Una aventura inesperada
La vida de un oficinista gira de manera inesperada .
El anuncio es tentador, demasiado bueno para ser verdad, puede ser una trampa, pero así funciona el internet y la gente.
«Pareja busca novio de planta entre 35 y 45 años para satisfacer principalmente a esposa, interesados mandar fotos de cuerpo completo con ropa, no desnudos, no dick pic, al correo del perfil, si eres candidato, nos pondremos en contacto contigo vía email. Ofrecemos limpieza, discreción, 0 drogas y una pequeña gratificación económica. No importa estado civil»
Tengo 42 años, con un empleo de oficina monótono, una esposa descuidada que se niega a tener sexo conmigo con la frecuencia que quisiera, dos hijos, 14 y 11 años, que me ven como un cajero automático.
Lo único bueno de mi vida es mi salud física, a diferencia de mi esposa, pasar tiempo con mis hijos haciendo deporte me han mantenido delgado y con un cuerpo propio de mi edad.
Los últimos meses he visitado los foros de locanto, al inicio entré para buscar muebles, pero la sección de citas captó mi atención. Una cuenta de correo falsa y un teléfono viejo han sido mis herramientas para pasarme por los foros leyendo y contestando las publicaciones de mujeres que hasta ahora han resultado ser travestis, homosexuales o prostitutas. No es que tenga problema con ellos, pero simplemente no es lo que quiero o me gusta.
Decepcionado me aleje de esa sección y entre a los foros de parejas que buscan parejas, aquí las cosas fueron un poco más reales, pero yo tenía 2 problemas, uno, mi esposa no estaría de acuerdo, dos, la mayoría de las mujeres de esas parejas estaban mucho mejor que mi esposa, en el caso hipotético que mi esposa aceptara, cosa que no pasaría porque puede estar descuidada, pero es mía, seguro nadie aceptaría el intercambio a no ser que tenga una esposa en las mismas condiciones.
Derrotado me dedico a ver las fotos de esposas de otros y «chicas» que buscan una aventura a cambio de dinero, me resigno a seguir frustrado por la falta de sexo.
Pero, la paciencia es una virtud, la curiosidad mató al gato y tanto va el cantaro hasta que se rompe.
Envié un correo con varias fotografías mías recientes en ropa de oficina, casual y ropa que uso en casa a diario a la dirección especificada.
«Hombre casado de 42 años cansado de la monotonía del sexo monogamico busca experimentar con una pareja u otra mujer, abierto de mente y dispuesto a probar.»
Sin mucha esperanza de recibir respuesta seguí con mi día en la oficina, son las 10 de la mañana, me queda un largo día por delante.
La hora de la comida es mi único momento de paz, por lo general como en soledad, no es que me caigan mal mis compañeros, es solo que con dos hijos varones en casa la hora de la comida siempre es igual, ruidosa y con algún sobresalto, por tal motivo prefiero comer solo y relajarme.
Estoy sentado disfrutando mi calma, ojos cerrados, recargado en la silla, disfruto del silencio y paz hasta que mi teléfono vibra.
Por lo general suelo ignorarlo, pero está vez el timbre es diferente, no se trata de mi teléfono personal o de trabajo, es mi tercer teléfono, el que uso para los foros y mantener oculta mi inexistente doble vida.
Incrédulo tomo el aparato para ver de qué se trata, la notificación es de un correo electrónico, asunto «Eres candidato» marcado como urgente.
Nunca he sufrido de taquicardia, tampoco mi corazón había latido tanto como hoy, el aparato resbaló de mis torpes manos haciendo ruido y captando la atención de todos mis compañeros que me preguntan amablemente «¿Todo bien?».
Obligado a disculparme argumentando que me llegó una buena noticia de casa salí corriendo al baño para poder leer el mensaje en paz.
‘¡Buen día!
Somos Sandra y Carlos, una pareja de 32 y 39 años con 10 años de matrimonio.
Buscamos un hombre que sea discreto y limpio, por discreto nos referimos a qué no hable de más, de preferencia que no hable, por limpio nos referimos a no ETS, sin vicios, aunque se acepta que guste de tomar un poco de alcohol.
A Sandra le pareces atractivo, pero primero debes saber que Carlos es un cornudo primerizo, quiere ver a su esposa hacer el amor o coger con otro hombre, sin condón, tendrás permitido venirte adentro, incluso en días fértiles, a cambio, pedimos exclusividad, solo Sandra y tu esposa.
Existe además otro requisito, Carlos tiene curiosidad por darle sexo oral al pene que le dé placer a su esposa, es indispensable que estés de acuerdo con este punto.
Si estás o crees que estás de acuerdo, envíanos un correo sin cuerpo, solo asunto y este debe decir «Aceptó» y espera nuestro mensaje en el servicio de mensajería de locanto. En cuánto a la gratificación económica ofrecemos 100 USD al mes.’
Me sentí contra la espada y la pared, por un lado me excita la idea de acostarme con la mujer de otro, ¡Venirme adentro sin condón!, la idea de «tal vez preñarla» hizo que mi pene creciera rápido apuntando hacia arriba… Pero, la idea de que un hombre me chupe el pene es desagradable.
El dinero me es indiferente, gano más de lo que necesito, la ventaja de ser asesor financiero me enseñó a administrar mi dinero eficientemente, así que solo están esas dos cartas sobre la mesa.
Re-leí el correo varias veces, cada vez me parecía más surrealista, más increíble, ¿Cómo puede existir una pareja así? No soy un macho, pero no compartiría a mi esposa con nadie, al menos no de manera voluntaria, mucho menos le chuparía el pene y definitivamente no le daría dinero.
Muchas veces ha rondado la idea en mi cabeza «Si mi esposa me es infiel ¿La perdonaría?» La respuesta siempre fue la misma, Sí, obviamente sacaría provecho de la situación, me beneficiaría de su infidelidad para exigirle, pero eso es remotamente imposible, mi esposa es incapaz de hacer eso.
