visita a la finca de mi tía Josefina
un semana de vacaciones teniendo sexo con mi tío político y mi primito.
Queridos amigos lectores: Mi nombre es Andrea, es nombre ficticio de verdad, lo demás es real, tengo 31 años de edad actualmente, soy casada, mido 163 centímetros de estatura, 65 kilogramos de peso, contextura mediana, buena pierna con unas buenas nalgas como una buena hormiga culona, unas tetas talla 34 b, mi piel es clara, mi cabello es lacio color miel, lo tengo corto en este momento, mis ojos son café claros, en fin tengo gracias a Dios, un buen cuerpo, unos atributos que muchas envidian y los hombres desean, mi cuerpo me encanta, sé que no pasa desapercibido, ya que cuando voy por la calle recibo muchos piropos unos muy bonitos, otros un tanto pasados y hasta morbosos, recibo también miradas, gestos y otras cosas de parte de los hombres, tampoco tengo hijos debido a que cuando niña me practicaron un aborto en una clínica clandestina, allí me sacaron la matriz, por ese motivo no puedo concebir.
Mi esposo es un buen hombre, 2 años mayor que yo, de 180 estatura, de 72 kilos de peso, trigueño, pelo crespo y negro, delgado, bien aspectado en todos los sentidos, las chicas lo ven y no son indiferentes a sus gustos, llama la atención de ellas en todos lados, profesional, trabajador, juicioso, bueno en la cama, sé que me la ha jugado varias veces, lo he perdonado porque aprendí a pagar con la misma moneda. Aquí sólo quiero desahogarme de estos recuerdos, revivirlos y compartirlos con aquellos que buscan algo de diversión por este medio, dejo constancia de que mis relatos son verídicos y no sacados de la fantasía de alguien.
Hoy quiero contar a mis queridos lectores, sobre un paseo muy genial que durante una semana realicé a la finca de mi tía Josefina y su esposo Andrés mi tío político. Ellos viven en una vereda de un municipio distante de Bucaramanga, unas 4 o 5 horas, desde ese pueblo a la finca el transporte es en caballos, hasta llegar a su propiedad, otras tres horas a caballo, más o menos.
Mi esposo, Jorge Alberto (nombre ficticio), un ingeniero al servicio de la petrolera, salió en comisión por espacio de 15 días, aproveché para decirle que me diera permiso de visitar a mi tía Josefina, que me quedaría allí una semana y regresaría a casa, aceptó sin problemas, seguramente sintiéndose tranquilo al saber que yo estaba con la familia.
Al llegar al municipio aquel, mi tío Andrés, me estaba esperando con tres animales, un caballo colorado que era el suyo para montar, a mí, me trajo una yegua parda y una mula amarilla para las maletas, salimos a eso de la una y media de la tarde, cuando llevábamos una hora más o menos paramos en una tienda para descansar mis piernas, pues ya iba cansada por la falta de costumbre, mi colita me dolía, tenía ganas de orinar y de beber algo también, al momento de ayudarme a bajar de la yegua, me abracé de su cuello y nuestros rostros se pegaron, sentí una barba mal afeitada y de unos dos o tres días, sentí escalofríos, por poco nos besamos, alcancé a sentir una de sus manos en mis nalgas, pero creo que fue por tratar de ayudarme, le dije mire mis manos cómo se erizaron, se puso algo apenado rojo, su caminar cambió, pero no dijo nada ni pasó a mayores en ese momento.
Mi tío se tomó una totumada de guarapo como una botella o más, es una bebida fermentada hecha de miel de caña y agua, es un licor artesanal que también emborracha, me ofreció y no quise pues estaba muy fuerte y ácida, me tomé una coca-cola, en ese momento me reclamó por no saber bajarme de la yegua y por casi habernos besado, me disculpé y le dije que no pasaba nada, que un beso no quitaba nada, que era mi tío y se merecía muchos besos, sentí que él me comía con la mirada suya hacia mis nalgas ya que yo llevaba un jean licrado que se ajustaba al entorno de mis redondeadas piernas y marcaba mis hermosas nalgas, me hice la que no me daba cuenta, pavoneándome para que me viera caminar de espaldas, como desfilando para él solamente.
