A quien no le ha pasado?
El mito más común, que seguirá vigente….
Estaba en la edad… la edad en que ciertas partes de tu cuerpo ya no responden a voluntad, porque parece que tienen la suya propia, la edad donde los estímulos más ligeros te incomodan, pero que te gustan…
como la gran mayoría, soy de la generación que vio porno desde la adolescencia (y ahora por lo que se, ni siquiera llegan a la adolescencia y ya están viendo…) así que esa parte de la historia me la voy a saltar, como por ejemplo, esconder el «material», sentirse un poco culpable mientras te escondes en las sabanas, ir caminando por la calle y excitarte por nada (llegue a evitar los kioscos con revistas porno, por la misma razón) y de vez en cuando, laaaargas duchas… lo típico.
De vez en cuando iba a mi casa una prima que era mayor que yo, ayudaba en el aseo y mis papas le pagaban porque ya estaba en la universidad y necesitaba el dinero, no era muy bonita, pero tenía unos pechos y un trasero envidiable, aunque no me caía muy bien, siempre que venía estaba apurada, así que casi no hablábamos. Además mis «necesidades» hacían que el poco tiempo que pasaba en casa, lo hiciera encerrado en mi habitación.
una tarde llegue temprano, con uno de mis compañeros habíamos cambiado una peli porno (a decir verdad, ya existía una especie de tráfico a esa altura) como era costumbre mi prima estaba terminando de hacer algunas cosas, así que después de los saludos, fui a mi habitación, cerré con llave, busque un poco de papel higiénico y … bueno, es obvio no?… las imágenes, las imágenes me enviciaban, las formas sudorosas, los gemidos calientes, esas tetas grandes con pezones inflados, las conchas húmedas hinchándose con penes enormes clavándolas una y otra vez, poco tiempo me tomaba estar listo, a los minutos ya tenía mi verga en la mano, apretándole la cabeza, subiendo y bajando la piel ansiosa de sexo, angustiado por el impulso de la leche a punto de salir… de repente escuche la puerta… cerrarse… «mierda!» pensé, me cubrí como pude y mire a la puerta con cara de terror, sin siquiera pensarlo me levante de la cama y fui hacia la puerta caminando con la verga tapada y los pantalones abajo, parecía una especie de pingüino violador caminando con la erección al rojo vivo, al tomar la perilla de la puerta y volver a cerrarla, repasaba lo que había hecho «como mierda se volvió a cerrar?, estoy seguro que la deje cerrada», como estaba tan caliente, cerré y volví a lo mío. El susto solo me excito más, y lo que era una masturbación tranquila, se volvió una paja frenética, que termino con mi verga escupiendo más leche de lo normal y con un suspiro ardiente al ritmo de ese polvo rico en la pantalla.
A los días después y siguiendo con la rutina, ella estaba cuando llegue, fui a mi habitación a hacer unas cosas, de repente escuche «me puedes ayudar, se me olvido la toalla»… toalla?… fui al baño, como lo suponía, estaba ella adentro, se escuchaba el agua de la ducha, así que fui por una toalla, volví y toque la puerta «aquí está», «pasa» respondió… solo esa palabra provoco otra erección al instante y el fervoroso deseo de querer verla sin ropa… pase, había un poco de vapor y podía ver su silueta a través de la cortina, no pude aguantar y rápidamente me apreté la verga de calentura antes de acercarme a la ducha, al estar cerca ella abrió la cortina de golpe, asomo la cabeza, su cabello mojado caía por encima por encima de la silueta de sus enormes tetas, yo me quede mirando con cara de estúpido y le pase la toalla, «gracias» me respondió, «de nada» y salí del baño… demasiado caliente… volví a la pieza nuevamente, con la intención de desahogarme, estaba a punto de acomodarme cuando tocaron a mi puerta, al abrir estaba ella solo con su toalla encima, «me puedes ayudar?, me duele la espalda y no puedo ver porque». De nuevo me quede mirando con cara de estúpido, su cabello cayendo en sus tetas, la toalla húmeda y pegada a sus caderas grandes, sus muslos gorditos y sus piecitos descalzos… ya no era calentura lo que había en mi entrepierna, se había transformado en una bestia llena de leche caliente queriendo