Al final de todo, soy un hombre de negocios, lo mío es analizar ventajas y desventajas, oportunidades, identificar buenas inversiones de malas, si mi esposa me es infiel y la perdono sería un buen negocio… ¿Dejar que un hombre me deje acostarme con su esposa y me chupe el pene es un buen negocio? La respuesta es sí, solo debo ser versátil.
Con el negocio analizado y considerando la opción «crees que estás de acuerdo» decidí enviar el correo con el asunto «aceptó».
A las 6 de la tarde estoy saliendo de la oficina, cómo todas las tardes me detengo por mi café vespertino para aguantar el ritmo de mis hijos en la unidad deportiva.
Esperando mi turno sonó mi teléfono, de nuevo no era el personal, ni el de trabajo.
Más tranquilo que la vez anterior aguardo a que me atiendan, me entreguen mi bebida, dejo la tienda, abordo mi vehículo y con toda la calma del mundo abro el mensaje.
Mi hombría se paró dura como hacía mucho no lo hacía, pocas veces había logrado este tipo de erección, el pantalón me lastima por la presión, mientras acomodo mi miembro con una mano, con la otra me deslizo por la galería.
Sandra es una mujer jodidamente hermosa, piel canela y ojos miel combinados con un rostro encantador, el resto del cuerpo es despampanante, se nota que hace algo de ejercicio, si bien no es una modelo esbelta, todo en su lugar con las proporciones adecuadas a su estatura y complexión.
Carlos es un tipo bajito, más bajito que ella, calvo, barbón, delgado con panza cervecera, su rostro es el de un tipo bonachón, cabe resaltar que ambos están desnudos, su miembro es normal, tal vez podríamos decir que grande por su estatura.
Seguía embelesado con Sandra cuando la foto se destruyó dando paso a otra más, sin poderlo evitar estoy frotando mi pene por encima de la ropa.
Sandra está a cuatro, espalda arqueada, encima de ella Carlos le abre las nalgas exponiendo el ano y vagina, ante mí tengo la vagina más hermosa que he visto en mi vida, labios gorditos, cerrada, el interior rosa, el ano mas oscuro que el resto de su cuerpo, depilado, la piel suave, jamás en vida pensé que podría ver una mujer así.
De nuevo la foto se autodestruyó brincando a la siguiente foto, aquí Carlos tiene se lengua dentro de la vagina, me causó intriga que se ve más viejo de lo que dice, casi tan viejo como yo. Su rostro es el de un tipo normal, nadie pensaría o creería que está buscando un hombre que se acueste con su esposa.
Está vez fuí yo quien pasó de imagen, sin querer pase a la gloria, con Carlos detrás de ella sentado en un sillón, ella sobre sus piernas, con su cuerpo hacia la izquierda, sujeta sus piernas bien abiertas mientras se besan y él abre los labios vaginales mostrando su interior.
En esta foto pude ver claramente que Sandra tiene una cirugía de cesárea y a él le falta un testículo.
Cuando la foto se autodestruyó sacándome de la galería pude leer los mensajes que me enviaron.
La conversación fue rápida, ellos entendieron que debemos mantener comunicación en ciertos momentos específicos y que nos veríamos el día de mañana en un bar de esos que abren desde temprano para tomarnos algo y conocernos.
En la noche no puedo dormir, tengo el pene erecto de la emoción, mi esposa acostada roncando no es una opción, masturbarme fue mi única salida, pensando en Sandra me masturbo con fuerza, a mis 42 años eyaculo una cantidad bestial de semen, 6 pesados chorros que cayeron en el piso de la regadera.
Un baño con agua caliente para relajar más los músculos y dormí plácidamente.
Se me ocurrió la idea de decirle a mi esposa que hoy vería a unos clientes, cosa normal, algunas veces doy asesorías externas, nunca las había usado de coartada, así que mi esposa no solo no sospechó, me deseo suerte también.
Sentado en el bar espero asustado por mis anfitriones, llegué 10 minutos antes de lo pactado, estoy sudando, me tomo una cerveza, tengo a la mano el celular, espero cualquier mensaje o alerta, pero nada.
Me estoy comenzando a sentir como un idiota, alguien a quien le gastaron una terrible broma, estoy irritado, pensando en pedir la cuenta, pero el mesero se me adelantó… «Caballero, la pareja de allá dicen ser sus amigos, preguntan si le gustaría pasar a saludar».
Girando discretamente hacia la dirección me encuentro a Sandra y Carlos que me saludan con sus bebidas en mano con una sonrisa.
La presentación es rápida, estrechamos nuestras manos cerrando con un abrazo Carlos y yo, beso de mejilla con Sandra aparentando ser viejos amigos.
Se trató de una conversación de lo más casual, ligera, ambos son profesores a nivel secundaria (adolescentes de 12 a 14 años), bastante tiempo libre, Sandra es alegre, su tono de voz es dulce, sus atributos físicos son aún mejores en persona, casi tan alta como yo a diferencia de Carlos que es pequeño, risueño, callado, su tono de voz es algo agudo, pero es un buen tipo.
El tema central no se tocó, parecía que me estaban conociendo, la conversación fue un 40-60, siendo yo el que más habló en la reunión.
En 30 minutos ya saben a qué me dedico, el nombre de mi esposa e hijos, sus edades, dónde trabajo, vivo, gustos y hábitos, pero no es que solo yo diera información, ellos son padres de una única hija de 6 años, la pequeña pasa casi todo el tiempo con su abuela por el trabajo de sus padres, viven cerca del punto de reunión, trabajan en la secundaria más vieja y famosa de la ciudad.
Una hora después nos despedimos con una sonrisa y una próxima reunión en un lugar un tanto más privado.
En casa me masturbo frenéticamente en la regadera, Sandra es preciosa, me excita la idea de acostarme con ella, al diablo si su marido me la tiene que chupar, estoy dispuesto a lo que sea con tal de montar a esa mujer.
