Una pacientita inesperada pero deliciosa. Parte 2
Continúa la historia de una paciente al que su papi llevó a consulta pero que también estaba lista para ser compartida..
Hola a todos, quisiera continuar con este relato en el que les comentaba que soy un doctor de unas farmacias muy famosas de bajo costo aquí en la Ciudad de México. Cierto día un papá llegó con su nenita de 6 años y medio a consulta ginecológica ya que necesitaba que le revisaran la pochita. Qué mejor que yo para llevar a cabo esa tarea aunque yo en ese momento no me había dado cuenta de lo pervertido que podía hacer y fui engatusado por el padre para comportarme de una manera instintiva y completamente animal.
Si quieren leer todo lo relativo a la primera parte pueden acceder al siguiente link: https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-1/
A manera de resumen Les comparto lo siguiente:
Padre de la nenita: barba de días de 36 a 45 años. Con bigote también.
Yo: ya entrado en más años. Barba y bigote poblados canosos
Ella: 6.5 añitos
Cómo se podrán haber dado cuenta por el relato anterior el papá y yo habíamos entrado en una práctica de complicidad en la que disfrutábamos a la pequeña hija de él. Esto nos permitió desearla a nuestro antojo y además abrir poco a poco su agujerito a la par que separábamos sus labios y frotábamos su clítoris. Ella se estremecía ante cada movimiento y pedía más y decía que le hacían cosquillas y se veía leguas que estaba disfrutando todo lo que le pasaba.
Adicional a eso tuvimos la idea de que nos mamara la verga alternadamente con esa pequeña boca infantil que se movía bastante bien para la inexperiencia que hasta ese punto yo pensé que tenía. La verdad, tanto el papá como yo estábamos disfrutando enormemente: ya no solo jugábamos con sus genitales ni me chupaba la verga, sino que también pasaba las yemas de mia dedos suavemente por au lozana y lisa (¡qué lisa y perfecta tienen la piel las criaturas!) y nos molestó bastante (más a mi, porque me sacaron de una especie de trance en el que estaba) que llamaran a la puerta justo en el momento en que habíamos decidido que no soportábamos más y que la penetraríamos.
Tuve que ponerme a toda velocidad la ropa de arriba ya que me había desvestido y también subirme los pantalones torpemente. Evidentemente la persona que estaba al otro lado de la puerta, una vez que la abrí, pienso que se dio cuenta de que algo andaba mal o que estaba cuando menos sospechoso. La identidad de ese sujeto que había tocado la puerta era un joven de menos de 30 años, ¡qué digo 30! quizás 20 años, muy alto, apuesto y era el guardia de la plaza en la que se alojaba el consultorio de las farmacias a las que he hecho alusión. Iba vestido como si fuera militar sin realmente serlo, incluida casaca, chaleco antibalas, bufanda como de guerra y unos pantalones ajustados con unas botas de policía que le quedaban bastante bien; se veía muy varonil.
A él yo ya lo conocía de ahí de toda la vida, pues era el guardia de la plaza, y dijo en voz sorpresivamente gruesa para sus años mas no para su aspecto:
—Doctor, perdone que lo moleste pero— hizo una pausa en la que les digo que pudo echar un vistazo a todo el panorama y quedó extrado, — pero por favor, requiero que mueva su coche doctor (repitió).
Procedí a salir a mover el auto y le pedí que por favor también esperar afuera. Él no se movió de la sala de espera en lo que yo regresé y se quedó ahí después de que cerré la puerta para seguir con la consulta.
