viaje al congreso
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Estaba cursando el 6to ciclo de antropología en la universidad cuando nos enteramos con mis amigos de un evento importante sobre culturas amazónicas a realizarse en Tarapoto. Estaba decidida a ir y tres amigos más también. Me daba un poco de desconfianza ir con estos tres chicos pues eran bastante despreocupados y dedicados a tomar, además que tampoco eran mis grandes amigos sólo los conocía un poco. Traté de convencer a cada una de mis amigas para no ser la única mujer en el viaje, sin embargo, por distintos motivos, ninguna pudo ir. Una de mis amigas, aunque no tan cercana, se había animado, incluso habíamos ido juntas a comprar tops, shorts y minifaldas para poder vestirnos acorde con el clima de allá, sin embargo, dos días antes de viajar, le dieron una nota de un examen en la que jalaba y decidió no viajar para poder salvar su curso.
Luego de dos semanas de varios intentos y un día antes de viajar, me di cuenta que finalmente iba a tener que viajar yo solita con esos tres chicos que sinceramente no me daban total confianza, sobre todo uno de ellos que tenía fama de muy atrevido y de que siempre se aprovechaba de las cachimbas. Finalmente decidí tomar el riesgo y viajar con los tres, a fin de cuentas, me quedaría en una habitación para mí y sería muy prudente a la hora de andar con ellos. Eso creí.
Conseguimos los pasajes de bus y allí me enteré que eran casi 30 horas de viaje. Fue un viaje tedioso. Conseguimos una hilera de asientos a la misma altura y yo exigí una de las ventanas, para siquiera entretenerme mirando el paisaje. Durante muchas horas fueron solamente desiertos, ya que salimos a la 1 pm y los grandes tramos de la panamericana norte son así. EL chico que le tocó a mi lado resultó ser muy amable y buena gente, conversamos bastante y nos llevamos muy bien, además era bastante respetuoso, cosa que los otros dos chicos no lo eran mucho, por un par de comentarios fuera de lugar que ya habían dicho durante las primeras horas. Estos comentarios me hacían pensar que mi estadía no sería tan sencilla, pero en fin, con el otro si me llevé bien, así que me ampararía en él para cualquier cosa, ya que aparentaba ser un buen chico.
Al caer la noche y dormir, me di cuenta de pronto que los chicos estaban intercambiándose el lugar que estaba a mi costado, y que cuando le tocaba al más atrevido, siempre terminaba muy arrinconada contra mi ventana y con alguna de sus manos muy cerca de mí. Eso me asustó un poco, pero no dije nada para no parecer una antipática o una chica mala gracia, después de todo, iba tener que convivir con ellos durante 5 días allá más 2 días de viaje, muchísimo tiempo.
Al día siguiente me desesperaba por llegar, pero he tenido que esperar hasta casi las 6 pm que por fin llegamos. Fuimos a buscar un hotel, yo tenía calculado pagar 15 soles por día alguna habitación que tuviera un baño propio para estar más cómoda, podía pagar hasta 20 si era necesario. Grande fue mi sorpresa al llegar, pues habían muchos eventos y lo hospedajes estaban todos copados, al menos los económicos.
Tuvimos que empezar a averiguar en hoteles en donde nos pedían 50 soles a cada uno por dormir en camarotes. Yo estaba realmente contrariada, pues caí en cuenta que iba a tener que compartir la misma habitación con los tres, es decir, estaría a su merced. Lo pero era que estaba realmente cansada y quería de una vez por todas una buena ducha, una cena y una cama para descansar. Sacamos las cuentas y sacamos la conclusión que no nos alcanzaría. Tuvimos que ir a otro hotel al frente, en él nos dijeron que tenían solo una habitación de 50 soles pero que las normas no permitían a 4 personas, sino sólo 2. Le rogamos mucho y finalmente nos aceptó dejarnos la habitación en 60 soles para todos, pues sabía que todo andaba lleno. Eso significaba 15 soles cada uno. Grande fue mi sorpresa al entrar a la habitación, pues esta tenía solo una cama y ni siquiera tenía baño propio. Entre los tres chicos decidieron que yo usaría la cama, y yo pensé que eran unos chicos muy amables, pero no me di cuenta de sus reales intenciones. Sobre todo de uno en especial, ya imaginarán quién.
Nos duchamos por turnos y yo me incomodaba pues ellos se cambiaban en el cuarto sin importarles mi presencia, cuando les indicaba mi malestar me decían “entonces voltéate” e incluso el más atrevido llego a decir “que más quieres tienes todo esto para ti”, lo que me sonrojó mientras a la vez me ponía furiosa.
