Aguachando a mis bebés. – Segunda parte.
Jenny lo miró con ojitos brillantes y con una sonrisa cachonda respondió..
—¿Vas a meter mi pene en tu boca, mami? …
Preguntó Ricardo ansioso y excitado.
—No te apresures … primero quiero mostrarles algunas otras cosas lindas …
Dijo Jenny tratando de tranquilizar al impetuoso pequeño.
—¿Qué otras cosas, mami? …
Quiso saber Mauro inquisitivamente.
—Bueno … estamos en una cama … aquí es donde los adultos hacen muchas cosas de adultos …
Los niños se calmaron y miraron solemnemente a su madre, cual si fuera la sacerdotisa que los iba a bautizar en los placeres del sexo. Esto era algo especial. Ricardo muy curiosamente preguntó.
—¿Qué otras cosas hacen los adultos, mami? …
—Primero … se besan … los adultos se besan en la cama …
—Eso ya lo sabemos, mamá … lo hemos visto en las películas …
Dijo Mauro un tanto impaciente.
—Sí … es verdad … eso se ve en la tele … ¿pero lo han hecho ustedes mismos? … ¿Saben besar a una chica? …
—Yo no, mami …
Dijo prontamente el pequeño Ricardo.
—¿Vale un beso que me dio la vecina la semana pasada? …
Preguntó Mauro.
—¿Fue en la cama? …
—No frente a su casa cuando volvía del colegio acompañando a su hija, Irene …
—No ese fue un beso de amistad y agradecimiento … no un beso de adulto propiamente tal … los besos de adultos que nos interesarán son aquellos que se dan en la cama o en algunos rincones apartados …
—Entonces yo tampoco lo he hecho, mami … pero parece algo repugnante besar otra boca …
—Entonces … ¿no quieres besar a tu mamá, así como adulto? …
—¡Yo quiero, mami! … ¡Yo quiero! …
Dijo el pequeño Ricardo dando saltitos en la cama.
—¡Quédate tranquilo, enano! …
Espetó Mauro a su pequeño hermano.
—¿Haber? … ¡Sin discusiones, dije! … sino, no les enseñaré nada, ¿entienden? …
Los reprendió Jenny ansiosa de comenzar las lecciones a sus dos retoños.
—Bueno, mami … perdóname …
Se disculpó Mauro. Entonces Jenny les dijo.
—Primero probaremos con Ricardo … él no ha tenido las mismas atenciones que tú … acércate, Richy …
El pequeño se acercó a su madre feliz de haber sido elegido primero que su hermano mayor.
—Sí, mami …
—Abre un poco la boca y mantenla abierta … yo pondré mis labios sobre los tuyos …
—¡Aaah! … ¿Así, mami? …
—Sí … pero no hagas sonidos … solo levanta un poco más tú cabeza … eso … así …
Jenny se acercó lentamente a su hijo pequeño y lo beso en la boca con ardor y pasión, recordándose de los besos que le daba a su marido. El pequeño saltó hacia atrás limpiándose la boca.
—¡Ay, mami! … tuviste el pito de Mauro en tu boca y ahora me metes tu lengua … ¡Uaajjj! …
—Pero así es como lo hacen los adultos … es lindo … y no tiene nada de sucio, por si lo quieres saber …
Ricardo la miraba con cierto estupor y claros signos de asco. En tanto Mauro se puso a reír y le dijo a su madre.
—¡Te lo dije que él es muy chico, mamá! … ¿Qué te esperabas? … Muéstrame a mí ahora … además, es mi pito el que estuvo en tu boca … no me da asco … enséñame, mami …
—Está bien … haz lo mismo que le expliqué a tu hermano e intentémoslo … veremos si funciona contigo …
—¿Pero me meterás tu lengua? …
—Por supuesto … así es como se besan los adultos …
—¡Está bien! …
Así diciendo, Mauro se acercó a su madre y se presento con su boca entreabierta y su cabeza ligeramente echada para atrás. Jenny lo abrazó por la cintura y los hombros y le dio un apasionado beso, la lengua de Mauro entró primero en su boca y estimuló la lengua de ella. El coño de Jenny vibro sintiendo los suaves y pequeños labios de su hijo mayor. Jugó con la lengua de él. Se enderezó un poco arrodillada sobre la cama y lo estrechó en sus brazos, sintió la dura polla de él presionando un poco más debajo de sus senos y esto la puso aún más cachonda.
