Vacaciones Inolvidables 13
El fin de las vacaciones .
Llegó el viernes y llegó mi esposa. Fuimos a esperarla al terminal porque se vino en bus y nos volvíamos todos el domingo. Sólo traía un bolso de mano.
Teníamos la cena preparada porque llegó muy tarde en la tarde.
Se dió una ducha y se vistió con ropa de playa en la tarde noche, que suele ser fresca y húmeda. Cenamos y nos sentamos a conversar sentados en el sofá.
– Cómo estuvo la semana? – preguntó
– Bien – dije.
– Flojeámos harto – dijo mi hija –
– La pasaron acostados? – preguntó mi esposa.
– No tanto, sucede que casi toda la semana estuvo nublado, entonces salíamos a comprar solamente, no fuimos a la playa – dije. La verdad es que si, pasamos acostados, era nuestra última semana solos. Mi hija se acostaba sobre la cama desnuda a tomar sol para broncearse mientras yo preparaba el almuerzo. Después de almuerzo descanzabamos un rato tomando sol. Después hacíamos el amor, nos duchabamos y nos acostabamos nuevamente, ella al lado que daba el sol. En la tarde comíamos algo, veíamos televisión, después hacíamos el amor, después cenábamos, luego nos acostabamos a ver televisión, hacer el amor y dormir. Así se nos pasaron los días, rápidamente, nos vestiamo sólo para salir a comprar.
– Y tu semana cómo estuvo? – pregunté.
– Bien, agotadora, y pensando en ustedes. Lo deben estar pasando muy bien, pensaba antes de dormir. Unas ganas de estar aquí, acostada con ustedes –
– Bueno, ya está anocheciendo, quieres ir a la cama? –
– No, quiero salir a caminar un rato y después volver a acostarnos – dijo.
– Me parece una muy buena idea, voy a cambiarme ropa –
Mi hija hizo lo mismo, nos pusimos jeans, zapatillas, polera, suéter y parka. Salimos a caminar, no alcanzamos a ver la puesta de sol, sólo un resplandor en la línea del horizonte. Caminé por la costanera abrazado por mis dos mujeres, lleno de orgullo y felicidad. Pasamos por unos juegos infantiles, comimos comida al paso, llegamos a un bingo, jugamos los tres, mi esposa se ganó un vino espumante, comimos unas hamburguesas y volvimos a la casa. Puse el vino en el refrigerador y saqué tres botellas de cerveza. Mi hija ya estaba en edad de beber cerveza si quería, y la hamburguesa no había dado sed. Después de la segunda cerveza nos desvestimos y nos acostamos, mi esposa tenis la prioridad, obviamente, una porque era mi esposa y la otra porque no había cogido en toda la semana.
Desperté en la mañana entre las dos abrazado a mi hija con mi erección en su vagina, ahora le di prioridad a ella y cogimos suavemente tratando de no despertar a mi esposa. Estábamos por acabar cuando sentí unas caricias en mi espalda y unos besos, la habíamos despertado. Hubiera sido imposible que no despertara, con el movimiento de la cama, nuestro movimiento y los quejidos de mi hija que me la estaba cogiendo desde atrás. Después de que mi hija acabó, me di vuelta hacía mi esposa.
– Me gusta verlos coger, me es excitante. Ver como mi esposo se coge a mi hija. Sé que es morboso, pero me encanta. Ahora me toca a mí – dijo poniéndose de espaldas con las piernas abiertas. Me puse entre sus piernas, ella dobló las rodillas acomodando su pelvis para la penetración, después la penetré lentamente.
– Siempre me gustó verlos coger – dijo mi hija con su cabeza en el hombro de mi esposa mientras con su mano en uno de los senosvde mi esposa, jugaba con el pezón.
– Desde que tenia 8 años – agregó. Mi esposa le hacía cariño en la cabeza.
– Todo está permitido en el amor, cuando todos quieren lo mismo – dijo mi esposa.
– Por éso te amo, mamá. Eres la mamá más linda del mundo – le dijo dándole un suave beso en la boca. A mi me gustaba verlas besarse, sentía amor por las dos, aparte de que me excitaba. Pero lo que más me excitaba, era verlas coger, mi hija tomaba la parte activa y mi esposa la dejaba hacer. Aunque trataba de alargar el momento, porque era mágico para nosotros, el orgasmo llegó con toda su fuerza y así, con esa fuerza terminamos de coger. Después de llenar a mi esposa con mi semen me acosté al otro lado. Mi hija seguía abrazada a mi esposa.
– Estás bien mami? –
– Si hija, estoy muy bien –
– Quieres que lo haga yo ahora? –
– Si, hija, ven tú –
Mi hija se subió y la montó en forma de tijera y comenzó a moverse lentamente.
– Hija, date vuelta para acá que quiero ver –
Mi hija se dió vuelta y vi como ponía su vulva contra la de mi esposa que estaba llena de mi semen que brotaba de su vagina. Ver los labios de sus vulvas como se besaban, la espuma que se producía, el sonido de los besos de sus labios vaginales y el olor a sexo me tenía nuevamente con una erección. Mientras mi hija con su mano derecha abrazaba la pierna de mi esposa, con la otra mano comenzó a masturbarme.
– Papi, quieres cogerme por atrás? –
– Si tu quieres –
– Si, quiero –
Me puse detrás de mi hija, ella se levantó y con una mano tomó semen del que tenía en su vulva y lo puso en su ano, tomé mi miembro y la penetré sin ningún problema. La penetraba por atrás por lo menos una vez al día y a ella le encantaba. Después ella apoyó su vulva contra la de mi esposa y yo comencé el movimiento de penetración entrando y saliendo al mismo tiempo que ellas rozaban sus babosas vulvas, me parecía que las penetraba a las dos con cada estocada. Mi hija llegaba a vibrar mientras su garganta dejaba escapar gritos reprimidos y guturales. Finalmente todo terminó, acabé dentro del ano de mi hija, ella y mi esposa habían acabado un par de minutos antes. Recuperé el aliento, antes de sacárselo a mi hija y dirigirme al baño.
Terminamos los tres en la ducha enjababonándonos por todos lados.
– Que rico estuvo mami, cierto? – dijo mi hija mientras nos sacábamos.
– Si hija, estuvo muy rico – dijo mi esposa.
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