Para cuando regresé,el papá estaba sudando había estado dedeando y lamiendo la puchita de su hija intensamente («qué triste que él ha podido estar gozando estos minutos» pensé sin reconocerme a mí mismo) y me invitó por favor a que me uniera a él, a lo que rápidamente yo me desnudé por completo igual que lo hizo él y seguimos deseando y metiendo nuestra lengua en la vagina y en los hoyitos de esa pequeña zorra que disfrutaba como una muy buena puta. De hecho, el ano empezaba a hacerse más flexible de tanto que lo estábamos estimulando alternadamente, la niña seguía gimiendo con mucho placer pero también notaba que ya estaba roja y bastante sudada. Nuevamente gritó en un estremecimiento, entre voz queda y entre contenida (como si quisiera gritar más fuerte pero su cuerpo no la dejara) que tenía ganas de hacer pipí, a lo que yo le dije
— Adelante nena, princesita.
Y soltó unos chorros virginales de excitación que fueron unos jugos que jamás volveré o esperaba sentir.
Para este punto tanti el padre como yo ya estábamos bastante agitados y excitados y nuestras vergas pulsaban de lo duras que estaban. Fue ahí cuando nuevamente le pedí a la princesa tan zorra que se metiera mi pedazo de carne en su boquita infantil. La mamaba con fallas pero no mal y la disfrutaba.
— Sí princesa, este es un dulce y acuérdate que lo debes disfrutar porque al final llegará tu medicamento para que te cures.
— Vente para acá abajo — me dijo el padre de la nada. —quiero que me la mame a mí también.
Intercambiamos lugares y para cuando me dispuse a hacerle sexo oral vaginal nuevamente, al separar sus labios rosados, empapados y vibrantes, pude ver que su agujerito, asi bien muy estrecho, también vibraba como con vida propia, excitadísimo y fue cuando me dije «esto no se puede quedar así». Contra todo mi conocimiento médico, sentencié en mi mente: «tengo que penetrar a esta pendejita princesa, abrir paso en su hoyo como si yo fuese su príncipe»
Afortunadamente tenía la verga ya muy muy erecta. Seguí estimulando con mis manos todas sus zonas erógenas y ella, aunque tenía la boca llena y ocupada con la verga de su papi, genia abogadamente, evidenciando que estaba gozando…
Me levanté y busqué entre el gabinete de medicinas un tesoro útil para ese instante: la pomada con lidocaína. Adormecería todo lo que fuera necesario para que esa nena que ya se estaba comportando como toda una zorra pudiera disfrutarme.
Tuve que usar un pequeño paño y limpiar el área, ya que estaba llena de saliva y de otros líquidos que se intercambian típicamente cuando se está disfrutando el sexo, cuando se está haciendo bien y cuando es tan apasionado como lo que estaba sucediendo en ese consultorio. La diferencia para mí es que esto era una muy nueva experiencia, a la edad que tengo, ya en la tercera edad, y que todo fue súbito, inesperado. Aunque me sentía extraño, y con una lucha moral en mi mente, triste o afortunadamente, ganó la calentura y el fierro que tenía entre mis piernas que me decía que pusiera manos a la obra. Aproveché para también untar Lubrifist en su anito para que todo se fuera dilatando.
Procedí a acomodarla, ella parecía que ya lo estaba esperando porque nuevamente hizo movimientos para su ir sus piernitas, ambas. No alcanzaba la estatura para poner esas deliciosas piernas sobre mis hombros pero no hubo necesidad.
Tome mi verga y empecé a pasarla, primero lentamente, después de forma frenética, encima de sus labios, recorría desde el pubis hasta el perineo. Cuando ella pudo sacarse brevemente la verga de su padre (que se nota, sabía se los poderes de la discreción y que el personal de la farmacia estaba al lado del escritorio) quien gemía con placer pero contenido y a bajo volumen mientras cerraba los ojos y hacia muecas de placer con su boca, ella, la princesita de 6.5 años, que ya estaba con su cara roja, sudada pero que lejos demostrar signos de cansancio mostraba signos de placer pudo hacer otra cosa más que atinar a gritar en una voz un poco más alta de lo que nosotros hubiéramos querido, su grito mezclado con suspiro de excitación:
—Doctor, creo que me voy a hacer pipí, puede hacerme cosquillas con su barba?