Volvimos a montar, me ayudó a empujar agarrando una de mis piernas para alcanzar el lomo del animal, me hice la que no podía y me dejé caer, su mano trató de agarrarme, pero resultó entre mis piernas, ay perdón, me dijo, es que no sé montar bien, impúlsese, me dijo nervioso, pude subir y seguimos nuestra última travesía por un camino irregular, sin cuidados y cada vez más desolado o deshabitado, siempre hablando de todo un poco, preguntó por la familia que poco veía, por amigos y vecinos nuestros, cuando preguntó por mi esposo le dije que bien, que era buen esposo, responsable en el hogar, pero que era muy perro, que le había conocido varias viejas de mozas, se interesó en el tema, tal vez demasiado, preguntaba detalles, del cómo y por qué, yo le contestaba con la verdad siempre, le dije entre otras que era bueno en la cama y que vieja que cogía quería repetir, que también por lo que les daba plata seguramente.
My interesado me preguntó por mis reacciones ante esa infidelidad, le dije que pues no le paraba bola a eso, que así lo había conocido que yo también tenía mi pasado y no podía hacerme la digna, se hizo el que no sabía nada de mí, preguntó que, ¿cómo así de su pasado?, jajaja me reí, recuerde tío que me violaron muchas veces desde niña, o bueno violar no, yo consentía que me cogieran, otras me los buscaba misma, eso no ha cambiado mucho en mí, por eso no le pongo mucho problema a Jorge Alberto (mi esposo), se calló por un momento, luego preguntó ¿tu esposo sabe de tus cosas? Seguramente sí, fue mi respuesta, nunca me ha reclamado nada, ni por el pasado ni por el presente.
No me podía quitar de mi mente esas manos grandes, toscas, fuertes y musculosas agarrando mi cuerpo para ayudarme a bajar de la yegua, me volvía a erizar tal como ocurrió con el roce de su barba.
Llegamos a la finca a eso de las 5 o 5:30 de la tarde, mi tía Josefina y sus dos hijos, mis primos Andrés y Juliana de 14 y 10 años, respectivamente, ninguno de ellos estaba en la casa pues estaban guardando los animales, allí se volvió a presentar otro lío para bajarme de esa yegua, me volví a agarrar de su cuello, pero esta vez hice todo lo posible para que nuestros labios se juntaran levemente, cosa que él trató de esquivar y fue imposible, “esta que le pasa” me dijo como asombrado, es para que vea que un beso no quita ni pone, es más me gustaría darle muchos besos a escondidas de mi tía, “usted quiere jugar con candela y se viene quemando un día de estos” me dijo a manera de prevención, pues eso no me asusta para nada, le contesté, para eso hay crema para las quemaduras.
Bajó las maletas y quitó las sillas y limpió los animales con agua para quitar el sudor, en eso llegó mi tía y mis primos y se acabó la conversación, los dos hicimos que no había pasado nada, respeto absoluto.
Esa noche me arreglaron una cama en una habitación sola, un colchón de motas de algodón, viejo y como con unas bolas por el material aglomerado, me acomodé y los zancudos y pulgas hicieron fiesta esa noche conmigo, al otro día rociamos veneno y en adelante fue menos traumático todo.
Mi tío me miraba de reojo, con lujuria y ganas de cogerme seguramente, delante de mi tía trataba de disimular o se salía para sus cultivos, para no caer en tentación ya que yo hacía lo posible por abrirme de piernas para que viera la raíz de todo el encanto, las abría y cerraba para que su imaginación volara, también me hacía la que me acomodaba mis tetas para que fuera el paquete completo, eso sí cuando mi tía Josefina daba la espalda.
Al amanecer de la primera noche, ellos se levantaron a eso de las cinco de la mañana, tratando de no hacer ruidos, yo me quedé acostada, mi tía se fue a ordeñar y mi tío a cosechar yuca y plátano, unas naranjas y mandarinas para el almuerzo, mis primos se fueron a su colegio a estudiar.