Tres días de tortura, tres días esperando desesperado por la siguiente reunión, tres días en que aproveche para hacerme exámenes de sangre y comprobar que estoy sano. Con mi esposa enterada, cómo rayo salgo del trabajo y manejo hasta un pequeño café con cubículos privados, un lugar donde las parejas van a buscar un momento romántico o estudiantes van a concentrarse mientras toman café.
Llegué puntual y para mí sorpresa ellos ya estaban ahí, fue agradable para todos saber que tendríamos más tiempo del planeado.
Está vez Sandra se sentó junto a mi con una de sus piernas sobre las mías, trae una falda holgada que se subió hasta más arriba de las rodillas, arriba trae una blusa escotada que me permite ver desde mi posición sus senos, aureolas y pezones.
Abusando del nivel de confianza estiré mi brazo por su espalda y la sujeté con firmeza por el hombro a lo que ella respondió con naturalidad recargando su torso en mi pecho.
Carlos sentado frente a nosotros observa el menú y nos informa que se tomó la libertad de ordenar bebidas para todos.
Café Irlandés para mí, café con crema irlandesa y whisky, un café ruso para Sandra, café con vodka y queso crema con arándanos y un café charro, básicamente tequila, café y media crema.
No es que las bebidas sean importantes, pero la forma de ser de Carlos es servicial, a diferencia de la primera reunión, está vez habló más, siempre preguntando si estábamos cómodos, guardando su distancia, la conversación tiene mayor seriedad, me entero los motivos y razones de su necesidad, sus reglas, lo que esperan recibir y lo más importante, lo que estoy dispuesto a dar.
Me sentí mal de haber juzgado al tipo que tiene cáncer en los testículos, por tal motivo necesita parches de testosterona, lo cuál no es problema, cómo profesor tiene un excelente seguro médico, pero ahora no es capaz de tener erecciones reales, tampoco de satisfacer a su esposa y lo que es peor, recientemente le ha surgido la curiosidad de chupar penes.
Aquí la conversación se volvió turbia, Carlos se notaba triste, supongo que compartir a su esposa le afecta, sobre todo porque quieren un segundo hijo, pero por razones obvias ya no puede cumplir ese propósito.
Es ahí donde entro yo, mi función será hacerle el amor o cogerme a Sandra, según se sienta ella, 2 veces por semana con o sin Carlos presente, sin condón, si queda embarazada será una bendición, los 100 dólares son por la molestia y mi silencio. Nadie puede saber que Carlos es un cornudo chupa pijas y menos que su futuro hijo no será de él.
Con el corazón al máximo acepté sus condiciones, pero rechacé el dinero, Carlos y Sandra insistieron, pero les dejé en claro que no me hace falta además de que no es necesario, mi silencio lo tienen comprado a cambio del suyo.
Me pidieron unos momentos a solas, tiempo que aproveche para ir al baño y tomar algo de agua.
Una vez dentro Sandra estaba de vuelta en su lugar, sentada a un lado de mí y Carlos en frente.
Aceptan mi condición de no dinero, también aclararon que comenzamos tan pronto tenga los resultados de ETS, mismos que le extendí en ese mismo instante.
Mientras Carlos lee, Sandra está muy cariñosa conmigo, ambas piernas sobre las mías, de frente a mí, con sus brazos rodeando mi cuello me está dando los besos más dulces, húmedos y ruidosos de mi vida.
Carlos terminó de leer comprobando que todo estaba en orden y se retiró avisando que iría al baño un momento. No le importó que su esposa me esté besando casi sentada sobre mis piernas.
Sandra libera mi cuello y pasa a tomar mi cabeza con una mano mientras con la otra busca bajar mi cierre y vaya que es hábil, en varios movimientos libero mi pene, de tamaño modesto, para darme unas deliciosas caricias, porque eso no puede ser llamado masturbación.
Con este nivel de confianza pase de ser un simple maniquí a un colaborador activo. Nunca en mi vida había tocado una piel tan suave, lo supuse desde que nuestros labios hicieron contacto, pero sentir su piel con sus manos es algo totalmente diferente.
Mi miembro punza en la mano de Sandra, sus dedos juegan con mi frenillo, usan mis fluidos para lubricar y permitir que sus dedos se resbalen, esta mujer no es solo hermosa, también es una excelente amante, al menos mucho mejor que mi esposa.
Sin soltar mi cabeza sus labios se despegaron de los míos y comenzó a besar mi rostro, cuello, orejas donde me dijo susurrando, casi suplicando «ha pasado mucho tiempo, no sabes cuánto lo necesito», se desprendió de mi rostro, soltó mi cuello y fue bajando besando mi cuerpo sobre la ropa hasta llegar a mi miembro el cual engulló de un solo movimiento.
Que boca, esos labios, la lengua, es difícil describir este tipo de sexo oral, la fusión de todos esos elementos obrando en mi genital, sus manos desabrochando mi camisa, recorriendo mi cuerpo, esta mujer está desesperada, le urgía tener un pedazo de carne, no sé cuánto tiempo habrá pasado desde la última erección de su esposo, y aunque me sienta mal por él, doy gracias de poder estás disfrutando esto.
Recostado en el sofá disfruto de una deliciosa mamada proporcionada por una hermosa mujer de 32 años que es la esposa y madre de una hija del hombre que parado en la puerta hace contacto visual conmigo sonriendo.
«Es buena ¿Verdad?» Mi respuesta fue una sonrisa estúpida y asentír con la cabeza. Carlos se sentó a lado de mí, sigue tomando de su café mientras contempla el delicioso oral que me da su esposa, la está animando con frases como «vamos amor, cómetela toda», «es más grande que la mía pero seguro puedes con ella», «disfrútala, acábatela», en su voz hay un tono morboso que me excita, pensar que este hombre de verdad disfruta ver a su esposa satisfacer sus necesidades sexuales, poco a poco su voz se volvió más ronca y las palabras subieron de tono «eres una puta come vergas», «zorra, ¿disfrutas haciéndome cornudo?», «maldita perra infiel, te gusta la verga de este cabrón ¿Verdad?».