—¡Ya poh, mami! … me toca a mí …
Reclamó Ricardo viendo que el beso se prolongaba por demasiado tiempo. Lentamente Jenny se separó de su hijo, el cual le preguntó.
—¿Lo hice bien, mami? …
—Sí … eres un besador innato … serás un excelente besador … ¿y qué piensas al respecto? …
—Es muy húmedo, mami … con toda esa saliva …
—Bueno … así son los besos de adultos … ¿pero te gustó? …
—¡Ehm! … creo que sí …
—¿Solo crees? …
—Bueno … sí … me gustó … ¿podemos hacerlo de nuevo, mami? …
Preguntó Mauro entusiasmado de haber besado a su madre fogosamente y por como se había puesto su polla. Pero Ricardo interrumpió.
—No … ahora me toca a mí …
Jenny agradablemente sorprendida le preguntó.
—¡Oh! … pensé que te daba asco besar a tu madre …
—No, mami … quizás no lo hicimos bien la primera vez …
—¡A-ha! … ¿entonces besarías a tu madre? …
—Sí, mami …
Dijo el pequeño algo avergonzado.
—Bueno … entonces acércate …
Ricardo abrazó a su mamá tal como había visto hacerlo en las películas, ella también lo abrazó y se besaron. Jenny puso sus labios sobre los de su hijo y metió su lengua en la boca del pequeño, él la dejó hacer y jugo con la lengua de mamá en su boca. De algún modo era una sensación extraña y nueva para él, pero le gustó y devolvió el beso con mucho afecto.
—¡Mami! … quiero hacerlo yo de nuevo …
Grito Mauro al ver que no se separaban tan luego como él pensaba. Jenny no respondió nada, solo se dejo caer en la cama y besó a Mauro, luego fue el turno otra vez de Ricardo. Tenía a sus dos hijos con las pollas durísimas turnándose para besarla una y otra vez. Esas tiernas caricias hicieron hervir su vulva. Era muy hermoso. Cuanto había extrañado el sentirse amada y deseada. Sin más lecciones comenzó a besarlos por todas partes, en el cuello, en las mejillas, en las narices, en las orejas. Luego abrazó a Mauro y besó los pequeños pezones de sus pectorales, el niño se sorprendió.
—¡Oh! … ¿Qué estás haciendo ahora? …
—Puedes verlo, ¿no? … lamo y beso tus pezones …
—Sí … pero me haces un poco de cosquillas …
—Yo también, mami … hazme de esas cosquillitas a mí …
Exigió Ricardo. Así que tuvo que chupar los pezones del pequeño. Nadie quería quedarse atrás. Mauro besando los lóbulos de Jenny y torpemente intentaba besar su cuello parcialmente cubierto por el cuello de su blusa.
—¿Podrías quitarte la camisa, mami? …
Preguntó, para poder enseñarle a su madre que había aprendido a besar como los adultos y quería besarla en el cuello y en el pecho.
—Por supuesto que sí …
Dijo Jenny y les enseñó como quitarle una blusa a una mujer, luego aprovechó y también les mostro como se desengancha un sujetador, los chicos se turnaron y uno a la vez practicaron quitándole el sostén a su madre. Los pechos de Jenny no eran enormes, su talla era 34C, pero eran harmoniosos, firmes y redondos. En ese momento sus pezones estaban extremadamente duros por la lascivia y la lujuria.
—¡Oh!, mami … tus pezones son muy grandes … mucho más grandes que los míos …
Dijo asombrado el pequeño Ricardo.
