Vacaciones Inolvidables 5
Primera noche en la cabaña. .
Desperté cuando estaba oscureciendo, estaba abrazando a mi hija. Le hice cariño en el pelo y despertó, se apegó más a mi y algo dijo que no entendí.
– Tienes hambre ? – le pregunté.
– Si, mucha –
– Entonces vamos a la ducha –
– No quiero levantarme –
– Pero no tenemos nada para comer, vamos a tener que comprar de todo – le dije.
Se levantó no de muy buena gana, pero en la ducha se le quitó.
– A la vuelta, vamos a hacer lo que tu quieras, pero ahora vamos tener que ir a comprar, si es que encontramos algo abierto. Además podemos comer algo y volvemos. Te parece? –
– Si, vamos que tengo hambre – soltándome, me tenia abrazado por la cintura y había puesto mi erección entre sus piernas.
Nos vestimos algo abrigados, con parkas porque en la noche se pone algo helada la brisa marina.
– Parece que mi mamá no llegó –
– No, y menos mal porque nos hubiera encontrado acostados –
– Uy! De veras –
– Ya no llegó y seguramente tiene que trabajar mañana – le dije bajándome de la camioneta. Habíamos encontrado el emporio abierto aún. Aunque a esa hora andaba mucha gente en la calle, además de la que venía llegando por la temporada.
Compramos todo lo necesario para la semana. Media calle más allá había una botilleria, lo que más habían y estaban abiertas hasta la madrugada algunas. Ahí, compramos las bebidas, las cervezas, algo de vino y un whisky. Me gusta tomar un vaso de whisky en la terraza mirando las estrellas en las noches, me relaja y duermo como un bebé.
Después de las compras fuimos a comer algo. Encontramos un carrito de comida rápida. En realidad hay varios, por todos lados. Ella pidió una hamburguesa y yo un churrasco. Se podía comer en el lugar, en la barra o en las mesitas.
– Comemos aquí, en la cabaña o en algún escaño mirando el mar? –
– Prefiero lo último –
Claro que de noche no se ve mucho en la playa, además de que se llena de jóvenes a conversar y algunos a besarse con sus novias. Después de comer caminamos abrazados dando una vuelta por los juegos mecanicos, luces, música y bingos que se realizan todas las noches.
– Quieres jugar a algo? – le pregunté.
– No, quiero volver a la cabaña –
Caminamos hasta la camioneta y nos fuimos a la cabaña, que no quedaba muy lejos. Normalmente lo hacíamos caminando igual que cuando vamos a la playa. Pero como había que comprar muchas cosas..
Llegamos a la cabaña y llenamos el refrigerador que estaba vacío. Abrí una botella de cerveza y tomé un sorbo.
– Yo también quiero una – dijo mi hija.
– Eres menor de edad le dije mirándola seriamente –
– Para tomar cerveza soy menor de edad? – me preguntó extrañada.
Me reí, destapé otra botella y se la pasé. Nos sentamos en el sofá a tomarnos la cerveza.
– Vamos a dormir juntos esta noche? –
– Si, si tu quieres –
– Si quiero, siempre he querido –
– Lo sé, pero no podías dormir con nosotros, cómo íbamos a hacer el amor con la mamá y tu en la cama? –
– Pero los veía igual si era por éso –
– No es lo mismo, además de que eras muy chica –
– Pero después fui creciendo –
– Mira, todavía eres muy chica y aún si fueras grande, mayor de 18 años, tampoco podrías –
– Porqué no ? –
– A la mamá no le gustaría, además de que tu también querrías hacer el amor conmigo –
– Tu crees que ella se molestaría, si ya soy adulta? –
– Si, ahora tengo incesto contigo además de serle infiel, te imaginas teniendo sexo con las dos en la misma cama y al mismo tiempo? –
– Sí, los amo a los dos y los dos me aman o no? –
Pasó por mi mente la imagen de cómo sería los 3 desnudos en la cama. La borré de inmediato, no podía ser.
– Vamos a acostarnos – dejando la botella en la mesa de centro y levantándome. Ella hizo lo mismo, me abrazó y nos besamos. Durante todo el tiempo que conversamos tomando cerveza, ella no dejó de acariciar me erección. Ahora, pegada a mi sentía, su calor, su perfume, su pubis pegado a mi.
En el dormitorio comenzamos a desnudarnos uno al otro, un beso llegaba al lugar donde había estado la prenda. Finalmente sentada en la cama me sacó los boxers, me besó y chupó con muchas ganas. La empujé de los hombros hacia atrás y me arrodillé entre sus piernas, lamí y chupé su exquisita vulva. Una vulva inchada por el deseo, caliente y suave, un aroma delicioso y su sabor exquisito. Sentía que le gustaba por sus quejidos y movimientos pelviscos.
– Espera papi, yo también quiero chupártelo –
Nos acostamos uno para arriba y el otro para abajo, le chupé todo, hasta hacerla gemir.
– Papi, lo quiero, lo quiero adentro mio – dijo como una súplica. Me di vuelta, abrí sus piernas y la penetré a fondo.
– Ay, papi – dijo abriendo los ojos y levantando su pelvis.
Lenta pero firme era cada estocada a fondo, sus grandes ojos me miraban fijamente mientras su boca dejaba escapar un quejido suave del fondo de su garganta. La vi retocerce y gemir, palpitar y estremecerse hasta quedar rendida sobre la cama.
– Papi…te amo! – dijo dando vuelta la cara hacia mi con una sonrisa en los ojos.
– Yo también te amo hija – empujando mi verga dura ya que no la había sacado ni había acabado.
– Quieres ir al bañó? –
– No, no te muevas quiero quedarme así un rato.
Después comenzó moverse, a empujarme con su pelvis, acompañe el movimiento, sentía su vagina apretando mi erección, el calor de su mirada, el quejido que dejaban escapar sus labios entreabiertos, los mismos que besaba de tanto en tanto, pasaba mi lengua entre sus labios húmedos y ella chupaba mi lengua.
No sé cuánto duró esa noche, sólo que al despertar vi a mi hija con su trasero pegado a mí. El sol que entraba por entre los visillos de la ventana, daba en su pelo castaño, arrancando brillos dorados.
– Te amo hija – le dije al oído, dándole un beso en su hombro, apretándola conta mi con mi mano en su estómago.
– Hola papi – dijo tomando mi mano del estómago y poniéndola en su pecho.
Sigue porfa, es.riquisimo y quiero mas cogidas con ella, que el papi se canse de llenar a su nena y yo de imaginar ser ella