A solas con
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Siempre he tenido a mi madre como una persona increíble.
Es simpática , ríe a carcajadas y es toda una mujer de rompe y rasga.
Siempre la he visto contenta y provocadora .
A los doce años estando en nuestra finca con mis amigos , ella tomaba el sol con su prima y le contaba que a ella enseñar sus partes íntimas no le cohibe.
Es más , te demostraría que es más normal hacerlo así que ser recatada ante las posibles miradas.
Y acto seguido exhibió sus tetas.
Un poco desparramadas por el peso , pero bueno , eran un par de tetas.
Aquello que siempre había sido un símbolo prohibido , me dejó boquiabierto.
Un día en casa estaba yo en la ducha y mi madre entró.
Me cubrí y me miró diciendo , te he criado y te hevisto desnudo siempre.
Conmigo no debes taparte , al igual que yo contigo.
Me quitó las manos y exclamó. Veo que ya están en la pubertad y esto hay que celebrarlo.
Charlamos del sexo y me fue descubriendo los distintos aspectos del mismo.
Para estar más cómodos los dos estuvimos desnudos.
Mis ojos brillaban ante su cuerpo . Sus redondeces , sus pechos , sus caderas y su vagina formaban un conjunto armonioso y estoy convencido que mi padre gozaba con aquello.
Sentí un estremecimiento cuando ella abrió sus piernas y enseñó su rajita .
Era rosa y peluda alrededor.
Me enseñó los labios y me dijo donde estaba el clítoris.
Con su propia mano tomó mi miembro y aquello se puso como un palo.
Me descapulló . Ella sabía que casi no podía y quiso saber si necesitaba una intervención.
La imposibilidad de que saliera aquello de forma normal , forzó un poco y con el movimiento aquello expulsó el semen.
No le dió importancia y me preguntó si me masturbaba. Negué aunque no era cierto.
Me propuso ir al médico para que tuviera un acceso más fácil para facilitar la coyunda.
Me dió un sonoro beso , se rió y me quedé viendo su enorme trasero cuando salía de la habitación.
Al día siguiente me dijo que lo había hablado con mi padre y de forma tan antural lo contó , que no entendía esa forma de relatarlo.
En el colegio nunca nos habían dicho nada y mi propia madre me abrió los ojos.
Una vez realizada la intervención aquello ya era otra cosa.
La masturbación era cosert y cantar. Aquella cabeza poderosa estaba libre de su cárcel .
Y mi madre tan campechana me había sanado aquello y también mi mente.
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