AL CUIDADO DE MIS LINDAS SOBRINITAS…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por LOVERBKS.
Era una tarde cálida de primavera cuando mi hermana llegó apurada para decirme que debía salir de la ciudad y no le era posible llevar a sus niñas en ese viaje.
Me pidió se quedaran conmigo ese fin de semana.
Las traía ya listas con sus cambios de ropa y mochilas, así que no pude decirle que no, además tenía espacio para ellas, y era su tío consentido.
Rápidamente se instalaron en su cuarto y mi hermana se fue a su viaje.
Susana de 11 y Verónica de 8, eran dos niñas muy bellas; de piel blanca las dos, muy parecidas entre si, cabello crespo castaño muy claro, ojos almendrados y una linda sonrisa.
Era mi fin de semana de descanso, así que no tuve problemas en quedarme con ellas, siempre y cuando, les dije, me dejaran descansar; acostumbraba tirarme en la cama a ver películas y dormir.
Vivía sólo, y mi casa era de soltero, con todas las comodidades de la vida moderna.
Fue por eso que mis sobrinas se sintieron cómodas desde el principio en mi casa, pues tenían internet para sus celulares, cable y aire acondicionado, así como comida y golosinas en abundancia.
Mi historia inicia desde esa misma tarde temprano.
Les invité un refresco y les dejé encender la pc para ver videos y jugar; yo me fui a acostar a mi cuarto y puse una película.
La puerta del cuarto quedaba a mis pies, y enfrente de este el estudio donde esta la compu, solo separado por una mocheta o medio muro, detrás del cual se encuentra mi escritorio.
Después de un rato de jugar en la PC, mi sobrina Susy, como le decimos, pasó hacia la cocina por algún refrigerio, asomándose de pasada al cuarto y sonriéndome.
De regreso se sentó de nuevo en la pc y continuó en lo que estaba.
Yo seguí viendo la peli, o más bien, casi dormido, solo escuchaba los diálogos.
Al poco rato algo llamó mi atención y voltee hacia el estudio, y vi a Susy asomar la cabeza por el muro y verme fijamente, ella al darse cuenta solo sonrió y yo le devolví la sonrisa.
Al poco rato sucedió lo mismo, vi hacia afuera y estaba de nuevo ella observándome, apenas asomada su cabeza, de nuevo me sonrió y siguió en lo suyo.
Esto llamó mi atención y decidí ver que pasaba.
Unos minutos más tarde le vi asomarse lentamente, como procurando no ser vista.
Me acomodé rápidamente mirando hacia ella, fingiendo dormir, con los ojos ligeramente entreabiertos.
Ella asomó su cabeza y se quedó mirándome fijamente; su mirada era furtiva, o como dicen, con cierta maldad o morbosidad.
Al ver que tenía los ojos “cerrados” se asomó con más libertad; se puso de pie y se paró fuera del cuarto viendo hacia la cama.
Dio unos pasos hacia la habitación y se quedó inmóvil; entonces pude ver que lo que miraba era mi entrepierna.
Esta situación hizo que malsanamente corriera una ola de excitación por mi cuerpo, recordé que andaba en mi short de fachas, sport, de tela delgada que siempre uso sin interiores, pues así me siento más cómodo.
Entonces pensé que lo que mi sobrina miraba insistentemente era mi pene que seguramente se asomaría por entre el short y que ella descubrió al pasar por frente al cuarto.
Esa corriente de excitación hizo que empezara a tener una erección; poco a poco se fue hinchando mi miembro y endureciéndose.
En ese momento Vero le hablo a Susy y esta fue donde ella.
Una corriente de morbosidad recorrió mi ser, y decidí probar a mi linda sobrina.
Toque mi entrepierna, y efectivamente mi pene se sentía por la ranura entre el short y la pierna; apenas asomaba el glande, pero lo suficiente para ser notado.
Entonces lo que hice fue acomodarme de una forma que se notara más este, y, por otro lado tomé una tela oscura de la cómoda y con ella me tapé la cara, a modo de un antifaz para la luz, solo que esta tela, al ser fina me permitía ver con toda claridad a través de ella al tiempo que de afuera mis ojos no se podían ver.
Me levanté de la cama y fui donde las nenas y les dije:
_Susy, me voy a dormir un rato.
Si viene alguien me avisan, pero no abran ustedes.
No se preocupen por el ruido, yo me duerno como una roca, nada me despierta excepto la luz del sol, que me molesta como a los vampiros, así que porfa no recorran la cortina del cuarto si tienen que entrar a algo a mi habitación.
Ok? Tomen lo que gusten del refri.
Claramente mi intención fue decirle a Susy que no me daría cuenta de absolutamente de nada de lo que hiciera mientras dormía, y por otro lado, explicar por qué tendría puesta sobre mi cara una tela negra, lo que podría resultarle extraño.
