Vacaciones Inolvidables 7
Terminando el lunes. .
– Hija, quieres que salgamos a almorzar prefieres que preparemos algo en la casa –
– No quiero salir, prefiero que comamos algo acá – dijo sacando mi erección de su boca. Ahora le había dado por jugar con mi miembro y chuparlo como si fuera un dulce.
– Hijs, no tienes hambre ? –
– No, estoy bien así – mientras veía la televisión con mi pene en su boca. Me había estado aguantando hace rato, pero ya no podía y e iba a acabar en su boca. No lo había hecho antes y no sabía cómo reaccionaria. Aunque su accionar era sólo un juego, llevaba mucho tiempo jugando.
– Voy a acabar! – le advertí 5 minutos después.
Comenzó a chupar con más ganas, puse mi mano en su frente tratando de separala, sacó mi mano con su otra mano y siguió chupando como si fuera un biberón. No pude más y agarrándome de las sábana comencé a empujar contra su boca echando todos y cada uno de mis chorros dentro de su boca.
Una vez que terminé, quedé quieto, de espaldas con una sensación de relajo y un cosquilleo por todo el cuerpo.
– Te gustó papi, me lo tragué casi todo – dijo escupiendo semen sobre mi pelvis y limpiándose los labios y el mentón.
– Si, me gustó mucho –
– Tenias harto, el primero entró directo por mi garganta, los otros me los fui tratando de a poco, pero era mucho –
– Y esta es la tercera vez que me haces acabar en la mañana –
– Estuvo rico? –
– Si, muy rico, pero no me lo chupes de nuevo, me da mucha cosquilla – al sentir que lo metía en su boca nuevamente.
– Bueno – dijo sacando con la legua la gota que quedó en la punta.
– Vamos al baño, tengo que lavarme – se me estaba enfriando la mezcla de saliba y semen en mi pelvis.
Después de la ducha preparamos unos churrascos con ensalada y nos fuimos a la cama.
– Hija, te parece si descansamos un rato, quiero dormir un poco – ya había comenzado a jugar de nuevo con mi flacidez.
– Bueno papi – soltándome.
Me di vuelta acomodándome para dormir. Había dormido poco, con la mamada y el churrasco no quería nada más. Seguramente ella tampoco, sólo quería jugar, pero se lo prestaría después de la siesta. Me abrazó por detrás y sentí su mano acariar suave mi flácido miembro, después sacó la mano y me abrazó por la cintura.
Dos horas después desperté sintiendo su mano jugar con mi erección. Me di vuelta y la miré.
– Te desperté papi? –
– No, todavía sigo durmiendo – le dije con una sonrisa.
– Perdona papito, es que estaba aburrida –
– Bueno, pongámosnos los trajes de baño y vamos a la playa –
– No quiero ir a la playa, porqué mejor nos quedamos acostados? –
– No, la mamá va a llegar y nos va a encontrar más blancos que en la casa – le dije.
– Bueno, tienes razón – dijo levantándose de mala gana.
– Párate de espalda a mi, prefiero echarte bronceador aquí que en la playa – sentándome en la cama con el pomo en la mano.
Comencé con los hombros, la espalda y su trasero, más parecía un masaje que una simple untada con aceite. Es que tenía una piel hermosa y suave, sus nalgas redondas y firmes.
– Ahora da la vuelta – me entretuve en sus pechos bien formados, de tamaño mediano, con unas areolas rosadas e inchadas y sus pezones apuntando hacia mí amenazantes. Quién se iba a imaginar que una niña como ella, de apenas 14 años tuviera esos hermosos pechos.
Luego bajé por su estómago y su pelvis. No necesitaba bronceador allí, pero no pude evitar que mis dedos jugaran con sus labios vaginales y su clitoris. Continúe por sus piernas al notar que ella había comenzado a empujar su pelvis contra mis dedos.
– Ahora tú – me dijo.
Le di la espalda y comenzó a embetunarme tal cual lo hice yo. Después por delante, me di cuenta que le gustaban mis músculo.
– Papi, tienes que cortarte estos pelos, me molestan – dijo pasando sus dedos por mi pelvis.
– Pero no tienes que echarme bronceador allí, voy a estar con pantalón de baño – se sonrió y cambiando de mano el pomo, con la otra mano, la que estaba sin aceite, tomó mi miembro y lo metió en su boca. Cada chupada la sentía hasta en mis testículos y mi ano.
– Papi, lo quiero – dijo sacándolo de su boca y echándosehacia atrás abrió sus piernas dejando su hermosa vulva a mi disposición.
– Si, bueno, creo que es lo mejor – dije poniendo mi miembro a la entrada de su vagina empujando lentamente. Una especie de quejido reprimido salió de su boca. De manera lenta y profunda comencé a entrar y salir. Lo sacaba casi todo y volvía a entrar profundamente, cada uno de estos movimientos provocaban un quejido. Cada vez iba aumentando la velocidad y los quejidos se fueron transformando en gemidos, me di cuenta de que venía su orgasmo y le dí con todo.
Saqué mi flacidez goteando y ella bajó las piernas rendida, me arrodillé y besé sus mojados labios mientras mi leche espesa comenzaba a salir.
– No! – me dijo empujando mi cabeza y cerrando sus piernas.
– Llévame al baño –
La tomé en brazos y la llevé al baño, se sentó en la taza mientras lavaba mi pene. Luego le pasé agua para que se lavara y después nos pusimos nuestros trajes de baño y nos fuimos a la playa. Ella me miraba y sonreía mientras caminábamos de la mano. Estaba feliz, nada puede hacer más feliz a un padre, ver que su hija es feliz, con mayor razón si el causante de su felicidad era yo.
Siempre dicen que las hijas se enamoran de sus padres. Éste era un caso, una hija enamorada del padre y el padre enamorado de su hija
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