Una semana de mucho sexo con mi querida suegra(III) Final
El regreso de mi esposa. Carmencita regresa a casa y va a requerir que su maridito le haga el amor.
Tal como estaba previsto, a los quince días regresó Carmen, mi mujer. Como correspondía a un marido cariñoso pasé a recogerla al aeropuerto. Llegó muy contenta. Ya en el auto…
… Mi amor te extrañé tanto… mientras que una de sus manos se dejaba caer encima de verga, sobándola y buscando la erección.
… Y yo a ti cariño. ¿Cómo te fue?… por suerte mi picha comenzó a reaccionar y rápidamente se puso tiesa para satisfacción de mi mujer.
… Muy bien, el curso es muy bueno y creo que me vendrá de maravillas. Pero extrañé mucho tu presencia. Por las noches en soledad me la pasaba pensando en ti y esta cosa maravillosa que tienes… dijo, tocando mi picha totalmente erecta… tanta era mi calentura que una noche no pude más y tuve que masturbarme.
… ¿En serio? Con qué lo hiciste si el consolador lo dejaste olvidado en casa.
… No tuve otra alternativa que hacerlo con mis manos, mejor dicho, con mis dedos. Lo del consolador fue un olvido imperdonable que no me sucederá más. Es igual a esta preciosura que tengo en mi mano por eso lo necesitaba.
… No sé si te voy a dejar ir otra vez, me siento muy solo cuando no estás.
… Espero que mi madre te haya atendido bien.
… Desde ya. Me cuidó muy bien…mientras decía esto pensaba en lo bien que lo había pasado con su madre.
Llegamos a casa y luego de los saludos, me marché a mi trabajo dejando a madre e hija en plena charla. Me fui pensando que había hecho bien en llamarme a sosiego con mi suegra en los dos días previos porque sabía que por la noche Carmencita me iba a tomar examen para ponerme a prueba y satisfacer sus deseos acumulados.
Por la noche, luego de la cena que preparó mi suegra, nos quedamos un buen rato de sobremesa para conversar. Mi mujer llevó la voz cantante dando algunos detalles de su viaje y su curso, que mi suegra y yo escuchamos atentamente. De pronto pregunto :
… Y ustedes cómo la pasaron en mi ausencia? ¿Me extrañaron mucho?
… Por supuesto… dijo mi suegra Marta.
… ¿Y como se las arreglaron?
… Muy bien, dije yo…mientras mi suegra me miraba con una sonrisa cómplice… Tu madre se portó muy bien, me hizo las comidas que a mí me gustan y mantuvo la casa en orden.
… Bueno, digamos que te mimó un poco, ¿no? Preguntó Carmen
… La verdad sea dicha, se portó de maravillas. No me hizo faltar nada …dije yo.
Cuando pasamos al dormitorio, ya higienizado, me acosté esperando a Carmen. Tardó en aparecer. Cuando lo hizo casi me desmayo al verla. Traía puesto un conjunto compuesto de un baby doll de tul y puntilla transparente que dejaba ver un corpiño y un micro tanga cola less, todos de color negro, mi color favorito, que resaltaban las tetas y el culo en versión de infarto.
Verla así disparó todos los demonios de mi cuerpo que a partir de ese momento solo pensaba en las locuras sexuales que íbamos a hacer.
… ¿Te gusto? …me dijo aun a sabiendas cual era la respuesta
… Una maravilla mi amor, estás más hermosa que nunca…dije, sin mentir en absoluto.
… Me compré estas prendas pensando que gustarían para esta ocasión. Espero que no me defraudes papito.
Viendo mi estado de alucinación, Carmen comenzó a pasearse por el dormitorio luciendo su espectacular cuerpo vestido para el amor. Yo la seguía con la mirada mientras su cuerpo se contorsionaba haciendo un strip tease. Las prendas que se quitaba, realmente pocas, me las arrojaba provocándome con la mirada. Viéndola completamente desnuda mi calentura llegaba al máximo. Miraba sus tetas turgentes y su hermoso culo y me parecía que esta más linda que nunca.
… Ven mamita, ven aquí que si pasa un segundo más sin tenerte a mi lado me muero… dije tomándola de un brazo trayéndola hacia mí en la cama.
La abracé fuerte y busqué sus labios para fundirnos en un beso largo y profundo que duró un largo rato. Me aparté un poco de ella para contemplarla. Tendida en el lecho parecía una versión actual de la Maja Desnuda. Su melena lacia y rubia enmarcaba un rostro muy bello en donde sus ojos azules brillaban expectantes. Y qué decir de su cuerpo, no encuentro ahora las palabras para describirlo cabalmente. Unas tetas del tamaño que a mí me gustan, ni tan grandes ni tampoco pequeñas, turgentes coronadas por pezones duros, piernas largas que en su vértice mostraba una vagina pulcramente depilada. Le pedí que girara y me mostrara su cola. Realmente era una pintura ese culo, redondo como un durazno con cachetes que provocaban morderlos de tan bellos.