Me fui a acostar y trate de no hacer ruido y parecer dormido.
Antes, discretamente acomodé mi short para dejar bien visible mi paquete a media erección desde fuera y acomodé mi cabeza sobre la almohada de una forma que me permitiera una vista total de la entrada al cuarto.
No pasaron ni cinco minutos cuando Susy ya se estaba asomando por detrás del muro; inmediatamente se dio cuenta del regalo que dejé a su vista, en esa misma posición para no perder detalle se quedó durante largos instantes.
Fue tremendamente cachondo ver la expresión de su rostro angelical transformado en una expresión de excitación a su tan corta edad.
Unos minutos después, seguramente cansada de su posición se regresó a lo suyo, la escuché platicar con su hermana algo del juego que tenían en la pc.
Pero, al cabo de unos minutos le vi levantarse, pasó hacia la cocina de nuevo caminando lentamente y viéndome fijamente con esa expresión que ya les dije.
Yo experimentaba una excitación muy grande, así que no abandoné mi posición.
Quería ver hasta donde llegaba aquello.
Un minuto después regresó Susy y pasó cerca de la puerta, se asomó discretamente y viendo hacia mi rostro habló quedito:
_ Tío! Tío! ¿Estas dormido?
Yo, obviamente no respondí, ni me moví, “estaba bien dormido ya”.
_ Tío!
Dijo un poco más fuerte.
_Quiero preguntarte algo.
Y miraba discretamente mi entrepierna y luego mi cabeza, alternadamente, esperando una respuesta.
Silencio total.
Se fue y se paró donde su hermana de espaldas a mi, algo le dijo y de cuando en cuando inspeccionaba mi entrepierna con esa mirada tan cargada de lívido que tenía.
Se giró de nuevo y caminó hacia mí sin dejar de observar mi pene.
Tragó saliva y entró en la habitación.
Se paró al pie de mi cama sin dejar de ver.
Tomó una liga del cabello que hacia rato había dejado sobre mi tocador y procedió a hacerse una colita; todo sin dejar de ver mi pene.
Supongo solo era una coartada por si despertaba y ella estaba en mi cuarto.
Se quedó viéndome un largo rato, con la cabeza gacha y mordiéndose una uña, por el nervio supongo, y como tratando de ocultarse vanamente.
Se quedó inmóvil mucho tiempo, nada más volteaba de cuando en cuando, temiendo la entrada de su hermana.
La expresión de su rostro me tenía prendido.
Nunca le había visto de esa forma a mi pequeña sobrina.
Fue en ese momento en que me di cuenta de que era hermosa; medía aproximadamente un metro cincuenta, tenía ya paradito su trasero y sus caderas estaban ensanchándose.
Sus bubis ya estaban creciditas y de una forma deliciosa.
Me miró un rato amplia y libremente, hasta que sucedió algo que sinceramente no esperaba; lentamente fue bajando su mano hasta su entrepierna y se presionó su sexo levemente e hizo una mueca con su boca, señal de que sintió algo que tal vez nunca había experimentado.
Vestía un pantalón de mezclilla deslavado y una blusita delgada de algodón rosita de tirantitos.
Después de su sexo, recorrió su abdomen hacia arriba, y su cara cambió a una expresión de algo que quise adivinar como culpa.
Mi pene estaba a tres cuartos de erección.
De pronto ella se giró como para marcharse, y pude ver la culpa en su rostro ya marcada.
Entonces casi sin querer moví mi pierna y ella se dio cuenta, buscó de nuevo mi entrepierna y volvió la expresión de lívido a su rostro.
Se detuvo, esta vez mas cerca de mi, y de nuevo tomó la pose de inspección de mis partes, volvió a morderse nerviosamente la uña y su mirada denotaba lo que sentía por dentro.
Siguió viéndome un rato, y yo sin perder detalle de su mirada que tanto me estaba excitando.
Empecé a sentir como mi pene crecía a un ritmo muy elevado, sentí la tela de mi short recorrerse bajo mi glande hasta dejarlo descubierto, cosa que pude ver al volver mis ojos hacia abajo.
Ella miraba morbosamente y su cara estaba alterada por la impresión; yo sentía mi pene palpitar y era evidente como temblaba ante cada latido de mi corazón.
Ella no perdía detalle.
De nuevo miró hacia afuera, y luego su mano fue otra vez derecho a su entrepierna.
Se empezó a tocar por encima de los jeans; sus mejillas se enrojecieron al tiempo que presionaba con fuerza su sexo sin dejar de ver mi miembro.
Respiraba atropelladamente con la boca abierta.
Abría sus rodillas para facilitar sus toqueteos, hasta que un rato más tarde quitó su mano de su sexo y fue hacia arriba; para mi sorpresa, desabotonó su jean y metió su mano dentro de este.