Luego fuimos a cenar, volvimos al hotel y nos acostamos. Hacía muchísimo calor y realmente daba ganas de dormir sin ninguna ropa, pero yo no podía hacerlo debido a la presencia de los chicos. Felizmente había llevado un short bien chiquito de algodón y un top, que aunque eran bien frescos, me daban algo de incomodidad y no miento si digo que todo el tiempo tenía ganas de quitármelos, pro sabía que no podía. Incluso el más atrevido me llego a decir en un momento con cara de retarme: ¿Qué, vas a dormir con ropa? Lo hizo tan descaradamente que indignada solo alcancé a decirle: “Oye cállate y duérmete, quieres”. Y así nos dormimos.
No pasó mucho rato cuando me desperté y en la oscuridad, pues nos e veía nada por la noche, sentí un cuerpo a mi lado. Trataba de alejarme de él pero luego volvía a acercarse, lo empujaba y nuevamente se acercaba hasta que decidí no importunarme y descansar, pero no pude dormir muy bien, ya que al rato sentí otro cuerpo por el lado opuesto. Era terrible, ya no podía estar tranquila pues tenía un chico a cada uno de mis lados. Tal vez hubieran abusado de mi si no fuera porque al parecer tenían mucho sueño y no hacían más que dormir con uno que otra mano sobre mi cuerpo. Lo malo es que no me dejaron casi dormir durante toda la noche.
Casi antes de que amanezca pude dormir un poco, pero al despertar me di cuenta que quienes se habían trepado a mi cama eran los dos más atrevidos, y el chico buena gente era el único que había dormido en el suelo. Pero eso no era lo peor. El más atrevido de todos había sacado su miembro y lo había colocado entre mis piernas y yo había dormido buen rato así. Al despertar lo empuje y me quise levantar, pero estaba tan cansada que seguí durmiendo.
Al rato ellos ya se habían bañado, ya que como les comenté habían dormido muy muy rico durante toda la noche, a costa mía pues a mí no me dejaron dormir. Yo seguía durmiendo cuando el chico buena gente me despierta y me dice que me aliste porque ya eran las ocho y ya iba empezar el evento. Le agradecí el aviso y le dije que los alcanzaría en un rato. Cuando salieron recién pude dormir rico y muy tranquila.
Al despertar me di cuenta que ya eran casi las 10:30. Entonces me desesperé porque era bastante tarde. Me saqué la ropa, me envolví en mi toalla que apenas me cubría y dejaba a la vista todos mis muslos, y salí al baño con la intención de ducharme. Al llegar al baño, estaba ocupado y al tocar la puerta un señor de muy mala gana me responde “Espérate pues, recién he entrado y me voy a bañar, no molestes”. Me asustó un poco y me preocupé por la hora, entonces decidí bajar al segundo piso (mi cuarto estaba en el tercero) a buscar otro baño. Cuando bajo la escalera, encontré una persona sentada en la sala revisando su computadora. Era un hombre muy atractivo, tendría alrededor de 30 años (yo tenía 19) unos ojos muy penetrantes y un cuerpo lleno de fuerte musculatura, que dejaba ver en sus brazos, su espalda y el inicio de su pecho.
Al encontrarlo así, envuelta solo en mi toalla, me puse un poco nerviosa, pero me saludo y yo le contesté el saludo. Entonces me atreví a preguntarle: “¿Disculpe sabe si hay algún baño en este piso?” y me respondió: “Lo que sucede es que acá son todas habitaciones con baño”, entonces ahí le comenté: “Ay! Es que estoy apuradísima y la ducha de arriba está ocupada” Mi cara de preocupación debe haber sido tal que el hombre me dijo: “Si deseas puedes tomar una ducha en mi habitación” y me señaló una puerta entreabierta que estaba tras de sí. Mi desesperación me hizo anular toda clase de pensamiento malicioso y muy agradecida acepté su propuesta.
Ingresé a su habitación, entre al baño, puse el seguro de la puerta, me saqué la toalla que llevaba encima y tome una ducha riquísima y muy refrescante. Solo en medio de tan deliciosa ducha me asaltó un malévolo pensamiento. Estaba desnuda en la habitación de un hombre muy fuerte que me parecía demasiado atractivo, mientras sobaba mi cuerpo con el jabón y el agua pensé para mí misma que yo no tendría la más mínima alternativa de resistencia si el decidiera tomar posesión de la joven mujer que ocupaba el espacio de su habitación, y refrescaba su acalorado cuerpo en su ducha. Ese pensamiento calentó mucho mi ser y me obligó a alargar mi ducha por unos minutos más, para aplacar el calor tan fuerte que me había embargado. Digo que no tendría alternativa de resistencia por dos motivos, primero por lo fuerte y musculoso de su ser, que podría controlar y dominar mi frágil cuerpo sin el mayor de los esfuerzos, y segundo porque este hombre me resultaba tan atractivo que me creí imposible para mí el rechazar la posibilidad de obtener los mayores placeres de mi cuerpo con sus gracias.
