Un rico masaje
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Resulta que había estado teniendo problemas con mi espalda, me dolía mucho, así que decidí ir a un terapeuta (masajista).
Llegué y me acosté en una camilla.
Comenzó a toquetearme la espalda y me dijo que estaba muy tensa, que debía ser el estrés.
Me pregunto si quería un masaje, que no me preocupara que todo iba a estar bien (aclaro que nunca antes me habían dado un masaje, por lo que me dio pena desnudarme frente a un desconocido).
Pero lo hice.
Puso una música suave, luces tenues y encendió un incienso para que me sintiera más relajada.
Sus manos empezaron a recorrer mi espalda, mis hombros y mi cuello con un poco de presión y suavidad que debía haber aprendido con la experiencia.
Antes de continuar, me gustaría que supieran que el masajista era un hombre mayor, de algunos cuarenta y tantos, no era muy alto para mi gusto y tenía un poco de barriga.
Continuando… Sus manos se sentían calientes contra mi espalda y el me repetía una y otra vez que me relajara, que todo estaba bien, que no me preocupara, que me dejara llevar, pero era imposible para mí, pues estaba muy nerviosa, como dije, nunca antes me habían dado un masaje, así que no me podía relajar lo suficiente.
Después de un rato, sus manos descendieron sobre mi cuerpo hasta mis nalgas y las masajeaba tan rico que empecé a mojarme, entonces mi nerviosismo subió como cinco grados más, me daba pena que notara que me estaba calentando con el masaje y que se riera o dijera algo más…
Amasaba mis nalgas, las apretaba y yo tenía que morderme los labios para no gemir, pues no solo tenía que preocuparme que él lo notara, sino que también había otras personas esperando fuera del cuarto para su turno.
Sus manos seguían trabajando en mi trasero y de vez en cuando se deslizaban cerca de mi amo y mi vagina, bajo las caricias hasta mis pantorrillas y mis pies, pero seguía devolviéndose a mi trasero.
Entonces me dijo que, si quería relajarme más, podría darme un orgasmo, yo no lo pensé dos veces y le dije que sí, e inmediatamente sus dedos encontraron mi clítoris, lo masajeo dando círculos primero y luego de arriba abajo y a mí se me escapo un sonoro gemido, por lo que el masajista me tapo la boca con su malo libre y me dijo que tenía que hacer algo para que no hiciera tanto ruido.
Yo no estaba muy concentrada en sus palabras, mi concentración estaba más bien en mi zona sur, así que solo asentí a lo que me dijo y un momento después me metió su pene en la boca y me dijo que lo chupara.
En la posición en la que estaba era un poco difícil, pero hice lo que pude y mientras él seguía acariciando mi clítoris y metiendo sus dedos en mi vagina.
Los movía con suavidad y una precisión tal que me estaba muriendo de placer, los sacaba y los metía, los giraba en círculos, yo quería gritar SI, SI, SI, SI un montón de veces…
Entonces, sus dedos salieron a mi vagina y comenzaron a masajear suavemente mi ano, y yo ya no podía más, quería que me cogiera ya, que me la metiera por todos lados, que me diera duro y que me hiciera gritar muy fuerte de placer.
Su dedo se movía despacio intentando entrar en mi ano, era la sensación más rica del mundo.
Una vez que lo metió todo, se quedó un momento quieto, para no lastimarme y lo movía despacio, muy despacio y ese movimiento fue el detonante de ese magnífico orgasmo, succione su pene tan fuerte que casi se vino en mi boca, me ahogue por la sorpresa y termine escupiendo todo.
Yo quería quedarme ahí, con sus dedos en mis orificios, pero lamentablemente no podía hacerlo, había otras afortunadas mujeres que probablemente recibirían otros orgasmos ese día…
Y eso es todo por ahora, no sé qué les parezca mi relato.
Espero que les guste porque a mí con solo recordarlo me mojar toda y mi silla esta toda empapada ahora mismo.
Bueno, besos a todos.
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