liberarse… «claro, no hay problema» respondí, «permiso» dijo bien risueña, paso y se sentó en la cama dándome la espalda, se bajó un poco la toalla y con su mano se tocó la espalda «mira es por aquí, pero más abajo, tengo algo?», me acerque y me senté, me tenía loco, no había marca alguna, le dije que veía nada, ella me respondió «es que me duele un poco»… no podía perder la oportunidad, al menos tenía que intentarlo… acerque mis manos, y empecé a masajear la zona que ella me indico «SSSS… mmm… que rico, necesitaba que me hicieran un masaje, me esperas un poco?» se puso de pie, yo quede en silencio, sorprendido, «esto es una broma?» pensé, ella salió y volvió casi de inmediato, con una botellita de crema y con una sonrisa picarona «me puedes hacer un masaje con esta crema?»… yo quede con la boca abierta, era un regalo de navidad, de cumpleaños, la lotería, todo eso en esa pequeña frase… «dale, acomódate» le dije, se acercó, se sentó en la misma posición y dijo «¿Oye pero si me estiro mejor?» me puse de pie, mientras ella se estiraba en la cama y bajaba un poco la toalla, dejando al descubierto su espalda, la única parte de su cuerpo que estaba cubierta era su culo grande y carnoso… por instinto me volví a dar un agarrón en la verga, que me hizo morder mis labios… «estoy en el cielo, estoy en el cielo» me repetía constantemente, me arrodille al lado de la cama, tome la botella y puse un poco en mi mano, la crema estaba helada, al ponerla en su piel ella siseo un poco y comencé a esparcirla suavemente, cada caricia entibiaba más y más la crema, mis manos, su piel, mientras lo hacia mi verga palpitaba de calentura, estaba angustiado de excitación, pero no quería echarlo a perder, «¿No estas incomodo ahí? súbete a la cama» me dijo ella completamente relajada «no tenía idea que tenías unas manos tan ricas» ella se movió un poco para darme espacio, al hacer esto, parte de la toalla se movió, dejando un poco más al descubierto su culito hermoso. en silencio seguí masajeándola, presionando con la yema de mis dedos, recorriendo desde su cuello hacia la cadera, despacio, firme pero suave, ella estiro sus brazos, podía ver el contorno de sus pechos por el costado de su cuerpo, solo se limitaba a decir «mmmm… mmmm…» disimuladamente trataba de tocar el borde de sus tetas con mis manos, ella no decía palabra alguna, solo escuchaba su respiración acelerándose de a poco, de repente dijo «está muy rico, me darías un masaje en las piernas?», no le dije nada, estaba tan caliente que no quería ni hablar… pero pensé «es hora de tomar una mejor posición, ahora o nunca»… me subí encima de la cama, a la altura de sus pies, el contorno de su piernas cortitas y carnosas estaba a mi merced, repetí el mismo proceso, la crema, las caricias, el calor, solo que esta vez, le apretaba la pantorrillas, los muslos, cada vez me acercaba más y más a su culo, trataba de meter la mano entre sus piernas, ella de a poco las abría, mi respiración estaba agitada, y en ese silencio ardiente solo se escuchaban nuestros alientos calientes y placenteros, ya no lo aguantaba, realmente no lo aguantaba… despacio, me arrodille y deje sus piernas entre mis rodillas, estaba tiritando, de esa posición, podía masajearle las piernas por completo, mis manos estaban aceitosas y de a poco le acariciaba el contorno de su culo, y trataba de suavemente abrir sus piernas, metía las manos cada vez más adentro y cada vez que lo hacía, sentía mas calor, ella se quitó la toalla diciendo «dale, lo haces tan rico» y tenía su culo redondo desnudo frente a mí, de nuevo me apreté la verga, para tratar de liberar algo de tensión, y con ambas manos le empezó a masajear ese exquisito y blando trasero, con las yemas lo presionaba fuerte y lo soltaba, luego subí por su espalda, estirándome por completo en su espalda, llevando mis manos por los costados, para tocarle el borde de sus tetas, para luego volver a sus hombros, de a poco pose mis caderas entre su culo, mi verga estaba durísima y mojada, lo único que quería poner mi verga cerca de su piel, sentía como su culito aceitoso se abría un poco por mi verga.
