Uno de los casos de incesto en mi familia
Se trata de padre-hija y, por vivirlo de cerca con la protagonista, mi prima hermana, puedo contarlo relativamente claro..
Por razones personales, es asidua mi visita en el foro de incesto. Allí surgen preguntas de varios usuarios; aunque la mayoría sólo tienen morbo y probablemente sólo fantasías que nunca se atreverán a realizar, o, como en mi caso, no podrán ya cumplir, me gusta comentar, pero no siempre considero adecuado ese espacio para relatar algo que dé luz y los remito a un relato que hice exprofeso, como en este caso.
Yo tendría unos nueve o diez años cuando jugábamos con los primos con el fin principal de manosearnos los sexos. Como a casi todos nos ocurrió, los juegos preferidos eran “las escondidas”, “el doctor” (o doctora) y “el papá y la mamá”. Además, siempre teníamos a nuestros primos o hermanos preferidos para escondernos, o ser paciente y doctor, o papá y mamá. En mi caso, mi primo favorito era Diego (ver “El primo diácono”).
En una ocasión, un fin de semana se hizo una pijamada en casa de unos tíos y éramos como diez primos juntos de edades entre los nueve y doce años. Vimos películas en la tele, el tío nos hizo palomitas y la tía chocolate. En la noche, me acosté en la cama de mi prima y más noche llegó mi primo Gustavo, más grande que nosotras para jugar al papá (él) y la mamá, pero también teníamos una hija, mi prima Asunción.
El “papá” quedó entre nosotras dos, yo dándole la espalda y Asunción abrazando a Gustavo por la espalda. Estuvo muy caliente el asunto.
–¿Qué haces? –le pregunté a Gustavo cuando me bajó el pantalón de la piyama, incluido el calzón.
–Los papás duermen sin nada abajo –me contestó bajándose él su pantalón y trusa.
–Sí es cierto, yo he visto que duermen sin nada –dijo Asunción–. ¿Los tuyos se acuestan con ropa? –preguntó.
–Sí, pero más tarde se la quitan toda –contesté recordando a mi papá con su verga tiesa penetrando a mi madre– ¡¿Me vas a hacer lo que hacen ellos?! –pregunté al sentir el penecito erecto de mi primo entre mis nalgas.
–Sí, tú vas a ser la mamá… –contestó, empezando a moverse y sentí su pene mojado punteándome el ano–. Éstos son los cariños de los papás… –dijo, tratándome de penetrar analmente.
–También a la hija le da cariños de esos el papá –dijo Asunción bajando la mano para asirse del falo– y nos miramos mi primo y yo sonriendo.
–Al rato tú serás la mamá, le contestó el primo, pero ella le acarició los huevitos para seguir jugando.
–No es necesario, los papás también quieren a las hijas –insistió la prima, dejándonos claro que a ella le hacía algo más el tío.
–¿Te da cariños cuando está con la tía? –preguntó el caliente de mi primo quien cada vez me mojaba más las nalgas.
–A veces. Desde chiquita lo agarraba como te agarro a ti, pero él tiene pelos y sus bolas son más grandes, también su pipi –explicó.
–¿Y te hace así? –le preguntó mi primo subiéndose en ella.
–Sí, pero cuando no está mi mamá –contestó abriendo las piernas y ella misma se metió el miembro de mi primo en la vagina.
Yo estaba alucinada, por varias razones: sentí el pene en contacto con mis nalgas, sin ropa de por medio; me calenté con la fricción del glande mojándome el trasero; ver cómo mi prima se metía fácilmente el pito del primo y, por último, envidiarla porque su papá sí se la cogía. Esto último era mi fantasía más querida y, ahora, sólo en mis fantasías con mi amante las recreo. (Lo cuento en “Patitas con leche”.)
Supongo que mi primo se vino en ella, o algo parecido, porque al poco rato él dio unos quejidos y se fue al terminar, dejando a Asunción en estado de somnolencia, con una sonrisa de oreja a oreja, y muy mojada de la panochita. Más tarde le pregunté si le gustó lo que le hizo el primo.
–Sí, y no me dolió como otras veces con mi papá, porque papi la tiene muy grande y sólo me mete la puntita, pero a veces se mueve con más ganas y me la mete un poco más, causándome dolor –me explicó.
