A mi hija le gusta el semen.
Así que ahora Carolina tiene once años y sigue loca por el sexo..
A mi hija le encanta el semen. Ella fue criada para eso. Yo le enseñe a chupar la polla cuando tenía cuatro añitos, ahora tiene once. Haciendo una estimación, creo que ha bebido varios litros de mi semen en los últimos siete años. Casi todo eso salió eyaculado por mi pene. Ahora te relataré más o menos como sucedió eso.
No es una fantasía, es una cosa real. Muchos me juzgaran mal por lo que he hecho, pero tuve las agallas para hacerlo y no me arrepiento en absoluto de haberlo hecho.
Toda mi vida había tenido dos fetiches: Niñitas y semen. Desde que eyaculé la primera vez, me obsesioné por ese líquido lechoso y tibio que salía expulsado a borbotones de mi pija. me masturbaba de dos a tres veces por día, entonces me familiaricé mucho con mi esperma. Me encantaba ver a una mujer beber mi semen. Cuando la chica con la cual estaba teniendo relaciones se rehusaba a beber mi esperma, la dejaba y nunca más la volvía a ver.
Mi primera esposa me conquistó bebiéndose mi lechita cada vez que nos juntábamos, es más, ella me exigía que eyaculara en su boca o me mamaba hasta hacer que me corriera, pero la cosa no duró mucho; me abandonó tres años después de nuestro matrimonio y me dejó con una bebita de tres años.
A la edad de doce años, tenía un par de chicas vecinas de más o menos seis o siete años, las que venían a casa a jugar con mi hermanita. Me las ingenié para llevarlas al garaje y allí procedí a lamer sus infantiles coños y las masturbé. Parecían disfrutar chupando y masturbando mi polla, así que lo hacíamos a menudo.
Al pasar el tiempo, echaba de menos estas experiencias de adolescente y deseaba ardorosamente poder volver a vivirlas. Cuando mi hija Carolina llegó a su cuarto cumpleaños, un año después de que mi esposa se fue, me di cuenta de tenía la oportunidad que había estado esperando, mi hija. Puede que muchos de ustedes lo consideren una aberración enfermiza, pero lo hice.
Por un par de meses la idea me dio vueltas en la cabeza. Analicé concienzudamente las probables consecuencias y los beneficios. Como buen ingeniero, se me ocurrió un plan de trabajo para convertir a mi hija en la maquina sexual amante de los espermatozoides que siempre soñé. Decidí comenzar enseñándole lo que hacen las niñas grandes, jugar con ellas mismas. A Carolina le encantó cuando frotaba su pequeña rajita con mi dedo lubricado apropiadamente. Claro que pasaron varios años antes de que ella tuviera su primer orgasmo, pero lograba calentarse y me decía que le daban unas cosquillitas muy ricas.
Después de su primer orgasmo verdadero la animé a masturbarse a diario. Incluso después de bañarla y ponerla en su camita, le preguntaba si lo había hecho y luego yo procedía a comerme su pequeño coñito hasta llevarla a un nuevo orgasmo, después se quedaba dormidita como un angelito.
A menudo la veía tocándose su coñito mientras mirábamos la televisión, algo de erótico tenía Plaza Sésamo para ella con todos esos monstruos peludos. Me confesó que incluso se había tocado en la escuela de párvulos por debajo de su escritorio cuando nadie la miraba, eso me volvió loco y pensé en avanzar en su aprendizaje.
Así fue como fui al porno shop local y elegí el consolador más pequeñito que encontré y se lo compré. En su quinto cumpleaños se lo entregué como regalo. Pasé varias noches enseñándole como usarlo, pero no se lo entregué, le dije que era algo que teníamos que compartir y que sería solo de ella, el día que me demostrara que había aprendido a usarlo realmente. Desde un principio a ella le encanto el suave zumbido y las vibraciones del aparato; le dije que cada vez que ella quisiera usarlo, me lo pidiera y yo le enseñaría el uso correcto. Tal como había planeado, ella comenzó a pedírmelo casi todos los días, después de un par de semanas en que use el vibrador mientras le comía su coñito, finalmente se ganó el vibrador y lo guardo en su cajita en la mesita de noche al lado de su camita.
Junto con enseñarle a usar el vibrador, le mostré como éste también se podía usar en mi polla. Le encantó ver mi pija gruesa y tiesa acariciada por el juguetito vibrador. Eché un poco de lubricante en sus manitas y le mostré como acariciar mi polla. Era todo un juego que a ella le encantaba jugar. Comenzábamos con sus manitos deslizándose y espalmando lubricante por todo el largo de mi polla, ella arrodillada a mi lado y yo recostado de espalda, movía sin parar sus pequeñas manos hacia arriba y hacia abajo tratando de envolver mi pene y embadurnarlo completamente.