Me vi perdida entre mis oscuros pensamientos mientras mi cuerpo recibía grandes descargas de agua fresca. En el momento más alto de la calentura de mis pensamientos, empecé a escuchar unos ruidos en la habitación. Todo mi ser se estremeció, no pude controlar un gemido y me vi perdida entre su fuerza, entregada a sus pasiones y totalmente poseída por el hombre que amablemente me había invitado a tomar una ducha en su habitación. Sin embargo, todo fue mi imaginación. Este hombre maravilloso no había entrado a su cuarto para hacerme suya, sólo había entrado a buscar sus cosas, pues en un instante más volvió a salir.
Terminé de ducharme, me sequé y volví a envolverme con la toalla. Al salir de la habitación, encontré al hombre muy atento a su computadora, pero al sentirme volteó y me pregunto “¿Cómo estuvo esa ducha?” a lo que respondí “Excelente, estuvo deliciosa, muchas gracias, se la debo” entonces me dijo “no me debes nada niña (me encanta que me digan “niña”, me suena muy excitante, como si tuviesen control de mi) mejor dime dónde es que tienes que ir con tanta prisa”…. “al centro de convenciones al congreso de culturas amazónicas”…. “eso está por la salida, yo debo pasar por ahí, voy a visitar unos campos más allá, ¿quieres que te espere? Puedo llevarte”… “¿en serio???? (me emocioné un poco y creo que por eso él se rio) ¿de veras????…. “claro niña, vístete de una vez, que no se nos haga tarde”….. “yaaa, bajo enseguida, muchas gracias!!!!!”…. “ok. Te espero”. Subí hacia mi cuarto muy emocionada por el favor que este hombre me hacía. No entendía porque era tan bueno conmigo pero me gustaba, me sentía querida y me encantaba el trato que me daba, además, luego de haberme duchado en su cuarto sin que él quisiera aprovecharse, sentía que podía confiar en él. A todo esto, subí tan rápido que no me percaté que desde donde él estaba sentado, y debido a la corta extensión de la toalla que me cubría, si miraba hacia las escaleras debía haberme visto todo, absolutamente todo y sin censuras. Luego supe que si lo hizo.
Me alisté muy rápido para que no se molestara, me puse algo de la ropa que me había comprado para venir, un top rojo que tenía un escote pronunciado y remarcaba mi amplio busto, debajo un brassier simple, abajo un calzoncito verde con morado muy suave y delicado como me gustaba usar y encima una minifalda de jean aunque bastante delgada. Era una ropa adecuada para el clima que supera los 35 g. Con unas sandalias ya estaba lista.
Al bajar me dice “Me sorprendes niña, pensé que tardarías mucho más, las mujeres suelen demorarse mucho eh!” a lo que yo respondo con mi primera intervención desafortunada del día: “si, para que veas que soy rápida” luego me reí….ups! empezaba a meter la pata, en fin…..
Salimos y me hizo subir a una camioneta, me dijo que era suya y la tenía acá para movilizarse cada vez que venía. Conversamos mucho durante el trayecto, me contó que trabajaba exportando productos agroindustriales y varias cosas más, yo le conté sobre mis estudios y sobre el evento que me había llevado allá. Se comportó como todo un caballero, en todo el trayecto, además de decirme niña a cada rato, solamente dijo una frase algo subida de todo, cuando me miró las piernas y me preguntó: “¿Cuántos lunares tienes en los muslos? Cuando le respondí que nunca los había contado me dijo: “No te preocupes, ya habrá ocasión de contarlos todos”. Me sonrojé un poco y me reí, lo tomé como una broma y no sentí malicia en ella, o traté de no verla tal vez.