«eres lento, ¿Crees que no te he visto?» susurro picaronamente… esa pregunta me dejo helado… «dale, he visto como lo haces, cuando te encierras a ver películas y te manoseas, es rico ver cómo te sale la leche», su mano se fue directo a mi verga, era la primera vez que una chica me la tocaba, sentir sus dedos apretando la cabeza, recorriéndola, tratando de llegar a mis bolas, me hizo gemir, «ya estas durito y mojadito, sácate ese pantalón, pero no me dejes de hacer masaje, ya?… nunca me había sacado los pantalones tan rápido… ella se dio la vuelta, y pude ver sus tetas suaves, sus pezones grandes, quede con la boca abierta, ella se rio y me agarro la verga, pasaba sus dedos por la cabeza que ya estaba mojada de semen, la movía despacio, hacia adelante y atrás «ven, chúpame, ven» me zambullí en sus pezones, ella me agarro del cuello para sujetarme a su pezón, con su otra mano me acariciaba despacio la verga y las bolas, sus manos estaban tan aceitosas como las mías y se deslizaban dejando una estela caliente en mi carne, le quería devolver el favor y quería tocarle su concha, antes que llegara me dijo «no, por ahí no, mejor chúpame, me gusta que me chupen» me alejo con su mano, me puse de rodillas de nuevo, mientras ella abría su concha con sus dedos, estaba húmeda y brillante y su clítoris rosado estaba duro y sobresalía de entre los labios, de pura ansia me hacia una paja mientras la miraba, «aquí, justo aquí, como si fuera una tetita» me dijo mientras se tocaba el clítoris, me acerque a su concha mojada, pude sentir el calor antes de poner la boca, le apreté el clítoris con los labios y empezó a chupárselo bien fuerte, su clítoris pasaba por mis labios, adentro y afuera, lo chupaba y lo soltaba, ella empezó a gemir mientras me desordenaba el pelo, yo chupaba y chupaba, subí la mirada, una de sus manos se apretaba los pezones, se los tiraba y siseaba de calentura «sigue, sigue» decía entre gemidos apagados. luego sus manos se fueron directamente a cada una de sus nalgas «no pares» ordeno y levanto sus caderas, se abrió las nalgas y uno de sus deditos se metió en su culo «no pares, no pares» su mano chocaba con mi mentón, que se movía rápido, su dedo entraba y salía por su culo, mientras le seguía chupando el clítoris, pero ya no aguantaba la calentura, quería entrar, debía entrar, saque mi boca, ella no paraba de masturbarse el culo «pasa la punta por aquí» me dijo, como si supiera lo que quería, así lo hizo, ella me agarro la verga y la puso justo entremedio de su concha, fue imposible no besarla, mientras nuestras lenguas jugaban ella me daba mordiscos suaves en la mía y mi verga pasaba por entremedio de los labios de si concha, sentía como los bordes de la cabeza chocaba con el clítoris mojado y caliente, cada vez el roce se hacía más rápido, mi verga botaba gotas de leche a cada caricia, «sé que quieres, pero no me puedo embarazar, no ahora», me alejo de ella y me dijo «estírate, ahora me toca a mí» lo hizo y acerco su boquita a mi verga, le chupo la cabeza, metía su lengua justo en el agujerito de mi pene, que estaba a punto de explotar, luego se lo metió entero en su boca, apretó sus labios y con su boca me pajeaba, a veces me rasguñaba con sus dientes bien suave, luego tomo mi verga y la levanto, su lengua empezó a pasar por mis bolas, acerco su boca y apretó una de mis bolas con sus labios, mientras le pasaba la lengua, su mano me apretaba y me pajeaba fuerte, cada vez que lo hacía, salía un poco de semen que ensuciaba sus dedos… no podía decir nada, solo hacia lo que ella me decía, si me hubiese pedido tirarme desde un puente lo hubiese hecho…
se puso de rodillas en la cama, como «perrita» estaba tan caliente como yo y se empezó a meter dos dedos en su culo, se pajeaba rápido y jadeaba como loca… sabia la hora en que llegaban mis padres… yo acerque de nuevo mi boca a su vagina, esta vez le metía la lengua en la concha, sus jugos me mojaban la lengua, yo trataba de meterle la lengua lo más adentro que podía, la pasaba fuerte por los bordes mojados de su concha, mientras sus dedos aceitosos entraban y salían por su culo cada vez más rápido, sus jugos caían por mi mentón, «métemela por atrás, dale, pero yo te digo como» me acomode de rodillas en frente de su trasero carnosos y sudado por todo el juego que estábamos haciendo, «la punta primero, solo la punta» obediente como estaba, eso hice, lentamente acerque mi verga hasta su culo que ya estaba dilatado por completo, mi verga entro suave hasta el borde de la cabeza, luego la saque un poco y la volví a meter, el borde de la cabeza acariciaba la entrada de su culo, una y otra vez, bien despacio, ella movía sus caderas al ritmo de las mías, apretaba su ano para apretarme la verga al entrar y salir «SSSS… ay… que rico, así, suavecito, así» yo jabeaba como loco, igual que ella, mientras el movimiento de ambos calentaba las carnes y salían gotitas blancas de semen que bajaban por su concha, combinándose con sus jugos.