Esto hacía que yo me corriera sobre mi vientre y pecho, le parecía particularmente divertido ver las gruesas hebras de semen volando por el aire y aterrizando sobre la piel de mi abdomen y pectorales. Yo le demostraba que no me sentía asqueado y que me gustaba mi propio semen, con sus manitos me ayudaba a espalmarlo por toda mi piel, luego hablábamos sobre lo divertido que era hacer que mi pene explotara y expeliese ese blanquizco líquido.
Sucesivamente, como a la tercera vez, la vi tan emocionada corriéndome una soberbia paja con sus manitos, que la recosté sobre su espalda y le dije que me correría sobre su barriguita y luego jugaríamos a untar su delicada piel. Como a la sexta vez me corrí en sus manitas y dejé que ella se espalmara la lefa caliente apozada en su ombliguito por todo su cuerpo. Después fue el turno de sus tetitas inexistentes, me corrí en su pechito e hice un gran show lamiendo mi propio semen, demostrándole que no era malo ni asqueroso. No es que esté loco por su sabor, pero no me resultaba desagradable y estaba dispuesto a todo para enseñar a mi bebita. Ya que, con otras mujeres, les he lamido el coño después de haberlas follado y haberme corrido en sus panochas, ellas lo agradecen y no lo olvidan. Claro que actúo como si nunca lo hubiese probado antes y alabo su sabor, su consistencia y sus beneficios para la salud.
Después de que terminé de lamer, ella me preguntó:
—Papi … ¿Qué sabor tiene? …
Y le dije:
—Cariño … no está nada de mal … es como una medicina … no sabe tan bien, pero te hace bien … las chicas crecen más grandes y saludables bebiendo lo de su padre … y eso hace amarlo más …
La próxima vez, ni siquiera le sugerí de intentarlo. Después de haber eyaculado una abundante cantidad de semen en su pechito, ella misma froto un poco en sus manos, para luego comenzar a lamer sus deditos; espontáneamente al ver eso, mi pene escupió un par de chorros más. Era la cosa más maravillosa que había visto hacer a mi bebita, probar el semen de su padre por primera vez. Me arrepiento de no haber registrado el todo en un video. La vi que arrugaba su ceño y decía:
—¡Qué asco! …
—Ya te acostumbraras, cariño …
Le dije y como recompensa la hice correrse dos veces con el consolador. La noche siguiente volvimos a repetir el todo y por primera vez deslicé mi pene por sobre sus labiecitos cerrados y se los dejé empapados de semen caliente y fresco, luego la penetré delicadamente con el consolador para no causarle daño. Cuando se recuperó de su orgasmo, pensé que era hora de que me mamara la verga. Ya me había corrido sobre su coñito, así que mi pene estaba bañado con restos de semen.
—Es tu turno ahora, bebé …
Le dije y le expliqué que debía tratar mi polla como si fuese un helado y chupetearla y lamerla, arriba y abajo, lo hizo bastante bien por varios minutos. Tomé su pequeña mano y le enseñe a estrujarme suavemente mis bolas, aprendió bien, pero a menudo se olvidaba de hacérmelo y tenía que guiarla. Luego le expliqué que debía engullirlo y mover su cabeza arriba y abajo, siempre chupando y lamiendo, acompañé sus manitos para que tuvieran la presión apropiada, y en unos minutos no pude contenerme más y comencé a correrme en su boca. Disparé un potente chorro y ella que no esperaba esta explosión de semen, retiró su cabeza. Otro par de chorros salieron de mi polla y bañaron su rostro, entonces le grité:
—¡Abre tu boca! … ¡Ponlo de nuevo dentro! …
Ella obedeció prontamente y disparé otro enorme chorro en su boca y le grité:
—¡Trágalo! … ¡Bébelo todo! …
Sumisamente ella se tragó todo y yo disparé otro par de chorros que fueron demasiado para ella y volvió a retirar su boca de mi pene; así que los borbotones restantes golpearon su rostro, su cara estaba completamente cubierta con mi esperma, se veía increíblemente hermosa y le dije:
—¡Eres la mejor! … ¡Hiciste que papi se corriera completamente! … ¡Te ves preciosa con tu carita llena de esperma! … ¡Ve! … ¡Ve a mirarte al espejo! …
Se levantó y corrió a mirarse en el espejo del armario, contemplándose complacida con su carita bañada en semen espeso y blanquecino. Me acerqué a ella desde atrás y comencé a frotar sobre sus mejillas, nariz y labios. Ella me sonrió mirándome por el espejo y entendió que esta no iba a ser la primera y última vez que yo le haría esto, iban a venir otras, muchas más. Pero lo que me sorprendió fue cuando me dijo:
—¡Papi … parece glaseado! …
—Sí … así es … ¿Y a ti te gusta el glaseado? …
—¡Uhmm! … ¡Sí! … ¡Qué rico! …
Luego con sus deditos, recogió semen de su carita y se lo llevó a su boca.