—Sí … tienes razón … los tuyos están creciendo … pero las mujeres tenemos pezones mucho más grandes que los hombres … es para que los bebés puedan beber de él … también se vuelven más grandes y duros cuando la mujer se excita …
—¿Qué es excitarse, mami? …
Indagó el pequeño.
—Bueno … es cuando la gente se siente feliz de hacer cosas de adultos … como las que hacemos ahora … esto es excitante … para ustedes esto hace que vuestros penes se pongan duros … para mí, hace que mis pezones se pongan rígidos y crezcan …
—¿Entonces ahora mismo estás excitada, mami? …
Preguntaron ambos casi al mismo tiempo.
—Así es … por la forma en que nos abrazamos y nos besamos … también me gustó mucho el hecho de que me pidieras que me quitara la ropa … eso es lo que hacen los adultos …
—¿Y te gustaría si besáramos tus pezones? …
—Creo que eso me pondría aún más cachonda …
Mauro se contentó de haber sido él quien sugirió a su madre de quitarse la blusa, rápidamente se acomodó al lado de su madre y le hizo señas a su hermano Ricardo.
—¡Vamos, Ricardo! … tu hazte cargo de la de tu lado y yo me hare cargo de esta de aquí …
Luego ambos chicuelos se abalanzaron a devorar las tetas de Jenny, quien los acogió maternalmente acariciando sus cabezas y sintiendo sus tiernas boquitas, lamiendo, besando y mordisqueando sus puntiagudos pezones.
—¡Uhmmmm! … ¡Qué rico, chicos! … ¡Me ponen muy cachonda! …
—¿Qué es cachonda, mami? …
—Es lo mismo que excitada …
—Si te ponemos así, es porque ya somos grandes, ¿verdad? …
Mauro besaba, lamía y chupaba el pezón de Jenny tal como esta se lo había hecho a él. Ricardo observaba y copiaba a su hermano mayor. Jenny comenzó a gemir y a respirar afanosamente.
—Sí … esto se siente genial … ¡Ummmmmm! …
Dijo sintiendo que sus bragas se habían humedecido. Su coño estaba realmente empapado. Quería seguir enseñando a sus retoños como complacer a su madre. Viendo que el pequeño Ricardo titubeaba con el pezón en su boca, le acarició la cabeza y lo alentó.
—Debes chupar como un bebé … no me saldrá leche … pero me harás sentir muy bien …
Jenny nunca se había sentido tan caliente y estaba muy cerca de otro orgasmo, de nuevo sin siquiera tocar su coño.
—Esto es realmente hermoso, chicos … pero los adultos cuando hacen esto, todos están desnudos … ¿Qué les parece si me quito toda la ropa? …
Sus hijos estuvieron inmediatamente de acuerdo y querían que mamá les enseñara muchas cosas más. Ricardo incluso había olvidado que mamá le había prometido que tomaría su pene en su boca para recibir una descarga de semen, al igual que lo había hecho con su hermano. Jenny terminó de quitarse la ropa y volvió a recostarse en medio a los dos pequeños que miraban atentamente su cuerpo desnudo. Fue Mauro que preguntó.
—¿Y ahora, mami? …
—Pueden mirarme … verán que mi cuerpo es diferente al de ustedes … yo tengo tetas … y aquí abajo también soy diferente a ustedes …
—¡Uy! … ¡Mamá no tiene pito! …
Dijo el pequeño Ricardo asombrado.
—Por supuesto que no, idiota … mamá tiene una vagina … ¿verdad, mami? …
—Sí … así es … eso se llama también “coño” … pueden acercarse y mirar … después les enseñare que hacer con mi coño … los hombres tienen pollas y les gusta jugar mucho con ellas … las chicas tenemos coño y también nos gustan cuando juegan con nosotras … ¿les gustaría jugar y complacer el coño de mami? …
Ambos se apresuraron a acercarse a mirar entre las piernas de Jenny y juntos dijeron.