«ahora, métela entera, despacio», empecé a meter mi verga en su culo, podía ver como se hinchaba al entrar… ese calor que sentí al meterla, esas carnes que me apretaban, no solo lo sentía en mi verga, lo podía sentir en mi cuerpo entero… casi por instinto, me arroje encima de ella, mi pecho frotaba su espalda y se frotaban suavemente por la crema, mis manos pasaron hacia sus tetas, una en cada mano, mientras empecé a empujar cada vez más rápido, jadeábamos fuerte y sin vergüenza, mis dedos le apretaban los pezones, mi cara se enredaba en su pelo, mientras empujaba mi verga cada vez más rápido, más fuerte, en cada embiste, sonaban nuestras carnes al chocar, «culeame rico, culeame, dale así, rómpeme el culo, rómpemelo» acomode mejor las piernas para apoyarme mejor, sin dejar de apretarle las tetas, ahora se la metía más adentro, lo hacía más rápido, sin pensar nada, era solo instinto, las carnes se calentaban, sentía que mi verga se quemaba de calentura, ella movía las caderas, quería tragarse mi verga con su culo, mas, mas, más fuerte, más gemidos, sus piernas tiritaban, mis bolas estaban apretadas, a punto de estallar, la leche me hinchaba más y más la verga, hasta que sentí como salía, pero la excitación no me dejaba detenerme, escupía leche caliente en su ano sin parar de chuleármela, «aaahhh, dale, aaaahhh», más fuerte, más fuerte, mientras la leche salía por los bordes de su ano y caía por sus muslos y mis bolas… una especie de sobrecarga lleno mi cuerpo, que me llevo a las nubes, vi puntitos brillantes mientras terminaba de eyacular… jadeando y sin sacar la verga de su culo, ella se tiro en la cama, yo encima de ella y nos quedamos así un momento… respirando con cansancio…
«los tíos ya van a llegar… no les vas a decir nada, ¿cierto?» pregunto con voz exhausta, «no, ni loco les digo lo que hicimos», salí de esa posición, me acomode un momento a su lado, nos abrazamos un rato, sin decir nada. Se levantó y volvió a ducharse, mientras lo hacía, me quede pensando en lo afortunado que yo era, me sentía hasta orgulloso. Al salir de la ducha, yo fui al baño a hacer lo mismo, ella preparo un algo ligero para comer, conversamos un rato, de la nada, nos habíamos vuelto cómplices… y esa complicidad, nos acompañó un par de años.
Al día siguiente, fui a clases. El profesor de matemáticas nos explicaba un ejercicio. Yo solo podía pensar en ella. De pronto el profesor dijo «disculpen jóvenes, se me olvido algo» y encima de un número, al lado derecho, puso una pequeña coma y dijo, «bueno, este error cualquiera lo comete… ¿Quien no se ha comido una prima?» dijo soltando una carcajada picarona… algunos se quedaron en silencio, mientras algunos de nosotros, nos reímos tan picaronamente como el profesor.
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