Cerraba los ojos a momentos mientras se tocaba, y al abrirlos buscaba mi pene con la vista; pequeños susurros y gemidos escapaban de su boca al tiempo que iba en aumento su excitación.
Yo no podía dar crédito a lo que miraba; era todo un espectáculo ver a mi sobrinita darse placer y tan caliente con mi pene parado.
Estaba absorta en su sexo, cuando de pronto se escuchó la voz de Vero que venía llamándole desde el estudio.
Yo hice como que me acomodaba en la cama y ella respiro aliviada al tapar mi sexo con mi pierna.
Ella había sacado su mano de su pantalón rápidamente, y solo atinó a decir:
_ Sssshhhtt!! El tío está dormido.
No vayas a molestarlo.
Vente! Vámonos!
Le dijo a Vero, tomándola de la mano y echando una última mirada a mi entrepierna cerciorándose de que ya no se veía nada.
Salieron ambas del cuarto, y al perderse de vista no pude evitar pegarme unos apretones en mi pene que pedía a gritos estimulación.
Me masturbe un rato por encima del short; mi pene estaba como un madero de duro.
Sentí la boca seca por la excitación, así que me levanté a la cocina por un vaso de agua.
Al regresar las nenas jugaban en la pc, Vero jugaba y Susy estaba sentada un lado de ella.
Me acerqué a ellas aún con una tremenda erección; mi pene se hacía hacia un lado pero levantaba visiblemente mi short, formándose un gran paquete y notándose perfectamente a forma de mi glande bajo la tela.
Me acerqué a ellas y Vero siguió jugando.
Susy susurró:
_ ¿Ya te despertaste tío? ¿Descansaste?
Sin levantar la vista de mi pene que había atraído su atención nuevamente; miraba de reojo pero sin quitarle la vista.
Yo le hablé algo a Vero y me acerque por sobre Susy, restregando mi pene en su brazo, ella no dijo nada, solo miraba y miraba.
Bromeamos algo, no recuerdo qué y ella no quitaba la vista de mi bulto.
_ Voy a dormir otro rato, ando muy desvelado.
Les dije, al tiempo que tallaba deliberadamente mi pene en el brazo de Susy; ella solo se quedó inmóvil y murmulló enseguida:
_ Está bien tío, que descanses, duerme, no te preocupes, nosotras cuidaremos tu casa, je je je.
Gracias por dejarnos quedar contigo tío!!
Yo presioné mi pene sobre ella y me fui a “dormir”.
Ya en el cuarto me pegué otra pajeada y me acosté como he descrito antes otra vez.
No pasaron diez minutos cuando Susy de nuevo asomaba su cabeza por el muro.
Ya era tarde, estaba oscureciendo, y le escuché decir:
_Vero, ya hay que irnos alistando para dormir.
Ponte tu pijama, yo me pondré la mía, al ratito cenamos algo, ahí tiene mi tío para hacer sándwiches en el refri.
Acto seguido se levantó y fue por su maleta.
Le vi entrar en el que sería su cuarto.
Un par de minutos después salió con su pijama puesta: una batita corta de algodón y tirantes.
Al acercarse un poco puede ver que no traía su corpiño y sus grandes pezones marcaban perfectamente el pijama.
Se quedó un rato con Vero en la PC, pero en un instante estaba de nuevo inspeccionando mi entrepierna.
Al ver mi pene parcialmente de fuera, ya sin recato se acercó al cuarto y entró sigilosamente, cuidándose más bien de su hermana que de mi, a quien hacía dormido.
La vista de sus pequeños senos en formación me excitó mucho y mi pene se endureció de nuevo saltando de mi short.
Ella pareció solo agradecer esa vista, sin preguntarse por que se movía mi órgano.
De pronto, salió sin más.
Fue donde su hermana y escuché donde le mandó a bañarse:
_ Encendí el calentador de agua, ve a bañarte, ya debe estar lista, yo ya me bañé en casa hace rato.
Te pones tu pijama, ándale! Ve!
Vero se levantó de la PC y se fue al baño con su toalla y maleta, de camino Susy le dijo:
_ Te bañas muy bien, no te bañes a la carrera, recuerda lo que te dice mamá siempre.
_Está bien.
Me tardaré una hora.
Le dice Vero, a regañadientes.
Inmediatamente pude ver que Susy también premeditaba las cosas; nomás entrar Vero al baño y escuchar el agua caer, se fue inmediatamente a mi cuarto, y después de checar todo movió con mucho cuidado un pequeño sillón que tengo en la estancia, se sentó en el justo a mis pies, con una vista privilegiada de mi sexo y sacó su celular.
Cual no fue mi asombro que apuntó hacia mi pene y quiso tomar una foto.
Problemas! Pensé.
Me moví inmediatamente y quedé fuera de su vista.
Ella hizo una mueca de desagrado y dejó el cel por un lado.