Sentí que llegaba alguien a la casa por unas pisadas fuertes y rápidas, me asomé entreabriendo la puerta y era mi tío que llegaba con un costal y la cosecha que recogió en la huerta, me quité mi blusa de dormir y me coloqué una toalla por debajo de las axilas, salí y me hice que iba para el baño que quedaba en un cuarto pequeño construido cerca a la casa especialmente para ducha y taza en el mismo sitio, haciendo la que no sabía quién estaba llegando, salí de mi habitación, hola tío que sorpresa, voy a bañarme, me acerqué a saludar a mi tío y al levantar mis brazos para abrazarlo, hice lo posible para que la toalla cayera al piso, se quedaron al descubierto mis téticas bien paraditas que tengo, talla 34 b, también mi sexo, pues no tenía ropa interior, llevaba unas tangas metidas entre la toalla para supuestamente colocarme a la salida de la ducha, me hice la asustada, ay tío, qué pena, Santo Dios, mire para otro lado tío, le decía yo mientras torpe y lentamente recogía la toalla para reacomodar, dando tiempo que mi tío viera a su antojo mis encantos y sus futuros trofeos, mi tío decía tranquila, tenga cuidado, yo no he visto nada, trató de ayudarme, sin dejar de mirarme las tetas ni mis piernas y lo que ellas guardan, me acomodé la toalla y fingí un poco de pena.
Báñese y viene a tomar tintico, o mejor antes de bañarse no sea que le duela el estómago por no tomar algo caliente antes de entrar al baño, obviamente acepté. Entramos a la cocina el café o tinto ya había sido preparado por la tía, mientras lo calentaba, el tío me dijo que eran muy bonitos mis senos, que yo parecía una niña, me reí y le dije, ¿te gustan tío?, la verdad eso está muy bonito, con razón don Jorge Alberto está amañado, me contestó, ¿quieres volver a verlas? Le pregunté con morbosidad, de pronto llega la patrona y nos encuentra, mejor no, no le hice caso y me bajé un poco la toalla a propósito, dejando al descubierto mis dos hermosas tetas, ahora sí dese gusto, porque esto no se presenta todos los días, por poco se quema con el tinto caliente, se puso colorado sin poder decir nada.
¿Quiere tocarlas? Yo te dejo tío querido, son todas suyas, pero no le cuenta a mi tía, calle la boca, esa señora me mata – fue su respuesta, me le acerqué y le llevé una de sus manos a una de mis tetas, sentí esa mano gruesa, como el doble o triple de lo que se observaba, callosa y fuerte, pero firmes, le quité el pocillo y lo dejé con el mío sobre una mesa de madera, para seguir con la faena, esta vez con sus dos manos, una en cada teta. Lo tomé de la cabeza y nos besamos con pasión, él cada vez perdía más el miedo y se acomodaba en confianza, eran unos besos un tanto bruscos y rápidos, poco de romanticismo, más bien como de afán y miedo por parte de mi tío.
Le agarré su mano derecha y me la llevé por debajo de mi toalla hasta que llegó a mi entrepierna que ya estaba un tanto caliente y algo húmeda, sus dedos buscaron mi rajita, bien depilada que siempre tengo, comenzó a tratar de meter sus dedotes mientras esa cavidad se llenaba de jugos; le apreté por sobre el pantalón su miembro, que para ese momento estaba bien fuerte y bien parado, listo para trabajar, lo masajeé y apreté varias veces, mientras nos besábamos torpemente.
Te vas a quemar y bien duro, me dijo mi tío, ¿de verdad? Le pregunté, también agregué: pues eso es lo que quiero, aquí tengo un camión de bomberos si no le da miedo, le dije con mucha seguridad, se me abalanzó, me besó con fiereza, sus brazos enormes me rodearon inmovilizando mi cuerpo, yo lo abrazaba fuerte, le acariciaba su espalda ya que me lleva unos 15 centímetros de estatura, es decir, él mide como 175 centímetros, contextura fornida, de color trigueño, rondaba los 40 años, en plena vida. ¿a qué horas llega la tía? Pregunté, por ahí en media hora, me contestó, pues aprovechemos el tiempo, fue mi contesta, vamos a mi cama o quiere aquí o en su cama, mi tío se rascaba su cabeza un poco confundido, tranquilo tío, esto queda entre nosotros, además he visto como me mira las nalgas, entonces ahora de qué se asusta.
