Una noche demasiado corta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por xLadyMistery.
Natalia, una muchacha delgada y rubia, de bonitos ojos de un tono verdoso y abundante pecho había decidido salir a tomar algo aquel sábado. Se puso su mejor vestido y se encaminó al mejor bar del barrio, pidiendo como siempre una cerveza al camarero.
Una vez tuvo su bebida, se dirigió a una zona donde todos bailaban, pasando allí un largo rato hasta que de repente, sus miradas se cruzaron. Allí estaba, un chico más o menos alto y bien parecido, bailando sin prestar a nada demasiada atención. Coqueta, se acercó a el, comenzando a bailar bastante cerca a causa del alcohol y la atracción, entre sonrisas picaras y maliciosas miradas.
Al cabo de dos horas llenas de miradas y mordiscos al aire, se atrevió, atrapando los labios del chico en los suyos a la vez que el joven correspondía al beso con ansia, pues la tensión reprimida durante aquel tiempo comenzaba a desbordarles. Lentamente, los rojos labios de la rubia buscaron el oído de su acompañante, proponiéndole una última copa en su casa, cosa que el castaño aceptó a pesar de lo arriesgado, pues ambos sabían que si seguían ingiriendo alcohol acabarían acostándose juntos.
La casa de Natalia estaba cerca, por lo que fueron allí andando, besándose por el camino, como si el resto del mundo no importase.
Al llegar, la rubia abrió la puerta, entrando algo ansiosos, entre suaves caricias. Los labios del castaño buscaban la piel de la sensual muchacha, la cual había saltado a sus brazos, enredando las piernas en sus caderas, deleitada por su calor, ladeando la cabeza para que este accediese a su cálido cuello, estremeciéndose al sentir sobre este los labios y dientes de su acompañante, sintiéndose descontrolar lentamente. Las manos que antes sujetaban sus piernas ahora lentamente se adentraban en su vestido, haciendo erizar la piel que acariciaban, así como lentamente la ojiverde se excitaba sin poder evitarlo, sintiendo una prometedora erección crecer contra su sexo, separados aun por la ropa que ambos deseaban hacer desaparecer.
Zellen, con cierta posesión, apoyó la espalda de la chica en la pared, dejando que esta se deshiciese de su camisa con lentitud, haciéndose de rogar a la par que los besos, mordiscos y caricias de el hacían que Natalia jadease suavemente, con el pulso realmente acelerado, agitándose su respiración a la vez. Deseosa, se acercó a sus labios, rozándolos con suavidad.
-Mi dormitorio está al final del pasillo…
Susurró la muchacha suavemente, pegando sus generosos senos al pecho del muchacho, mordisqueando los labios del chico a la vez que este la llevaba hacia la alcoba entre besos.
Lenta y suavemente, la dejó en la cama, acariciándose entre ambos, deseosos de fundir ambos cuerpos en uno. Suavemente, Nat giró sobre el, quedando a horcajadas en su cadera, deshaciéndose lenta y sensualmente del pequeño vestido rojo, dejando que la frondosa melena cayese por su espalda, comenzando entonces a besar el cuello y clavícula del chico, sintiendo como lentamente la piel de este se erizaba, bajando suave y pausadamente sus rojos labios por el tordo del muchacho, deleitada por las caricias en su cabello. Con lentitud, los labios de la joven, se deslizaron hasta el bajo vientre de su acompañante, desabrochando sus vaqueros para después deshacerse de ellos.
Con calma y picardía, mirando al chico a los ojos, una de sus manos se deslizó sobre los boxers de este, acariciando con lentitud el inhiesto miembro que se intuía perfectamente bajo la ropa interior de Zellen, besándolo sobre la tela antes de quitar al joven la ropa interior, observando con deleite como su erección saltaba al salir de su particular prisión antes de atrapar el ardiente miembro en sus manos, acariciándolo con lentitud y cuidado, tratando así de proporcionar un mayor placer a su compañero, ladeando una pícara sonrisa antes de pasar con lentitud su húmeda lengua desde la base al glande del miembro del contrario. La cara y ronroneo de placer e él animó a la muchacha, envolviendo en la cálida humedad de su boca el inhiesto y caliente miembro que tenia hasta entonces entre las manos, lubricando este con su saliva, deleitada.