—Muéstranos qué hacer con tu coño, mami …
—Está bien … entonces miren bien …
Jenny separó más sus piernas. Su coño había sido afeitado esta mañana temprano en espera de la ocasión. Solo una angosta línea de vellitos cuidadosamente cortados formaba una línea recta con su hendedura mojada y enrojecida por la excitación que estaba probando. A ella le gustaba el coño lampiño porque se sentía más cómoda y limpia. Uso su dedo índice y medio par abrir la parte superior de su rajita. Abriendo sus apretados labios mayores que ocultaban la rosácea cuevita de su sexo y sus estrechos labios menores. Su marido siempre le decía “Tienes un coño como el de una niña pequeña”. Siempre había recibido elogios por ello. Ni siquiera el nacimiento de sus dos hijos le había quitado esta peculiaridad y su coño había permanecido atractivamente pequeño y estrecho. La forma en que sus dos niños miraban el interior rosado de su coño expuesto fue extraña y extremadamente excitante para ella.
—Este es mi coño … tiene dos agujeros …
Los niños la miraron asombrados.
—¿Dos? …
Jenny estiró un poco sus pliegues y mostró.
—Este pequeñito es para orinar … y aquí … este grande más abajo … ahí entra un pene … y ustedes dos salieron justo por allí …
Metió un dedo en su vagina para mostrarles a los dos la estrecha abertura. Mauro la miró asombrado.
—¿Y tú dices que salimos por ese pequeño orificio? …
Jenny no pudo evitar su risa y respondió.
—Sí … pero entonces ustedes eran mucho más pequeñitos … y el agujero puede hacerse más grande también … si quieres puedes tocarlo …
Mauro muy impresionado, dijo.
—Deveras puedo tocarte ahí, mami …
—Sí … claro … nada temas … no seas tímido …
Mauro se atrevió y fue el primero a tocarla. Cuando sintió el diminuto dedo de su hijo mayor en la sensible membrana mucosa de su coño, Jenny no pudo reprimir un gemido y se estremeció toda de pies a cabeza. Nunca nadie había tenido ese toque divino en su vagina excitada, tan caliente y suave a la vez.
—Yo también quiero, mami …
Reclamó prontamente el pequeño Ricardo.
—Pues claro … ¿a qué estás esperando? …
—¡Uhm! … esto se siente muy mojado …
—Eso es porque estoy cachonda … cuando me caliento mi panocha se moja …
—¿Por qué, mami? …
—Pues para que el pene se deslice suave y fácilmente dentro por ese agujerito de más abajito … allí está mucho más húmedo aún … mete tu dedito allí y verás …
Mauro no se hizo repetir la invitación y metió su dedo más a fondo; Jenny gimió y arqueó su espalda, separando aún más sus piernas.
—¡Uy! … ¡Es verdad! … es mucho más mojado y cálido aquí …
El dedito intruso hurgó esos sensibles pliegues y Jenny empujó su pelvis contra el dedo invasor que penetraba su coño terriblemente caliente. Las cosas comenzaron a salirse de control cuando el pequeño Ricardo también metió su dedo justo allí donde parecía un volcán. Se percató que su hermano no había mentido. Estaba muy mojado el agujero de mamá. También muy cálido y acogedor. Se sentía simplemente genial.
—¡Es verdad! … esto está realmente mojado, agradable y cálido … mucho más húmedo que esta parte de afuera …
—Si siguen así … se pondrá mucho más mojado allí …
Dijo Jenny mordiendo su labio inferior para aplacar los gemidos de placer que le procuraban los deditos de sus bebitos. Mauro preguntó.
—¿Te gusta eso, mami? …
—¡Es maravilloso! … ¡Se siente estupendo! … ahora les mostraré algo más … acérquense …
Casi se dieron un cabezazo al inclinarse justo encima de la panocha de Jenny. Ella prosiguió.
