versión original
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por goplay.
Mi maestro de historia era casi mi confidente, una persona muy amable, no le conocía esposa pero si sabía que tenía 2 hijas, una de mi misma edad, 18 años.
Debo confesar que me atraía demasiado, aunque no tanto como mi maestro de lógica, mucho más joven que el otro, mi maestro de historia tenía 37 años, era un poco bajo de estatura, aunque yo le llegaba al hombro, morenito, con un porte muy elegante, sin duda aunque ambos éramos tímidos, solíamos platicar de vez en cuando.
Recuerdo que cuando le estaba contando que me gustaba un maestro noté un brillo peculiar en sus ojos, una sonrisa que me incitaba y me recomendó que confesara mi amor a aquel maestro, porque podía ser correspondido.
Mi primer clase particular fue en su casa, junto con sus 2 hijas, las cuales no me veían con buenos ojos, aunque solo estuviera estudiando historia, la segunda vez estábamos completamente solos, se había encargado de dejarlas con la abuela, ese día recuerdo que me sentó en un sillón cómodo frente a un televisor…
-¿Te gustan las películas de piratas?- Me preguntó introduciendo un video al reproductor.
-Si, me encantan los piratas, pero… ¿eso que tiene que ver con la clase de hoy? –pregunté sospechosamente.
-Ah es que esta no será una clase propiamente de historia, aunque los piratas si tienen que ver en la historia, ¿alguna vez has mirado una película para adultos?
Ahora sí que estaba sorprendida, aunque parezca difícil de creer, no había tenido interés en ninguna película, y para ser más sincera en ningún tipo de asuntos relacionados al sexo, pero era mi maestro, podía confiar en él.
-No he visto, pero no me desagrada la idea…
-Se sentó al lado mío y la película comenzó, debo confesar que algunas películas son aburridas y esa que vi era de lo más aburrido que podía existir, al menos cuando empezó… ya por la mitad comenzó un capítulo donde los piratas celebraban una fiesta, había chicas bailando sobre las mesas, sin ropa interior pero con faldas largas, de pronto uno de los más rudos y toscos tomó a la chica que bailaba en su mesa y se la llevó a otro cuarto, había mas mesas pero estaban vacías.. la depositó en la mesa, le levantó la falda, le rompió la blusa que cubría sus pechos y los comenzó a lamer, aquella mujer en verdad era bella, tenía curvas bien formadas, senos rosados y antojables, después terminó por quitarle toda la ropa, él se desnudó también y así en la orilla de aquella mesa de madera comenzó a penetrarla, yo creía que gritaban de dolor, aunque me hacía dudar porque de vez en cuando sacaban una sonrisa y pedían que no parara ese espectáculo.
Me recosté en el sillón, sobre las piernas de mi profesor, el cual jugaba con mi cabello tiernamente, pronto sentí un movimiento cerca de mi cabeza, ese movimiento no era provocado por sus manos, sino por algo más que parecía tener vida y crecía sorprendentemente.
Giré mi cabeza para ver su mirada, pero su cabeza estaba hacia atrás, temblaba y estaba tibio del cuerpo, me levanté y le pregunté si se sentía mal.
-Estoy bien, pero me sentiré mal si no termino con esto… -me decía mientras se desabrochaba el pantalón.
-¿Terminar con qué?
Y sacando una enorme verga me dijo:
-Los hombres cuando nos excitamos debemos terminar nuestra excitación para sacar el semen que se acumula, si no lo hacemos duele.
-Ya entiendo, ¿y como se termina?
Tomó mi mano y la puso en su pene tieso:
-Solo acaríciala, ¿nunca habías visto algo así?
-Nunca, pero es bonita, siento que tiembla, y está brillosa…
-Tiembla porque se siente rico…
-¿Se siente rico?
-Si, ¿quieres saber qué siento yo?
-Claro
-Entonces ven.
