Una Historia de Incesto 01
Todo comienza en una pequeña granja hace muchos años, donde dos hermanos gemelos descubren un lazo que los unirá para toda la vida. Sus padres podrían oponerse o podrían mirar y masturbarse, al menos la madre cuyo pasado tiene que olvidar, aunque quisiera recordarlo y revivir dichas experiencias.
Trabajaban sin dudar todos los días en el campo llenos de sudor, sangre y lágrimas tras las tareas diarias. La tierra fértil era poco común en estos parajes y tenían que esforzarse para sacar todo lo que la naturaleza les quisiera dar. Eran ellos los habitantes de zonas alejadas , anónimos que solo tenían que preocuparse por arar la tierra y llenarla de semillas, de volver en las noches a sus casas, arar la cama y sembrar las semillas para llenar a la Tierra de muchos niños. Araban los jóvenes, ambos señoritos hacían muy bien su labor hasta que repentinamente una luz se aparece ante ellos. Ambos miran, jóvenes de 1824, observan el cielo hermoso y se regocijan de esta estrella. La mas brillante de las que alguna vez hubieran visto.
Caminan ambos jovencitos, casi desnudos, con las piernas temblando y las ropas andrajosas, una mujer a lo lejos veía a los pequeños caminando, atendía las tareas mas importantes mientras ellos estaban tirando los pequeños elementos en la tierra. Los jovencitos miran hacia la luz, la mas brillante de todas, la ultima maravilla delante de sus ojos. Caminan casi hipnotizados hacia la nada, la mujer que estaba cerca, su madre, 15 años mayor que ellos los observa de lejos caminando y hablándole a la nada. Se asusta la señorita mayor de edad para esta sociedad, 29 veranos, demasiado vieja para casarse de nuevo. La mujer avanza según sus niños seguían hablándole a la nada, deja su saco de azúcar y se presta a correr. Los jovencitos ven esa luz brillante, sonríen, la mujer se asusta y les grita, la luz parece envolverlos, ahora la mujer se detiene, no puede avanzar. Se paraliza mientras sus hijos, Adana y Evelio conversan con el ser nuevo que ha venido a cambiar la historia de este y un par de megaestructuras.
ADANA. ¿Que pasara con nosotros?
EVELIO. Sí, ¿qué nos pasará?
SER DE LUZ. Ustedes han sido escogidos para liderar a los mundos para los impresionantes retos que estarán por vivir dentro de los siglos humanos que se van a acercar.
MADRE. ¡Hijos!
ADANA. ¡Vamos a salvar al mundo!
EVELIO. Será algo bonito, pero nuestros papás qué van a decir.
SER DE LUZ. Ustedes no tienen por qué preocuparse por ello. Nadie va a impedir que esto suceda, ya nos hemos encargado de asegurar la mejor ruta, ustedes serán hermanos y durante el tiempo que permanezcan juntos, hasta la muerte de alguno de ustedes, serán marido y mujer. Traerán la nueva descendencia para los hombres, serán parte de la historia del nuevo mundo.
EVELIO. Waw.
ADANA. ¿Vamos a ser pareja?
SER DE LUZ. Así es, esto es algo que ya ha sido decidido de antemano. Así se ha dicho y así se hará. No se contengan. Nunca lo hagan, pues su descendencia será numerosa y los malos elementos más primitivos aunque intenten derrotarlos, no podrán acabar con ustedes, por lo menos no en los dos milenios que están por venir.
Los dos pequeños flotan de repente, se siente algo distinto en el aire. Se elevan mientras sonríen, algo en sus genitales parece brillar, ellos están recibiendo todos los regalos de sus cuidadores. La madre está prácticamente inmóvil, caminando a una velocidad demasiado lenta. Los niños ríen allí mismo, son felices, algo los envuelve y los cura, les influye con su poder, se hacen fuertes a medida que pasan los minutos. Repentinamente algo los abruma, hacia el final, algo parecido a lo que estará por venir en muchos años hace aparición en su mente, sus facciones cambian, el ser de luz los va bajando, los deja donde estaban. La mujer siente que ahora puede ir más rápido, recupera su velocidad normal. No se le ocurre aún llamar por alguien, el esposo, el padre de estos chicos, está demasiado lejos de esta zona.