Mi cabeza me daba vueltas, no sé si el alcohol caliente que me tomé, la mamada que me da Sandra, las obscenidades que profiere Carlos o lo morboso de la situación, no importa que, porque pase de ser un muñeco a participar en la situación.
Sujeté firmemente la cabeza de Sandra forzándola a llegar más profundo sacándole arcadas que no la detienen, sigue mamando con la misma intensidad y ahínco para beneplácito de Carlos que exhala bufando de placer mordiendo su labio inferior.
Me urgía terminar, pero necesitaba probar su sabor antes de acabar, urgí a Sandra a detenerse para besarla. Su aliento sabor café, vodka arándanos y pene se mezcló el mío, sabor crema irlandesa, whisky y café.
Un aquelarre de sabores se mezclan en nuestro beso lujurioso, Carlos insiste en seguir besándonos «me están creciendo unos hermosos cuernos mi amor» a lo que Sandra responde besándome con más fuerza.
Autoritario la separé de mis labios invitando a tomar su bebida y yo la mía. De un trago nos terminamos el resto de la bebida, con el mismo autoritarismo la tumbe sobre el sofá para por fin probar sus mieles.
Frente a mí está la vagina más hermosa, limpia y jugosa que he visto en mi vida, sin mencionar que huele delicioso, a mujer excitada, limpia.
Sandra se masturbo frente a mi sobando su vagina, metiendo sus dedos que salen brillantes y mojados de sus jugos, espesos, viscosos, orgullosa me los muestra, estira la mano para darle a probar a su esposo que se los mete en la boca dejándolos bien limpios, con ambas manos separa sus labios frente a mí mostrando su interior, empapado, escurriendo «Si quieres probarlos, deberás sacarlos de la fuente».
Mi lengua es gruesa, penetra la vagina de Sandra dándome su sabor ácido, delicioso, tibio. Los jugos brotan cómo si fuera un manantial, en mis años de vida nunca había probado una vagina así de jugosa, llegué a pensar que eran orines, pero el sabor es inconfundible, es el néctar de Sandra.
Carlos sujeta la mano de Sandra en todo momento, acaricia su rostro y cabello, ocasionalmente toca sus senos por encima de la blusa liberándolos. Escucho que se besan, sus diálogos, «¿Te gusta?», «Me abre con su lengua», «su aliento me quema», «cuando quieras». Realmente no les puse mucha atención, estaba demasiado concentrado en lo mío. Seguí y seguí hasta que los jugos de Sandra se volvieron muy fuertes, el sabor cambió, son también más espesos.
«Estoy por venirme, pero estoy cansada de lengua, te necesito dentro de mí, amor, por favor ¿Puedo ya?»
«Si amor»
Sandra suena desesperada, casi como una orden, siendo un invitado no pude negarme, gire en torno a Carlos buscando su aprobación y me la dió de inmediato, sin mediar palabras, bastó que asintiera para ponerme de rodillas, apuntar con mi miembro a la altura de la vagina.
Carlos sentado a un lado de ella abrazándola de lado, tomados de la mano, sus piernas abiertas, una reposa entre las piernas de su esposo, la otra sobre la mesa, guío mi pene hacia la entrada de su vagina, la juego un poco humectando el glande con sus jugos al tiempo que esparzo mis jugos por su vagina.
Sandra respira agitadamente mordiendo su labio inferior, el objeto de su deseo penetra lentamente en su interior, está gimiendo ahogadamente intentado evitar que todo mundo se entere lo que pasa en el interior del cubículo.
Su interior arde, es jugoso y esos jugos son los que queman, de la punta a la base, toda mi hombría está en su interior. La pareja se besa con furia, ella aprieta las manos de su esposo que la abraza con fuerza, gime en su boca por el placer que otro hombre le está dando frente a él. Mientras tanto yo disfruto su interior entrando y saliendo con ritmo suave.
La conversación sigue su curso entre los gemidos ahogados de Sandra, es intensa, hablan de lo que se siente mientras la penetro, estoy poniendo atención pero estoy disfrutando tanto de esto que prefiero concentrarme en mi placer, lo más rescatable es el hecho que Carlos está feliz que disfrute conmigo, parece que tiene poco más de dos años sin probar sexo real, los juguetes hace rato que la cansaron y no le dan el placer que está sintiendo con mi barra de carne caliente, palpitante, dura que entra y sale de su empapada vagina que llora jugos de felicidad al recibir un pene real después de tanto tiempo.
Carlos se despide de su esposa con un beso y de mí con una palmada en la espalda, nos dice que irá por más bebidas para mantener a los meseros lejos del cubículo.
A solas Sandra me besa con desesperación, su lengua entra en mi recorriendo mis encías, dientes, paladar, lengua, el sabor del café predomina en su aliento, pero mi boca es otra historia, entre besos Sandra me dice que tengo su sabor impregnado en mi aliento, la idea de besar a mi esposa con el sabor de otra mujer me prende y acelero mis movimientos.
Los gemidos de Sandra son más intensos pero los ahogo con mis besos, la empapada vagina acaricia mi pene, sus senos pegados a mi pectoral, sus brazos se aferran a mi cuello, con sus manos acaricia mi nuca, sus piernas son sostenidas por mis brazos, de rodillas en el cubículo de un café me estoy cogiendo a la esposa de otro hombre con su consentimiento.
Entre besos le digo a Sandra que me encantaría besar a mi esposa con su sabor en mi boca, la idea le gusta porque se ríe gimiendo de placer, recibo un ‘eres un cabrón’ de sus labios y al mismo tiempo tensa sus músculos vaginales dándome más placer.
Carlos regresó para encontrarnos besándonos apasionadamente mientras entro y salgo de la vagina de su esposa, dejó las bebidas sobre la mesa y se sentó a un lado de nosotros, cerca para ver, pero con la distancia suficiente para no interrumpir.