Me sorprendió la puntualidad de la solicitud y la elocuencia en una nena de esa edad. Era sin duda una viciosa del placer. No tuve más remedio que bajar a besar su clítoris y toda su zona genital procurando pasar mi barba por toda ella. Funcionó, otra vez tuvo un orgasmo. Me dije a mi mismo que ella estaba en el punto: excitada, golosa y deseosa.
Procedí a tomar mi verga que ya estaba más dura que nada y ahora a azotar con ella su ombligo, su clítoris y el resto para culminar en la entrada de su cueva. El papá observaba masturbándose él mismo pues la nena también estaba al pendiente de lo que hacía y lo había dejado a un lado. En padre se mordía los labios al ver que su hijita iba a ser poseída y, seguramente, por la excitación de todo lo que estaba aconteciendo
Puse mi verga pelona (sin protección) en la entrada de esa cuevita que no podía estar más lista y palpitante.
No mentiré: a pesar de todo lo hecho costó trabajo meter la punta. Ella se quejaba de dolor pero también externaba excitación, logré meter la cabeza de mi verga y un poco más pero no me atreví a ir más allá, hasta su himen sagrado.
Sigo sin poder mentir y es que, ustedes, sobre todo los lectores de mi edad entenderán. Meter mi glande y parte se mi verga en esa guardia tan estrecha y tan caliente… Ufff, me bastaron unos pocos movimientos para soltar mi leche. No la saqué inmediatamente pero cuando lo hice, me sorprendió que seguía saliéndome semen y la manche por fuera incluso en su pubis tan lampiño.
El papá no demoró nada y si bien no fue grosero, al contrario, me agradeció esta proactividad jajaja me apartó rápidamente y veloz, con la verga en su mano que era sin duda más larga que la mía pero más delgada, se puso también en la enteada, le dijo a la nena que papi la amaba y empezó a empujar. La verga entró con algo de dificultad, pero la entrada a la cueva ya no era tan inflexible y le dió la bienvenida al tronco de papi.
La nena ahora cerraba los ojos y se acariciaba ella misma el pecho, los pezones de esas tetas que demorarían todavía años en brotar. Se tocaba la cara y los labios. Por su edad asumo que no sabía qué hacer consigo misma. Estaba encantada con el placer, temerosa del dolorcito que había sentido y ávida de más verga. A los 6.5 años de edad, había nacido y se había confirmado una viciosa del sexo, la verga y la lujuria.
El padre se me quedó viendo. Había llegado a la pared importante llamada himen. No sé por qué pero sostuve su mano mientras escupía a donde en tenía la verga y a los genitales de nuestra (así es, ya era mía también) de nuestra princesita. Lo tomé de la espalda baja y le di un empujon para que terminara la tarea.
— ¡Ya no, papi, me duele!— gritó ella, y me alarmó. Sentí miedo, pues no sabía cómo reaccionaría el personal de la farmacia, o si incluso había alguien afuera, en la sala de espera, aguardando por su turno o a que llegara el otro doctor.
—¡No te preocupes, princesita es por el tratamiento!— atiné a gritar en un volumen muy evidente, como si quisiera que el resto del mundo se enterara de que todo se trataba de una cuestión médica y de que nada estaba pasando al interior del consultorio.— Es necesario para que mejores, chiquita.
Las palabras que le dije parecieron haber hecho un acto de magia automáticamente la niña empezó a soportar los bombeos que le daba su padre cuya verga ya salía con un poco de sangre muy poca en realidad me imagino que el tamaño y la edad de la pequeña le daban un nivel también pequeño como ella.