–¿Y qué hace tu mamá? Nada, ella no sabe que papá me mete su pipí. Sí sabe que se la agarro cuando ellos están amándose o cuando nos bañamos juntos. Pero papá me dijo que amarnos él y yo sería nuestro secreto, que mamá no lo debería saber –contó y se durmió pronto
Yo tardé mucho para dormir, pensaba en mi papá y en mi mamá, me imaginaba a mi papá sobre mí, metiéndome su trancota después de haberla sacado babeante de la cueva de mi madre. Yo no dejaba de pajearme recordando a mi padre metiéndosela a mi mamá, mientras ella le pedía que lo hiciera más rápido. Me dormí así, pero en los sueños sentí claramente el semen de mi padre, pidiéndome que ese sería nuestro secreto, como el de Asunción y mi tío…
En la mañana, me desperté antes que mi prima y, en cuanto ella abrió los ojos, le pregunté si no le dolía la panochita.
–No, ¿por qué? –preguntó extrañada.
–Porque el primo te metió todo el pene anoche –afirmé.
–Ja, ja, ja, ¡estuvo rico!, lo tiene chiquito, deberías decirle que te lo meta a ti también por allí, es más rico que por atrás –dijo muy animada.
–¿Ya te lo han metido por la cola? –pregunté.
–Sí, todos lo meten primero por allí –aseguró.
–¿Quiénes? –insistí.
–Mi papá, los primos y otros –dijo, y cuando le pregunté que cuáles primos, me dijo varios nombres, además de dos tíos y un amigo de su papá.
Me dio gusto saber que Diego no fue de los que se la habían cogido, aunque, en realidad, ella era quien los seducía. También me contaba cómo algunos tenían penes diferentes y lo que sentía cuando los primos grandes o los tíos eyaculaban.
¡Sí que estaba muy corrida para sus diez años! Pero lo que yo envidiaba tremendamente era que ella lo hacía con su papá, ¡qué envidia!
A partir de ese día, cada vez que nos veíamos, le preguntaba por lo que sentía con su papá y cuándo era la última vez que se la había cogido. Lo que ella me platicaba, me mojaba. Pero un día me dijo que ya no me iba a contar nada porque su papá se había enterado, por ella, que varios primos ya la habían amado. Su papá se enojó y dijo que ella sólo debía hacerlo con él y a nadie le debería contar eso, no sólo a su mamá. Me costó trabajo convencerla que ese secreto yo ya lo sabía y que a nadie más se lo diría, que ni se preocupara porque yo no le diría a nadie más.
–¿También supo tu papá lo de los otros tíos y su amigo? –le pregunté con morbo.
–¡No!, ¡qué le iba a contar de eso! Cuando vi cómo se enojó cuando supo lo de los primos, me puse a llorar y ya no le dije más.
Nuestras confidencias crecieron con los años, ella supo que yo quería que mi papá me cogiera, pero que él no intentaba nada, ni yo tampoco, a pesar de que ella me insistía en que me sentara en sus piernas y me tallara el trasero en su regazo. También, cuando él me abrazara por atrás, yo tomara sus manos y las pusiera sobre mis bubis (ya grandecitas a mis doce años) y apretara para que las sintiera; lo hice un par de veces, pero mi papá quitó sus manos rápidamente y en una me despidió dándome una nalgadita diciéndome “Vete a ayudarle a tu mami en la cocina”.
También, en su momento, ella supo que nuestro primo Diego me había desvirgado. Le conté los detalles y que yo había sangrado un poco. Sin embargo, ella no supo cuándo perdió el himen, “Seguro que fue mi papi en los días que mamá fue a cuidar a la abuela, esa ocasión me la metió toda por primera vez, y también me llenó de semen”.
Cuando ella cumplió dieciséis me contó que ya no le había bajado la regla, y que su papá estaba preocupado porque nunca la dejó tener novio; además, desde que la regañó a los diez años, ya no quiso que ella cogiera con alguien más y ella lo obedeció. A la semana, sus papás se gritonearon: el tío le dijo a la tía que ella no la cuidaba bien y ella le retobó que nadie andaba con ella porque él no quería. Al día siguiente, le dijeron a ella que se iría a San Antonio de vacaciones con su mamá. Lo que ocurrió fue que Asunción abortó en San Antonio contra su voluntad, pero no le dijo nada a su mamá sobre quién la embarazó, a pesar de la insistencia de su madre para que se lo contara. Ella sí quería tener un hijo de su papá, pero su papá no. De allí en adelante, sus coitos fueron con condón y luego usó píldoras anticonceptivas.
