Una pacientita inesperada pero deliciosa. Parte 1
Un padre morboso lleva a su hijita a que la revisen de sus molestias y ella termina curando la calentura de su papá y del doctor en turno.
Soy doctor de un consultorio médico general (los que sean de México saben a los que me refiero: los de bajo costo que hay en las farmacias).
Cierto día un papá llega muy preocupado con su hija que a primera vista debía tener de 6 a 8 años (tenía 6.5 me confirmó el papá) diciendo que se queja de dolores abdominales y de picazón en su puchita.
Le pedí que tuviera calma y que en menos de lo que cantaba un gallo su hija se sentiría mejor. Cabe aclarar que ahí caí en cuenta que pedirle calma no era necesario ya que el señor, de unos 36 a 42 años, no aparentaba más, se veía completamente tranquilo y confiado en mi método de abordar el problema. Mientras me describía toda la situación él se sentó en la típica silla frente a mi escritorio y sentó a la niña en sus piernas. El señor, que era de bigote poblado y tenía una barba como de 3 días que no lograban hacer que su bigote se difuminara, optó por sentar a la nena en sus piernas (a pesar de otra silla libre) y veía como le frotaba en círculos su pancita (era delgada ella) y jugaba a que «tocaba el timbre» en su ombligo.
Después de varias preguntas, le digo que no tengo más remedio que revisarla para saber qué tipo de antibiótico le tengo que recetar ya que lo más probable es que sea una infección y le pido por favor que desnude a la niña por completo. El papá me ve con un poco de desconfianza pero procede a desnudar a la niña y me dice que está muy preocupado ya que pronto entraría a la escuela y no quisiera que la niña inicie el año escolar enferma.
Yo, como buen médico, le empiezo a preguntar por los síntomas, por la historia médica de la criatura, por si la niña hace deporte, si ha entrado en contacto con algo peligroso, si tiende a lavarse las manos, si bebe agua, qué ha comido etcétera.
Posteriormente cuando termino de ponerme los guantes veo que el papá le ha encuerado completamente y le pido que por favor la siente en la cama de exploración y que por favor se quede cerca de mí para evitar cualquier malentendido.
Fue mientras veía un tanto embelesado, sobre mi escritorio, ese vestido rosa fresco de verano, esos calzoncillos infantiles rositas con encajes y moñitos y esos calcetincitos coquetos, que descubro que el papá tiene una erección que intentaba ocultar de manera discreta usualmente encorvandose y haciendo movimientos rápidos y tratando de sentarse nuevamente de manera rápida.
Además me llama la atención que él toma una especie de iniciativa (como si fuese el médico tratante) y le dice a la niña que por favor suba las piernas y las abra «como cuando juegan en casa».
Yo tengo más de 50 años, mi barba es cana, poblada, uso lentes, tengo voz grave, corpulento, manos grandes y como soy algo robusto, mis manos no son, digamos lo más delicadas. En mi carrera he visto muchas cosas pero esa respuesta me dejó no solo confundido sino un poco helado. Esta visita al doctor pintaba para ser anormal, pero yo debí ser lo más cauteloso posible ya que no sabía lo que podría suceder después.
La indicación que le dió el papá a la pequeña la dijo en voz baja, como para que no me diera cuenta pero yo sin duda me doy cuenta (el espacio es pequeño y sordo no soy…aún jajaja) y nos sentamos los dos en esos bancos metálicos típicos de consultorio, frente a esa puchita rosadita palpitante para poder revisar a la nena.
Le advierto a la niña que sentirá algo frío pero que si le molesta algo por favor me lo diga.
En cuanto la toco con mi mano (cubierta con guante de látex) y empiezo a abrir esos labios que están un poco ajustados pero no tan ajustados como lo esperaba, la niña suelta un gemido de placer… Era un gemido inequívoco de placer, no había lugar a duda ya que iba acompañado de un estremecimiento de su cuerpo. Está acción hizo que levantara mi cara rápidamente y enderezara mi cuerpo, curioso, sorprendido.