Si bien estoy en forma, la edad pasa factura, mis rodillas me duelen, llevo 23 minutos en esa pose, 8 de oral, 15 de sexo, así que con cuidado fui girando el cuerpo de Sandra para recostarla en el sillón, todo el proceso es con mi pene adentro para mas placer de ella que se muerde los labios.
Acostados en la posición del misionero me es más cómodo penetrarla al tiempo que beso por primera vez sus exquisitos senos. Firmes, redondos, pezones oscuros, del tamaño correcto, los chupo, muerdo, lamo, pellizco y ella responde arqueando su espalda disfrutando de las atenciones.
Carlos disfruta de su café y la visita, no se inmuta con los gemidos de su esposa, espera paciente a qué terminemos el acto.
Algunos minutos después Sandra comienza a gemir bufando, Carlos me hace saber que está cerca, que acelere si quiero acabar con ella, pero el misionero no es lo mío, sentado sobre mis piernas jalo el cuerpo arqueado de Sandra por su espalda baja y embisto impulsado por mis piernas, sus gemidos y el sonido de su encharcada vagina que se tensa cada vez más incremento mi placer acercándome a mi propio orgasmo.
Sandra inició sus propios movimientos empujando su genital para que mi pene al entrar golpee cierta parte en específico raspando mi glande y recorriendo mi prepucio una y otra vez.
De la boca de Sandra salió un ahogado «Amor, !me vengo, me vengo¡» Seguido una serie de gemidos silenciados por ella misma que aprieta sus labios y se tapa la boca con sus manos.
Mi propio placer se desencadenó con la erótica imagen de esta hermosa mujer teniendo un orgasmo gracias a mi pene, la emoción de venirme adentro de una mujer que no es la mía con la posibilidad de preñarla y saber que estamos en un lugar público me ayudó a terminar en un glorioso orgasmo que hacía tiempo deseaba.
En ese momento pensé en mi esposa, mientras espesos chorros de esperma caen depositados en el interior de otra mujer pienso en su abultada vagina, depilada de ves en cuando, labios gordos, clítoris prominente, no tan jugosa como está, pero con una formación interna que da la sensación de succión, Sandra no tiene eso, ella es apretada, jugosa, entrar y salir me da placer, pero no esa sensación de vacío que succiona todo mi semen.
Doy gracias de poder disfrutar de ambas vaginas, saber que podré tener ambas me emociona permitiendo que mis testículos contraídos expulsen todo mi semen contenido de 3 días.
Rendidos, riendo y con miradas cómplices cargadas de picardía Sandra y yo recuperamos el aliento, mientras tanto Carlos sigue bebiendo de su café.
Sin sacarla de su interior le ofrezco mi mano a Sandra que la acepta, con mi otro brazo la sujeto de la espalda ayudándola a caer sentada sobre mi pene semi erecto que empuja mi semen en su interior. Este movimiento no se lo esperaba, un pequeño grito de sorpresa y placer se escapó de su garganta, de inmediato rodeo mi cuello con sus brazos y me beso como al inicio, besos cortos, húmedos, ruidosos.
Mientras Sandra disfruta de esos momentos Carlos y yo conversamos, parece ser que la idea era ponernos de acuerdo día y hora para ir al motel, pero le ganaron las ganas a Sandra quien se dejó llevar al ver que estoy limpio.
Dentro del interior de Sandra mi pene se está desinflando, me da las gracias por el servicio y se baja de mi con cuidado.
Carlos de inmediato se incorpora y acude a besar a su esposa metiendo sus dedos en la abierta y rezumante vagina. Masturba a Sandra que recibe feliz sus dedos y besos. Los dedos impregnados en semen y jugos son compartidos por la pareja que lamen los dedos y mano hasta dejarla bien limpia. Carlos se aparta del rostro de su esposa y baja a limpiar la vagina, veo como las gruesas gotas de esperma entran en su boca tragandolas sin más.
Sandra se acomoda la ropa mientras Carlos me pregunta si estoy listo para la segunda parte del trato, en ese momento me siento incómodo, un hombre chupando mi pene no es presisamente mi idea de erótico, pero Sandra está ahí y entra al rescate.
De rodillas toma la mano de su esposo y juntos vienen a mí, entre los dos separan mis piernas, Sandra toma con una mano mi flácido pene y se lo ofrece a su esposo, flujo vaginal, abundante semen recubren no solo mi miembro, también mis testículos. Tímidamente Carlos acepta lo que su esposa le ofrece, con la misma desconfianza que yo acerca su boca a mi pene y lo huele, duda un segundo, retrocede, voltea a ver a su esposa, Sandra le sonríe, toma su cabeza y lo guía hasta mi pene pidiéndole con su dulce voz que abra su boca.
Obediente y con la confianza que Sandra nos da a ambos, Carlos abre la boca metiendo mi pene en su interior hasta la base, siento su respiración en mi pelvis y está hecho. Un hombre tiene mi pene en su boca.
Con los ojos cerrados imagino que es Sandra, pero su barba raspando mis testículos rompen todo el encanto.
Sandra instruye a su esposo, «usa tu lengua, succiona suave, respira con calma, no lo jales con fuerza, cuida los dientes», su esposo aprende rápidamente, no me da placer pero deja de ser incómodo en muy poco tiempo. Cada vez que mi pene entra y sale puedo ver qué está más limpio, el semen y los jugos desaparecen, por suerte no durará mucho, pero Sandra está ahí, guía la cabeza de su esposo y le dice que faltan los testículos. Con su mano inclina a su esposo que repite la acción, succiona las gotas gruesas y después por instrucciones de Sandra se come primero una bola hasta dejarla bien limpia y después la otra.
Carlos descansa sentado en el piso, se le nota confundido, en su boca está el sabor de mi semen mezclado con los jugos de su esposa.
Sandra está sentada conmigo, nos besamos entre risas cómplices, le doy una última palpada a sus hermosos senos, me da las gracias por el delicioso orgasmo, Carlos le hace segunda, me agradece por dejarlo probar mi pene y espera que haya sido desagradable, le devuelvo las gracias a ambos y entre risas le digo que apreciaría se rasurara para la próxima. Terminamos nuestras bebidas y antes de irme deguste una vez más la vagina de Sandra con mi boca, asegurándome de tener restos de semen y fluido vaginal en mi boca.