EVELIO. ¿Qué es esto?
ADANA. ¿Qué está pasando?
SER DE LUZ. No se impacienten, ahora van a ser unas nuevas personas, algo en ustedes ha cambiado, algo pequeño, ustedes siguen siendo los mismos, solo van a tener una forma diferente de vivir la vida, no es algo peligroso. Para ustedes no se sabe qué puede suceder exactamente ahora, pero en el futuro esto tendrá diferentes manifestaciones. Miren esto, sus hijos podrían no saber esto, no importa tampoco, nada de esto importaría. Ahora hay una nueva forma de apoyar a sus mundos. Aprovechen, tomen, tómenlo todo.
ADANA. Me siento… ahhh!
EVELIO. Algo extraño es esto, ¡ohhhh!, ohh, ¡ahhhhh!
SER DE LUZ. Ahora empieza esta nueva cepa. Ya van dos, esperemos que con esta última las cosas se vayan a estabilizar. Ahora vendrán nuevas cosas para ellos, ustedes van a ayudarlos, van a ser fructíferos y van a llenar este mundo de su nueva ideología y veremos como llenan las masas de tierra de los futuros niños que estarán por entregar al mundo, sean fructíferos, sean únicos en su clase.
Los pequeños se elevan unos centímetros más y luego caen repentinamente al piso, la madre llega y los abraza, ellos miran hacia la nada, inconscientes de lo que está pasando a su alrededor. La madre los agarra muy fuerte, preocupada mira hacia todos lados, ahora se acuerda que tiene esposo, llama al anciano, espera poder encontrarlo, espera que alguien pueda rescatarlo, mientras casualmente ve que sus niños tienen signos de estar alterados, el miembro viril del varón parece inflarse con la llegada de sangre mientras que la pequeña dama manifiesta leves convulsiones. Qué podría hacer ella para ayudarlos, tal vez nada, trata de llevarlos a su casa pero no puede, tiene que esperar, tiene que esperar por alguien.
Pasan los días y las semanas. Los pequeños siguen en cama. Descansan, se despiertan, comen mucho y se vuelven a dormir. La madre tiene demasiadas cosas en la mente, su marido que la embarazó cuando él tenía 45 años esta indignado con la vagancia de sus hijos y con los mensajes extraños de su mujer. No entiende cómo unos jovencitos aparentemente saludables y sin alguna tara de sus ancestros repentinamente pudieran caer en la locura. Hablando solos y elevándose por los aires, eso no era algo natural. Debía tener alguna explicación, su mujer no era confiable, ella les daba demasiada atención, cuando a un hombrecillo mayor como era su hijo ya debía estar preparándose para servir en algún lugar lleno de lujos o en algún ejército. Pero no, estaba tirado, temblando y atendido como una dama, el padre de familia no puede soportar algo como esto.
Cierto día los padres hacían sus actividades de la manera usual cuando de repente escuchan unos sonidos que vienen desde la habitación principal, el padre da un grito de orgullo, su varón por fin se levanta de su mediocridad y vuelve a hacer ejercicios. La madre como tal regresa muy rápido pues se preocupaba genuinamente por sus hijos, llega a la habitación donde todos dormían y ve el espectáculo aterrados, su hijito menor estaba desnudo sobre su hermana, ella con las piernas abiertas, las caderas del joven moviéndose de arriba hacia abajo mostrando sus testículos hacia quien llegara a la zona de descanso. Mira a su hermana, botando líquido desde su sexo, el chico hace unos sonidos guturales mientras la sangre aparece por el costado de la vulva de la niña, el muchacho se emociona, gruñe mientras penetra con fuerza, su niña da unos gemidos, efectivamente está gozando de lo lindo. La mamá se acuerda de su esposo y gira, no viene, no le interesa, solo se preocupa cuando el niño no quiere trabajar, no cuando está enfermo, no cuando se está recuperando. Se acerca, mirándolos a los chicos de 14 años teniendo sexo salvaje, el joven acelera los movimientos, gruñe de nuevo.
EVELIO. Ah… ahhhhh…!
ADANA. Ahhh…!