Luego, voltee a mirar al papá: nuestras miradas se encuentran cara a cara; sonreímos de manera cómplice y él me guiña un ojo pues también se dió cuenta de que a pesar de querer usar la bata con muchos esfuerzos para ocultar la erección que yo mismo ahora tenía debajo de mi pantalón de vestir, ésta era más que evidente. El papá entonces, sin pedirme permiso, empieza también a explorar a la nena con sus manos desnudos y de pronto ingresa un dedo a su puchita…
Creo que fue un lapsus brutus de su parte, porque de inmediato, espantado,se retira lleno de terror en su expresión, como si no pudiera creer lo que acababa de hacer y mucho menos frente a quién. Yo lo tranquilizo, le pongo una mano en el hombro, tomo su brazo lentamente, luego recorro mi mano por todo el brazo que estaba dentro de una camisa formal verde, elegante. Llego a su mano y finalmente tomó su dedo índice el cual me llevo a la boca, así sin más, viendolo directamente. Excitado, cómplice y veo que él está igual. Meto si dedo a mi boca por completo y lamo con mucha firmeza. Él, a su vez, toma de mi otra mano, quita el guante con la mano que tenía libre y también lame mi dedo índice.
Así pues, los dos, en sincronía, complicidad y excitación, empezamos a ingresar el dedo de la nenita que sigue preguntándose qué pasa y por qué siente tantas cosquillas. Con la otra mano abrimos sus labios ajustados mientras oímos los gemidos de placer y sentimos cómo se retuerce y empieza a gemir, a hablar: qué rico siento doctor, qué rico, papito, síganme haciendo cosquillas.
Yo me alarmo: hay gente afuera esperando consulta. Las paredes y las puertas son delgadas y pueden oir. Dejo de hacer lo que hago y le tapo la boca a la niña. Decido que esta es una oportunidad muy buena como para perderse y me decido. Salgo del consultorio y les digo a los pacientes que están esperando que la consulta ha terminado; que tengo un caso que es muy especial y de emergencia y que por ende no puede esperar. Les pido una disculpa y también les pido que se retiren. Al personal de la farmacia les pido prudencia y que no me interrumpan, al menos no antes de que empiece el turno del otro doctor; el que me suplirá. Enfatizo que no deben interrumpirme ya que estaré haciendo un procedimiento pequeño, ambulatorio y poco invasivo con la niña, pero que es necesaria toda mi concentración y además tengo el apoyo total del padre. Por último les advierto que sería natural que la niña gritara ante este procedimiento y que se oyen cualquier tipo de ruido no se alarmen ni sientan necesidad de entrar al consultorio – todo es normal.
Regreso al consultorio y veo al padre ya sonrojado de la excitación; está sudando, dubitativo, no sabe qué hacer. No sabe si tomar a su hija y llevársela o seguir adelante. El padre es un poco similar al padre de la protagonista de la película «Intensamente»: con esa barba que describí de tres días y el bigote abultado se ve que es muy masculino. Yo ya tengo mis canas pero tampoco estoy de malver y tengo una barba canosa también bastante poblada. Este detalle es relevante porque después la niña estará pidiendo que le hagamos más cosquillas con nuestros pelitos de la cara…
Le digo al padre que tenemos que seguir con el examen de la niña y él nada más asiente en aprobación. Juntos, seguimos desdeándola poco a poco y ella se sigue excitando al punto en que dice que tiene ganas de orinar ya en medio de gemidos, podrida en el placer. Esto me sorprende porque nuestros dedos no han llegado tan profundo y a la vez se me hace natural ya que yo mismo, con conocimiento de anatomía, me había dado a la tarea de estimular afanosamente su delicioso clítoris infantil.
Le digo a la niña que es perfectamente normal y que no tenga miedo de hacerlo. El padre le dice a la niña que tendrá que tomar un medicamento que yo le administraré vía oral pero que tiene que cerrar los ojos ya que tiene que sacarlo de un contenido, como cuando lame un dulce para obtener el centro chicloso, de igual forma en este caso tendrá que lamer y lamer para que salga un jarabe especial.
