AGOSTINA (Segunda parte)
Se sentó en la cama, estaba hecha sopa.
Este es el segundo capitulo de 7
AGOSTINA (Segunda parte)
Agos, me contó que estaba todo podrido con su padrastro, que desde que le dijo que no le haría más favores, la empezó a tratar mal, hasta la llegó a amenazar con contarle lo que hacía a su mamá, a lo que ella le respondio que lo hiciera que ella no tenía problema.
Sollozó, le acaricie la carita y le dije:
“Tendrías que hacer las paces con él, volver a hacer lo mismo que antes, ¿O acaso no te gustaría?” “no te gustaba tu novio?”
Muy inocentemente me respondió “y el joven y vos sos viejo”
No me dolió, seguí con mis consejos, le dije que podía tener dos novios a la vez…
Cuando la vi convencida le propuse que le exija a su novio que no hagan siempre lo mismo, que le diga que ella también quería cosas, que si no avanzaban no seguiría.
(Lo que el tipo le haga, yo se lo haré mejor.)
Esa mañana corrió para chusmearme, yo tenía unas ganas que me la chupara, pero usamos el tiempo en conversación,
“me dijo que si él me chupaba la chichi yo estaría conforme y le dije que sí”
Me lo imaginé esa noche, traté de hacerme una paja, pero no me resultó (NO SOY SUPER HOMBRE)
Fue épico, venía corriendo (muy acelerada) su carita se veía feliz, cuando la abrace pude ver que tenía ojeras, muy marcadas.
“¿Me vas a contar?” le dije y me llevó de la manito adentro del comedor.
Te cuento si vos me prometes hacer lo mismo.
“¡Prometido!” grité
“vení” me dijo, se sacó los calzones y se acostó sobre la mesa dejando las piernas colgando.
Yo ya me estaba por manotear el choto, pero ella me agarro de las mejillas y me llevó hasta que mi boca toco su cotorrita y me apretó.
(A mi juego me llamaron, en una época las volvía locas solo con mi lengua)
Hice un arte de una buena mamada de concha y mi lengua premio nobel.
Logré que acabara de tal manera que ella pensó que se había orinado.
Y la segunda fue mejor, despues de la tercera me paró.
Se sentó en la cama, estaba hecha sopa, si entro con ojeras ahora parecía un muerto vivo.
Media mareada, me señalo con el índice y dijo “Vos sos mi novio”
Habia ganado esa materia, pero quería superarme, hacerlo mucho mejor que su “otro” novio.
Tengo que contarles que en el fondo tengo un perro Boston Terrier al que nunca le enseñe nada, solo come, ladra y duerme, cada tanto lo saco a pasear, pero en el fondo tiene bastante espacio para hacer sus ejercicios. Lo llamo Bobi.
Esa mañana pasó más temprano, todabia no habían abierto los negocios, estaba preocupada, en la casa estaban pasando necesidades y quería recaudar dinero, apenas si cambiamos palabras y se fue hacia el centro en búsqueda de metales para vender.
A las dos horas regresó, yo miraba su boquita, mi deseo de que me la chupe hasta acabar y verla degustar mi leche, me volvía loco.
Apenas había traído unas cinco o seis latas y cara de frustración.
La hice pasar, la senté sobre la mesa, no me quiso besar (no estaba de humor)
Fui a mi pieza y traje diez billetes de mil y los puse a su lado. Los tomó y los revisaba entusiasmada, se le veía la emoción.
“Vas a tener que ganártelos” le dije seriamente, ella respondió “Yo te la chupo gratis, no soy una puta” e intento devolverme el dinero, le dije que no, que era otro trabajo y fui al fondo a buscar a “Rodri” mi perrito.
“Hay que lindoooo” dijo y lo levantó, el perro alegre movía la cola y le tiraba lengüetazos en la cara.
“Ponelo arriba de la mesa” le dije y le bajé la calza, me miraba, no asustada si no con curiosidad.
Le saqué la bombachita y se la di a oler a Bobi, el cual al olerla la quería masticar, medio se desesperó.
Hice que Agostina se acueste sobre la mesa y coloque a Bobi ente sus piernas…
“¡Me va a morder!” dijo asustada, “No, quédate tranquila que no muerde”
El perro lamió un poco los muslos apenas arriba de las rodillas, pero fue subiendo con su lengua babosa hasta que descubrió la vulva de Agos y comenzó a lamerla, pero la lamia con fuerza, con ritmo, empujando con su hocico chato, para que la lengua pudiera entrar más profundo.
La nena comenzó a retorcerse de placer.
Aproveche de meterle la cabeza de mi verga en su boca, era tanto el placer que le causaba el perrito que me chupaba como si fuera una aspiradora.
Acabé pudiendo ver (Estaba con la cabeza inclinada para atrás) como la leche pasaba por su garganta, fue uno de esos orgasmos inolvidables, ¡a mi edad me salen jugos hasta por el culo!
“No doy más, me duele la chichi” dijo Agos, debajo de su cola había un charco, gran parte de squirt y otra de baba del perro.
Lo tironee, para que saque el hocico de entre sus piernas, pero en un momento se me soltó y en lugar de querer seguir lamiendo, se subió con sus patas delanteras sobre la pancita de la nena.
Tenía el pitito todo salido, hinchado y goteando, apunto enseguida al huequito de Agos, que miraba entretenida lo que hacía el perrito.
Cuando vio que la puntita se metía entre sus labios vaginales, abrió más las piernas, Pude ver ese agujero con el que soñaría a partir de hoy.
El perro se la metió y se empezó a mover a lo perro por supuesto, ella levantaba sus caderas, para que entrara más y mejor. ¡Estaba gozando de veras, aunque cada tanto emitía un “¡AY!” de dolor, supongo que le tocaba algo sensible, pero de inmediato trataba de acompañar el movimiento de Bobi, perreando como la mejor.
A mí no se me paraba más, pero no dejaba de fluir líquido pre seminal. Cada tanto me arrimaba a su boca, ella lamia y tragaba rápidamente y seguía concentrada en su primera pija dentro de su conchita.
En un instante el perrito acabó, se retiró rápidamente y por instinto olfateó, cuando Agos sintió otra vez ese hocico caliente, abrió más sus piernas y el perro lamió y chupo su propio semen, causándole un orgasmo más.
Agostina se sentó tomo a Bobi en los brazos, lo abrazaba y acariciaba, lo apretaba y le decía “Mi amor, mi amor”
Yo quería participar de alguna manera, le puse mis labios en su boca y metí mi lengua, el perro quiso hacer lo mismo y ella lo acepto, dejo que la lengua de bobi estuviera un bien rato escarbando el interior de su boca.
Le puse sus calzones, le acomodé la pollerita y le recordé que tenía diez mil pesos sobre la mesa.
Llevé el perro al fondo, cuando volví me estaba esperando para despedirse, estaba feliz.
Me acaricio la pija por sobre el pantalón, no se me puso dura del todo, pero sentí una hermosa sensación.
Al otro día la vi venir, vestida de otra manera, traía un hermoso vestidito blanco que apenas le tapaba la colita, zapatillas nuevas, blancas y una vincha también blanca en su pelo.
Se la veía recién bañada, tenía aroma a perfume y jabón.
Le dije si me la podía chupar un poquito, que sería rápido, ella asintió con la cabeza y pregunto por Bobi…” Si me dejas darte mi leche te lo traigo” le dije y mientras me sacaba la pija del pantalón, me dijo que por ahora no, pero si podía ser mañana ella me lo iba a agradecer.
¡Envidie a mi perrito que era el único que se la podía coger!
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