Afuera del café nos despedimos como amigos, cómo si nada hubiera pasado ahí adentro, quedamos de acuerdo de nunca volver a este sitio y nos ponemos de acuerdo con fecha, hora y lugar, parece ser que Sandra quedó insatisfecha, necesita sacarlo todo, gritar, explotar con ganas, por eso nos citamos en 2 días.
Al llegar a casa me doy un baño inmediatamente, saliendo me dirijo a mi esposa y la beso metiendo mi lengua en su interior como lo hace Sandra.
A sus 39 años es un buen partido, descuidada, pero apetecible, desconectada de la relación por el cuidado de los hijos y de la casa, todo el tiempo me reprocha que ya no soy el mismo, que no le ayudo con las labores domésticas, pero hoy, hoy me cambió la vida, me siento nuevo, lleno de energía, le estoy apretando con fuerza una nalga mientras con firmeza la tomó de su cintura perdída debajo de la grasa y cierro con una nalgada.
Mi esposa mueve su lengua degustando el sabor, me reprocha que sabe raro y que estuve bebiendo, la vuelvo a sujetar de la cintura para besarla de nuevo, para mí sorpresa está vez me respondió el beso con la misma pasión y acariciando mi pecho me pregunta si hoy en la noche quiero hacer el amor.
Mi pene erecto presiona su gordita panza y le respondo con otro beso con la misma intensidad.
A las 9 de la noche, cosa que nunca pasa, mi esposa apura a mis hijos a bañarse para dormir, a las 930 los niños ya están en su cama, y mi esposa encerrada en el baño, no salió de ahí hasta las 1030 pm. Acostada a mi lado me mandó a dar un baño «te espero», cariñosa como hacía años no lo era.
Decidido a hacerle el amor a mi mujer opte por hacerle caso, sanitario y un baño a conciencia, salgo fresco para encontrarme a mi mujer acostada a media cama, desnuda, abierta de piernas, depilada, masturbandose, su rostro es lujuria pura, hacía años que no la veía así.
La verdad es que mi esposa es caliente, o lo era hasta el nacimiento de nuestro segundo hijo, momento en que se volvió desinteresada, apática, si bien me atiende, es cariñosa conmigo, cuida la casa y a los hijos, el plano sexual es casi nulo, una vez cada quince días, si bien me va, pero hay algo que siempre he sabido, y eso es que la amo. La amo tanto que le perdonaría una infidelidad, usaría ese desliz para exigirle más sexo, sobre todo anal, en todos estos años de matrimonio lo hemos hecho un puñado de veces.
Verla así, excitada, deseosa, por un momento casi siento remordimiento, pero no, yo deseo más, quiero tener sexo 4 veces por semana, tengo la energía y deseo sexual para eso y lo obtendré de una forma u otra.
Al treparme a la cama puedo captar su aroma, tan conocido pero que me sigue volviendo loco. La vagina de dónde salieron mis dos hijos sigue siendo deliciosa, su sabor, textura, forma, los labios cerrados, gorditos, su clítoris en la cima del todo, orgulloso, hermoso, listo para recibir amor.
Hace meses que no bajo a darle amor a esa vagina, con fuerza sujeto sus piernas y la jalo al borde de la cama, al primer lenguetazo mi esposa vibra de placer, presiono con mis labios su glorioso clítoris al cuál saludo con mi lengua empapada en saliva.
Mi esposa está actuando como hace años que no lo hacía, disfruta del sexo como cuando éramos jóvenes, recién casados, se libera gimiendo como cuando tenía 23, si vagina libera ese aroma que tanto me gusta, está lista para la penetración, me está llamando, no solo con su perfume, también con su voz, me está pidiendo que se la meta, de uno, con fuerza ¿Quién soy yo para negarle eso a mi amada esposa? Con las piernas abiertas por ella me espera, mi esposa deseosa de recibir su ración de sexo, sujeto sus piernas, apunto mi pene y con violencia de un solo empuje se la clavo hasta el fondo, ahí está, ese efecto de vacío que tanto amo de esta puta que tengo por esposa, mi pene siente la succión y simplemente me dejo llevar.
«Hay papi damelo todo», estamos haciendo el amor con la energía, entrega y pasión de cuando éramos novios o recién casados, el sonido de nuestros cuerpos chocando resuena en la habitación, la última vez que lo hicimos así fue hace más de 12 años, y hoy por fin lo hacemos con esa intensidad explotando juntos en un fuerte orgasmo que seguro despertó a los niños, pero al carajo con mis hijos, le estoy haciendo el amor a su madre y nadie me va a interrumpir.
Sin darle tiempo a mi esposa de reaccionar, con la poca energía que me queda la gire boca abajo sobre una almohada con todo y sus protestas para volver a penetrarla con fuerza montando sobre ella.
Al tercer empujón sus gritos de protesta cambiaron por gritos de placer, hacía años que no veía sus nalgas brincar así con cada empujón que le daba haciendo espuma con mi anterior venida.
Emocionado y todo me chupo el dedo gordo para meterlo sin avisar por su ano «aaaaaaaaaay cabrón, cógeme más fuerte, más duro, más rápido», estoy satisfecho, la puta zorra caliente con quién me casé está de vuelta, al menos por una noche y pretendo sacarle partido el tiempo que pueda.
El dedo clavado en el ano lo estoy usando para presionar mi pene contra su vagina, la zorra de mi esposa gime con fuerza a punto de venirse por segunda vez en la noche mojandome con sus fluidos por primera vez en su vida, pero yo seguía erecto, con ganas de acabar, estaba cerca, pero deseo algo diferente, algo especial.
Mi dedo gordo juega en su culo, sin moverse de lugar amaga con entrar y salir, pero eso no es necesario, moviendo la colita de un lado a otro apretando su esfínter con la voz más melosa que tiene me lo pidió «metemela por el culito papi».