Entonces se acomodó en el sillón y abrió sus piernas.
Se empezó a tocar discretamente por sobre el pijama.
Cerró los ojos y empezó a disfrutar.
Mi pene reaccionó de inmediato y se puso como una piedra.
Al ver sus ojos cerrados, aproveché y dejé mostrarse mi miembro una vez más.
Le acomodé de la mejor manera.
Y, al cabo de un minuto ella abrió los ojos y se dio cuenta.
Detuvo un momento sus caricias, como para ver mejor, y luego de un instante jaló su pijama hacia arriba dándome una excelente vista de sus calzoncitos, y empezó a tocarse con más libertad, sin perder de vista mi sexo palpitante.
Al cabo de unos minutos se tocaba con avidez, frotándose su sexo como desesperada.
Pequeños gemidos salían de su boca y yo con ganas de acompañarle.
Le observaba y sentía estallar también de calentura.
Moví un poco mi perna y mi pene salió totalmente de fuera, quedando en posición vertical completamente.
Ahí ella se detuvo y observó ahora si extrañada, como que sospechaba que algo no estaba bien.
Dejó de tocarse, pero no de ver curiosa mi pene.
Se quedó inmóvil observando, con su cara hecha un poema a la excitación.
Escuchó salir a Vero del baño y pegó un brinco del sillón y salió del cuarto.
Yo también me acomodé el short y me di vuelta.
Sin embargo, la vista de mi tierna sobrina y sus formas nacientes de mujer me tenían embrujado.
Siguió la tarde, se hizo de noche, les invité de cenar, platicamos un rato, vimos una película, nada más pasó, solo nuestras miradas furtivas de vez en cuando, yo sobre sus tetitas y ella sobre mi bulto.
Se fueron a dormir, les acomodé en sus camas, en mi cuarto de huéspedes, y antes de salir Susy me dijo:
_ Tío no apagues la luz porque nos da miedo en la noche.
_ No te preocupes, le dije, así la dejo, pero recuerden que yo estoy en el cuarto de al lado, no pasa nada.
_ Gracias Tío, buenas noches!!
Y se levantó a darme un beso en la mejilla.
_ Te quiero.
_ Buenas noches.
Les dije, y me fui a mi cuarto.
Puse una película, que no pude ver, porque el estar recostado sobre la cama me trajo el recuerdo de Susy, caliente, masturbándose conmigo.
No puede evitarlo, me saqué el pene y me comencé a pajear, los fluidos de este inundaron mi mano en un dos por tres, y no pasó mucho tiempo en que exploté en una larguísima y nutrida eyaculación, por la falta de sexo en las últimas semanas; el semen anegó mi pecho y mi abdomen, así que tuve que levantarme y limpiar todo aquello.
Un poco de culpa invadió mi mente y me fui a acostar.
No podía dormir, me sentía un poco turbado, así que me levanté y fui a la cocina por un refrigerio, eso que siempre apacigua mi estrés.
Al regresar a la habitación escuché un breve gemido como de dolor en el otro cuarto, así que me asomé a ver qué pasaba, y las nenas estaban dormidas profundamente.
No vi nada anormal, así que me di vuelta para salir, cuando de nuevo escuché ese lamento, me giré y era Susy, que al parecer tenía una pesadilla, se revolvió en su cama y lanzó con los pies la sábana con la que se tapaba, quedando descubierta, boca abajo.
Me senté junto a ella y le empecé a sobar la espalda.
Poco a poco su respiración se tranquilizó y se fue relajando, hasta quedar nuevamente profundamente dormida.
Sin embargo, ese acto paternal poco a poco se fue tornando en otra cosa.
Ella estaba alterada y estresada por la pesadilla; respiraba atropelladamente y se agitaba, pero, al sentir mi presencia y mi contacto se relajó, hasta caer en un profundo sueño nuevamente.
Yo seguí sobándole la espalda por sobre la tela de algodón de su pijama.
Al tocar su piel y sentir su calor empecé a sentir cosas en mi cuerpo muy intensas; no podía dejar, no de sobarle para que se calmara, sino acariciarle, porque eso era lo que hacía.
Me bajaba por su talle hasta el nacimiento de sus nalguitas, y como no queriendo, jalaba su pijama hacia arriba; lo hice hasta dejar expuesto su paradito trasero.
Tenía metido el calzón entre sus nalguitas, donde su piel se veía chinita, por los poros erizados de su piel.
Seguí acariciándola con mucho cuidado, hasta que ella se dio vuelta bruscamente, quedando boca arriba y con sus piernas abiertas.
Quedó en una posición como torcida, aplastando su pijama con su cuerpo, de manera que al darse vuelta esta se le jaló completamente a un lado; sus bubis quedaron expuestas completamente, una por un lado del tirante y la otra por arriba de su escote; era un espectáculo maravilloso ver su cuerpo semidesnudo frente a mi; se miraba como un ángel.