Entramos a la alcoba donde dormí esa noche anterior, me quité o dejé escurrir la toalla que aún llevaba puesta, lo ayudé a desvestir, me arrodillé y comencé a propinarle una mamada profesional, me lo engullía hasta el fondo sin reparos, era una buena verga, de unos 15 centímetros, gruesa de por lo menos 10 centímetros de diámetro, una súper vergota para mi gusto, algo venosa y torcida hacia la izquierda, la cabeza de su miembro no tenía piel, estaba recogida en la base de ese prepucio, mi tío se retorcía y me agarraba mi cabeza empujando su verga contra mi garganta, toda se me perdía en mi boca, luego me metía sus bolas en mi boca y lamia ese cañón desde la raíz hasta la punta.
Me acosté boca arriba y me abrí de piernas de par en par, él, mi tío se me echó encima y de un solo golpe me la enterró sin piedad, un grito salió de mi garganta junto con una súplica, pacito mi amor, papacito rico, mi tío hermoso, aceptó siendo un poco más considerado, inició su mete y saca con rapidez, una buena velocidad, con afán, seguramente su mente estaba en mi tía que no lo fuera a pillar en esas; colocó sus manos sobre el colchón y se levantó un poquito, mis piernas estaban rodeando su cintura para lograr una mejor penetración, sentí sus espasmos y respiración acelerada, algunos gemidos y un torrente de leche dentro de mi cuerpecito inundó mi canal vaginal, su verga bombeaba sus jugos seminales dentro de mi humanidad, se desinfló con cierta rapidez, así mismo se levantó bajándose de la cama con afán, me levanté también, nos besamos nuevamente, gracias tío, tenía ganas de hacerlo, le dije con agradecimiento, gracias a ti, sobrina loca, loco me traías viéndote ese culo tan rico que tienes, está a tus órdenes las veces que quieras, solo atinó a sonreír con cierta felicidad, se vistió y salió a buscar a mi tía, yo me fui a bañar de verdad y arreglarme pensando en ese rapidín con mi tío político, soñando que no fuera el único polvo con él.
Mi tía se desvivía en atenciones conmigo, sin sospechar que me había comido a su marido, mi tío.
Al día siguiente, repetimos la culiada con mi tío, quien ya tenía más confianza y seguridad, entró a la alcoba, obviamente yo estaba sola, se acostó a mi lado, dándonos unos cuantos besos para sellar nuestra travesura, comenzó el juego, ese día contábamos con un poco más tiempo, ya que él había alistado con afán todo lo que mi tía le había encargado de la huerta.
Yo estaba totalmente desnuda esperándolo, cuando entró se comenzó a desvestir con mucha velocidad, se quería montar de una vez encima mío, le dije que no, que yo quería tener sexo oral, lo hice acostar boca arriba y me le acomodé encima, ofreciéndole mi chochita para que la viera y degustara con su lengua, con su boca, con sus dedos y con sus ojos, mientras tanto le daba una mamada que lo hacía retorcer, el chupaba y de vez en cuando me metía dos o tres dedos en mi rajita, se notaba la poca experiencia de mi tío en ese sentido. Me le acomodé sentándome sobre su verga, comencé a hacer movimientos circulares, no tardó en venirse dentro de mí, me agaché para fundirnos en un beso profundo, nuestras lenguas jugaban como chicos en recreo, su verga se desinflaba en mi vagina, la cual terminó por expulsarlo, él me acariciaba mis téticas y las chupaba alternándolas y masajeándolas.
Ay sobrinita, eres como una cabra loca, no te controla nadie, miren como me has hecho pecar, shit, le dije, cállese esa boca, ¿acaso no lo está disfrutando? Que si qué, si con ese cuerpo tan bonito, cualquiera se enamora, sí, pero esto no es por amor, es por agradecimiento de recibirme en su casa, le dije, quiere seguir comiendo o quiere parar aquí, yo si quiero seguir, me dijo con seguridad. Espero que también le dé su porción de verga a mi tía o se va a sospechar lo nuestro, esa no quiere nada por estos días, dice que le da pena con usted va y se da cuenta de eso, jajaja me sonreí, que ingenua es mi tía, pero para mi mejor.
Estos juegos duraron toda la semana, menos un día y el fin de semana por estar mis primos en casa, de resto aprovechamos la ausencia de mi tía y de mis primos.
En este estado les digo que, aunque no era el tipo de sexo que estaba acostumbrada a recibir, con tan poco preámbulo, mi tío tenía esa vergota exquisita, gruesa y fuerte, eso reemplazaba todo, además la adrenalina de saber que era prohibida y más por ser de mi tía querida, eso no tenía precio, igual el tío también estaba encantado o eso parecía.