El padre siguió bombeando esa panochita tan pequeña y deliciosa unos minutos más hasta que me volteó a ver, me tomó del hombro l, y gimióz y bufó, e hizo muecas de placer, nuevamente se mordió los labios y se vino dentro de su pequeña. A la pobre parecía no caberle tanto semen vaciado en ella, que lo empezó a escurrir y a bombear hacia afuera, como si quisiera deshacerse de él; pero también ella gritaba y gemía: al parecer estaba muy excitada. Inesperadamente, y sobre todo a mi edad la verga me empezó a bombear y yo me empecé a estremecer, ya estaba muy muy dura por lo que tuve que tomar otro turno. En cuanto el papá se retiró y sin importarme el cansancio de la pequeña o lo anormalmente dilatada que ya estaba la penetre en un solo movimiento. Tomaba sus piernitas en mis manos mientras sentía como esa panocha estrecha se comía toda mi verga, de una manera deliciosa.
A pesar de que tenía los ojos cerrados, intuía que la nenita disfrutaba aunque pudiera estar cansada o adolorida y eso me excitaba más. Podía oír al padre, dado que su verga estaba húmeda y era más sonora, masturbarse frenéticamente pues su pene aún no perdía la flacidez o la había recuperado (al fin y al cabo era más joven que yo, juventud, divino tesoro. Y qué tesoro si pensamos en esa panocha tan tierna que me estaba dando servicio de antología). Con mis ojos cerrados aún, sentí nuevamente que había llegado el momento en que me estaba viniendo a chorros y no saben cuánto disfruté: nuevamente entré a ese trance del que hablaba y sentí como la leche recorría el canal necesario al interior de mi cuerpo para llegar a la punta de mi verga. La sentia como toda caliente invadía el cuerpo de esta nena tan lujuriosa y deseosa de verga.
Todo ese trance no permitió escuchar el ruido de la puerta. Al ir a mover mi coche olvide echar seguro nuevamente cuando volví a entrar, o no me fijé, un descuido.
Al abrir mis ojos, el joven guardia que ya había interrumpidos nuestra travesura antes estaba algo perplejo, impávido, sorprendido, con mis llaves en su mano.
— Dejó caer las llaves de su coche en el pasillo y se las traje. ¿Que está pasando? ¿Qué están haciendo?
El padre notó que aún con su vestidura casi militar, la única arma que no podía ocultar el joven era el vigoroso bulto que ya estaba debajo de sus pantalones, luchando por ser liberado.
—No sucede nada oficial — se apresuró a responder el padre de la criatura a la que habíamos llenado de leche. —Pase al consultorio por favor y cierre la puerta con seguro.
¿CONTINUARÁ…?
Ptm que rico relato acabo de leer esperemos que ese guardía de seguridad se coma también a esa nenita y tenga la verga igual de sabrosa qué ustedes… Me imaginé también mi vergota negra peluda y gruesa entrando en ella.
Muchas gracias por los comentarios. Me motivan a escribir más y claro, el guardia viene fuerte
Que rico relato me la jale 🤤🤤
Muchas gracias por los comentarios. Me motivan a escribir más y qué rico que te la jalaste. Espero hayas sacado mucha leche
asu onda mano me dejaste picadsisimo mas con ese guardia que habra pasado uffffff
Ya está disponible la tercera y última parte !
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-3-final/
Muy buen relato y estoy esperando la tercera parte del relato.
Ya está disponible la tercera y última parte.te invito a leerla y me che tas qué tal
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-3-final/
que delicioso relato, espero sean mas y disfruten muchos de esa pequeñita !!!
Que bueno que te gustó. Ya puedes leer la 3ra y última parte amigo
https://sexosintabues30.com/relatos-eroticos/heterosexual/una-pacientita-inesperada-pero-deliciosa-parte-3-final/
amio llevo muco esperando la continuacion. esta muy rico el relato
Ya está lista la tercera y última parte para que corras a leerla y me des tus opiniones
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Delicioso si alguien quiere hablar o enviarme algo rico mi Telegram arrow40ct
Suertuda aunque hubiera preferido q la desvirgara el doctor