—¿Ves esa pequeña protuberancia? …
Jenny con sus dedos había retirado los pliegues que cubrían normalmente su clítoris ya completamente hinchado y rígido.
—Se llama clítoris o botoncito del placer …
—¿Clítoris? … tiene un nombre chistoso, mami … ¿Por qué se llama así? …
Dijo Mauro riendo, Ricardo observaba todo con sus ojos abiertos como platos.
—Bueno … porque le gusta que le hagan cosquillitas … el clítoris es un poco como tu glande … que también es la parte más sensible de tu pene … y tal como tu glande, este también tiene prepucio … ¿ves? …
Jugó un poco con sus dedos estirando sus delicados pliegues para mostrarles a ambos cómo el clítoris podía desaparecer entre esas plegaduras vaporosas, pero no fue posible porque su clítoris estaba demasiado excitado e hinchado.
—¿Ves? … al igual que vuestras pollas … se pone duro cuando estoy muy cachonda y los pliegues ya no pueden cubrirlo …
—¿También te gusta si juego con él, mami? …
Preguntó Mauro que había sacado su dedo del agujerito de Jenny y estaba espalmando los fluidos de su dedo sobre su erguido clítoris.
—¡A-ha! … eso se siente maravilloso …
Gimió Jenny.
—¿Puedo hacerlo con mi boca como tú hiciste con mi pene? …
—¡A-ha! … inténtalo …
—Saca el dedo para que tengas más espacio …
Le dijo Ricardo a su hermano, quien siguió las instrucciones a regañadientes. Pero al igual que su madre, estaba mesmerizado al ver como su hermano tocaba cuidadosamente el clítoris con la punta de la lengua y comenzaba a lamerlo todo alrededor. Pero no se centró a lamer su botoncito, también lamió todo su coño. Ricardo miraba a su madre que gemía cada vez más rápido y fuerte, de seguro le tiene que estar gustando, pensó.
A diferencia de su boca, el coño de su madre tenía un sabor un poco salado. Él no esperaba eso. Al principio le había parecido un poco extraño su sabor, porque nunca había probado nada parecido, pero al final le gustó. Su clítoris no sabía muy diferente al resto de su coño, pero el agujero con abundantes jugos tenía mucho más sabor. De ahí venía toda la delicia de mamá. Metió su lengua lo más profundo en el jugoso agujero y comprobó que sí sabia mejor allí.
—Parece que te gusta mucho mi coño, ya que lo lames con tanto entusiasmo, ¿eh? …
Dijo Jenny con un gemido, ella no estaba muy lejos de su orgasmo.
—Si gimes tanto, quiere decir que te gusta, ¿no? …
Le respondió Mauro.
—¡Ummmmmm! … me estás llevando al orgasmo … entonces habrá mucho más de mis deliciosos jugos para ti …
Eso era lo que quería escuchar Mauro. Entonces chupeteó intensamente el clítoris de su madre y luego sumergió su lengua profundamente en el caldo sabroso del coño de Jenny, la que lo animó jadeante y ganosa.
—¡Hmmmm, cariño! … ¡Qué rico que lo haces! … ¡Ya vengo! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Aaaahhhh! … ¡Umpf! … ¡Umpf! … ¡Oooohhhh! … ¡Ummmm! …
Jenny gimió fuertemente cuando la golpeó un esplendido orgasmo que duró un tiempo prolongado, ya que Mauro en ningún momento dejaba de lamer y chupar su coño que tiritaba y se contraía.
—¡Uy, tesoro! … ¡Eso fue increíble! … ¿Dónde aprendiste eso? …
—En ninguna parte, mami … solo lo hice …
Respondió Mauro sonriendo con su carita brillante y manchada con los abundantes fluidos de su madre. Entonces Ricardo se hizo sentir.