No pude resistir el impulso y toqué una de sus bubis, solo con la yema de los dedos; le hice presión levemente, más no fue suficiente, quería sentirla de verdad.
Toqué mi dedo con la lengua, salivándolo un poco, luego lo deslicé sobre uno de sus pezones, que de inmediato respondió a la caricia, endureciéndose.
Lo mismo hice con su panty, deslicé un dedo entre su rayita por sobre la tela.
Estaba muy excitado.
Fui por mi cámara y saqué varias fotos de su cuerpo.
Tomé un largo video con acercamientos de sus partes expuestas.
Lo que ella intentó conmigo, lo hice yo con ella.
Mi excitación fue en aumento; no pude resistir de nuevo y me acerqué a su pecho.
Acerqué mi boca lentamente a sus bubis, hasta tocarlas con mi lengua.
Solo salivé un poco sus pezones y pude sentirlos duros duros, no pude evitar lamerlos un poco.
Fue delicioso.
Me retiré para contemplarle plenamente.
Saqué mi pene del bóxer y empecé a pajearme con mi sobrina dormida.
No me importó hacer un sonoro ruido provocado por los fluidos entre mi prepucio y mi glande; estaba parado jalándomela como un adolescente en el delirio por la excitación.
En unos pocos minutos acabé, y a pesar de haberme masturbado hacia unos pocos minutos, grandes chorros de semen cayeron por el pecho de Susy, en sus bubis y su pijama.
Así le dejé, no le limpié por temor a despertarle; se secará en unos minutos pensé.
Después de eso me fui a dormir.
Me acosté y me ganó el sueño rápidamente.
Eso fue como a las 10:30 de la noche.
Unas dos horas después, me desperté sobresaltado; era Susy que me hablaba y me movía:
_ Tío despierta, ándale, despierta!!
_ Eh? ¿Qué pasa?
Le dije, apenas reaccionando.
_ Tengo miedo, no puedo dormir.
_¿Qué tienes?
Dije, sin comprender bien.
_Me desperté hace rato, y no puedo dormir, me empezó a dar mucho miedo, escuché ruidos afuera.
Se escucha como el aullido de un lobo.
¿Me puedo quedar contigo?
_Eso que escuchas es el tubo de la toma de corriente de la calle, silba así por el viento que entra por su boca, como un silbato grande.
Le dije.
_ Pero, claro que te puedes quedar aquí.
Pero, ¿Dejarás sola a Vero?
_ Ella está dormida, no se da cuenta de nada, además aquí estaremos nosotros, ¿verdad?
_Esta bien.
Le dije.
_ Le echare una vuelta para asegurarme de que está bien.
Solo quería ver que verdaderamente estuviera profundamente dormida, no se fuera a asustar porque no estaba su hermana.
Regresé al cuarto y encendí la tele y puse las caricaturas.
_ Mira la tele un rato, hasta que te duermas, sola se apagará.
Le dije.
Pero ella izo una mueca de desagrado.
_ No pongas eso, es para niños me dijo.
Pon un canal de películas.
Tome de nuevo el control y eso hice, deslicé los canales poco a poco, y cuando pasé por el 22 recordé el tipo de programación de esa hora.
Un pensamiento de maldad me pasó por la mente, bajé un poco el volumen y puse el canal 22.
Me acosté junto a ella y me giré para el otro lado rápidamente.
_ Voy a dormirme, tengo mucho sueño.
Si ocupas algo me hablas, Muéveme fuerte o me pegas, para poder despertarme.
Le dije, y me “dormí” rápidamente.
Terminaron los comerciales y justo iniciaba una película.
Ya por el título pude ver furtivamente de qué se trababa: “Colegio del deseo”
Y en los créditos, jóvenes atléticos y chicas con pequeñas blusas blancas y cortas faldas a cuadros de colegialas.
No pasó mucho tiempo en que una parejita ya se encontraba en plenas caricias previas al acto sexual.
El fajándola y besándola sensualmente y ella gimiendo dejándose querer.
Todo estaba en silencio, mi sobrina no decía nada.
Pensé que pudiera haberse dormido, pero no volteé.
Cuando las caricias se hicieron más íntimas y las prendas empezaron a dejar los cuerpos sentí donde ella se inclinó como sentándose en el colchón y se asomó a buscar mi cara.
Yo cerré los ojos y suspiré profundamente como dormido.
Ella se recostó de nuevo y pude sentir como buscaba un almohadón y lo colocaba bajo su cabeza para una mejor posición como anticipando la continuación de la escena que estaba ante sus ojos.
De pronto sentí un palmadita en la espalda:
_ Tío! Tío! ¿Estas despierto?
Dicho sin mucha convicción.
Yo obviamente no contesté ni hice nada, estaba profundamente “dormido” otra vez.