Con lentitud, comenzó a mover la cabeza arriba y abajo, sintiendo como Luis se tensaba, posando ambas manos en la cabeza de la rubia, guiando así sus excitantes y placenteros movimientos, acariciando a la vez la muchacha con una de sus suaves manos los testículos de su acompañante, sin dejar de mover la lengua alrededor del miembro ajeno, sin apartar la mirada de los ojos de su acompañante, mirándole con deseo y lujuria, deseosa de sentirle dentro de ella, excitándose cada vez más, sintiendo como su fina ropa interior se calaba lentamente por la humedad de su ardiente sexo, sin poder evitar la ladina sonrisa que se formaba en sus labios
Sacando con lentitud el miembro ajeno de entre sus labios, recorriendo el glande de éste con su lengua y labios, deshaciéndose entonces de su ropa interior, acariciando suavemente sus senos, gateando después hacia el, besando lentamente sus labios antes de pasar una de sus piernas sobre el rostro de su compañero, volviendo a su tarea de proporcionar placer al joven, sintiendo entonces los brazos del muchacho rodear sus caderas, sintiéndose estremecer cuando el cálido aliento de Zellen golpea su humedad, temblorosa entre sus brazos a la vez que le masturbaba, sintiendo con deleite como la ávida lengua del chico invadía su ansioso sexo, endureciéndose sus pezones a la vez que masajeaba con sus labios el glande del erecto miembro que había frente a su rostro, ahogando en el sus gemidos, acariciando el contorno de este con la punta de la lengua, con la piel de todo el cuerpo erizada.
De repente, sintiendo como los labios de Luis atrapaban su clítoris, un traicionero gemido escapó de su garganta, algo temblorosa, arqueando la espalda, sin poder evitar cerrar fuertemente los ojos. Sin saber de donde salía su temblorosa voz, suplicante, murmuró al fin:
-Ha-hazme tuya…
Sin poder evitarlo, Zellen mordió una de sus nalgas, tomando sus caderas con cierta posesión.
+Acuestate, preciosa…
Susurró a la vez que, lentamente, acariciaba los senos de la rubia, besando con fuerza sus labios al obedecer ésta, ansioso y excitado, algo dentro de él necesitaba sentirla completamente suya. Con suavidad, las manos del muchacho recorrieron el torso desnudo de la chica, atrapando sus erectos pezones en un pellizco, mordiendo y besando la blanca piel de sus senos, haciendo que esta se erizase, dejando suaves marcas en ellos, deseoso de entrar en la acogedora calidez de su sexo, sintiendo ya en el glande la escurridiza humedad de este.
Nat, con el pulso acelerado, cerró los ojos, algo temblorosa, jadeante, necesitaba sentirle dentro. Tragó saliva y, con necesidad, alzó las caderas contra la erección de Zellen, sintiéndole penetrarla lenta y suavemente, mordiendo sus propios labios para así ahogar el gemido que intentaba escapar al sentirle en su fondo, arqueando la espalda, sucumbiendo al placer de sus suaves embestidas y ansiosas caricias en su cuerpo, abriendo la boca por la impresión que el placer le provocaba cuando sintió dos dedos del contrario acariciar su rosado e hinchado clítoris, incapaz de contener ya los gemidos, evitando arañar sus hombros durante unos minutos.
Zellen sintió con deleite como las uñas de la rubia se clavaban en sus hombros, haciendo caso a sus suplicas, ella necesitaba mucho más de él, y su cuerpo la ansiaba a ella. Con cierta brusquedad, giró, dejando a la muchacha el control del momento, sonriendo ladinamente a la vez que sujetaba sus nalgas para ayudarla a moverse a un ritmo algo rápido, torturando así placenteramente al castaño, el cual estaba encantado de sentirla de aquella manera sobre su erección, sintiendo como su flujo resbalaba lentamente por su miembro.
Durante quince minutos, la rubia aumentó lentamente el ritmo de sus movimientos, masajeando él su trasero a la vez que ella misma apretaba y masajeaba sus redondos y blancos senos. Jadeaba cada vez más agitada, echando la cabeza hacia atrás a punto de llegar a un intenso orgasmo gracias a las caricias y embestidas del joven, boqueando al faltarle el aire, dejándose ir, dejado que su esencia empapase el duro miembro de Zellen, encogiéndose los dedos de sus pies.
Algo cansada e incapaz de seguir, desmontó de su miembro, atacándolo con su miembro sin que a el le diese tiempo a protestar, masturbándole a la vez que succionando suavemente el miembro del chico, mirándole con el deseo reflejado en sus brillantes ojos, necesitando darle todo el placer del mundo en aquel momento.
Con lentitud, comenzó a lamer y chupar aquella ardiente erección, sintiéndola palpitar contra su lengua, embadurnando esta con su saliva, realmente excitada por la idea, el alcohol y la calentura del momento la animaban en sobremanera, y su sexo aún palpitante, se humedecía nuevamente solo de pensar en que Luis se derramase en el interior de su boca, sabia que el momento se acercaba por lo que, de improviso, el glande de Zellen se alojó en la garganta de Natalia, la cual movía la lengua y cabeza totalmente desatada, complacida al notar el semen de este recorrer su garganta, tragando hasta la mas minima gota de la esencia del muchacho, deleitada por la tensión en cada músculo del chico, disfrutando sus ronroneos, relamiendo sus labios antes de caer ambos exhaustos en el colchón, durmiéndose abrazados, desnudos y satisfechos.
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