Lo hicimos muchas veces más. Me preocupé con esmero de practicar con Carolina y por lo menos dos veces por semana me corría en su carita. Y lo mejor de todo, ella dijo que le gustaba hacerlo; ¡Imagínate a una niña de cinco años diciendo que ama chupar la polla y tragarse el semen! Bueno, esa es mi Carolina.
Nunca tuve que forzarla, generalmente ella comenzaba con los toqueteos e iniciaba voluntariosa nuestro juego sexual. Yo lamía su coño por horas, incluso la follé un par de veces con mi dedo meñique. Otras veces, la hacía correrse con el vibrador cubierto de lubricante. A ella le encantaba y quería que lo hiciéramos casi todos los días antes de irse a la cama. Entonces comencé a hacerla dormir en mi cama, así después de haber descargado una enorme carga de semen por su garganta, podíamos dormir abrazados. Por largo tiempo hicimos eso.
Pero como todo fetiche, nunca tenía bastante con ella, siempre quería más y más de Carolina. Me corrí en su cara, me corrí encima de su coño, me corrí sobre sus nalgas y de su pechito con esos insignificantes pezoncitos oscuros; vi frotar mi esperma por todo su cuerpo. La vi tragar mi semen, descargarlo en un vaso y beberlo con una pajita; o versarlo en una tacita y después cucharearlo para beberlo.
A los seis años comencé a hacerla ver videos porno y sitios del internet pornográficos. Elegí los videos más calientes. Yo quería que viera a mujeres ahogándose en esperma y disfrutando a beberlo todo. Videos de grupo con muchos hombres follando a una sola mujer. Orgías de lesbianas follando con consoladores enormes afirmados con correas y otros sin correas (Strapless). Comenzó a pedirme que la follara, pero le dije que estaba muy pequeñita para eso, a solo seis años no encontré que estuviera lista para mi verga de dieciocho centímetros. En alguna parte leí que la profundidad media/máxima de una mujer adulta era de veintinueve centímetros y medio. Mi polla era demasiado para ella, le dije que debíamos esperar a que tuviera al menos nueve años.
Me obsesioné viendo a mi pequeñita bebiendo semen. Todas las veces que podía le daba una ración fresca, las veces que tuve que viajar o dejarla sola, le dejaba un frasco en el congelador, le enseñé a descongelarlo en el microondas para dejarlo listo para beberlo.
Cuando tenía siete años le compré un cachorro de pastor alemán de casi un año, siempre escuché que tenían una polla bastante crecidita y aguzada, la mejor polla para chupar y esperaba convencerla a beber esperma de perrito. Tan pronto como el perro alcanzó la edad apropiada, (unos dieciocho meses), le enseñé a masturbarlo. La hice acostarse en el piso con la cabeza apoyada sobre un cojín en la sala de estar que estaba alfombrada, el perro se paró sobre ella, la hice masajear su polla acariciando su vaina peluda hasta que su pene salió por completo, entonces le mostré como masturbarlo. A él y a ella les encantó. Como estaba vestida no deje que el perro se corriera sobre ella, antes de que comenzara a gotear la hice arrodillarse al lado del perro y después de unos cuatro minutos, el perro arrojó un litro de semen sobre una toalla puesta en la alfombra. Carolina se deleitó mirando el semen acuoso del perro saliendo a chorritos de su polla. Yo esperaba verla beber alguno de esos chorritos, pero no se lo sugerí y ella tampoco lo hizo. Le dije que las bolas de los perritos necesitan ser drenadas todos los días, y si ella quería conservar responsablemente esa mascota, tenía que encargarse no solo de alimentarlo, sino de tenerlo bien y ocuparse de sus necesidades. Ella pareció entender y así comenzó una larga relación entre Carolina y su perrito Jack que continúa hasta el día de hoy. Demás está decir, que mi mamada vespertina todas las noches, estaba más que asegurada. Claro está que la debía contra pagar con una buena lamida de coño o una masturbación con el vibrador.