Al segundo día en esa finca, llegó la citación a reunión de padres de familia en el colegio rural de mis primos, una media hora a pie, mi tío era el encargado de esa misión, en consecuencia mis primos estaban en casa al día siguiente, es decir no hubo encuentro con mi tío, él salió a esa reunión, mi tía y mis primos haciendo trabajos en la casa con los animales, a eso de las diez de la mañana mi tía gritó: Andrés, vaya a ver los animales al recodo con Juliana, yo quiero ir a caminar tía, me apresuré a decir, voy con mi primo, esa finca quedaba a unos 15 minutos a pie, aclaro que no tenía intenciones de nada en ese momento, solamente por quitar el aburrimiento, ella aceptó sin reparos, total mi primo sabía qué tocaba hacer, yo iba de sola compañía, nada más.
Por el camino fuimos jugando con Andrés mi primo, molestándolo con las novias, viéndolo ponerse rojo de la pena, yo tenía puesta un pantalón de sudadera y una camisilla, con unos tenis blancos, por el camino pasamos una quebrada con una agua muy clara y fresca en apariencia, allí cerca hay una cascada pequeña y se puede uno bañar, dijo mi primo, vamos a conocer le contesté. Nos desviamos del camino y llegamos al sitio, era un pozo pequeño de unos cinco metros de diámetro, una cascada de dos caídas en forma de escalón, el último caía como a dos metros del nivel del agua, de más o menos un metro de profundidad.
¿Nos bañamos ya? Le dije a mi primo, no traje pantaloneta me contestó, yo tampoco traje mi vestido de baño le dije, pues nos bañamos desnudos juntos, no, mi mamá o mi papá me castigan, yo no les cuento nada, no se usted, yo no, atinó a decir, ¿hay mucha gente por aquí cerquita? Pregunté, no señora, aquí no viene nadie, pero yo no me baño así, pues yo me voy a meter le dije, esta oportunidad no la pierdo. Me desvestí con naturalidad y toda mi putería que me cargo, quedando totalmente desnuda al lado del agua, me metí y nadé hasta el chorro de agua, miedoso métase, le grité, voy a decirle a mi tía que usted me tiró al agua, no prima, no haga eso, dijo con miedo, mi papá me pega duro, entonces empelótese y métase le grité, me hizo mirar para atrás mientras se desnudaba y se metía al agua.
Se puso a nadar lejos de mí, venga que no como gente, me da pena, me lancé al agua y llegué hasta donde él estaba, le pude ver por entre el agua una verguita que parecía un dedo de mi tío, lo abracé y le di un beso en la mejilla, fresco primito, él no podía disimular si ver mis tetas o mi entrepierna o todo mi cuerpo, pues tenía la cabeza agachada pero sus ojos recorrían todo el panorama de mi cuerpo; lo tomé con mis manos, le levanté la cabeza y le dije: tranquilo no me molesta que me vean mi cuerpo, lo hice tocar una teta mía, retiró su mano rápidamente, fresco primito, no sea tímido que pronto va a tener novia de verdad y ya está aprendiendo, llegamos al chorro de agua y observé una roca saliente en la que podía uno sentarse, me senté y me abrí de piernas, mire primito lo que pronto se va a empezar a comer con sus novias y su futura esposa, me miró más apenado que antes.
Venga le digo un secreto en la boca, le dije por molestarlo, cuando se me acercó lo abracé, le di un beso en la boca, obviamente él no sabía cómo besar, creo que era su primer beso a una mujer diferente de su mamá, no prima vamos que tengo miedo, vámonos ya, nos van a regañar, me van a pegar por su culpa, no paraba de buscar pretextos para salir corriendo, tranquilo que nadie va a saber, me abrí de piernas y lo arrimé contra mi cuerpo rodeándolo con mis piernas, hice que su mano llegara hasta mi rajita, que explorara con sus dedos, cosa que fue haciendo cada vez con más naturalidad, siguiendo mis instrucciones, yo le sobaba esa verguita que se había parado a pesar de estar dentro del agua.