Con el tiempo, Asunción tuvo novio, cogió con él, se casó y tuvo hijos, pero siguió cogiendo frecuentemente con mi tío; lo hacían todas las veces que podían, hasta que éste murió.
¡Ay, papacito, si tú me hubieras cogido…!
¿Por qué cuentas esto, Ishtar? Bien sabes que me pones a pensar en ese pecado.
Ahora pongo más atención a las reacciones de mi papá, quien, aunque está grande, se nota muy fuerte y aguantador. Una noche que me quedé a dormir en casa de mis papás, escuché cómo hacían el amor. Mi mamá le preguntó «Qué te pasa?, ¡ya nos vinimos y sigues con ganas!
Yo me masturbé escuchando decirle a mi mamá «Cada día estás más buena» mientras la cama rechinaba. ¿Será que él estaba imaginando otra cosa… la misma que yo?
Cuando lo abrazo me aprieta más fuerte, ¿o seré yo quien lo hace para que sienta mi pecho? Son más frecuentes los roces entre nosotros. ¿Soy yo?, ¿es él? o ¿ambos los buscamos?
¡Ay Ishtar! Si pasa algo tú serás la culpable.
¿Y yo por qué? (dijo el clásico menso). Yo no le he dicho a tu papá que te coja, ni a ti que no lo hagas. Sé que se te antoja. ¿Qué pasaría si te ve cuando te bañas? Además de que te escuche decir «cógeme, papasito» (como le dices a Bernabé) mientras te estás pajeando. Prepáralo bien…
Pues yo también me vine la primera vez, a los doce años, en una niña putita de diez años, como Asunción. A ella se la había desvirgado un primo un poco mayor que yo y sabía metérsela y moverse muy bien para hacernos venir.
Esa niña me contaba cómo cogían sus papás, a quienes veía frecuentemente en la noche, pues ella dormía en el mismo cuarto que ellos. También me contaba chistes muy subidos de color. A la fecha, la sigo viendo, pero dejamos de coger desde adolescentes.
No lo dudo, después de saber todo lo que hacía mi prima…
Uff qué rico relato, ojalá hubieras sido mi hija y te hubiera enseñado el amor y el sexo desde bien pequeñita
¡Gracias, Renewe8677! Así necesitaba a mi papá…
Pues sí, hay muchas con esas ganas (no sé a qué se deba la fijación), pero a la mayoría de éstas, les pasa lo que a Mar: no quieren verlo. Afortunadamente se consiguen un buen sustituto, de apariencia, carácter y edad similar a su papá. Es tu caso y el de Mar.
En mi caso, he dejado clara cuál fue mi fijación: Ver la trancota de mi papá entrando y saliendo, babeante y llena de jugos, de la pucha de mamá mientras ella le pedía que le diera más rápido. ¡Quise ser yo quien estuviera cogiendo con papá.
Sí, mi amante José acepto hace el papel de mi papá cuando cogemos.
Te felicito. Me encanto tu relato. Voy a leer todo lo que publicaste. Te invito a vos y a tod@s a leer los mios y a intercambiar experiencias y fantasias. En mi perfil y en presentaciones y contactos esta mi usuario de TLGRM. Saludos
¡Gracias, Joaco19! trataré de leerte, ya empecé.
Pues los relatos de incesto me prenden mucho, recuerdo tener unos 6 o 7 años y ya me frotaba con peluche, almohada, toallas, cojines, a los 8 una prima y yo experimentamos juntas hasta que nos descubrió su hermano (mí primo) de 10 y para callarlo me pidió que le chupe el pene y yo de mil amores se lo hice nos convertimos los 3 en primos inseparables y con casi nada de vigilancia nos chupabamos unos a otro a los 11 años llegó un primo de 13 años a mí casa de vacaciones y me la metió, 2 semanas que casi todas las noches lo hacíamos, cuando ése se fue aún tenía mí anterior primo que creo era medio maricón, porque era hasta más femenino que su hermana y le dije cómo hacerlo y lo hicimos pero nunca quiso con su hermana por más que ella le rogó, ahora mí primo es la niña más puta de las 3
¡Claro que es rico con los primos!
Q rico relato yo practique incesto con primas e hijastra y es muy delicioso, mi telegram en perfil quien quiera contarme y ayudarme con fotos o videos . Gracias.