Mientras me calentaba viendo ese cuerpo que sabía mío, me preguntaba si no había sido un canalla metiéndole los cuernos con su madre y la amiga de ésta. Miraba ese cuerpo casi perfecto y no podía dejar de comparar con mis maduras conquistas. Éstas habían sido un buen tentempié, pero el plato fuerte era el que me iba a comer en ese momento.
No aguanté más y me lancé a gozar. Por un momento dudé, no sabía cómo empezar, pero sus tetas me apuntaban como pidiendo mi atención. Y allí fui. Las tomé en mis manos mirándolas como si fuera la primera vez que las tenía mi disposición, para luego llevármelas una y otra vez a mi boca para besarlas y chuparlas. Los pezones parecían dos pitones por lo duros que estaban y también recibieron mis caricias bucales. Estaba como enloquecido gozando de ese par de tetas, mientras Carmencita me tomaba la cabeza jugando con mis cabellos.
… Huy, mmmm, que le pasa a mi maridito que está tan efusivo con mis chichis.
… No sé qué me pasa, pero las veo más bellas que nunca, con esos pezones que me invitan a morderlos. ¿Puedo?
… Si mi amor, pero no muy fuerte por favor.
Y seguí mamando un largo rato, hasta que sentí que Carmen se apoderaba de mi verga y me decía
… Cuanto extrañé mi juguete preferido que siempre me llena de goce y me inunda con su lechita. Quiero tenerlo y acariciarlo ¿me dejas?
… Ya sabes que puedes hacer lo que quieras con él, ¿aunque porque no nos acomodamos y cada uno juega con el sexo del otro?
… ¿Me estás proponiendo un sesenta y nueve? lo dijo a sabiendas que esa era una de las poses que más nos gustaba a ambos.
… Si mi amor. Yo también quiero disfrutar de tu conchita, que me parece que también merece su parte.
Ese sesenta y nueve fue memorable. Aún hoy cuando lo recuerdo me pongo al palo. Ella se montó arriba mío como lo hacíamos siempre, poniendo a mi disposición sus dos agujeros, mientras se adueñaba de mi falo con las dos manos para hacerme una suave paja, mientras se llevaba el glande a la boca para chuparlo. Su experta lengua empezó a lamer todo el recorrido de mi pene y también mis testículos. Iba y venía en un movimiento constante que poco a poco me iba llevando a la gloria. Cubrió mi falo con innumerables besos y lamidas, y también algún mordisquito, mientras sus manos seguían en un sube y baja constante. Realmente era una experta haciéndolo.
A pesar del enorme placer que estaba recibiendo, yo no me quedé quieto. Debía y quería responder a sus caricias, aunque primero me detuve a admirar lo que tenía a mi vista. Sus nalgas suaves como piel de bebé se curvaban hacia abajo y separadas por mis manos, me ofrecieron el paisaje de sus dos agujeros. Su esfínter de color marrón claro lucía fruncido y apretado, más abajo su vulva impecable me mostraba sus labios externos apretados como invitándome a abrirlos. Lamenté no tener mi celular a mano para tomar fotos de ese espectáculo singular.
Mientras Carmencita seguía con todo empeño jugando con mi virilidad, sabiendo de sus gustos comencé por comerle el apretado ojete, lo besé y lamí en repetidas ocasiones. Con mi traviesa lengua penetré levemente su agujero mientras escuchaba que con sus gemidos mi esposa me indicaba de su beneplácito por mis caricias.
Después de haber disfrutado de su apretado ano, pasé a regodearme con su vagina. Mientras mis manos seguían separando sus nalgas, mi boca buscó meterse en el delicioso agujero. Creo haber confesado mi fama de comecoños por el gran placer que logro cuando disfruto de uno. Mi lengua en permanente movimiento, empezó a recorrer el interior de esa sabrosa vagina buscando los sitios más ocultos. Después de unos minutos me ocupé de sus clítoris. Lo noté más hinchado que en otras oportunidades y comencé a lamerlo y chuparlo hasta que sentí que Carmen se derramaba en un orgasmo que me bañó boca y cara.
…Que rica mamada Papi, me hiciste acabar muy rápido. Pero ahora quiero que me la metas por favor. Fueron muchos días de abstinencia y no aguanto más…me dijo en tono suplicante
… Y yo muero por entrar en esa cueva mimosa…dije tomando mi verga al palo y disponiéndome para la faena.
… ¿Te gustaría hacerlo en plan perritos? Así puedes metérmela toda qué es lo que quiero y me gusta…me dijo en tono suplicante
… ¿Así que quieres ser mi perrita? Pues entonces ahí vamos
Se colocó en posición y yo blandiendo mi verga que estaba completamente dura de la excitación que tenía, empecé una penetración lenta. Quería gozar de cada milímetro de su vagina. Muy despacio comencé el movimiento de meter y sacar, los gemidos de Carmen me acompañaban y dándome más impulso. Con una mano alcancé su raja y le acaricié el clítoris para darle más placer. Así estuvimos varios minutos más porque la tensión acumulada era muy grande y no la podíamos aguantar más. Lo que vino de inmediato fue una descarga brutal que lance dentro de esa vagina y que fue respondida segundos después por un orgasmo total de mi mujer. Sus gritos apenas apagados por la almohada se unieron a mis gemidos. Seguramente mi suegra los oiría, lo cual aumentaba mi excitación.