Casi antes de llegar me preguntó si estaba llegando tarde y yo le dije que sí, para este momento este hombre me daba tanta confianza que podría haberle contado mi vida entera, lo sentía muy bueno, aunque su físico que tanto me atraía me hacía poner nerviosa en ocasiones. Entonces fue que le conté de los tres amigos con los que había ido y que no me habían dejado dormir, que estaba muy incómoda en ese cuarto de una sola cama con tres chicos y que incluso dos de ellos me habían estado tocando. Él condenó la actitud de mis dos amigos y me ofreció algo que no lo esperé jamás, me dijo: “No quiero que pases incomodidades, tú ya has visto como es mi cuarto, hay una cama grande y bastante espacio, en la noche puedes venir a dormir allí, tendrás tu espacio y estarás más cómoda”. Su ofrecimiento me sorprendió, sentí una corriente que me estremeció desde la cadera hasta la punta de la cabeza, aunque traté de disimularlo ante él. Era cierto, su habitación era linda, la de nosotros no. La cama que teníamos era más pequeña que la que él tenía para el sólo. Entonces le dije que si no encontraba más comodidad para esta noche lo iba a ver y allí veríamos. Me dijo: “Entonces te espero” y con esa frase me volví a estremecer. Ni cuenta me había dado y él había frenado pues ya habíamos llegado al centro de convenciones, así que nos despedimos, me baje y fui al congreso.
Llegue casi a las 11:30 y ya estaban terminando las actividades de la mañana. Mis amigos me reclamaron mi tardanza y yo los miré a los atrevidos diciendo “Es que no me dejaron dormir pues”, a lo que los muy frescos se rieron e incluso el más atrevido se atrevido a decir “Que te habrás quedado haciendo pues”, una muy sucia forma de sugerir que me había quedado masturbándome, por el tono en que lo dijo.
Luego de eso me presentaron otras personas y participé de las actividades de la tarde. Sin embargo, nunca me llegué a concentrar del todo. Siempre asaltaba mi mente la imagen de hombre que había conocido besándome cada uno de los lunares de mi cuerpo….ay! vaya imaginación que tengo. A veces no me ayuda eh!
Acabaron las actividades y fuimos a cenar con un grupo grande de personas que habíamos conocido, luego fuimos a un bar y a eso de las 12 ya todos se estaban yendo, pues mañana las actividades empezaban temprano nuevamente. Mis amigos y yo fuimos para el hotel en una moto, ya se me había pasado la molestia con los chicos, incluso conversé un poco con los dos atrevidos y me cayeron bien, pero antes de llegar al hotel decidieron comprar una botella de un trago exótico de la selva. Pensé que lo iban a guardar pero al llegar al hotel, me fui al baño para ponerme mi ropa de dormir y al volver al cuarto los encontré a los tres echados en la cama que supuestamente yo iba a usar, bebiendo el trago. Les dije “Se suponía que yo iba usar la cama” mientras me iba acomodando en el suelo, cuando el otros de los atrevidos me dijo “Peor también puedes usarla” y me jaló de un tirón a la cama cayendo yo en medio de los tres. Ahí me di cuenta que los tres estaban borrachos y se estaban burlando de mí, se reían y me tocaban. Ni siquiera el que había sido bueno conmigo lo era ahora, ahora ya nadie me podría ayudar. En una de esas el más atrevido empezó a sobarme las partes íntimas por encima de mi shortsito y ahí fue que me sacudí y no sé con qué fuerzas los empujé a los tres, me aparté y les grité: “¡Váyanse a la mierda estúpidos!”
Salí de mi cuarto y traté de volver a la calma, estuve como un minuto sin saber bien que hacer y luego de eso me decidí, me puse firme, bajé las escaleras y fui a tocar la puerta del hombre que me había ayudado más temprano. Toqué la puerta y como a los diez segundos abrió, me saludó y me dijo que me estaba esperando y que acababa de terminar sus labores, me besó en la mejilla muy cerca de los labios y sentí muy cálido ese beso, mi cuerpo se volvió a estremecer un poco. Me preguntó al oído ¿Has bebido? Yo le dije que sí, me dijo “No importa” me tomó del brazo y me llevó hacia adentro de la habitación. Se estaba comportando un poco más atrevido que por la tarde, con eso de besarme junto al labio y tomarme del brazo y jalarme, eso me hacía estremecer cada vez más pero yo lo disimulaba. La confianza que me inspiró y el calor del lugar me habían hecho ir a su habitación con la ropita que había llevado para dormir, no reparé en que ir así era casi igual que haber ido semidesnuda con un lacito en la cabeza, como un regalito para él.
