ADRIANITA, BUCEO Y SEXO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LOVERBKS.
¬_Papá, me llevas a la alberca?_ Me dijo mi hijo de cinco años. El calor estaba duro ese verano y era normal que a mi hijo se le antojara esa tarde que lo llevara darse un chapuzón, como muchas otra veces lo habíamos hecho, dado que le estaba enseñando a bucear, es decir, a usar los lentes de buceo y nadar por debajo del agua. Adriana la sobrinita de 12 años de mi esposa que estaba de visita en la casa, escuchó y me dijo: _Tío, no seas malo, invítame. _Claro que si, le respondí, _Vámonos. ¿Traes ropa? _Solo la que llevo puesta, me dijo.
Vestía una blusita de algodón rosita de tirantes, unos shorts rosa oscuro de la misma tela, ceñidos de arriba y voladitos de abajo, como una mini. _Pues así, vámonos, le dije _Pídele prestada una toalla a tu tía_ Y emprendimos el camino.
Por ser una tarde entre semana, laborable, el balneario estaba solo, literalmente sólo, de manera que la piscina estaba a nuestra disposición enteramente.
Llegando nos dirigimos a los baños a cambiarnos; mi niño se puso su traje de neopreno, que le gusta usar, porque le da flotabilidad, y yo solo me quité los interiores porque suelo rozarme cuando me baño en alberca. Adriana se arregló su cabello y dejó sus huaraches en la bolsa.
Nos fuimos de inmediato a la alberca y nos metimos a bañar alegremente; mi hijo se puso sus lentes de buceo e inició su práctica como otras veces, lanzando objetos al fondo de la alberca y buscándolos y luego haciendo inmersiones.
Adriana y yo le observábamos, sentados en los escalones de acceso a la piscina mientras platicábamos. Adriana es una niña muy linda; de tez blanca, cabello negro, de mediana estatura, grandecita para su edad. Tiene un rostro muy lindo; unos labios grandes, bien definidos, unos enormes y expresivos ojos negros y una nariz bien perfilada, muy femenina. Es delgada, sin ser muy flaquita, tiene unas muy bien torneadas piernas, producto tal vez de su afición al baile y otras actividades físicas de la escuela, aunque no tiene muchas nalgas. El atributo que si le resalta, son sus para su edad, grandes bubis, que se le empezaron a desarrollar desde los diez años, y que a ella le gusta lucir cada que puede.
Platicábamos de todo y de nada. Yo no perdía detalle de sus marcados pezones en su blusa, provocados por lo frio del agua, y de cómo el agua untaba su blusa sobre sus exuberantes pechos, bajo esa linda cara de niña.
Después de un rato de observar a mi hijo, le entró la curiosidad de cómo se hacía aquello de la buceada y me pidió que le enseñara a hacerlo. Le presté mis lentes de buceo y a poco la estaba instruyendo. Como no sabe nadar muy bien yo le sostenía por debajo de su cuerpo con las manos en su vientre y sus piernas mientras ella pataleaba con las aletas de caucho y miraba a través de los lentes. Como no queriendo la cosa, yo tocaba sus tetitas con disimulo cuando ella se movía nadando, como si no fuera mi intención. En ningún momento dijo nada ni reparó en ello.
Muy pronto pudo moverse sin ayuda utilizando las aletas de buceo y hacía pequeñas inmersiones buscando objetos. Lanzaba las llaves del coche a unos metros de ella y las buscaba hasta encontrarlas y luego las sacaba, lanzándolas de nuevo hacia otro lugar, sin ver donde caían para hacer más difícil la búsqueda. Cada uno hacia lo mismo, pero por su cuenta. Yo me fui a sentar de nuevo a los escalones de la piscina a observarles y descansar un rato. No pudo pasar desapercibido para mi cuando ella se zambullía elevando su trasero al aire y la parte baja de sus nalguitas se escapaba por debajo de los pliegues de su short, mostrando un calzoncito azul cielo y su rosadito trasero con piel de gallina.