Abrí los ojos y ella estaba haciéndole un exquisito oral a el; su pene de unos 20 cm estaba en su boca y ella lo lamía y lo chupaba al tiempo que lo pajeaba.
El se dejaba hacer.
Mi sobrina toda en silencio, no se movía para nada.
Que hubiera dado por ver su cara en ese momento.
Cambiaron de posición, ella abrió sus piernas y esta vez el se hundió en su sexo a comérselo y lamerlo.
Sus gemidos fueron cada más vez en aumento y se retorcía ante sus caricias, al tiempo que se estrujaba las bubis.
Fue un oral de solo un minuto, después de eso el blandió su pene frente a su sexo y se lo restregó de arriba abajo para después empezar a penetrarla poco a poco.
Ella gemía bien rico ante cada embestida de su miembro.
En unos minutos empecé a escuchar unos muy débiles gemidos que provenían de detrás mío.
Me quedé muy quieto pensando que me engañaba mi imaginación, pero no, poco a poco se fueron intensificando, mesclados con los gemidos de la tele.
También empecé a sentir los movimientos del brazo de mi sobrina en mi espalda, cada vez más rápidos e intensos, en lo que obviamente se trababa de una buena paja que mí sobrinita se hacía viendo la película.
Empecé a sentir como ondulaba su cuerpo por la excitación al tiempo que se masturbaba.
Había pasado poco mas de media hora de todo ese erótico momento, cuando de pronto la tele se apago; la había programado para apagado en 45 minutos, así que mi linda sobrina, sin saber qué había pasado, se quedó a medias.
Todo se quedó muy quieto y en silencio, sin embargo, seguramente caliente aún Susy inició a pajearse de nuevo, con más discreción y lentamente, pero yo me daba perfecta cuenta de lo que hacía.
Entonces, impulsado por no se qué, me di vuelta, quedando de frente a ella, muy cerca.
Ella siguió frotándose, pero lentamente.
No me atreví a abrir los ojos, pero unos minutos después sentí que se levantó de la cama.
Pensé en a dónde iría, y un instante después encontré la respuesta: encendió la tele; se había quedado picada.
Con mucho cuidado se acostó nuevamente, acomodando su almohadón.
Yo no veía ya la tele, por la posición en la que estaba, pero los gemidos llegaban hasta mis oídos.
Empecé a sentir donde la cama se movía no muy agitadamente, al compas del movimiento de su brazo al tocarse.
Cuando rompió a gemir otra vez, solo entonces me animé a abrir los ojos lentamente.
Ella estaba absorta en la tele, con los ojos muy abiertos y la lívido escurriendo por su rostro.
Me calentó tanto el verla así, que, aprovechando de que mi mano estaba bajo mi cuerpo muy cerca de mi pene, empecé a pajearme despacito.
Al hacerlo me di cuenta de que mi pene estaba manando fluidos pre seminales en abundancia, tal era mi excitación.
En un momento dado casi me cacha despierto al voltear a cerciorarse de si continuaba “durmiendo”.
Afortunadamente no se dio cuenta.
Sin embargo pensé que era ella la que debía preocuparse, de estar haciendo eso en mi casa, en mi cama, junto a su tío.
Me dije a mi mismo: es tiempo de enfrentarla y ver qué pasa.
Fue mucho muy grande su impresión al escucharme hablarle:
_ Ey!.
¿Qué haces?
Le dije, sin exagerar el tono ni el volumen de la voz.
Me incorporé en la cama, estaba en bóxers delante de ella de pie, y no me acordaba que traía aún una tremenda erección, que poco a poco se fue bajando y que ella no notó por su miedo y sorpresa.
_ Tíooo! Perdón , perdón!!
Solo atinaba a decir, sin verme a los ojos.
_ Perdón!!
Imploraba nuevamente, casi gritando.
Por temor a que despertara a su hermana y todo se echara a perder, le calmé:
_ Tranquila, no pasa nada.
Calma, calma.
Le dije, y le abracé fuertemente.
_ Vamos a platicar con calma, ok?
_ Discúlpame tío.
_ No tengo nada de que disculparte, no estabas haciendo nada malo.
Ya tranquila.
Ok? No pasa nada.
Ella lloraba desesperada, pero poco a poco se fue calmando.
_ Por fa, no le vayas a decir a mi mamá, tío.
_ Ya tranquila, te digo que no pasa nada, no hacías nada malo.
Eso que estabas haciendo es natural para tu edad.
Yo hacía lo mismo, si?; es explorar tu cuerpo, y es rico, las sensaciones son lo máximo, o no? Yo también tuve tu edad.
¿ A poco no es rico explorar nuestro cuerpo?
Con eso terminó de calmarse.
_ ¿De verdad tío? Tu también hacías esta cosa.
cómo se dice….
De masturbarse… ¿Así se dice, verdad?