—¡Mami! … ¡Yo ahora! … ¡También quiero probarlo! … ¿Puedo, mami? …
—Por supuesto, querido … te toca a ti ahora …
Dijo Jenny, la cual no tenía ninguna objeción para que su hijo menor le regalara otro magnifico orgasmo. Su coño estaba ahora mucho más mojado que antes, no solo su agujero, sino todo alrededor. Ricardo se posicionó entremedio a las piernas de su madre con una cierta cautela. No sabía si le iba a gustar o no. Tenía un olor extraño y al dar las primeras lamidas, encontró también que su sabor era algo raro. Pero a su hermano mayor le había gustado y él no podía ser menos que su hermano, así que se autoconvenció de que era un sabor bueno. Las patatas fritas que a él tanto le gustaban también eran saladas, por lo tanto, este sabor exótico y algo insólito debía ser por fuerza bueno y agradable. Siguió lamiendo cada vez con mayor animosidad y bebió los abundantes jugos del coño de Jenny, sintiendo finalmente que le gustaban. Ahora solo debía concentrarse para poder darle a su madre un buen orgasmo, tal cual había hecho su hermano mayor. No podía ser que Mauro pudiera y él no. Así que también exploró con su lengua las profundidades del coño de su madre. Eso se sintió mejor que solo mojar su dedo en esa panocha tan cálida e invitante. El sabor del coño le había llenado la boca y se recordó del botoncito del placer que su madre le había mostrado. Lo encontró y lo miró, parecía un pene liliputiense, muy pequeñito y Ricardo se fue de cabeza contra ese glande minúsculo de su madre y lo chupó, y lo lamió, y lo besó. Pensó que quizás metiendo sus deditos en el agujero ese que emanaba tanto calor y sabrosos jugos, podría contribuir al placer de su madre. Así que con su mano derecha tenía abierto el capullo del clítoris e introdujo los deditos de su mano izquierda en la panocha encharcada de Jenny, se dio cuenta que podía empujar su entera manito pequeñita en ese agujero y comenzó a follarla suave y lentamente. Sintió los temblores de su madre y la escuchó decir.
—¡Ooohhh, ssiii! … ¡Eso se siente genial, amorcito! … ¡Fóllame con tu bracito, tesoro! … ¡Mételo más adentro! … y sigue besando mi clítoris … ¡Ummmmmm! … ¡Ssiii! … ¡Asiii! … ¡Que rico que se siente, hijo! … ¡Fóllame más con tu bracito! … ¡Más, Hmmmmmm! …
Ricardo estaba feliz, había estado en lo cierto, a mamá le gustaba.
—¡Mami! … ¿Pueden lamerte dos personas a la vez? … quiero hacerlo de nuevo, mami …
Se quejó Mauro cansado de solo mirar por tanto rato.
—Por ahora deja solo a tu hermanito … tú ya tuviste mi coño para ti solo …
—Pero mami … no quiero estar aquí solo a mirar sin hacer nada …
Jenny se sonrió para si misma y se le ocurrió una idea.
—Bueno … entonces ¿qué tal si le chupas el pene a tu hermano menor? … le prometí que a él también se lo chuparían, puedes hacerlo tú, ¿no? …
—¿¿Queee?? … eso es de mariquita, mami …
Dijo Mauro atónito ante la propuesta de su madre.
—No digas estupideces de niño … un adulto puede hacer cualquier cosa que sea divertida … ¿Te pareció que yo no me divertí cuando chupé el tuyo? …
—¡Ehm … no! …
—¡Lo ves! … entonces es porque es algo divertido … prueba y verás …
—Bueno … yo … sí Ricardo quiere …
—Pero mami … yo quiero ponerlo en tu boca … no en la de Mauro …
Protestó fehacientemente Ricardo.
—¡Ah! ¿sí? … pues Mauro también sabe hacerlo muy bien … él también tiene pene y sabe donde se siente más rico … y bueno … más tarde puedo hacértelo yo …
—Está bien … pero me lo prometes que podré ponértelo en la boca y echar chorros tal como hizo Mauro, ¿verdad? …
—Prometido … pero ahora cambiemos de posición … será más cómodo para ti y para él … yo quiero mirar y ver si lo hacen bien … solo acuéstate boca arriba y yo vendré sobre ti …
Jenny acomodó al pequeño sobre la cama y luego montó a horcajadas su rostro para que él pudiera seguir lamiendo su coño. La polla de Ricardo había perdido algo de su erección, así que ella magistralmente lo acarició y se le volvió a poner dura.
