Vacaciones Inolvidables 7
Disfrutando de la playa y la puesta de sol. .
Puse la sombrilla en la arena, las toallas y nos sentamos a mirar las olas, la gente, los niños jugar a la orilla del agua y las gaviotas.
Mi hija se acostó de espalda y cerró los ojos, acomodé la sombrilla para que no le diera en la cara.
– Papá, quiero tostarme – me dijo por lo que corrí la sombrilla para mi lado y me acosté también.
Ella era muy linda, una piel perfecta, sus pechos levantados, su estómago plano, su bikini levantado por los huesos prominentes de las caderas, me dejaba ver has su pubis al inicio de su vulva. Sus piernas bien formadas la hacían ver como una chica mayor. Solamente su cara delataba que era una adolescente. Después de un rato se dió vuelta mostrando sus nalgas redondas y levantadas.
La tarde fue cayendo y nos sentamos a ver la puesta de sol.
Recogimos todo y nos fuimos a la casa, pasamos a una casa a comprar pan amasado para la cena.
Al llegar nos duchamos para sacarnos la arena y preparamos una cena, un tanto frugal.
Después nos acostamos a ver las noticias o lo que quedaba, ya era tarde.
Como siempre que estábamos acostados, ella comenzó a jugar con mi miembro has lograr una erección total mientras veíamos televisión.
– Quédate así papi – dijo subiéndose y cabalgandome lentamente. Después se dio vuelta dándome la espalda.
– Hija, así no puedo ver la tele – le dije. Entonces se echó hacia adelante apoyando sus codos en la cama mientras seguía moviéndose.
Veía sus hermosas nalgas abiertas, mi erección salir mojada y brillosa de su vulva jugosa. Cada vez que levantaba sus nalgas sentía como su vagina me succionaba el pene y al bajar su pelvis, se perdía entero entre los hinchados labios de su vagina. Acaricié sus hermosas nalgas, me chupé el dedo pulgar y bien mojado los pasé suavemente por su ano. Sentía como su esfinter se dilataba y se contraía, introduje mi pulgar en su ano cuando bajaba y lo sacaba cuando subía y así sucesivamente, la estaba penetrando por delante y por detrás al mismo tiempo.
Después se levantó y se dió vuelta, tomó mi miembro y lo puso contra su ano y se sentó lentamente, con sus ojos y su boca abierta sin emitir ningún sonido.
Estaba sentada con sus piernas abiertas y apoyando las plantas de los pies en la cama se levantaba y bajaba.
Veía como su ano se tragaba mi pene y su vulva jugosa me invitaba a entrar. Mojé mi otro pulgar y lo pasé entre sus labios y después lo introduje en su vagina.
Ella comenzó a moverse cada vez más rápido y sus quejidos fueron aumentando su volumen.
Finalmente saqué mi dedo y ella cayó agotada sobre mi pecho. Levanté mis rodillas y me acomodé de manera que no saliera ni un centímetro de su ano.
– Te gustó, hija – pregunté.
– Ay si papi, por los dos lados, tuve dos orgasmos al mismo tiempo –
– Cuál te gustó más? – le pregunté.
– Los dos. Son distintos pero igual de ricos, aunque creo el del ano me gusto más – respondió.
– A ti por dónde te gusta más, papi – no sé hija, son igual de rico, pero creo que anal me gusto más.
Después de la ducha y de descansar un rato, volvimos a tener sexo.
Después de nuevo comenzamos a tener sexo.
Y después una vez más.
Al día siguiente me levanté al baño después del sexo, tomamos desayuno y nos acostamos a descansar en la cama. El día continuó como el lunes. El miércoles, el jueves y el viernes medio día.
No recuerdo cuantas veces acabé y ella casi el triple que yo.
En la tarde llegó mi esposa. Después de los abrazos y besos, nos sentamos a cenar porque venía con mucha hambre.
Continúa