_ Así es Susy, es más todos lo hacemos, o lo hicimos alguna vez… Yo, tus tíos, tus papás!!
Le enfaticé, y me miró sorprendida.
_ Así es, no debes sentir tanta culpa.
Yo lo hago seguido
Le dije.
_ Si fuera algo malo, Dios no nos hubiera hecho así.
_ ¿De verdad lo haces tío?
Dijo, curiosa y volteando a ver mi entrepierna.
Decidí actuar, y tomándome el paquete por encima del short me lo paré rápidamente.
_ Si Susy, es terapéutico, liberas estrés, disfrutas un rato.
Claro que lo ideal es hacerlo en pareja, tener sexo completamente, es más rico, mucho más rico.
Ella no dejaba de ver mi bulto, ni siquiera se daba cuenta de que estaba con las piernas abiertas y que tenía subido su pijama y que se le veían sus calzoncitos todos mojados.
_ Tío.
Dijo suavemente, sin dejar de ver mi erección.
_ ¿Qué pasa Susy? ¿No me crees que me masturbo? ¿Quieres ver como lo hago?
_ Me da pena…
_ No te de pena, yo vi como tú lo hacías… sería lo justo, ¿No crees?
Apenada, solo asintió con la cabeza, y miró aún más impaciente mi erección.
Me fui a sentar junto a ella en la cama recostados los dos en la cabecera de esta sobre los almohadones.
La película seguía transcurriendo en la tele; una parejita iniciaba el faje en el sofá de una gran sala.
Ella lo besaba en los labios, jugando con su lengua, mordiendo y lamiendo sus tetillas, al tiempo que hurgaba en su bóxer y sacaba su pene para pajearlo.
Ella prestaba de nuevo atención a la tele, ya más relajada y dueña de la situación.
Yo empecé a parármelo nuevamente por sobre el bóxer.
Aquella situación era en extremo cachonda.
No hubiera jamás imaginado que todo acabara así, de esa forma.
Ella perdió todo interés en la tele, solo observaba mi bóxer elevado donde se adivinaba perfectamente la forma de mi glande palpitante.
Tragaba saliva y miraba excitada y nerviosa.
Por fin se animó a romper el silencio que intencionalmente había dejado yo correr:
_ Tío… ¿Y cómo se masturba un hombre?
Yo, por respuesta, no pude más y me lo saqué lentamente, observándole a los ojos cuando lo hacía.
Ella abrió desorbitadamente los ojos al ver mi pene en toda su extensión, brilloso, palpitante.
Lo deje solo como estaba, al aire libre, sin sostenerlo con mis manos; me bajé el bóxer hasta sacarlo por mis pies, ella solo se sonrojó un poco, pero no perdía detalle.
Me mide como unos 20 cm, y en esos días andaba pulcramente depilado, como bebe.
Mi pene es grueso en la base y se va adelgazando hacia la punta, terminando en un glande pequeño pero muy estético.
Me recosté junto a ella de nuevo, que no perdía detalle de mi miembro.
_ Tío, anda pues, dime cómo se hace.
Me dijo, impaciente.
Yo tomé mi pene con mi mano derecha después de sacar del cajón del buró un gel vaginal y esparcir un poco sobre él.
Lo hice, primero lentamente, pero me fue ganando la calentura, y en pocos minutos lo hacía con vigor y rapidez.
Ella, casi sin darse cuenta llevó su mano a su entrepierna y se empezó a tocar también, sin dejar de verme.
De pronto me llamaron la atención los exquisitos jadeos y gemidos de la chavita de la tele.
_ Mira, eso que le hace él a la chava es masturbarla con la boca, o sexo oral, te das cuenta de lo rico que debe ser, fíjate en las caras que hace ella y como lo está disfrutando.
¿Quieres que te lo haga así?
_ Tiiio…
Dijo, apenada, y sonrió nerviosamente, al tiempo que bajaba su pijama tapándose su sexo, como una respuesta inconsciente.
Sin embargo, como no queriendo abandonar el tema, mirando mi pene comentó:
_ Lo tienes muy grande tío…
_ ¿Te gusta?
_ Nunca había visto uno antes, bueno, solo el de mi primito Andrés, pero el tiene siete años, lo tiene pequeñito… Tío…
Se quedó muy seria al final y me preguntó, con una contenida impaciencia:
_ ¿Puedo… tocarlo?
Mi corazón saltó, y una oleada de erección recorrió mi miembro haciéndolo palpitar agitadamente.
_ Claro, si tu lo deseas, estamos solos aquí, nadie nos ve, ni se lo dirás a nadie, ni yo tampoco.
Ella extendió su mano sin decir ya nada y tímidamente lo asió con su palma y rodeándolo con sus dedos torpemente.
Lo apretaba y aflojaba alternadamente.