Se levantó del sillón y quitó mi falda, llevaba una tanga azul, acarició mis piernas, sentía un cosquilleo que no había sentido antes, me desabotonó la blusa y con su boca me quitó el sostén, luego hizo a un lado el pedazo de tanga que cubría mi entrada, y con su dedo acarició mi clítoris, el cual poco a poco se iba humedeciendo, mi respiración se aceleró, miré hacia el televisor, la escena que veía era sorprendente, esa mujer estaba siendo penetrada por 2 piratas, se veía cómo la movían con su fuerza, pronto llegó un tercero y se unió, así, cualquier orificio estaba lleno por 3 vergas grandes, duras y deliciosas.
No pude evitar imaginarme que era yo la que estaba ahí a punto de ser penetrada, solté un gemido tremendo, mi maestro me miró y su sonrisa pícara hacía que me excitara mucho más.
Comenzó entonces a meterme un dedo, y mientras lo metía, su lengua recogía todos los jugos que sacaba mi vagina, estaba toda rosa, brillante, en eso metió un segundo dedo, no era doloroso, ni fue difícil entrar porque estaba completamente lubricada.
Luego se levantó, tomó su verga hinchada y la empezó a rozar en mi entrada, luego intentó meterla, solo de recordar hace que me lleve los dedos a mi vagina otra vez, pronto resbaló con fuerza y me hizo pegar un grito, me encantaba como lo hacia entrar y salir, era muy cuidadoso, y no dejaba de acariciarme el rostro y de jugar con mi cabello, yo me acariciaba mis senos y me apretaba mis pezones duros, un rato se quedó dentro de mi, mientras su lengua hacia aros alrededor de mis pezones.
Luego sentí cómo se movía solo dentro de mi, no aguantó mas y siguió penetrándome, cada vez mas adentro y cada vez mas fuerte, el sillón estaba empapado de nuestros jugos, me volteó de manera que mi culo quedara parado frente a él, me penetró con su verga, con uno de sus dedos entró en mi hoyito y el de la otra mano me lo puso en la boca, indudablemente aunque no del todo se estaba cumpliendo esa escena, me sentía enloquecer, cada vez más aumentaba mi placer.
Mis senos brincoteaban por la fuerza de aquella verga hacía al penetrarme, era un tremendo palo que parecía querer perforarme completamente, luego pasamos a lo romántico, se volvió a sentar en el sillón e hizo que me sentara encima suyo, con el pene bien metido, me abrazó y yo lo abracé también, le arañaba la espalda cada vez que sentía mas rico, me susurraba al oído cosas como: ¿Te gusta chiquita?, Qué apretadita… qué rica…
De pronto el placer nos invadió y se tornó más salvaje, me tomó de los cabellos y me metió rápidamente su pene, sentía mi vagina cada vez más caliente, el chasqueo que producían nuestros cuerpos al golpearse era excitante, cada vez sacaba más jugos, escurrían bien calientes por su verga y me apretaba cada vez más.
Sin poder si quiera contenerme, terminé arrojando una cantidad de líquido increíble, grité de placer, le enterré las uñas y lo mordí en el hombro, él me abrazó, me movía mis caderas y esperó a que mi orgasmo se aligerara, entonces me levantó de ahí, me puso de rodillas y me dijo:
-Muy bien nenita, ¿Dónde quieres tu lechita eh? ¿Dónde la quieres?… Abre la boca…
Yo le hice caso y abrí mi boca, metió unas 3 o 4 veces su verga ahí y sin dejarse de masturbar me la llenó de aquel liquido blanco lechoso y caliente, yo no sabía que hacer, no sabía mal pero no tenía idea de que era, así que mientras le chupaba su verga aun hinchada, hice escurrir el semen sobre su palo, aunque después me dieron ganas de tragármelo, solo tomé el resto que aún salía de su abertura y saboreándomelo como nunca, tragué su placer mientras veía su cara de satisfacción.
-¿Te gustó? Me preguntaba mientras me ponía de pie
-¿Así se siente siempre?
-Conmigo se sentirá mejor la próxima vez… ya verás.
Terminamos recostados en ese sillón aún húmedo, los dos desnudos, acariciándonos y saboreando lo que aún quedaba de nuestro placer.
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