—Mauro … ya se lo puse duro … ahora es tu turno …
El chico la miro no del todo seguro de querer hacerlo.
—¡Vamos, niño! … puedes empezar con la mano … solo acarícialo por ahora …
Mauro estiró tentativamente la mano y toco el rígido pene de su hermano. De golpe retiro su mano.
—¿Qué pasa contigo? …
Preguntó Jenny,
—Nada, mami … es que me parece extraño tocar un pene que no sea el mío …
—Bueno … si no quieres hacerlo … simplemente no lo hagas …
Dijo Jenny haciendo sonar su voz deliberadamente decepcionada, porque quería ver a su hijo mamando la polla a su hermano. Esa idea había hecho que su coño rezumara ingentes cantidades de fluidos. Mauro la miró y no queriendo decepcionarla, se apuró a decir.
—¡No, mami! … está bien … lo haré
Más aún, su madre había disfrutado mucho chupando su pene, por ende, no debía ser algo tan terrible, pero por el momento comenzó a acariciarlo con la mano. Tomó el pene de su hermano. Sintió la reciedumbre y las palpitaciones de esa pequeña polla dura como fierro. Casi podía imaginar las sensaciones que le estaba procurando a su hermanito. Lo frotó de arriba abajo repetidas veces. Escuchó los gemidos de Ricardo de en medio del entrepierna de su madre. Se recordó que su madre le había acariciado las bolas y él hizo lo mismo con su hermano. De repente le vinieron ganas de echárselo a la boca, pero no quería sentir los chorros de su hermano tan rápido. Mamá dijo que era divertido y él continuó divirtiendose solo con la mano, acariciando el asta erguida y las bolas engurruñadas. Mamá se había tragado todos sus chorros, ¿sería él capaz de hacerlo? La curiosidad pudo más y comenzó a inclinarse para saborear su primer pene.
—¡Oh! … ¡Maravilloso! … ¡Así se hace, hijo! … ¡Genial! … lo estás haciendo muy bien, ¿no es así Ricardo? …
El chico gimió bajo el coño de Jenny y empujó su pelvis hacia arriba.
—¡Hmmmmmm! …
Fue la única respuesta de Ricardo, a quien le gustaba mucho la forma en que su hermano le acariciaba el pene. El chico estaba realmente excitado, se preparaba para sentir la cálida boca de su hermano chupando su polla y en ese mismo momento decidió que, si su hermano iba a chuparle el pene, él también haría lo mismo. No tuvo que esperar mucho, los delgados labios de Mauro se cerraron entorno al glande de Ricardo y su lengua entró en contacto con la luciente piel de la polla de su hermano menor.
—Ahora te la estoy chupando, ¿vale?
Dijo Mauro lamiendo el glande rosáceo del pequeño Ricardo. El pene en su boca se sentía delicadamente afelpado y las palpitaciones eran más intensas. Chupó la polla en forma más intensa y escuchó los gemidos audibles de él.
Jenny notó que Ricardo se había distraído y ya no lamia su coño con el mismo fervor. Pero ella ya no necesitaba tanto estimulo, estaba casi lista para otro orgasmo. La visión de Mauro mamando la pija de Ricardo la tenían al borde del clímax, puso sus dedos sobre el capullo enrojecido de su coño y le bastaron pocas frotaciones para correrse otra vez. Comenzó a chillar y a frotar su vulva enfebrecida contra el rostro de su pequeño hijo, que ahora había vuelto a lamer su coño como sediento de sus sabrosos jugos. Mauro había sacado el pene de Ricardo de su boca y la observaba ensimismado como ella se corría intensamente. Jenny abrió los ojos y le dijo.
