A mis 12 despertó mi deseo por los maduros, por mi tío.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hasta los hombres más decentes y correctos tienen su desliz.
Esto ocurrió cuando tenía 12 años y marcó un antes y un después en como veo al mundo actualmente.
Me llamo Alberto y actualmente tengo 22 años, soy de orientación sexual gay.
Tengo bastante poca experiencia en el sexo pues es algo que no tiende a captar mucho mi atención no obstante a mis 12 años algo ocurrió que despertó un deseo descomunal por hombres maduros.
Para contextualizar un poco mi apariencia por aquellos entonces era la de un muchacho delgado, de piel sumamente blanca (Aún soy igual de blanco), lampiño pues los vellos no me crecieron hasta los 15 aproximadamente y actualmente soy un oso.
En fin tenía el cabello corto y gozaba de usar mucho ropa deportiva.
Un día estaba de paseo en la casa de mi bisabuela la cual vive en un terreno alejado del pueblo donde vivó entonces llego su hija con su marido, un hombre de cabello canoso, buen físico, un excelente físico diría yo ya que todos los hombres que habían en aquella casa eran algo rellenos; de piel morena, con lentes ópticos que le quedaban muy bien y muy agradable pues no me sentía intimidado como con los otros hermanos de mi abuela.
Aquel día era el único niño y estaba sumamente aburrido dándome varias vueltas por los entornos de la casa de mi bisabuela sin nada que hacer, realmente estaba aburrido por lo que logro recordar y mi abuela con el cariño que me tiene me mando a buscar leña, a sabiendas de que odiaba esa actividad y cada que me veía sin hacer nada, me mandaba.
Estaba recuerdo bastante enojado mientras iba a buscar la carretilla para poder traer la leña, en eso se acercó el cuñado de mi abuela a quien me refiero como tío y con una sonrisa me dijo.
-Beto ¿Qué haces?
-Nada tío, solo voy a buscar leña y me da mucha flojera (pereza) hacerlo.
-¿Por qué?, ¿Es muy difícil?
-No, pero no me gusta hacerlo.
Además estoy solo y es más pesado traer la carretilla de regreso.
En eso veo a mi tío tomar de los mangos la carretilla y la comenzó a mover camino al terreno de mi abuela.
No dijo más y yo solo lo seguí con una sonrisa pues eso significaba que solo debía cargarla con la leña adecuada y nada más, aunque claro a esa edad solo metía palos verdes y solía ser bien regañado por mi abuela.
Mientras estábamos en los alrededores del camino de tierra buscando palos secos ya que mi tío me regañó cuando vio que estaba metiendo leña aún verde, comenzamos a charlar sobre distintas cosas.
Había vivido en el norte hasta hacía un año y aún me acostumbraba a vivir en el “norte chico”, era un ambiente distinto y eso le explicaba con palabras sencillas a mi tío.
El terreno de mi bisabuela tiene arboles de distintos tipos pero sobre todos, unos membrillares que dan unos membrillos que a mi parecer son deliciosos.
Por la época ya no quedaban mucho y los que estaban buenos solían estar en las ramas más altas ya que los de abajo solían ser comida de los caballos; mi tío me vio intentando sacar uno a punta de golpes con una varilla y se incorporó indicándome si estaba cerca o lejos.
Luego de varios intentos se pudo a reír al darse cuenta que no era capaz de darle, lo recuerdo bien porque tras ello mi tío con naturalidad se pudo detrás de mi y llevo sus manos a mi cintura, elevándome para poder sacar aquel fruto mejor.
Al ser criado por mujeres era normal que no estuviera acostumbrado al tacto con otros hombres y ya para mi edad sabía que mi rollo iba hacía los hombres y no las mujeres, pero sobre todo por mi tío a quien le solía ver el paquete de vez en cuando y de forma muy disimulada según creó yo.
Mi tío me bajo cuando el membrillo cayó al suelo, lo tomé y baje hasta un canal para quitarle la suciedad, en eso resbalo y termino por ensuciarme el trasero, mi tío se largó a reír y me ayudo a ponerme de pie siendo ese momento el que toco mi trasero por primera vez dándome unas palmadas para limpiar la tierra en mi ropa.
Al ser un pre-adolescente tenía la calentura a flor de piel y los toques en mi trasero me provocaron un gusto tal que mi pene el cual aún estaba en desarrollo se terminó poniendo duro.
Mi tío por su parte se percató de eso y no supe ni como ni cuando, esté comenzó a tocar mi trasero ya no con intención de limpiarlo sino de estimular mis deseos de mocoso caliente o así fue como me llamó por bastante tiempo.
Estaba en el cielo mientras sentía esa mano grande apretando mis pequeñas nalgas, acariciando estas con bastante fuerza a tal punto en que me aleje para verlo directo a los ojos.
-Tío ¿Por qué me toca el culo?
-Hijo, te estoy limpiando.
La tierra no salía y tuve que hacerlo más fuerte además se nota que te gusto.
Esas palabras saliendo del letrado de mi tío me dejaron algo confundido a tal punto que me volteé nuevamente para que comenzara a tocar mi culo nuevamente.
Él siempre fue muy correcto o eso dicen todos pero logre sacar a mi parecer un capricho o fantasía que tenía hace mucho.
Mi tío no tardo en bajar mi pantalón el cual cayo hasta mis pies, quedando solo en un slip el cual no tardó tampoco en ser bajado.
Siempre me dijeron que eso estaba mal pero estaba deseoso de más y mi tío estaba cegado a continuar pues apenas tuvo mi culo a la vista no tardo en comenzar a acariciar mis nalgas, a separar estas, mientras yo miraba que no viniese nadie pues el miedo no estaba lejano a todo lo que sentía y por estar pendiente de eso no me di cuenta cuando mi tío me volteo para tomar mi verga la cual estaba dura desde hace ya un tiempo.
Solo me masturbó lo que me hizo soltar un quejido, soy de jadear mucho con las pajas cuando estoy muy caliente y es algo que mantengo desde esa edad que fue además la primera.
Mi tío estaba examinando mi pene el cual por cierto es estrecho lo que le causaba a su parecer curiosidad o quien sabe que pasaba por su cabeza; no tenía experiencia y no dure mucho, solo recuerdo que me tensé y deje salir bastante leche la que mancho la mano, el suelo y zapato de mi tío el que me miró y sin decir nada subió mi pantalón junto al slip, luego se limpió y borró todo rastro de lo ocurrido y regresamos a la casa, no hablamos mucho mientras íbamos escuchando solamente por parte de mi tío una frase “Es secreto, si te portas bien te enseñaré a conducir”.
Tras ese suceso me volví adicto a pajearme, recordando lo ocurrido y esperando que volviera mi tío para que me enseñara a conducir, algo que pasó y se terminó por llevar mi primera vez.
Quiero destacar que lo ocurrido fue totalmente real, no recuerdo mucho detalle de como me sentía en esa oportunidad, espero les agrade y si desean les puedo comentar lo demás y si necesitan algo más por favor haganlo saber.
compo sigue