No pensaba esperar una segunda invitación, escupí una gran cantidad de saliva, cosa que normalmente le daría asco pero hoy me lo agradece «si papi, ponle mucha salivita para que resbale, me va a doler mi amor, no vayas a ser muy malo» ¿Cómo negarle todo mi amor a esta puta que se entrega a mi de corazón, alma y cuerpo.
Saque mi pene de su cálida y apretada vagina que chupa mi pene en el camino hacia afuera para apuntar al apretado culito de mi esposa con poco uso.
Estoy dudando, debería ser un salvaje o hacerle caso, hace años que no me suelta su culito y no hace el amor así conmigo, por otra parte si soy un salvaje se podría enojar volviendo a lo mismo.
Mientras pienso tallo mi pene a lo largo de la raja de sus suculentas nalgas, algo aguadas y con algunas estrías, pero son mías, pruebo con una fuerte nalgada que sacó un grito de dolor de mi esposa para inmediatamente voltear a verme, esperaba una mirada furiosa, pero no, era una mirada suplicante, sus ojos hermosos, su rostro dibuja un puchero «ay papi, me dolió, he sido mala, pero por favor,estela despacito» su discurso es seguido por un delicioso movimiento de nalgas que me invita a meterle la verga por el culito despacio.
Haciendo presión suave su esfínter se va abriendo de poco dando paso a mi miembro entre lamentos de mi esposa que se esfuerza en relajar su entrada trasera para poder cogerla por el culo.
Estoy medio camino y me está gritando por clemencia, que la espere, necesita tiempo para acostumbrarse «a pasado tiempo mi amor, necesito más saliva y tiempo papi, me duele», pero yo no tengo mucho tiempo así que la mando callar con una fuerte nalgada que le sacó un berrido de dolor
- ¿Pues quién es el macho aquí cabrona?
- Aaaaay tú papi, tú.
- Entonces a quién le estás dando órdenes.
- Ay papi perdón, deja paro el culito para ti.
Con la colita bien parada y sometida decidí ser amable con mi esposa que ahora muerde la almohada y resopla a cada ir y venir.
Al notarme calmado el diálogo entre mi esposa y yo se reactiva, me habla bonito, gime y puja de dolor sin dejar de animarme a qué se la meta toda hasta el fondo.
Años sin probar el apretado culo de mi esposa me están llevando al límite del orgasmo, disfrutar de la mujer que amo es una sensación totalmente diferente a coger con Sandra, con ella hay sentimientos encontrados, deseo romperle el culo por ser tan mustia conmigo y negarme lo que tanto deseo por una parte, por otra está el hecho que la amo y deseo que lo disfrute, incluso más que Sandra.
Cuando llegue al final del camino y mis testículos están pegados a su vagina mojandose de mi semen y sus jugos me recuesto sobre su cuerpo.
Gimo en su oído, soplo su nuca, muerdo su oreja, sé que eso le gusta, la vuelve loca, está sufriendo pero aguanta, me deja disfrutar de su canal trasero.
Mis codos y rodillas sirven de soporte para poder meter y sacar mi hombría en la búsqueda de mi orgasmos que estaba cerca.
Mi esposa paso del dolor a la tolerancia, me invita a seguir disfrutando de su ano, suplica por mi descarga de semen, me pide perdón por haberme negado su cuerpo tanto tiempo, dice que me ama, sus manos tocan mi cuello, ella sabe lo mucho que me gusta cuando acaricia mi cuello, comienzo a resoplar avisando que mi orgasmo está cerca, mi dulce esposa aprieta su esfínter aumentando mi placer, mi sudor empapa su espalda, el calor de ambos relaja mis cansadas piernas y en un par de bombeos finales eyaculo el resto de semen que tengo en los testículos dentro del recto de mi esposa que lo recibe con dulces gemidos de placer moviendo la colita en búsqueda de mi pene que semi erecto disfruta sus atenciones.
Después del acto me bajo de mi esposa totalmente exhausto, ella se acuesta en mi pecho colmándome de caricias y besos, no deja de decir una y otra vez lo mucho que lo disfrutó.
La conversación fue amena, la de un matrimonio con años de casados, con todo lo que implica, cómo la confianza para decirme que me notó raro desde que volví, nunca llegó a bañarme, nunca llego oliendo a alcohol, le gustó el sabor de mi aliento por la tarde, se puso cachonda de pensar que venía de algún antro de mala muerte cachondo, con aliento alcohólico, se sentía sucia al excitarse con la idea que otra mujer me restregó su panocha y senos en la cara, los celos se apoderaron de ella, pero cambiaron rápidamente a un extraño placer cuando la bese y apreté con fuerza su nalga.
Le ofrecí ir a tomarme unos tragos de vez en cuando y llegar a bañarme para revivir la fantasía a lo que ella respondió con una risa perversa mientras se montó sobre mí metiendo mi flácido pene en su abierta y mojada vagina.
Intenté increpar sus acciones, estoy cansado flaca, mañana trabajo, pero no funcionó, su cuerpo se balancea estimulando mi genital que despierta lentamente en su interior.
Sus enormes senos cuelgan balanceándose con su excitante movimiento de cadera. Me estoy tomando mi tiempo para ver el cuerpo de esta mujer, es hermosa, gordita, pero con curvas. Estoy maldiciendo todo el tiempo que hemos perdido, mi esposa está exquisita, la rutina me hizo pensar en ella como algo desagradable, pero reconozco que fuí un estúpido.
«Mañana marco a la oficina para decir que estas enfermo, hoy no te voy a dejar dormir hasta que quede satisfecha».
Dejé a mi esposa montarme y me divierto con sus senos que sopeso, cansado, sí, pero feliz. Mi esposa está dándome la cogida de mi vida, su vagina lubrica evitando que me arda el pene, ya son 3 venidas en el día, estoy cansado, pero a la mierda, esto es lo que deseo y me toca aguantar.