Aquello empezó a inquietarme y mi pene se empezó a poner duro a pesar de lo fresco del agua. Yo me tocaba con disimulo al amparo de la soledad del balneario, donde ni los empleados se acercaban siquiera a la piscina, y de que los chavos andaban en lo suyo.
En una de tantas, Adriana lanzó las llaves hacia donde me encontraba yo, así que la vi acercarse nadando, localizó las llaves y las lanzó de nuevo; fue por ellas y de nuevo la vi lanzarlas hacia donde estaba yo, y vino por ellas de nuevo, solo que esta vez lo hizo más despacio, como si no las encontrara, y se quedó largo rato “buscándolas” sin levantar la vista respirando ayudada por el snorkel. Estaba justo donde las llaves habían caído, a un metro enfrente de mí y parecía no verlas. Efectivamente, eso pasaba, que no las veía. La observé y lo que hacía era ver mi entrepierna, donde mi pene aun como un madero permanecía duro, y seguramente se veía por entre la pierna del short. Me moví ligeramente y abrí más mis piernas, y la calentura hizo llegar un poco más de sangre a mi pene de por sí ya bien parado. Ella saca la cabeza del agua y me pregunta: _Tío, no viste dónde cayeron? Y yo le digo _ Si, un poco más para acá. Ella nada hacia mí, hasta casi meter su cabeza entre mis piernas. Ahí se queda, e inocentemente hace como que las busca, y se zambulle un poco, pero es evidente que solo se acerca para verme más detenidamente.
Yo facilitaba todo manteniendo mis piernas abiertas y moviendo mi pene. Ella por fin encontró las llaves y las lanzo unos metros de ahí y fue por ellas inmediatamente. Yo aproveche para verla de nuevo zambullirse y pegarme una masajeada en el miembro que ya me hacía falta por la excitación. La veo lanzar de nuevo las llaves hacia donde me encuentro, y pensé: _Ah, le gusta la verga a Adrianita! De nuevo hace lo mismo, todo; extasiada con mi miembro, lo que me pone a mil.
Tiró las llaves nuevamente hacia donde estaba yo, lo que me provocó una nueva oleada de excitación y reafirmación de mi erección. Se quedó otra vez enfrente de mí observando, y esta vez, después de un rato de mirar levantó un poco la cabeza, sacando sus ojos del agua y me miro fijamente a los ojos, muy seria y expectante; yo le devolví la mirada y le sonreí. Ella me sonrió igual y bajó de nuevo la cabeza. Siguió mirando mi entrepierna un rato más mientras yo contraía mis músculos para hacer mover mi pene, que estaba casi fuera del short.
Ella nadó hacia mí girando su cuerpo y poniéndose entre mis piernas apoyando sus brazos en mis muslos, como ya alguna vez lo había hecho, como recostándose en mi cuerpo. Ella me quería mucho y yo estaba acostumbrado a esas confianzas y mimos que me prodigaba. La última vez que tuvo ese acercamiento conmigo estuve en plan de confidente con ella, cuando me platicaba de su novio de sexto grado y de la primera vez que se besaron. El le besaba tiernamente y de pronto le tomó por las bubis tímidamente acariciándola por sobre la blusa; ella no supo que hacer, me dijo, y se lo permitió unos momentos, pero de pronto se asustó al sentir que “pipí” escurría por su sexo. En aquel momento no tuve oportunidad de explicarle lo que le pasaba.
Se sentó conmigo en la escalera de la piscina en medio de mis piernas de espaldas a mí y se recostó en mi pecho. _Uff!_ exclamó _Es cansado esto de la buceada_ y relajó su cuerpo sobre mí. Me sorprendió sobremanera como se conducía, casi provocadora y seductoramente.
