mi boca, y sin poder cerrarla y obligado a chupársela, comencé a babear exageradamente, que denotaba mi sufrimiento, lo que a él le excitó muchísimo, le gustaba ese sufrimiento mío. De vez en cuando quitaba la polla, me tocaba el frenillo por debajo, sólo con una yema, poniendo mi polla dura pero no estimulándome más, o me pellizcaba los pezones, y cuando ya llevaba como media hora conmigo se fue con mi novia. Los otros dos chicos ya se habían corrido, y faltaba él. Después de habérsela follado entre los tres, y aprovechando lo máximo que nos dejaban expresar las mordazas, les suplicamos que nos desataran.
“¿Sabéis que vamos a hacer? Nosotros nos vamos que por hoy ya tenemos bastante deporte, pero os dejamos un reto. Aquí os dejamos las llaves, en el suelo. Encontrarlas y desataros vosotros mismos” – y dicho esto se fueron.
En medio de suplicas inútiles, murmurando los dos amordazadosmmmmjhhhhhppphh efffeemmam mmmooooo y ruegos de fffo fffaafffooom mmmooo para mostrarles nuestra sumisión, se fueron, y no sé cuánto tiempo pasó hasta que definitivamente cogimos las llaves y yo logré quitarme las esposas y las cadenas. Mi novia, en el árbol de enfrente, estaba preciosa, muy excitante, y antes de liberarla de cualquier cosa la follé tal como estaba. Yo estaba excitadísimo, y ella también. Nos encantó, y ya hemos dicho que tenemos que repetirlo, ahora con cuerdas, que cuesta más de desatarse. Tenemos que aprender a atarnos nosotros mismos, primero.
Wow que rico