—Lame su frenillo … esa es la parte más sensible … es ese que conecta el prepucio con el glande …
Mauro inmediatamente atacó con su lengua la parte que le había indicado su madre. Ella tenía razón, él había disfrutado mucho cuando ella lo lamió justo ahí. Y efectivamente, Ricardo comenzó a quejarse y mover su pelvis contra la boca de Mauro, y él engulló su entero pene y comenzó a dar rápidas chupadas hacia arriba y hacia abajo, tal como había hecho su madre con su pene. Jenny lo observó y afirmó.
—Me parece que te está gustando mamar la polla de tu hermanito, ¿no? … haz visto lo divertido que es …
Luego desmontó la cara de Ricardo, para que este también pudiera mirar.
—… mira lo bien que te chupa la polla tu hermano … lo está haciendo bien, ¿no? …
—¡Oh, mami! … ¡Genial! …
—Pero no lo vayas a rociar, ¿eh? … eso será para mí … avísame cuando estés por correrte ..
—Está bien, mami …
Jenny observó un poco más. La visual era demasiado caliente. Quiso participar.
—¿Te va si te ayudo, Mauro? … ¿O prefieres seguir solo? …
—No … acércate … puedes unirte …
Entonces Jenny se unió a su hijo y juntos chuparon y lamieron la polla de Ricardo. Al mismo tiempo ella estiró su mano y comenzó a masturbar la dura pija de Mauro. Pensó que era justo que él pasara un buen rato, tal como lo estaba pasando su hermano. Las lenguas de madre e hijo se encontraron una y otra vez mientras chupaban el pene de Ricardo, luego Jenny se echó las bolas del pequeño en su boca y dejó el pene todo para Mauro, luego se intercambiaron los roles. Jenny quería que estos momentos nunca terminaran porque su coño estaba todavía en llamas y no cesada de hormiguear, a pesar de que nadie la estaba tocando, ni siquiera ella misma. Y por supuesto, Ricardo no podía durar mucho con ese tratamiento intensivo.
—¡Oh, mami! … parece que pronto va a salir algo …
Dijo Ricardo entre gemidos. Mauro ceso de lamer y levantó su cabeza, no le andaba todavía la idea de sentir los chorros de Ricardo en su boca. Jenny lo entendió de inmediato y se agazapó sobre la polla del pequeño chupándola ardorosamente y jugando con sus delicadas bolas, pero luego pensó que debería hacerlo en modo didáctico y mostrarle a sus hijos como chorreaba un pene, por lo que se echó un poquito para atrás, pero no lo hizo en tiempo. Los primeros chorros la salpicaron en su rostro, abrió un poco la boca para recibir algo de ese semen fresco e infantil, siguió sacudiendo y estrujando la polla de Ricardo hasta que salió la última gota, con un gesto demostrativo tragó con gusto el esperma acumulado en su boca. Luego limpio su rostro con el dedo y lo lamio sedienta del néctar de Ricardo.
—Gracias por dejarme terminar lo de Ricardo … has sido muy amable …
Le dijo Jenny a Mauro y le guiño con cierta dificultad un ojo que todavía tenía cubierto de semen de su pequeño niño.
—Sí, mami … yo pensaba en tragarlo … pero luego no me atreví …
—Está bien … también a mi me costó la primera vez … pero ahora me encanta …
—¿Y sabe bien, mami? …
—Por supuesto … es un sabor especial … mientras más, mejor … es exquisito …
El pequeño Ricardo se sentó en la cama y preguntó impaciente.
—¿Y que hacemos ahora, mami? …
Jenny lo miró con ojitos brillantes y con una sonrisa cachonda respondió.
—¡Follar! …
—¿Follar? …
Respondieron los dos contemporáneamente …
(Continuará …)
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Excelente relato como la primera parte me llevastes a visualizar las escenas. Tuve erección pero no me masturbé.