Salimos de ese pozo, coloqué la ropa a manera de colchón, me acosté boca arriba, invitándolo a que se me echara encima, de un tirón lo acosté ayudando a acomodarlo, lo volví a besar en la boca, luego cogí su verguita que ya estaba dura como un trozo de hierro, la fui dirigiendo hacia mi vagina abriendo mis labios con mis dedos para facilitar su ingreso, métamela, le dije, comenzó a meterla con cierta naturalidad, no sé cuánto tiempo transcurrió en esa posición, ahí eyaculó unas escasas gotas de su semen y su verga no se desinfló tan rápido como su papá, lo volteé para que se bajara, me dirigí a su verga y comencé a chupar, me cabía hasta las bolitas en mi boca, le corría su piel para ver una cabecita puntuda y delicada.
Mi primo no podía disimular una cierta risa de felicidad, al rato sentí como si estuviera eyaculando nuevamente pues apretaba su boca y había contracciones en su cuerpo, pero su virilidad no se agachaba, comenzó a sudar, parecía que sentía algo de dolor, opté por dejarlo en paz, propinándole un beso con lengua.
Nos metimos al pozo, nadamos otro rato para quitar el sudor y pasto seco que se nos pegó, hicimos el trabajo encargado y volvimos a casa para almorzar, ya estaba mi tío contento por los comentarios que hicieron de mis primos, todo un padre orgulloso por las calificaciones y comportamiento de mis primos, aproveché para darle un abrazo de felicitaciones a mi tío, delante de todos y un beso en esa mejilla, se puso rojo y salió corriendo para su alcoba, lo mismo hice con mi tía y con ambos primos. En ese momento me sentía como toda una depravada, pobre mi tía querida, me le estaba comiendo su marido y corrompiendo a mi primo.
Llegó el día de mi partida, el desayuno fue a eso de las cinco y media de la mañana, salimos en los mismos animales que había llegado, con la diferencia de que mi primo Andrés iba en la parte de atrás de mi silla, iba para ayudar a devolver las bestias y acompañar a mi tío en el regreso.
Por el camino, empezó a lloviznar un tanto fuerte, para que no se mojaran las maletas mi tío las cubrió con un plástico, él se puso una capa plástica y me ofreció otra a mí, mi primo Andrés se quedó sin con qué cubrirse de la lluvia, por lo que le tocó meterse debajo de mi capa, le dije que me abrazara por la cintura pues no podía ver el camino en esa posición; en una oportunidad que la yegua se resbaló, mis pies se fueron hacia adelante en el estribo, noté que mi pelvis se acomodaba hacia arriba, mi morbosidad no me permitía dejar pasar esa oportunidad, me acomodé nuevamente echando hacia adelante mi pelvis, le agarré la mano derecha de mi primo y la metí por entre el pantalón de sudadera y mis pantys, hasta que tocó mi sexo, él trató de retirar la mano, entonces dije con voz fuerte, tío mire que…, chito – chito, murmuró mi primo ¿qué pasó? Gritó mi tío quien iba adelante abriendo camino, no, que sigue lloviendo, dije, mi primo se dejó llevar la mano y la acomodó jugando con mis labios y sus dedos, los pelitos ya estaban creciendo para esa fecha, pues no la había rasurado, así hasta que dejó de llover y llegamos al pueblo.
Llegamos al pueblo y mi tío me regaló el pasaje de regreso, no quiso recibir mi dinero, es una muestra de mi agradecimiento por la visita, vuelva pronto a visitarnos, estoy muy agradecido y avergonzado por la incomodidad, uy tío no diga eso, fui muy bien atendida por ustedes tío, fueron muy lindos conmigo, mejor no se puede; me despedí de ambos con un buen abrazo y un beso cerca de la boca, no me olviden, les dije, mi tío me dijo, eso nunca va a ocurrir, es lo mejor que me ha pasado en la vida, me acomodaron en una buseta intermunicipal de unos 12 pasajeros más o menos, los vi subirse a las bestias de regreso a su finca y no los volví a ver.
Pensaba yo en mi asiento que mi tío seguramente no es muy experto en cuestiones de infidelidad o no tiene mucha iniciativa, además era fanático de hacerlo rápido, seguramente para evitar ser sorprendidos por mi tía, con mi primo le dejé una lección que nunca va a olvidar y que pondrá en práctica con sus futuras parejas, sin embargo, yo sentía algo de vergüenza, morbo o no se lo cierto es que eso hace parte de mis anécdotas y quise compartirla.