Yo tenía mis manos en mis piernas, de manera que quedaron en sus costados bajo sus brazos. Me turbó el casi contacto de sus bubis. Se arqueó hacia atrás buscando mis ojos para decirme: _Estoy muuuy cansada tiooo!!! En un casi susurro. Al hacer esto su pecho se proyectó hacia arriba y ciñó su blusa mojada a su cuerpo, lo que hizo que sus bubis se reafirmaran más en la tela y sus pezones duros se marcaran notoriamente. Además, por efecto del agua se trasparentaban mucho sus formas. Con esto, otra oleada de erección llegó hasta mi pene.
Se acurrucó contra mí y cerró los ojos. Esto hizo que mi pene tocara la parte baja de su espalda; al sentirla, sin quererlo, hice contracciones para frotarme con ella. Ella se dio cuenta y sin pensarlo, creo, hecho su mano hacia atrás, yo no reparé en ello hasta sentir su mano en mi pene explorando. _ Ayh! Perdón tío, es que sentí algo en la espalda_ dijo, y calló. Agachó la cabeza y se quedó quieta. _Qué pasa?_ le dije. _Es que me dio pena_ Respondió. _Te vas a molestar conmigo_ _No, para nada_ le repliqué_ Por que dices eso?_ _Es que ¿Era tu cosa verdad? Tu pipi. _ _Si_ le dije. _No pasa nada, no te preocupes. Discúlpame tú_ Y se quedó callada un rato viendo su primo nadar, pero sin moverse de su lugar.
_Oye tío, te molesta que te pregunte algo?_ dijo. _ No para nada, dime_ le contesté. _¿Por qué está dura y grande? ¿Siempre es así? ¿Por qué no se le nota a los hombres bajo la ropa?_ dijo, ya más dueña de la situación.
_Hijole! Es una situación complicada_ le contesté. _Mira se pone así por la excitación, cuando un hombre siente el deseo de hacer el amor con una mujer. ¿No lo has visto en la escuela eso ya?_ Se quedó pensativa un momento y dijo: _ Si, el sexo y esas cosas ¿Verdad?_ Respondí : _En efecto; el ponerse así facilita la penetración en el órgano de la mujer durante el acto sexual. ¿No has visto a los animalitos cuando lo hacen? Es igual_ Ella animada con la plática prosiguió: _ Si, la semana pasada, a mi tía le prestaron un perrito Chihuahua, para que se hiciera novio de la “Mimí” su perrita, y yo vi como lo hacían. El perrito metió su pene en la vagina de Mimí y estuvo moviéndose un rato. ¿Así es como deposita su semilla en el cuerpo de la pareja, tío?_ Preguntó. _Si_ le dije. _Oye tío, ¿Y por qué se habla tanto del sexo? Todo ese rollo, que todo mundo platica; siempre es el tema de conversación de todos; la Maty, te acuerdas, mi prima de la prepa, siempre está hablando de eso, y cuando le pregunto me dice que me calle, que estoy muy chiquita para andar con esas cosas.
_Mira, le dije_ La naturaleza, sabia en sus cosas hizo que el acto del sexo, o de la unión del hombre y la mujer fuera placentero, para que macho y hembra buscaran unirse y poder perpetuar la especie. ¿Te imaginas si en el sexo no hubiera placer? Hombre y mujer no se buscarían jamás, y sin sexo no tuvieran hijos. Por eso la gente habla de sexo, porque es un acto placentero, por eso hombres y mujeres lo hacen, por el placer de hacerlo. Y en toda relación es el momento culminante de unión. Por eso están los condones y otros métodos anticonceptivos, porque las personas buscan el sexo por placer, no para tener hijos, sobre todo los adolescentes.