El robusto cuerpo de mi señora se da gusto con mi miembro, se vino de nuevo montando desplomando su humanidad sobre mi pecho, seguimos unidos por nuestros genitales. Nos besamos con un amor tierno, cómo cuando estaba embarazada de mi primer hijo, esos años fueron los mejores, me encantaba hacerle el amor con su panza de embarazada, eyacular sobre su enorme barriga para esparcirlo con mis manos.
Sentados sobre la cama ayudo a mi esposa a moverse sobre mi para que llegue a su orgasmo, estoy dispuesto a tener otro orgasmo con ella.
El delicioso olor a nuestros sexos unidos invade la recámara, su saliva es deliciosa, su aliento es exquisito, su respiración agitada marca el ritmo de los latidos de mi corazón.
Estoy pensando en cómo las cosas han cambiado para mí últimamente, le fui infiel a mi esposa y ella se excita con el sabor de otra mujer en mi boca.
El orgasmo me dolió, mis vacíos testículos me castigan por forzarlos a eyacular el vacío de su interior, pero mi esposa no lo nota, su orgasmo me moja el miembro y transforma a mi indiferencia esposa en una cosa melosa al nivel de empalagoso que disfruto en sobremanera.
Ahora soy yo quien reposa sobre el pecho de mi esposa con un pezón metido en mi boca, Sofía, así se llama mi esposa, recuerda cuando me bebía el calostro de sus abultados senos en su primer embarazo, con lágrimas me pide perdón, se alejó de mí, dejó de verme como hombre para verme en un proveedor, alguien que la cuida y le da sustento a ella y nuestros hijos.
La consuelo diciéndole que no es nada grave, tenemos tiempo para revivir lo nuestro, a lo que ella me dice que no entiendo.
Entre lágrimas me abraza con fuerza, me pide perdón una y otra vez, me pregunta si recuerdo cuando se trenzó las trompas para no tener más hijos hace casi 11 años cuando nació nuestro segundo hijo.
Siento un cosquilleo en mi estómago y una presión en mi pecho, me estoy imaginando cosas extrañas, cosas turbias que de no ser por el cansancio me pondrían el miembro al 100.
Entre lágrimas mi esposa me confiesa que ha tenido un amante por casi 11 años, el mismo hombre ha satisfecho a mi esposa por casi 11 años seguidos, me jura que siempre con condón, me jura que mis hijos son míos, me jura que no lo ama, me jura que siempre a sido sexo normal, me jura que han sido 2 o 3 veces por semana por los últimos casi 11 años, me pide que la perdone porque me ama, me pide que la entienda, se sentía insegura, su cuerpo cambio, el trabajo me absorbía, me jura que las veces que hacía el amor conmigo ella estaba limpia de él.
Nos miramos fijamente a los ojos, me abraza con fuerza por el cuello, me confiesa el hombre del sujeto, 8 años menor que ella, un mocoso de 19 años en aquel entonces benefició de mi esposa por la última década al menos.
Conozco al sujeto, es el hijo de un vecino, actualmente está casado, vive a unas manzanas de la casa con su esposa de 25 años, una mujer hermosa.
Le pido a Sofía que me suelte, se niega, se resiste, me está implorando que la perdone, no quiere perderme, no quiere perder lo nuestro, mi tranquilidad la está volviendo loca, tiene miedo.
A regañadientes me soltó y se bajó de mi, se refugió en la cama en posición fetal mientras me levanto para ir al baño.
Bajo la regadera no puedo evitar sonreír, realmente tengo a mi esposa dónde deseo, la amo, puedo pasar por alto está ofensa, pero deseo tess cosas con todo mi corazón, poder hacerle el amor 2 o 3 veces por semana a mi esposa, seguir adelante con Carlos y Sandra con el consentimiento de mi esposa y vengarme de ese cabrón que se beneficio de mi esposa por años, abusando de mi confianza al permitirle venir a mi domicilio para utilizar mi computadora e impresora para hacer sus tareas desde la secundaria hasta la universidad porque sus padres no tenían para una.
Fingiendo seriedad me doy cambio delante de ella que no deja de llorar, seguramente se arrepiente de haberme confesado la verdad, pero lo hecho, hecho está.
«Me voy, no me esperes, no sé cuando regrese».
Al cerrar la puerta del cuarto escucho como rompe en llanto, me dirijo al cuarto de mis hijos para darles un beso, duermen plácidamente, no hay forma de que dude que sean mis hijos, se parecen a mí, de todos modos, no tengo dudas de eso, si no fueran mis hijos podría sacar más beneficio.
Al salir de la casa me pongo a manejar en dirección de la casa del cabrón que se benefició de mi esposa.
Es un arquitecto no muy brillante que hace casas mal hechas para personas de nivel medio bajo, le da suficiente para subsistir y pagar la renta, lo sé porque he tenido conversaciones con él, el muy desgraciado ha tenido el descaro de pedirme consejos sobre cómo administrar sus finanzas gratis.
Frente a su domicilio pienso en lo que debería hacer, no soy un hombre que actúe a lo atravancado, al contrario, soy frío, calculador, vine para pensar en lo que debería hacer, cómo podría desquitarme de este imbécil.
Pudo haberse tratado de cualquier otro hombre y habría estado bien, pero que sea alguien más jóven que yo a quién apoyé durante tanto tiempo es lo que me causa rabia, deseo hacerle daño pasivo, algo que esté ahí sin que él lo sepa, la respuesta la obtuve de Sandra y Carlos, voy a acostarme con su esposa, la voy a preñar y él nunca lo sabrá.
Para eso necesitaré de mi esposa, pero también necesito de la tecnología, necesito evidencias y pruebas para poder chantajear a mi esposa en un futuro o en caso de que no quiera cooperar con mis planes. No sé cómo vaya a reaccionar ella, no me gustaría perderla, pero Sandra es un excelente sustituto.
Maneje hasta el motel más cercano para pasar la noche, estoy fatigado y necesito descansar.
Continuará.
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