Los fines de semana era especiales, porque lo dedicábamos solo al sexo. Como a ella no le nació espontáneamente, entonces decidí mostrarle como chupar la polla de Jack. Realmente no sabía cómo, ya que nunca lo había hecho, pero pensé que era necesario para que ella también lo hiciera. Básicamente, solo me acomodé en el sofá y dejé que el perro metiera su pija en mi boca y me la follara, manteniendo su pija con mi mano, de modo que no me la metiera tan profundo. Funcionó y en poco tiempo se corrió. Hice un tremendo espectáculo mostrándole como beberlo, dejé que algunos chorros rezumaran por mi barbilla y me sorprendió encontrar su sabor mucho mejor que mi propio semen, y se lo dije. También resultó obvio que el perro se corrió mucho más abundante que yo, entonces le dije:
—La próxima vez … puedes hacerlo mientras yo chupo tu panocha …
—¡Oh, sí! … ¡Quiero probarlo, papi! …
Respondió Carolina muy animada y entusiasta.
Carolina comenzó a disfrutar regularmente de su perro. Le mostré varias formas de como chuparlo, también la hice recostarse bajo el perro y masturbarlo hasta quedar bañada en su esperma caliente, después juntos lo frotábamos sobre su cuerpo. A menudo eso me excitaba mucho y disparaba mi carga de semen en su boca. Siempre la anime a beber tanto esperma como fuese posible, diciéndole que era bueno para ella y afortunadamente siempre había suficiente para ella.
También la animé a masturbarse tantas veces como quisiera, y ella mientras estaba en casa, pasaba la mayor parte del tiempo con su mano en sus bragas. Cuando íbamos de vacaciones, ella me dejaba masturbarla mientras conducíamos. Eso me calentaba mucho. Nuestras vacaciones siempre involucraban mucho sexo oral.
Antes de su séptimo cumpleaños, empecé a penetrar su diminuto coño con el vibrador. Como era un vibrador clitoridiano, lograba penetrarla solo un par de centímetros, le dije que tenía que practicar mucho más si es que ella quería mi polla en su coño. Hablamos sobre su himen y como tenía que romperlo eventualmente, le dije que dolería, pero sanaría muy rápido. Carolina comenzó a trabajar en ello durante sus sesiones de masturbación. Le mostré cómo usar el vibrador más adentro con su mano izquierda, mientras con los dedos de su mano derecha, podía frotar su clítoris para una experiencia más satisfactoria.
Para su octavo cumpleaños le regalé un nuevo vibrador y un pene de gel imitación piel de más o menos quince centímetros de largo y unos cuatro de diámetro. Ese sería suficiente para romper su telita virginal. Carolina entendió perfectamente por que le di un consolador más grande, y yo solo esperé a que ella se encargara de eso.
También en esa época, quería verla chupar la verga de otro hombre y beber su semen. Claro que el perro era genial, e incluso un día que el perro del vecino entró en casa, la hice chupárselo a los dos perros; ese día se bebió una gran cantidad de esperma, incluyendo la de mí polla.
Pero como en todas las adicciones, yo quería más. Pero no encontraba forma de conectarme con algún otro hombre que quisiera disfrutar la mamada de una niña de ocho años. No pude cumplir esta fantasía hasta este último verano.
A mitad entre su octavo y noveno cumpleaños, Carolina me demostró una noche que podía tomar el vibrador más grande por entero en su coño estrecho. Su himen estaba roto. Me emocioné mucho y le prometí que ese sería uno de mis regalos cuando cumpliera los nueves años. En tanto, me contenté follándola con el consolador todas las veces que pude.
Algunas noches me gustaba empezar haciendo que ella jalara mi polla sobre su coño, entonces me haría correrme y yo follaría su coño con el consolador embadurnado en semen como lubricante. Más de una vez la hice masturbar al perro sobre su coño mientras me chupaba la pija, esto era muy gratificante tanto para mí como para ella. Muchas veces me corrí en su boca, también en el surco de sus glúteos, en su pecho, el cuello o la cara, incluso dejaba todos sus cabellos enmarañados y pegoteados de semen. Cuando quedaba en una superficie lisa, ella recogía mi semen con sus dedos y lo bebía. Otras veces simplemente lo frotábamos en su piel y dejábamos que se absorbiera por completo, para luego quedarnos dormidos. Hacíamos muchas cosas que la excitaban y ella me confesó que encontraba que era algo bueno y divertido. ¡Bravo! Mi plan había funcionado; tenía mi propia ninfa putita para mi satisfacción sexual personal.
Para su noveno cumpleaños cumplí con mi promesa; hicimos grandes preparativos en nuestra intimidad y esa noche mi enorme polla penetró el coño más apretado de toda mi vida. No podía creer lo estrecha que era mi hija. Carolina tuvo su primer orgasmo durante un coito normal. Ella quería más y quería hacerlo todo el tiempo y me cansaba. Dos veces al día no le eran suficiente, Carolina quería tener todo el tiempo una verga que se corriera dentro de ella.