MADRE. No…
Reduce los movimientos, depositando el semen en la vagina de su hermana, pero su gruñido no dura solo unos segundos, reduce la cantidad de movimientos, baja algo el volumen de los chasquidos, del sexo intenso de dos adolescentes. Pasa una eternidad mientras el chico termina de depositar la leche, ella no recuerda que su esposo soltara tanto líquido, era una cantidad impresionante. Lo veía y no lo creía, estaba viendo a su hijo con las piernas estiradas eyaculando sobre su hermana gemela, era algo impresionante de ver, era algo terrorífico. Lo sigue viendo, está absorta, se preocupa por su marido, se preocupa por sus hijos, pasan menos de treinta segundos y el hijo se retira de la vagina de su hermana, sale junto con su flácido pene una copiosa cantidad de líquido seminal, manchando la vulva hinchada de la niña, corriendo por los incipientes vellos y corriendo por el perineo y por su ano lampiño. A su costado cae rendido el muchacho con su pene empapado, duerme, inconsciente, se echa y descansa, la niña respira con calma, su pecho desnudo y pequeño en comparación con el suyo, algo en su rostro se ve raro, también en su hijo. Era algo extraño, estaban allí, pero ninguno de los presentes reaccionaba, camina por la habitación, olía a sexo duro, los veía allí, casi muertos, escucha a su esposo ingresar por la puerta principal, se asusta, limpia velozmente a sus niños, tapa al varón y cubre a la jovencita, su sangre y semen empapaban su coño, pasa su pañuelo, limpiando todo. Respira, su esposo entra a la habitación, los ve durmiendo y se cuestiona.
PADRE. ¿No estaban despiertos?
MADRE. Parece que solo fue una pesadilla.
PADRE. Ya me está hartando ese muchacho, si no despierta para dentro de unos días lo voy a golpear duro.
Pasan los días otra vez, la madre atiende a los pequeños no puede evitar pensar en sus hijos teniendo sexo entre ellos, ella ya había visto eso antes, en sus hermanos, su hermano mayor cuando él tenía dieciséis se encontraba con una vecina que tenía solo diez años y le hacía toda clase de maldades, recordaba a su vecino teniendo sexo anal con su tía, recordaba a su hermanita menor poniendo el pene de su hermano en la boca cuando eran niños. Recordaba algunas cosas, algunos juegos, pero lo que había visto aquí era algo completamente diferente. Los nervios estaban con ella, se sentía extraña, quería hablar con alguien decírselo a otras personas, pero esto parecía algo prácticamente imposible. Ellos vivían en una comunidad lejana, eran granjeros, entregaban su cosecha a los lejanos personajes que se aparecían de vez en cuando para comprar las comidas sembradas y recogidas por estos granjeros. Su papá tenía una forma de ver el mundo, era lógico, a ella y a sus hermanas las enviaría a la casa de un varón de elevada edad para que se casara y tuviera muchos hijos. Sin embargo solo dos serían los entregados por su útero al principio. Dos gemelos, aquí yacían en la cama. Los veía dormir y se conmovía, solo dos hijos le entrega al marido en los primeros años, nada más, pese a que follaban de vez en cuando, pero no le atinaba tanto, con el tiempo tendrán más hijos, ahora tienen 4 y 6 años, el padre se encarga de enseñarles cosas del campo mientras la madre hace tareas del hogar. Era cansado, pero ahora también tendría que encargarse de los hijos mayores, pues el dador de esperma estaba demasiado ocupado con los golpes y con la bebida.
Se limpia las lágrimas, pensar en sus hijos como las víctimas de una maldad atípica la ponía demasiado nerviosa, no lo podía soportar demasiado. Limpia los rastros de sexo de sus hijos que con el tiempo terminan de recuperarse, obviamente no recuerdan nada de lo ocurrido, ellos estaban recién despertando, no tenían cabeza para nada. Camina ella, mira al marido como enseña las labores a los hijos, ella no quisiera esto para sus hijos, ella quiere algo diferente, algo superior, quiere ir más allá. Se recompone, pensando en sus ideas raras, de escapar, de hacer una vida con los suyos. Cocinando para ella sola, sin soportar a su anciano esposo y su actitud malvada y a las inclemencias de la naturaleza del campo. Mira y se serena, ellos están afuera, sus demás familiares, en las grandes ciudades, así que nada más puede suceder.