El polvo consumado había sido y ambos nos derrumbamos en la cama tomados de la mano. Cuando pudimos recuperar el aliento me dijo:
… Me hiciste gozar como cuando éramos novios, estuviste bárbaro. Ahora me quedo tranquila porque en un momento de mi viaje pensé que por ahí te buscabas un reemplazo.
… Que dices? Dónde voy a encontrar una mujer como vos. Sos única…mintiendo piadosamente.
… No sé, por un momento pensé que tal vez no podrías aguantar tantos días.
… Me parece que haber resistido la tentación se recompensa con este momento que estamos viviendo ¿no te parece? seguí mintiendo.
… Totalmente… ahora descansemos un ratito y seguimos ¿no?
… Por mí toda la noche… dije
Nos quedamos callados por rato. Carmen no aguantó tanto tiempo quieta y comenzó a acariciar mi pecho jugando con mis tetillas. De a poco fue bajando su mano hasta apoderarse de mi falo, que al recibir sus caricias comenzó a recuperar energía. Se acercó a él y llevándolo a su boca comenzó a dar lamidas y chupadas que rápidamente le dieron nueva vida al instrumento. No hay dudas que para eso valía mucho su experiencia.
… Me gusta tanto y por eso lo extrañé mucho…dijo
… Y él a ti.
… Ves cómo le gustan mis caricias, ya está tieso otra vez…dijo orgullosa de su faena
… Parece que quiere volver a sentir la grata sensación de estar dentro de tuyo.
… Yo lo recibo con mucho gusto, me gustaría que me lo hagas por la entrada de atrás. ¿Quieres? Hace tiempo que no lo hacemos así y casi se me olvida esa hermosa sensación.
… Me encanta. Ya que lo quieres, será así, tienes que ponerte en posición.
No me dejó terminar de hablar, y sabiendo la pose que a ambos nos gusta, se puso de espalda, se tomó sus piernas por debajo de las rodillas levantándolas. De esa forma su vagina y esfínter quedaron en posición, solo que ahora le tocaba el turno al chiquito.
Unté mi verga en los jugos de su vulva y la apoyé en el agujero. Hice presión para tantear la resistencia, aunque sabía que el ano de Carmencita, ya acostumbrado a las dimensiones de mi falo, cedería rápidamente. Así fue. Lenta e inexorablemente fue ganando espacio dentro de su recto. Yo sentía como siempre la presión que mi esposa hacía con sus músculos para que ambos tuviéramos mayor deleite. Por fin llegué a fondo de mis posibilidades. La tomé de sus caderas y me dispuse al embate. Carmen me miraba y con sus ojos me decía que estaba en pleno goce.
… ¿Te gusta mi amor? ¿Estás gozando? dije
… Estoy en el cielo. Me gusta tanto cuando me la pones por acá que no quiero que acabes pronto papito. Procura no acabar rápido.
… Te lo digo siempre, pero lo repito, tu culo es sensacional. Me quedaría aquí toda la noche.
… Sigue, sigue, sigue así, no pares por favor.
… Lo que pasa mi cielo, es que de a poco siento que me va a venir.
… Un poquito más, dale.
Aguanté unos varios minutos metiendo y sacando mi verga de su ano y luego me derramé entregando el resto de mi semen que aún me quedaba. Lo hice dando gemidos contenidos para no levantar la voz. Es que realmente estaba gozando como si hubiera sido la primera vez que me comía ese culo.
Mientras yo daba ese espectáculo, Carmen comenzó a tener su descarga. Lo hizo cerrando los ojos y tensando su cuerpo dando quejidos y fuertes suspiros. Soltó sus brazos y me llevó hacia ella en un fuerte abrazo que acompañó un beso largo y profundo con el que me quiso demostrar su satisfacción.
… Después de esto, valió la pena estar unos días separados, ¿no te parece? me dijo con una cara de satisfacción que denunciaba su complacencia.
… Estoy de acuerdo, me entregaste un polvo tremendo, gracias mi amor.
… Sabes una cosa? Cada día me gusta más como me haces el amor. Eres insuperable.
… Lo que pasa es que te quiero mucho y tu hermoso cuerpo cada vez me inspira más…esto lo dije con toda sinceridad.
Miré el reloj que estaba en la mesa de noche e hice el cálculo que llevábamos más de tres horas de amor. Ya había pasado largamente la medianoche y los cuerpos comenzaron a relajarse después de tanto trajín. Me puse a su lado, la volví a besar y creo que nos quedamos dormidos al mismo momento.
A la mañana siguiente reanudamos las caricias, pero eso será parte de un nuevo relato.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!