Me correspondió compartir silla con un señor de unos 55 años, menudito de estatura y complexión, llevaba en su mano un paquete con galletas, dulces y una botella de agua, yo también llevaba una botella de agua.
Al rato empezó como un ratón a comer, me ofreció una galleta, se la acepté por cortesía, ahí se rompió el hielo, comenzamos a charlar de todo un poco, me hablaba de su familia que iba a la capital a visitar una hija que estaba en el hospital, que su esposa estaba enferma de reumatismo, que se sentía solo, entre muchas quejas, le dije que se consiguiera una mujer aparte para que lo atendiera en la intimidad y lo que necesitara, siempre tan directa y tan delicada yo, jajaja, que por el trabajo era complicado, que todas querían plata en cantidades y no era tan bueno.
Si quiere me voy a vivir con usted, lo atiendo como quiera, ¿en verdad? Dijo interesado, le dije no, miren como me volvieron las pulgas y los zancudos, le mostré unas ronchas de las picaduras, pobrecita, tan delicada, me decía, usted es de solo ciudad, para el campo no sirve, como que no, yo aprendo rápido los oficio, nunca se creyó esa mentira., le dije usted está muy bueno todavía, aguanta otro rato, dijo sí, me siento fuerte todavía, pero soy como de malas, no consigo nada, cuádrese conmigo le dije entre risas, lo quería calentar, de eso no había dudas, pues voy a estar unos días en la capital y me regreso, si es verdad nos podemos encontrar un día para charlar tranquilos.
¿Usted sería capaz de salir conmigo? Le pregunté, me dijo si de verdad usted quiere, por mi encantado, me cogió la caña este viejo guevón, pensé, claro que sí, nos ponemos de acuerdo.
Siguió la charla, en un alto paramos a comprar bocadillos, entrar al baño y comer algo, lo pude ver caminando, no era tan viejo, él seguro me analizó igual, miraba mi culito, mis piernas y mi cara, se ganó la lotería el campesino ese; en el último trayecto, siguió insistiendo, ¿de verdad es capaz de verse conmigo?, le dije mañana voy al salón de belleza, le di señas de dirección, si llega a eso del medio día creo que han terminado y vamos a almorzar si me invita, claro que sí, allá estaré, yo pensé ese no llega lo dice es por quedar bien conmigo.
Llegué a mi sitio de bajarme de esa buseta, tomé un taxi, en la casa me esperaba el vigilante del barrio, me ayudó a entrar las maletas a la sala, ¿cómo le fue mi señora?, miren como llegó de quemada y picada de los zancudos, le agradecí y me dispuse a descansar, bañarme, depilarme abajo y descansar, llamé a mi esposo y me dormí.
Al día siguiente me vestí con una licra negra apretada, una camisilla ombliguera, muy cortica y unas sandalias de tiras para que me hicieran el manicure y pedicura, a eso del medio día, estando en el salón de belleza vi entrar al compañero de viaje del día anterior, quedé pasmada, incrédula, siga tío José, me apresuré a gritar y presentarlo como familiar, así me evitaría chismes, cómo sigue mi prima, ya está mejor, creo que mañana le dan salida; me esperó a que las niñas terminaran su trabajo, lo veía encantado mirando mi entrepierna y se notaba encantado con la vista que tenía.
Cuando terminaron el trabajo conmigo en ese salón de belleza, salimos a almorzar, no sin antes permitir que él pagara de su bolsillo el costo del servicio que me prestaron en ese lugar, cerca de allí entramos a un asadero, pedimos churrasco y cerveza, seguimos hablando de todo un poco, yo quiero que vayamos a un sitio los dos solos, como me lo prometió ayer, me dijo con total convicción, lo miré y sonreí, ¿de verdad? Pregunté, claro que sí, pago lo que quiera, acepté y salimos en un carro llamado pirata, es decir presta el servicio de taxi sin serlo, lo que pasó será parte de otra historia que contaré en otra oportunidad.
Aquí termina otra historia real de mi vida, de mi putería y que me queda como anécdota para mi vejez, que recuerde mi vida y como me la pasé disfrutando de mi sexo, del que me fue enseñado desde temprana edad.
Si te gusta comenta algo, trataré de responder a cada uno.
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