Entonces pensé que era hora de que Jack me diera una ayuda. Solo me preocupaba que su nudo pudiera lastimarla. Así que involucramos más a menudo al perro en nuestro sexo, particularmente con ella chupando la pija de Jack mientras yo la follaba a lo perrito. Terminé convenciéndola para que follara con Jack. Pensé que el modo mejor era el misionero, así que preparé una mesita baja con un edredón doblado y ella acostada boca arriba con el culo sobre una almohada, de ese modo podría controlar su polla y evitar el nudo.
Muy rápidamente Carolina aprendió a hacerlo solita y por lo menos dos veces a la semana se dejaba follar por Jack o el perro del vecino, generalmente apenas regresaba del colegio. También se ha acostumbrada a los tríos, un perro la folla mientras ella le chupa la verga a un segundo perro. La variable, es que yo sustituyo a uno de los perros las veces en que participo.
Ella entendió muy bien la responsabilidad con su mascota, y lo atiende sexualmente una vez al día. Así que ahora Carolina tiene once años y sigue loca por el sexo. Intento mantenerla satisfecha, pero Jack tiene que ayudarme en ello cuando estoy demasiado cansado. Yo sé que ella ahora se ha hecho dependiente del perro y lo hace todas las veces que lo necesita. Para mí lo importante es que mi plan funcionó y gozo de tener a una hija puta y perra como siempre quise. La comparto con todas mis parejas sexuales. La follo un veinte por ciento de las veces, prefiero que me mame o me masturbe sobre su cuerpo.
Lo mejor es que ella siempre termina tragándose mi semen. Lo hace en el modo clásico cuando me chupa la pija. O también después de haberla follado ella se pone en cuclillas sobre mi vientre, deja gotear todo mi esperma en mi vientre y luego se inclina a lamerlo directamente sobre mi piel, otras lo voy recogiendo en la palma de mi mano y ella lo lame desde allí. Mi hija es mi favorita, no hay ninguna mujer que pueda competir con ella y esto me mantiene joven y activo.
Bueno esta es mi historia. En futuro espero poder compartirla con un grupo de chicos o una jauría de perros cachondos, espero untar su coño con los fluidos de una perra en celo y puedan follarla por un día completo o más, pero esa será materia de otro relato.
FIN
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Que delicia tener una creatura para usarla a tu antojo
Me gusto mucho tu relato. Esta muy bien escrito y tiene buen ritmo. Creo que es una muy buena manera de educar a una hijita desde pequeña, tragando mucho semen, no solo de personas sino tambien de otros animales. Leí en otro relato de alguien que conseguia semen de caballos para alimentar a su hijita desde bebe, eso me pone la pija muy dura. Genial que te hayas tomado el tiempo para que se vuelva adicta a la leche de pija. Espero que tu nenita pueda disfrutar de un par de orgias algo violentas dentro de poco, sin muchas contemplaciones. Gracias por compartir tu relato.
Excelente!!👍
Excelente redacción tomaste tiempo y creo incluirse muchos detalles
Quede exitada como eesearua mi hija fuera Así como
La tula
Espero leer más de ti
Gracias
Hola Camy … que se te ha ocurrido con tu hija
Muy buen relato
Uff qué rico que cumpliste el objetivo de que se volviera adicta, qué otras aventuras hiciste con ella? En algún lugar público?
Magnífico para tener en word, lo que hago hasta que dejen guardar.
Me encanta todo lo caliente, morbo y detalle. Con un niño así yo haría una película pornográfica, lo pajeo, lo amaso y lo chupo todo hasta en la ducha y sexo fuerte. Quiero turismo sexual con un dulce así. Encantada y chorreada 💦 espero más.
Caliente me pone tu respuesta y que rico sería chorrearte semen en tu cuerpo
Que exitante tu comentario
Sin duda así se deberían de criar a las hijas ,desde bebés darles semen combinarla con su biberón para que se acostumbren
Muy buen relato, excelente y excitante
Muy morboso
Me gusta, de bebés no pero tipo 5 o 6 que ya probar verga sin penetrar, y máximo sobarlas en sus vulvas.
A los 10 o alguito antes si el cuerpo deja, las empiezan a coger despacio sin brusquedad. Debería ser normal en las familias.
Un morbo que me pone al cien.
Que rico
Que lindo papi
Mucho esperma he sacado por el relato tan caliente que involucra a una Nena y a un perro. Gracias.