Me llevó frente a la cama y me dijo “Aquí tienes tu espacio, escoge tu lado” yo lo miré le sonreí y le dije “Todo” me reí y le dije mentira, antes de poder rectificarme me dijo con voz muy cálida “Todo será para ti, niña” mientras me miraba fijamente y yo no sabía dónde esconderme luego de la tonta broma que había querido hacerle. Le dije “quiero ese lado” y me senté en el lado derecho, hacia la puerta, por si acaso. Conversamos un rato sobre nuestro día hasta que un momento él se sacó el polo que llevaba puesto dejando todo su torso a merced de mis ojos, realmente era demasiado hermoso, perfectamente formado y compacto, sus brazos eran fuertes y anchos, su hombros eran anchos también pero de contextura era esbelto, luego empezó a sacarse los pantalones y mi cuerpo se estremeció tanto que preferí dejar de verlo, aunque pude ver en el primer instante sus colosales piernas, columnas de tan impresionante cuerpo varonil, era perfecto, era hermoso.
Se acercó a la cama diciendo “Hace demasiado calor aquí”, luego de un intercambio más de palabras me atreví a preguntarle “¿Por qué me invitaste a dormir?” A lo que él me respondió, excitándome mucho: “Porque no hay nada mejor que dormir con el hermoso cuerpo de una mujer perfumando la cama” Allí fue que tuve otra desafortunada intervención diciéndole: “Pero yo vengo solo a dormir” desnudando todos mis pensamientos, con la frase, el tono de voz y mi rostro, él me contestó diciéndome “Lo sé, mi niña, lo sé” mientras me daba la caricia más salvaje y certera que en mi vida haya recibido, empezó desde mi mejilla, bajó por mi cuello, siguió por mi hombro y recorrió todo mi brazo hasta mi mano, luego me besó la mejilla y me dijo al oído “dulces sueños” y apagó la luz.
Estaba consternada, el placer de mi cuerpo se escapaba, no lo podía controlar, estaba en conmoción, no sabía que iba ser de mi esa noche, ese buen hombre que me había ayudado y se había comportado tan bien conmigo durante el día, seguía tratándome con el mismo afecto, pero mucho más carnal, me tenía prisionera en su cama, ya era suya, y eso que aún ni siquiera había empezado. Estaba temerosa por fuera y por dentro quería cometer los más crueles pecados carnales esa noche, con el hombre que me brindaba su lecho.
Me eché y le di la espalda, comencé a esperar, mi cuerpo lo llamaba y estaba segura que el suyo lo sentía muy fuerte también, de pronto sentí sus brazos sobre mí y el rumor de su voz en mi oído susurrándome frases muy excitantes, luego me volteó hacia él y lo uve allí encima de mí. Sus fuertes brazos me cargaban y me llevaban hacia donde sea, yo me dejé caer, apenas si lo tocaba rara vez, tenía mis brazos echados hacia atrás anhelando todo su ser dentro del mío. Mientras me besaba la boca, el cuello y mis pechos, su brazo izquierdo se colaba por mi espalda, alzando mi top casi hasta la altura de mis senos, con su brazo derecho bajo hasta mi cadera y de pronto su boca bajó hasta mi vientre, yo no podía hacer más que sentir todo el placer que me daba. Luego sus dos manos con furia me despojaron de mi shortsito, abrió mis piernas y hundió su cara en medio de mí, entrando con su lengua a lo profundo de mi ser. Yo ya no era yo, no era nada ni nadie, sólo un cúmulo de placer, euforia hecha mujer, gritos desenfrenados, pasión ardiendo en los más candentes infiernos. Sus manos buscaron mis senos por debajo de mi top, lo único que aún quedaba sobre mi piel, además de sus manos, sus labios y todo su ser.
Con la misma furia subió su rostro hasta mis senos, mordiéndolos, lamiéndolos y chupándolos, haciéndome gritar a cada una de sus arremetidas, mientras mis brazos estirados sentían sus fuertes manos haciendo deslizar mi topsito, que cayó entre el resto de las sábanas dejando mi cuerpo totalmente expuesto a la crueldad de los placeres de mi hombre. Era suya, no había dudas. Yo, húmeda, ya estaba más que dispuesta, esperando recibirlo.
De pronto no fui solo yo, me penetró con la mayor de las facilidades ante mi alto grado de calentura, humedad y excitación. Luego de eso, todo fue placer, fue como un sueño, nunca supe cuántas poses hicimos, o cuántas poses me hizo hacer, nunca supe cuántos orgasmos tuve, o cuántos orgasmos me hizo tener. Sólo recuerdo que esa noche no fui yo, deje de serlo, me convertí en su mujer, él quería un cuerpo perfumando su cama y me tuvo a mí perfumando, humedeciendo y encendiéndome en su cama. Esa noche ardí, todo a mi alrededor era fuego, la cama era fuego, mi hombre era fuego y mi cuerpo era fuego.
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