MADRE. No, otra vez no.
Corre hacia la habitación y los ve de nuevo a sus hijos follando como si no tuvieran algo mejor que hacer, no lo entendía, era antinatural. Miraba como subían y bajaban sus sexos, los miraba entregando mutuamente sus jugos, los miraba, por segunda vez lo estaban haciendo, era algo atípico, sentía que tenía que hacer algo, pero no se le ocurría qué. Los miraba entregarse al placer, gimiendo, gritando, esta vez su padre y sus hermanos estaban demasiado lejos, no los escuchan, por lo que ella más calmada decide esperar y tratar de pensar en alguna explicación lógica, no la halla, sus hijos tenían sexo y no parecían estar conscientes de lo que hacían, tampoco recordaban algo de todo lo que hacían en las mañanas. Ella se indigna, piensa en lo que pasará cuando despierten, cuando verdaderamente lo hagan, no tendrán explicación posible para justificar esto, decir que estaban en alguna ensoñación extraña no era algo que pudieran decir para disimular los actuales acontecimientos. Ya no encontraba nada más que decir. Se estira, termina el espectáculo delante de ella, algo así, estaba a punto de terminar, pues el chico eyaculaba durante casi treinta segundos en la vagina de su hermana, todos los días, ya era el colmo todo esto. Espera la buena madre, esperando a que su niño regara toda la semilla dentro de su pequeña niña. La mujer respira con calma mientras los cada vez más bajos gemidos de los dos terminan poco a poco, despegándose al poco rato y liberando la espesa crema tanto en el útero como en la vulva de la pequeña dama. Se retira después de limpiar todo el desastre de fluidos y líquidos liberados por ambos durante el coito inconsciente. Se retira pensando en lo que diría su marido, lo comentado por las vecinas, qué dirían si se enteraran de estas actitudes perversas. Siente un gran escalofrío al respecto.
Sin embargo los días siguen pasando, los niños seguían jugando, seguían follando, lo hacían en las mañanas cuando nadie escuchara, lo hacían cuando despertaban, seguros que podrían dar rienda suelta a sus impulsos sin control. Lo hacían cuando nadie oía, nadie, excepto su madre quien piadosa se mantenía firme esperando a que los inocentes niños terminaran sus tareas sexuales. Se quedaba ahí de pie, viendo cómo ambos se ponían en la difícil labor de perpetuar la especie, listos para todo lo que venga tras una inseminación involuntaria, acaso sabían lo que hacían?, cómo saberlo, estos niños no parecen preocuparse por algo y no parecen estar por la labor de pensar en las posibilidades de todo esto. Prosiguen con su actividad, todos los días, su madre vigilaba para que nadie los interrumpiera, a veces quería decir algo para detenerlos pero los niños no dejaban de hacer lo suyo. No estaban conscientes de lo que pasaba a su alrededor, no estaban conscientes de nada, ni de lo que ellos hacían, no tenían idea alguna de lo que hacían con sus genitales.
Por las noches la mamá pensaba en lo que ellos hacían, por qué se habían vuelto unos depravados, cuál era la razón verdadera para estas lujuriosas acciones. Trata de serenarse, aunque es complicado, quiere saber la verdad, hablar de esto con alguien pero sabe que otros le dirían frases lapidarias, esta zona no parecía amigable con las personas que deseaban apoyo pero que eran extrañas, ella lo era. Su padre la había vendido, hacía muchos años de esto, cuando la entregó a su actual esposo tras mucho tiempo de negociación, algunas vacas y unas hectáreas fueron entregadas. Tras esto se hizo el trato, ella se fue con un hombre mayor que la penetraba todos los días durante los primeros años, luego casi siempre tras nacer los tres primeros y algunos meses tras el cuarto. Ahora no le hacía nada, razón por la cual tenía que satisfacerse, no constantemente, ella no era de ese tipo de hembras, pero igual sentía las ganas de meterse un dedo o un pequeño tubérculo para tener algo de diversión en estos momentos. Respira, se siente agitada cada vez que tenía que vigilar a sus pequeños sonámbulos, estaba extasiada, sorprendida por lo que ahora acontecía en su vida, no podía creer los derroteros actuales de su matrimonio, no solo había sido abandonada en la cama por su esposo, quien ahora la insultaba y la golpeaba. Ya no era algo que podía soportar demasiado, así que solo debía esperar allí a que sus hijos terminaran de fornicar tan fuerte, tan intensamente.