Ambos le decimos que con esa medicina se sentirá mejor y nos damos cuenta que, sin percatarnos, excitados y morbosos como realmente somos,ya nos habíamos bajado la bragueta para dejar salir nuestros penes erectos que eran de tamaño normal, nada escandaloso y ambos sin circuncisión. Mientras tanto, el padre de la pequeña sigue masajeando la puchita de la niña y yo me voy hacia donde está su cabeza y le pido que abra la boca a la par que le vendo los ojos. Ella es muy obediente y sigue creyendo, sobre todo, que todo esto es parte del tratamiento y que como le habían advertido siempre, lo mejor es obedecer las indicaciones del médico.
Meto mi verga erecta a la boca de la niña, quien la empieza a mamar primero tímida, como en desconocimiento y luego, de manera sorpresiva como toda una profesional…
Logra ingresar toda la punta de mi verga a su boquita y la saborea como quien realmente saborea un caramelo a la par que el papá la sigue deseando y tocando el clítoris.
El papá me detiene y me dice que sería importante que le aplicada otro medicamento. Agradezco que lo haya hecho porque si no, habria soltado mi leche enseguida pues ya me faltaba poco.
Intercambiamos lugares sin que ella se dé mucha cuenta de nada y yo me animo a empezar a frotar mi verga por encima de su puchita con ganas de penetrarla de golpe. El papá, cuidadosos de no acabar, le pide que deje de mamar y que se ponga de espaldas, en 4. Nosotros sonos ahora los que alternadamente primero y luego de modo sincronizado perfecto, empezamos a mamar pucha y también anito. La niña gime sin parar, sudando, excitada. Estamos en igualdad de condiciones: el papá y yo nos quitamos toda la parte de arriba de nuestra ropa y quedamos con el pecho desnudo. Su pecho joven con pelos cafés, el mío ya con canas que son testigos del paso del tiempo. ¿Quién diría que hoy al venir a trabajar el destino tendria una sorpresa para mí así?
La puchita rosada seguía palpitante y húmeda y ambos hoyitos se iban dilatando ya que hacíamos un excelente trabajo.
Le dije al papá que teníamos que entrar, que no podía aguantar sin penetrarla. Él coincidió, lo ví muy excitado
De pronto, y contra todas mis instrucciones, llamaron a la puerta…
CONTINUARÁ ….
Que buena historia. Sería rico en entre algún otro doctor, enfermero por qué no el personal de farmacia. Todos para atender a la nena. Alguna droga también pueden usar. Muy bueno
Que bueno que te gustó y mira, no era tan errónea tu sugerencia. Entrará pero un guardia de seguridad. Por lo pronto ya puedes leer la segunda parte acá https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
está disponible la tercera y última parte !
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-3-final/
Que rica fantasía siempre e creído que compartir nenas así es lo más caliente que puede haber
Tu solo seudónimo inspira pecado y calentura. Pensamos igual. Si quieres saber qué pasó después, ya está la segunda parte. Agradecería tus comentarios https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
Me gusta el relato. Espero que ambos sean bisex y se lien los tres. Estaría bien que llegara la mamá de la niña y se mezclara en la orgía.
No sucedió exactamente eso, pero descúbrelo por ti mismo en la segunda parte https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
Se puso muy bueno, aunque lo del papá y el medico como que no es tanto de mi agrado, preferiría que se dedicarán a la chica 😅
Pero me gustó mucho tu relato, por favor sigue escribiendo!
Gracias por los comentarios y la retroalimentación. Para todos los gustos hay! Espero que con la segunda parte lo haya hecho un poco mejor. Léela acá https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
Este procedimiento requiere tambien que hayan futuras intervenciones médicas
Sin duda las habrá! La segunda parte por lo menos ya está acá https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
Huufff me dejaste muy excitado amigo sigue porfa
Ya le seguí para que sueltes la leche bien rico. Lee la segunda parte acá https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-2/
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wowwww
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Que lindo medico