Vacaciones Inolvidables 8
Fin de semana en familia. .
Fin de semana en la cabaña.
Después de cenar nos sentamos en el sofá los tres.
– Como estuvo el trabajo? – le pregunté a mi esposa que estaba sentada a mi derecha apoyando su cabeza en mi hombro.
– Horrible, no se ingresó una partida y tuvimos que hacerlo todo de nuevo – me respondió.
– Ya terminaron o tienes que volver al trabajo? –
– No, ojalá pudiera quedarme, pero hay que revisar todo, que ni tenga errores antes de presentarlo –
– Te vas a quedar sin vacaciones? –
– No, me voy a tomar una semana, después veo que hago con el resto –
– Y a ustedes, como les esta yendo? –
– Horrible, imagínate levantarte tarde, tomar desayuno, salir a caminar, almorzar en algún lugar, dormir en la playa y después volver a cenar y a descansar – le dije casi riendo.
– Qué malo eres – dijo mi esposa mientras mi hija se reía.
– No quieres salir a dar una vuelta? – le pregunté.
– No, estoy muy cansada, sólo quiero acostarme –
– Bueno, vamos a acostarnos entonces – le dije levantándome del sofá, la verdad era que yo también estaba cansado.
– No, pero si ustedes quieren salir vayan, voy a ver televisión un rato y a dormir después.
– Cómo te vamos a dejar sola – le dije.
– Vayan a acostarse ustedes, yo voy a lavar la loza y dejar la cocina limpia – dijo mi hija.
– Desde cuando la niña se preocupa de la limpieza? – me preguntó mi esposa sonriendo admirada.
– Hemos tenido que repartirnos las tareas para tener más tiempo libre y poder salir –
– Me parece bien – dijo mi esposa mientras se metía a la cama con un camisón corto de seda blanco. Me acosté al lado de ella sólo con una remera blanca con mangas cortas. Encendí el televisor mientras ella apoyaba su cabeza en mi hombro. Su mano descansaba en mi muslo, sus dedos comenzaron a acariciar mi pierna. Hacía mucho tiempo que no hacía algo parecido. Éso me produjo una erección y ella lo notó. Subió su mano hasta mi miembro y lo tomó.
– Y esto ? – me preguntó sonriendo.
– Y porqué tus caricias? – pregunté.
– Es que estar sola me hace echarte de menos – mientras su mano subía y bajaba por mi erección.
– No tengo sueño, puedo ver televisión con ustedes? – Preguntó mi hija de la puerta. Doblé la rodilla para que no se notara la mano de mi esposa en mi miembro, unque ella seguramente había visto el movimiento. Mi esposa dejó la mano quieta y me miró.
– Si mi niña, acuéstese un ratito con nosotros –
Rápidamente y antes de que mi esposa lo pensara, ya estaba acostada a mi lado y me abrazaba por la cintura.
– Gracias mami, me siento tan feliz cuando estamos los tres juntos – le dijo mi hija.
– Yo también me siento feliz – le dijo mi esposa mientras con la otra mano le acariciaba la mejilla, sin soltar mi miembro.
– Te quiero mucho mamá – le dijo mi hija levantándose por encima para darle un beso en la mejilla, beso que mi esposa devolvió al ver el gesto de mi hija. Beso que al final se dieron en los labios.
– Y yo ? – pregunté.
– Tonto – me dijeron besándome mi esposa es los labios y mi hija hizo lo mismo. No era primera vez que mi hija me besaba en los labios, desde chica se acostumbró a darme besos en la boca.
– Dele un beso al papá – le decía mi esposa. Si era un regalo que le gustara, el beso era más largo. La cantidad de besos y el tamaño fueron disminuyendo con los años. Yo trataba de no promoverlos y seguramente a ella le daba vergüenza besarme en la boca. Salvo que el momento lo ameditara, porque ésos besos eran con pasión, pasión que yo sentía en mi piel y en mi estómago. Por éso esquivaba esos besos, me producían una erección y ella seguramente lo sentía.
Seguimos viendo televisión los tres, la mano de mi esposa volvió al movimiento, con mi rodilla levantada ocultaba en parte el movimiento, pero era obvio que me masturbaba y mi hija se daba cuenta pero no decía nada.
– Hija, nos dejarías solos un rato? – le preguntó mi esposa mirándola a los ojos era obvio lo que quería.
– Si, claro mami – dijo levantándose rápidamente y saliendo de la pieza.
– Quiero chupártelo! – dijo mi esposa tirando la ropa de cama a los pies. Se metió mi miembro en la boca y comenzó a chuparlo como si fuera la primera vez.
– Te gusta como lo hago? – me preguntó sacándolo de la boca y mirándome.
– Si, está muy rico, hace tiempo que no lo hacías – le respondí. Mi hija miraba desde la puerta.
– Ahora lo quiero dentro – me dijo subiéndose encima, con una mano sujetaba el camisón a la cintura y con la otra sujetaba mi erección mientras se sentaba lentamente. Se quedó quieta mirándome, sus ojos brillaban de deseo.
– Chúpame los pezones – me dijo sacándose el camisón e inclinándose hacia adelante para ponerlos en mi boca. Ese movimiento casi hace mi miembro se salga, la afirmé de los muslos y doblando mis rodillas, me acomodé de manera de meterlo a fondo. Mi hija miraba desde la puerta con una mano entre sus piernas. Mi esposa me cabalgaba lentamente, entre suspiros y quejidos, finalmente se desarrolló la vorágine y ambos nos atacabamos sexualmente en el campo de batalla que era la cama. Agotados, vencidos por el agotamiento, pero felices de la victoria de ambos, hasta nos reíamos con una mirada cómplice.
Después a la ducha y a dormir profundamente.
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