Parecía un día cualquiera en su actual rutina, los chicos allí seguían con lo suyo. Ella lo veía y sin querer mojaba sus prendas internas, se emocionaba sin querer al ver este espectáculo. Tan concentrada estaba en ver a sus hijos que no había escuchado a su marido entrar, tan libidinosa se sentía que no pudo deducir los pasos de otro ser humano aproximándose. Tan excitada se encontraba que no pudo reaccionar ante su marido soltando los sacos de arroz y viajando hasta la puerta para agarrar su trabuco contra lobos y prepararse para el que estaba follando en la cama de sus hijos. La madre de familia tiembla, se desespera en tapar, en bloquear la puerta de la habitación, sus demás hijos le dicen algo al padre pero este no responde, está decidido a ejercer justicia, la señora vuelve la mirada ante los jóvenes que no están escuchando nada de lo que está pasando actualmente. Los escalofríos parecen querer iniciar el recorrido en su cuerpo, trata de serenarse, el marido aparece con el arma gritando y diciendo incoherencias mientras los gemidos de la niña ahora se incrementan. La madre grita algo, el padre nota que ella los protege, protege al atacante de su pequeña, por lo que decide empujarla, la apunta con el mata-zorros, ella retrocede con una mueca de desesperación y llanto, se queja, grita.
HERMANITO. Papi.
HERMANITA. Papá, va a matar a un zorro.
MADRE. No, por favor, no.
PADRE. Mataré al demonio que está atacando a mi pequeña, lo haré ahora, retírate!
EVELIO. Ahhh… ahhh…
ADANA. Ahhhhhh… aaaaahhhhhhh…
MADRE. Por favor, es tu hijo.
PADRE. Muere mal bastardo.
Apunta con el arma hasta que se da cuenta que el sujeto sobre su hija suelta su esencia masculina dentro de ella, va depositando el líquido dentro de ella, la va preñando, se demora cinco, diez, quince segundos. El hombre muy varonil se queda al igual que la madre estático ante el espectáculo, un niño de esa complexión soltando esa cantidad de leche, era algo no natural, la mamá goza otra vez ante el espectáculo, los movimientos de caderas de los chicos, su interior se humedece, el padre ve la vulva recibiendo un pequeño trozo de carne que era algo más grande de lo que él recordaba que los jovencitos de esa edad tuvieran. Apunta. La mujer despierta de su ensoñación al escuchar a su hijito decir algo, se pone nerviosa y agarra a su hombre del brazo, el varón dispara, la bala que efectiva era a corta distancia, corta la ropa, mesa, una parte del catre masculino y la lámpara de la habitación, pero no llega al objetivo, la madre se encargó de eso, el tipo gira y la golpea con la parte trasera del arma, la mujer cae. Ahora si el padre de familia tiene la posibilidad de dar un segundo tiro, pero tiene que cargar, considera usar una vara, tal vez algo contundente para matar al tipo, pero no tiene qué, mira a su alrededor y ve a una mujer con parte de su ropa mojada, sobretodo la parte interior de sus prendas.
