Vacaciones en una cabaña.
Al año siguiente no fuimos a veranear al lago, fuimos a una cabaña cerca del mar…
A pesar de evitar lo más posible tener sexo con mi hermana fue imposible. Con el calor de verano, con muy poca ropa era inevitable que mi hermana no me tocara, lo que me producía una erección, lo que a ella le gustaba.
No siempre teníamos sexo y cada vez, por diferentes razones teníamos 2 veces al mes, incluso una sola vez.
Antes de que mi hermana cumpliera los 12 le llegó la regla.
– Mira! – me dijo mostrándome sus calzones, que tenia el los tobillos mientras ella estaba sentada en el excusado.
– Qué te pasó? – le pregunté asustado.
– Es la regla, tonto – respondió sonriendo.
Y tú sabías? –
– Si, mi mamá me lo había advertido y hace una semana que me venía sintiendo rara y ayer me dolieron los ovarios todo el día –
– Déjame ver – le dije arrodillado delante de ella.
– Qué quieres ver ? No vas a ver nada – dijo.
– Por favor, déjame ver – insistí. Ella se echo hacia atrás apoyando la espalda en el silencioso y abriendo sus piernas. No sabía qué podía ver, pero aparte de una pequeña mancha de sangre entre los labios de su vagina, todo era normal, la había visto tantas veces e incluso le había besado y chapado esos labios, que no noté nada diferente.
– Te duele algo? – pregunté.
– Sólo un poco mis ovarios – pasé suavemente la yema de mis dedos sobre su piel en la pelvis.
– Pásame agua para lavarme – dijo, tomé el jarrito y se lo pasé lleno de agua. Se lavó mientras la miraba atentamente, ella estaba cada día más linda.
– Sácame los calzones – dijo levantando un pie, le saqué los calzones y los eché a la ropa sucia.
– Pásame una toalla – le pasé una toalla y ella se secó la entrepierna.
– Ayúdame a cambiarme ropa – me dijo cuando la llevé a su pieza. Le saqué el uniforme dejándola totalmente desnuda.
– Pásame unos calzones limpios de ése cajón – me indicó mientras ella sacaba un paquete de la cómoda.
Le pasé los calzones y ella los recibió tratando de habrír el plástico con los dientes.
– Déjame a mi – le dije pidiéndole el paquete, eran toallas higiénicas de las que usaba mi mamá. Le pasé una que ella se puso entre las piernas al momento que me arrodillaba delante de ella y la ponía los calzones mientras ella sujetaba la toalla higiénica.
Una vez bien puesta la toalla, pasé mi mano por sobre la toalla entre las piernas para asegurarme que estaba bien.
Se acostó en su cama y me acosté a su lado abrazándola con cariño.
– Ya no vamos a poder hacer el amor otra vez – dijo con su frente en mi cuello.
– Porqué no? – pregunté asustado, pensando que lo que tenía era grave.
– Tonto, ahora puedo quedar embarazada – dijo, no había pensado en ese detalle.
– Y cómo lo vamos a hacer? – le pregunté.
– No sé – dijo encogiéndose de hombros.
– Y anal? – le pregunté.
– No sé – dijo otra vez.
– Mira, tengo entendido que después de la regla hay una semana para hacerlo – me dijo mirándome a los ojos.
– Ahora también? – le pregunté.
– Ahora? –
– Si, ahora – repetí.
– Bueno, pero será la última vez y no me saques los calzones – rápidamente me desnudé y expuse mi erección. Ella con las piernas juntas bajó sus calzones dejando expuesta su vulva. Metí mi miembro entre sus labios y sus calzones comenzando a moverme.
– Te duele? – le pregunté.
– No, está rico, sigue – no sabía si la había penetrado, luego de un par de embestidas me di cuenta que la estaba prnetrando. Después de unos minutos ella comenzó a tener un orgasmo.
– No terminaste? – preguntó.
– No, no alcancé – teniéndolo todo dentro de ella.
– Parece que estando así me exito más. Pero es mejor así, sácalo y lo metes por detrás – dijo, se lo saqué y ella se puso boca abajo. Abrí sus nalgas redondas, suaves y firmes, puse mi miembro a la entrada comenzando a puntearla suavemente hasta que de pronto se fue todo adentro.
– Te dolió? – le pregunté al oír su quejido contra la almohada.
– No, esta bien – dijo, me quedé unos minutos acostado sobre ella aplastándola y acariciándole.
– Hermanita, te amo – le dije al oído al momento que le daba un beso.
– Yo también te amo – dijo apretando una de mis manos. Comencé a moverme lentamente, con amor lo sacaba y lo metía. Realmente la amaba, no había nada más que me importara más que ella.
Los quejidos fueron en aumento, comencé a moverme mas rápido y con mayor profundidad, me descargué una y otra vez con cada metida, 5 o 6 veces y quedé exhausto sobre ella.
– Me voy a levantar – le dije.
– No! Quédate un poco más – me quedé aplastando sus nalgas. Pensaba en lo agradable que se sentía ese momento.
– Te casarias conmigo? – le pregunté.
– Tonto, somos hermanos y los hermanos no pueden casarse – dijo dando vuelta la cara para mirarme sonriendo.
– Pero si se pudiera, te casarias conmigo? –
– Me estas pidiendo matrimonio? – preguntó con una risita. Yo aún seguía adentro, a pesar de haber acabado no había perdido la erección, por eso que ella no quería que me fuera.
– No, sólo te lo estoy preguntando –
– Sabes que si, seria muy feliz contigo, te amo y tu me amas, te amaré toda mi vida – dijo
– Me gustaría tener unos 6 hijos, qué opinas? –
– Ya, vamos a ducharnos antes de que lleguen los papás – dijo.
Me levanté lentamente sacando mi miembro duro desde el fondo de ella.
– Mira, no podemos casarnos y menos tener hijos. A mi me gustaría tener tres hijos y uno de ellos tuyo – dijo ella.
– Bueno, me conformo con éso –
Las relaciones anales aunque escasas, fueron más numerosas por miedo a que ella quedara embarazada.
uff ke rico