_ ¿A qué te refieres con lo de placer, tío?_ Preguntó. _A que en el acto sexual, el contacto de los órganos sexuales es muy placentero, muy agradable._ Con cara de extrañeza preguntó: _¿Cómo agradable? No entiendo. _ _Mira, para que entiendas. Cuando lo haces se sienten unas cosquillitas bien ricas en tu sexo, que no quieres que acaben. Y luego de hacerlo, quieres repetirlo de nuevo otras veces. Por eso todo mundo habla de sexo… ¿Nunca te has tocado tus partes íntimas?_ Me animé a preguntarle._ Apenada me respondió: _No, tío. Pero una vez que me bañaba me toqué sin querer de una forma en que no lo había hecho antes y si me gustó, pero sólo esa vez… Oye tío, entonces la cosa se le pone dura a los hombres cuando les gusta una mujer y quieren tener sexo con ella?_
_Así es_ le respondí. Y me tomó desprevenido totalmente: _ Tío, y tu ¿A quién viste, o quien te gustó, que se te puso dura ahorita?_ Bueno, le dije, es que también cuando ves a una chava linda y sexy te sucede eso. _Y esa chava linda y sexy ¿Quién es?_ Me quedé pasmado sin saber que decirle, entonces ella siguió: _ ¿Soy yo? ¿Te pusiste así por mí, tío?_ Descubierto, no tuve más remedio que contestarle: _ Hija, me da mucha pena, pero como tienes un cuerpo ya de señorita grande, yo creo que si, fuiste tu la que me provocó eso, disculpa. _ ¿Te parezco bonita tío? _Eres lo que cualquier hombre desearía, hija. Serás pronto una mujer muy hermosa.
_¿No lo soy ya?_ Me preguntó. _Claro que si _ Le respondí. _Solo que aun eres una niña. _Oye ¿Entonces yo te provoque eso?_ Si, le dije. _¿Entonces quiere decir que me quieres hacer el amor a mi? _No, le respondí. _Tu me dijiste que eso significaba, tío_ La verdad me tenía todo sacado de onda, sin saber que pensar o decirle. Entonces de plano le dije: _ Mira hija, si tuviera unos quince o dieciséis años, y no fuera tu tío, créeme que sería lo que más deseara en este momento, hacerte el amor toda la tarde.
_Tío, te quiero mucho_ me dijo, y me dio un beso en la mejilla. Al girarse mis manos rozaron sin querer sus bubis, y al sentirlas, toda una corriente eléctrica se desplazó por mi cuerpo haciéndolo vibrar. Como en piloto automático, al sentir su palpitante pecho en mis manos, tomé sus bubis y las apreté suavemente, masajeándolas con cuidado. Ella me besó en la mejilla y yo al sentir sus labios me giré abruptamente, encontrándome con su boca. Fue solo un leve contacto de labios, pero su saliva quedó impregnada en mi boca, que yo lamí lentamente.
Ella me miró a los ojos, con los suyos entreabiertos, lo que le daba un aire de deseo a su expresión, y me preguntó: _¿Tons qué tío? ¿Te gusto o no?_ Y disimuladamente bajó su mano al agua y buscó entre mi short y de golpe tomó mi pene y empezó a acariciarlo. _¿Que haces?_ Le dije. _¿Qué? ¿No es esto lo que querías?_ Me dijo. _ Calentarme. Ya lo lograste. ¿Crees que no me di cuenta de que me mostrabas tu cosa con toda intención? ¿Para qué? ¿Qué buscabas tío? Andale, dime… Y siguió masturbándome, torpe pero divinamente. Miré en todas direcciones y no se veía nadie. Entonces bajé mi mano cuidadosamente. Mi hijo jugaba a lo lejos y no se percataba de lo que sucedía. Mi mano fue directo al sexo de Adriana; lo tomé por sobre la tela de su short, y ella solo se mordió un labio y se dejó hacer, mientras apretaba mi pene con su mano.