EVELIO. Ahhh… ahhh…
ADANA. Ahh… ahhhhh…
PADRE. Debería repudiarte…
MADRE. Son tus pequeños, no…
Y es ahí donde se da cuenta, voltea, tal vez ha pasado medio minuto, tal vez uno completo, su hijo sale de la vagina de su hermana, sí, de su propia hermana, de su hija, y se echa al costado, respirando hondo. Ahora lo entiende, el papá ve a su niña desnuda y comprueba con sus ojos las palabras de su mujer, entendiendo así por qué ella se rehusaba a que él dispare. Se quiebra, su hijo penetrando a su hermana, esta con su cuerpo desnudo mostrando la vulva con escasos vellos y abundante leche, con una sonrisa en la cara mirando a la nada, su hijo con el pequeño miembro desinflándose por el efecto de lo ocurrido, mostrando su brillantez, fruto del incesto, de los cruces entre los jugos de su corrida y los orgasmos demostrados por la hija pequeña. Sujeta su arma y se retira de allí rumbo a la despensa para sacar un licor añejo, o eso cree él y procede a tomarlo mientras considera sus planes a futuro. Los niños más pequeños siguen con sus juegos por ahí ignorantes de todo, esto era lo mejor. La mamá se retira a su cama, pensando en lo recién ocurrido, tiembla, sabe lo que su esposo es capaz de hacer y tiene algo de miedo. Trata de serenarse, pero sabe que no puede, mira su vestido, allí abajo estaba ligeramente húmedo, se había corrido exageradamente, pero cuándo había hecho algo así. Nunca. Ni con su esposo ni pensando en el amor de su infancia. Siente vergüenza y debería, ahora había sido descubierta ante su marido, tanto en su sexo como en el encubrimiento de sus pequeños en esta malvada e incorrecta situación.
Por su lado el esposo bebe de su botella, decidido, ya sabe qué es lo que tiene que hacer, no se va a detener por el cariño a su mujer, pues sabe que esta es una grave ofensa, él hará lo que tenga que hacer y seguro tendrá el apoyo de sus vecinos, puede que incluso de su esposa linda y recatada, si es que quiere, claro, congraciarse con él después de lo que hizo. Toma su rifle y unas hogazas de pan junto con una carne que tenía guardada, junta un poco de equipaje y decide largarse, no para siempre, pues esta es su propiedad, sino durante un tiempo para despejar la mente, para poder encontrar su camino y volver a ser un hombre de bien, como lo son todos en su familia, como es un verdadero hijo de su pueblo, dignos y creyentes del bien. Pasan las semanas mientras el padre de familia se reencuentra con su amigo, un antiguo compañero de entrenamiento y caza, conversan sobre los hijos, sobre la familia, esperando una nueva vida, ningún momento dice lo acontecido, mantiene la dignidad de su familia y las buenas costumbres, él no es un ser de esos. Lo que sí comenta es que sería bueno que su hijo aprendiera de los verdaderos oficios de los hombres, que se entrene para convertirse en una persona de bien, el amigo lo escucha, considera que los niños ahora deberían aprender cosas de la familia antes de ir a esa clase de entrenamientos. El padre de familia escucha con serenidad pero llega a la conclusión que lo mejor para sus hijos es que los muchachos vayan a entrenarse así como los hombres de antes, que participen de la vida de una vez antes que sea demasiado tarde y que luego regresen a casa con todas esas vivencias a intentar formar sus respectivas familias y sus propias vidas. El amigo le plantea que mejor es dejar que los jóvenes vivan un poco de su juventud y niñez y que tal vez a los 16 o después que esto, puede que a los 18 sería mejor enviarlos lejos para que puedan hacerse hombres de verdad y no ahora, no cuando todavía puede ayudarlo a él con las cosechas y puede enseñarle un par de cosas a sus hijitos más pequeños, antes que crezcan y puedan ahora sí reemplazar al mayor de los hijos varones cuando éste se vaya lejos. El padre lo piensa durante un rato, pensando en su hijo, en todo lo que le enseñó, en las clases para sembrar y cosechar, cuando caminó sus primeros pasos, cuando él pudo enseñarle a hablar, todos los acontecimientos que ambos vivieron desde el nacimiento hasta el final de su pubertad. Recuerda, siente algo en su interior, casi aliviándolo, pero después vuelve a ser él mismo y entiende de verdad lo que debe hacer, se recompone y recupera su pensamiento, su idea inicial. Mira a su amigo con determinación y trata de decir la frase de la manera más firme posible, le dice a su amigo que su hijo ya ha pasado por diferentes cosas de niños y que ahora que desea ser un hombre, un hombre de verdad debe entregarlo a la legión de resistencia, para luchar contra los Jenízaros y hacerse así un nombre, o caso contrario, ganar algo de honor entre toda la perversión que se ve en los pueblos de la zona geográfica donde se ha visto forzado a vivir él y toda su familia.



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Muy rico y sobretodo herótico.