ABUELITO DIME TU… (Primera parte)
Mi nieta me adora.
ABUELITO DIME TU (Primera parte)
Mi hija me dio una nieta casi al final de mi vida, pero pude verla crecer sus primeros años.
Ya a los tres añitos estaba muy pegada a mí, yo todabia tenía algo de fuerzas y jugábamos a todo lo que a ella se le ocurría, juego nuevo que salía, yo se lo compraba.
Ella era feliz y yo era feliz si la veía contenta.
Mi hija siempre me recriminaba que la mimaba demasiado y que la malcriaba.
En su cumpleaños número siete, yo caí internado, me quedaba poco de vida, casi siempre con la máscara de oxígeno y muchas veces canalizado.
Ella me venía a visitar todos los días, me leía cuentos y “me hacia las uñas”
Una mañana de esas mi hija me dijo que la dejaría un par de horas conmigo, que tenía que hacer un trámite sin falta.
Nos quedamos a solas y en un momento de silencio, le pregunté si haría algo muy especial por mí.
Ella saltando de alegría me dijo que por mi haría cualquier cosa, que hasta daría su vida si pudiera…
Me reí y le dije que no era para tanto, que lo que necesitaba debía ser un absoluto secreto, que jamás nadie debía saber.
Aceptó intrigada, yo me quité el cobertor de la cama y como no tenía ropa interior, quedó a la vista mi vieja poronga que estaba totalmente parada.
Ella al verla grito “¡ABUELITO!” y se tapó los ojos para no ver.
Suavemente le saqué sus manitos de sus ojos y le dije:
“Dijiste qué harías lo que fuera por mi” ella tartamudeaba:
“Si, pero…pero eso es muy cochino abuelito”
Tomé su manito y la forcé a que tocara mi pija, ella retiro rápidamente la mano, pero preguntó:
“¿Qué querés que haga?2
“tenés que hacerme feliz” le dije sabiendo que me iba a preguntar cómo, le empecé a explicar…
Que los hombres tenemos el pene para hacer hijos, que de allí salió el espermatozoide que luego fue su mamá y que necesitamos que cada tanto salgan o nos sentimos mal.
“¿Y cómo hago para hacerte feliz?”
Le dije que debía mover sus manos de arriba hacia abajo hasta que saliera la leche por ahí, mostrando el huequito de mi pija que estaba a punto de reventar.
Se aceró, miro con interés mi verga, toco el huequito y me dijo “¿Por aquí salen?”
Me hizo estremecer su contacto y le dije que sí…
“¿Y esta gota que te sale son hijitos?”
“No, eso es para no hacer doler a las mujeres cuando se la metes, se puede beber, es rico…”
“¿Se puede beber?” dijo y le pasó su lengüita, se saboreó y dijo “hmhm que rico” “¡dame más!”
Le dije que para eso tendría que chupar, le acomode la cara para que mi pija entrara en su boquita, a estas alturas a ella ya le gustaba hacerme feliz.
Estiré la mano para poder ponerla entre sus piernitas y toqué su cotorrita con mis dedos.
Primero se sorprendió, pero le agradaron mis caricias así que abrió un poco las piernas y me dejó continuar.
Me arrimé a su oído y le dije “Sacate la bombachita”
En un santiamén puso su bombacha debajo de mi almohada y pude acariciar su vulva metiendo apenas mis dedos…ella comenzó a suspirar….
Me estaba brotando varias gotas de precum, ella las lamió disfrutando.
Le dije que ahora tenia que chupar y chupar, antes que volviera su madre y que para que no quedaran pruebas de lo que estábamos haciendo debía tragarse todos los espermatozoides.
Movió la cabeza de arriba abajo diciéndome claramente que estaba de acuerdo.
Mientras me chupaba, yo con una mano acariciaba su cotorra y con la otra me hacia la paja para venirme más rápido en su boca.
Le avisé: “Amor ya sale mi esperma” movió la cabeza diciendo que sí.
El primer chorro pasó por su boca, al tragarlo recién sintió el verdadero sabor, Los cachetes se le inflaron y movía la cabeza diciendo que no…
“¡Chupá, seguí chupando por favor! Después escupís en la sabana!
Así lo hizo y estuvo escupiendo un buen rato…
“Es muy fuerte el olor” me dijo, seguramente quiso decir el sabor…
Yo que seguía con mi mano en su vagina, la quice retirar, pero ella la agarró y la movió para que la continuara acariciando.
Lo hice y a los pocos segundos, me dijo que ya estaba y además me dio las gracias.
Le dije “¡Gracias a vos!”
Se escuchó el ascensor, ya volvía su madre, limpié como pude el desastre, echamos desodorante de ambientes, ella tomó un libro de cuentos e hicimos como si me lo estaba leyendo.
Cuando se iban, se acercó a darme un besito en la mejilla y con voz de secreto me dijo:
“La próxima vez me lo trago todo abuelito, te lo prometo”
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