Aparté los pliegues de su short hacia un lado con cierta brusquedad, y su velludo sexo quedó a la vista bajo el agua. No pude más, cualquier resto de prudencia se esfumó, metí mi mano en su tierna vagina y pude ver estaba anegada de viscosos fluidos femeninos, tan abundantes que no se disolvían al contacto con el agua; se seguían sintiendo suaves en sus tiernos labios vaginales. Mientras presionaba con mis dedos su sexo, con el pulgar frotaba su pequeño clítoris que coronaba sus labios. Ella de plano se dejo caer en mi brazo sin soltar mi pene, que jugaba de cuando en cuando. _¿Esto es lo que me decías tío? Se siente genial…Ahhh! Suspiraba quedamente y entrecerraba los ojos. La deje irse en sus ensueños, y más tarde, intenté meter mi dedo medio en su rajita sin quitar mi pulgar de su clítoris. No creo que mi sobrina haya tenido relaciones sexuales antes, pero si tal vez por su actividad física vigorosa, su virginal membrana había desaparecido, dado que mi dedo no encontró mucha resistencia, menos con la abundancia de fluidos lubricantes. _AAHH!! Suspiró de nuevo y aflojó su cuerpo. Con el brazo que la sostenía la apreté hacia mí y tomé con más libertad su chichita más próxima.
Seguí metiéndole el dedo completo y ella empezó a jadear en cada embate. Solo un momento aparte mi mano de su sexo para tomar la suya sobre mi pene y marcarle el movimiento que debía hacer con él. A poco ya me estaba pajeando torpe pero sabrosamente.
_Tío… ¿sabes por qué me gusta ir a tu casa? Dijo, abriendo los ojos un momento. _No, ¿Por qué? Le dije. Porque me gustas mucho, desde que estaba en quinto año. ¿Recuerdas aquella vez en la playa, cuando fuimos al Morro Azul que andabas con mi tía y yo me caí en las piedras? _Si, le dije. ¿Qué tiene?. _Esa vez yo los ví a ti y a mi tía, cuando tuvieron sexo en la arena. Vi todo, desde que mi tía te lo estaba chupando, y luego como tu se la chupaste a ella, y de cómo lo hicieron después. Muchas noches he pensado en ti, en lo que vi esa vez, y he soñado que soy yo la que está contigo. Y si, si me he tocado mi cosita, y muchas veces, y lo hago imaginándome que eres tú el q ue me lame, como lo hiciste con mi tía. Aún la escucho gritar en la noche, como cuando se lo hacías. Hasyta siento celos de ella. Y al ir a tu casa y verte me hace recordar lo que ví aquella vez y desearte más. Checa mi cel y verás todas las fotos tuyas que traigo, que te he sacado sin que te des cuenta, empezando con las que les tomé aquella vez…
Estaba mudo, no sabía qué decir ante tal confesión. _Sigue tocándome por fa, se siente bien rico…_ Me dijo. Y ella siguió manoseándome mi pene. _Tío, si me la metes ahorita, ¿Me embarazo?_ No, le dije, debo eyacular dentro de ti para que eso suceda._ ¿Eyacular? _Si, después de un rato de tener sexo, hay un liquido blanco que sale del pene, llamado esperma, en el está la semilla del macho, lo que te decía hace rato. Eso es eyacular. _¿Puedes metérmela poquito? Sin eyacular, por favor, quiero ver por qué mi tía ponía esas caras y se reía, quiero sentir rico, rico. Andale tío! _No puedo, eso no está bien. _Ayh tío, si me doy cuenta como me miras a cada rato; a veces siento como que hasta quisieras violarme.
_Ándale tío, vamos a los baños, y si quieres ahí te la chupo. Dicho esto, se levantó, no sin antes pegarme otro apretón en el pene, y jalarme de ahí , como diciendo vente tu también. Me levanté casi como autómata y la seguí como manso corderito hasta los baños/vestidores. Se metió conmigo en el de hombres. Y sin más me dijo: _Míralas bien, yo se cómo te gustan; te he visto viéndome a cada rato desde hace mucho.
Dijo esto levantándose la blusa y su top, dejando sus enormes tetas al descubierto con sus pezones negros bien parados. Ya no aguanté, y sin medir riesgos, me fui directo a ella, y me prendí de sus pezones a chuparlos con voracidad, chupar esas lindas tetitas que tanto se me antojaban como ella bien lo dijo. Me senté en un banquito, y ella de pie recibiendo tremenda mamada de bubis, hasta que empezó a contorsionarse y me jalaba de las orejas apretándome contra su pecho, casi asfixiándome. Chupé y saboreé esas ricas tetitas por varios minutos, hasta hacerla gemir como una gatita en celo. Bajé su short a medio muslo, y mientras le mamaba sus deliciosas nenas, le metía otra vez el dedo en su vagina, llenándome de sus jugos la mano.
