Yo se la di bien duro a María Teresa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por DIEGOCUERO.
Así me excité con ella desde que la vi, y por eso le pedí a Estela el número de ella para llamarla y hablar.
Teli me lo dio, la llamé un miércoles y María Teresa, dulce, sociable, que ya tenía onda conmigo cuando alguna vez fui a lo de Estela a merendar, me atendió bárbaro y re copada me dijo que me invitaba a merendar en su casa.
Se me iba a cumplir la fantasía de ver a esa fina y linda mujer, gorda y excitante.
Me bañé, me puse perfume exquisito, campera de cuero, pulóver, pantalón negro, zapatos y fui hasta lo de María Teresa, que me recibió re dulce con un beso y me hizo pasar al comedor.
Ya de entrada estaba excitado por el baño, el perfume y mi ropa, y cuando la vi casi me hago encima el calzón: María Teresa, muy elegante, vestía blazer y pollera negra, tacos y lo mejor, estaba muy maquillada con un fuerte aroma a pintura de labios y perfume, y sobre todo, lo que me excitonea, olorcito a crema de las manos.
La gorda me acompañó al comedor y me preparó café con leche, tostadas, queso blanco y mermelada.
Y mientras yo le daba a las tostadas de pan negro, charlaba con María Teresa, que dulce me ofrecía una tostada, me la untaba con queso o mermelada, y me charlaba con muy buena onda, simpática, charleta, fina.
Fue pasando la merienda y yo pensaba y pensaba qué hacer para cumplir mi fantasía de darle con tutti, porque María Teresa, su belleza, elegancia, cuero, pintura, cremita me supersacan, más si estaba dulce y me dio merienda.
NO sabía cómo hacer, pero igual me ratoneaba y ratoneaba con todo, cada vez más y más.
Le pregunté por si usaba lápiz de labios, qué color, maquillaje, ropa de cuero, y ella me contó nomás todo.
No le qise preguntar cómo quedó embarazada de sus tres hijos (aparte de Annabella, tiene a Gabriel y María Eugenia Mariu).
María Teresa levantó todo, guardó, acomodó y volvió adonde yo estaba, aún pensativo de cómo darle.
Y ahí ella me empezó a dar pie, contándome cosas de Estela, suyas, empezamos a hablar intimidades, de mi sexo y demás, ella es sobria pero acá se fue de mambo.
Fui subiendo de temperatura, la tipa me iba sacando de las casillas.
AL final, entre la presencia de María Teresa, su elegancia, pintura, cremita, la merienda y mis ratones, empecé a acosarla.
La piropeé, la empecé a mimar, le pedí un beso y se lo di en la boca.
La mujer se sorprendió pero no me dijo nada, le pedí otro beso y me lo dio en la cara, limpiándome la pintura de labios que me dejó.
Excitado, le pedí el lápiz de labios para probar pero ella no quiso.
Quería hacer cualquier cosa, pero no sabía qué.
Al final no me importó nada y al sentir que el pene me crecía en mi pantalón y se me ponía grueso, exploté.
La agarré del cuerpo, la arrastré contra la pared y aunque quiso zafarse, María Teresa no pudo con mi potencia física y mi corpachón.
La puteé, la manoseé, la piropeé, le dije asquerosidades, cosas dulces y jadeando la amenacé y la obligué a sacarse el blazer, los tacos y la pollera.
María Teresa se sacó todo sorprendida pero excitada y enseguida me quité lo mío, mientras jadeaba y me volvía loco cogiéndola con la mirada.
Me puse furioso, le arranqué la blusa, me hchupa la pija si era fina, se la destrocé, le desprendí el corpiño, me saqué la camisa y mi calzón, y se me fue la tremenda poronga para adelante.
Y luego, agarré puteándola a la gorda, le saqué a tirones la bombacha, y a la concha todo: le entré con todo, la embestí, se la di por la cola y froté hasta acabarle monstruoso semen ahí nomás.
La di vuelta y le di de parado terrible penacho por la vagina hasta eyacular de nuevo.
Luego la obligué a ponerse en cuatro, María Teresa dijo sí putísima y me la cogí con tutti por vagina, llenándola de espeso y calentito semen mío.
Luego, cola, boca, le di la merienda con mi lechita, se la pasé por la cara y la boca, la besuqueé y le saqué la pintura de labios con mis dedos y la chupé, le pasé la lengua y las manos por donde se me cantó y ella acabó varias veces mucho flujo, que tragué con una locura que la quería arrollar.
Y la arrollé, porque cuando la mujer se estaba vistiendo la sorprendí, la embestí de atrás de nuevo y le di con todo por la cola hasta bañarle su pollera y su bombacha de mi semen.
Así cumplí mi primera vez con María Teresa, una señora muy fina, elegante, linda, pero que cuando me excita ni me importa reventarla y darle mi semen.
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