Fue ella esta vez la que terminó de bajarse los shorts, y frotándose su sexo me dijo: _vamos tiíto querido, métemela como a la ofrecida de mi tía. No podía dar crédito a lo que veía y oía. Acto seguido se arrodillo ante mi y tomó mi pene entre sus manos para después llevarlo a su boca. Empezó a mamarlo torpemente, pero la fui dirigiendo, y en unos minutos lo hacía bastante aceptable, más por su entusiasmo de hacerlo que por la técnica.
Después de casi hacerme venir con su mamada, se apoyó en la pared con sus manos, ofreciéndome su colita, y replicó: _An-da-le tío!! Ya mé-te-me-la, por fa, mé-te-me-la!! Imploraba. Yo me acerqué a ella y no sin antes echar un ojo hacia afuera, la conduje hacia uno de los privados cambiadores y corrí la cortina. La acomodé y le puse la punta del pene en su entrada, ella respondió echándose para atrás para facilitar la tarea.
No fue tan fácil, a pesar de estar super bien lubricada Adrianita, y de tener un sexo de tamaño considerable, estaba un poco estrecha, pero era tanta su calentura y determinación, que aunque lloró, terminó por aceptar toda mi verga, no muy grande hasta eso, de unos 17 cm.
Y llorando precisamente, gemía y pedía le siguiera dando eso que tan rico la hacía sentir. Así le estuve dando por varios minutos y no pude aguantarme, porque cuando paraba un poco para aliviar tensión, ella se movía como loca buscando seguir; así que no tarde mucho en estar a punto de venirme. Cuando eso pasó le dije: _ Eyh, Nana (así le digo yo), aquí está casi la eyaculación. Y se acordó del embarazo. Así que se despegó de mi, y me dijo _ A ver tío, quiero verla cómo es. _Entonces sígueme frotando como hace rato, le dije. Se hincó de nuevo junto a mí y empezó a jalarme el pene como toda una experta, sin dejar de verlo, a escasos 40 cm de su cara. No pasó mucho tiempo cuando grandes y largos chorros de semen bañaban su linda y preciosa cara; uno, dos, tres, cuatro, cinco, y seis, por fin… y yo en el limbo, estremeciéndome de placer…
Ella seguía jugando con mi pene, riendo… _Recuéstate le dije, y puse una toalla en el piso. Se tiró de espaldas, y me fui encima de ella. Le besé un buen rato sus chichitas y cuando regresaba a gemir de nuevo, me fui bajando por su vientre, besándola delicadamente, hasta llegar a su sexo. Entonces sí, me dispuse a terminar lo que había iniciado mi bella Adrianita, devoré sus labios primero delicada y suavemente, pero cuando empezó a jalarme del cabello, di rienda suelta a morder, lamer, chupar y devorar sus labios, su clítoris, que estaba como una canica de vidrio de duro y brillante. Metía mi lengua hasta muy dentro de su ser y seguía propinándole una soberana y extraordinaria mamada; lo digo así porque sus gemidos y alaridos de placer así lo denotaban. Hasta que por fin, después de largos minutos, me atenazó con sus muslos y la sentí temblar y estremecerse. Miré su rostro desfigurado; sus ojos estaban totalmente en blanco y sus pestañas temblaban de arriba abajo. Solo se escapó un Ayhhh! Despacito de sus labios… Después un repetido: _Tío, tío, tiiooooohh, casi en un murmullo….
_Papiiiii!! Se oyó a lo lejos la voz de mi hijo, que me sacó del trance en que estaba, a poco ella reaccionó también, y me dijo: _Tío, te amo…. Vámonos!
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