Entonces tomé su mano y le indiqué cómo hacerlo, de arriba abajo, que me hiciera una paja, ya que lo estaba tocando.
Ella curiosa lo acariciaba, se sentía muy abierta y a gusto, se le notaba en la cara; la impresión y temor de hacia unos minutos había desaparecido.
Le tomé de nuevo la mano y le indiqué incrementara el ritmo de sus movimientos.
_ ¿Te gusta tío? ¿Sientes rico?
_ Si… continúa.
Le dije.
Y estiré mi mano despacio buscando su muslo, que estaba junto al mío.
Sentir el calor de su cuerpo pegado al mío, y su mano calientita pajearme, era divino.
Acaricié la parte interior de su muslo suavemente, recorriéndole de arriba abajo.
Poco a poco me fui acercando a su sexo, cuando tuve oportunidad acaricié su juvenil vagina por encima de su panty.
Ella, al sentir el contacto de mis dedos, solo cerró los ojos y tragó saliva, interrumpió el movimiento de su mano y abrió un poco las piernas.
Al verle tan increíblemente excitada, me levante de la cama, y así desnudo como andaba totalmente fui al cuarto de Vero, para ver como andaba, no fuera que estuviera despierta.
Susy no perdía de vista mi cuerpo desnudo; a mis 25 años estaba en plenitud física, no muy alto, pero si muy atlético y no tan mal dotado.
Caminé por la estancia con el miembro totalmente erecto por la excitación que me traía.
Me vio entrar de regreso, con el pene blandiéndose marcialmente frente a ella en cada paso.
Sumamente ansiosa me preguntó:
_ Está dormida Vero.
Adivinando a qué había ido.
_ Si, duerme profundamente, no te preocupes.
Al acercarme pude ver que se había quitado sus pantys, pues estaban en el mueble de junto a la cama.
Busqué su sexo con la mirada, y ella al percibirlo, se cubrió con su pijama.
Me subí a la cama de pie y me acerqué a ella, con toda la intención de que mi pene le quedara frente a su cara.
Ella no perdía de vista mi miembro erecto frente a sus ojos a unos centímetros.
En un momento me miró a los ojos, como preguntándome que iba a hacer.
Me agaché y tomé los bordes de su pijama e hice por sacarla de su cuerpo, ella respondió levantando sus brazos para facilitar la tarea.
_ ¿Qué vas a hacer, tío?
_ Eres una jovencita muy hermosa, Susy.
Te voy a hacer el amor bien rico esta noche.
¿Quieres?
_ Tío, eso es malo… No está bien, se va a enojar mi mamá.
Me dijo, pero yo ya estaba en medio de sus piernas hincado, acaricié sus muslos con ambas manos, acercándome su sexo, y ella inconscientemente abrió las piernas.
_ Yo no diré nada a tu mamá ¿Cómo se va a enterar?
En unos instantes Susy había quedado completamente desnuda frente a mi.
Nuevas oleadas de excitación recorrieron mi cuerpo.
No pude sino observarle desnuda, hasta el grado de incomodarla y hacerle querer cubrirse su cuerpo desnudo con las manos.
_ No se…Tengo miedo tío…
_ Mira, haremos una cosa.
Recuéstate en la cama, así como estas, cierra los ojos un minuto, solo un minuto, pero no los abras.
Después de ese minuto platicamos, ok? No hagas trampa.
_ Está bien, tío.
¿Qué vas a hacer?
_ Lo que voy a hacer, tu me pedirás en un minuto que lo siga haciendo.
Cierra los ojos ya.
Se recostó y cerró los ojos obedientemente.
Yo rápidamente me tire boca abajo entre sus piernas y me acerqué a su sexo.
Indescriptible el aroma de su sexo juvenil, cubierto ya por muchos vellos finísimos, me di 20 segundos para observarle.
Lucía estéticamente hermoso su sexo; labios arrugaditos y abundantes, de un color canela, coronados por un clítoris de tamaño medio pero notable en medio de estos.
Metí mis manos por debajo de sus piernas, y las monté sobre mis brazos y mis hombros, me fui con determinación a su sexo; saqué ampliamente mi lengua, y sin más recorrí su rajita de abajo hacia arriba con determinación y firmeza hasta rematar en su clítoris, que atropellé en el camino con la punta de mi lengua al abandonar su sexo.
_ Aaahh!
Se escuchó corto pero expresivo, al tiempo que sus dedos se clavaron en mis brazos.
Repetí la acción, deslicé mi lengua nuevamente firme por entre sus labios, y pude sentir esta vez, el saladito sabor y la textura pegajosa de sus fluidos femeninos.
Esta vez me detuve en su coronita y di tres lengüetazos resueltos sobre ella; su cuerpo se estremeció y nuevos gemidos escaparon de su boca:
_ Tiiiioooooo!! Mmmhhhh!!
No quise más preámbulo, el minuto se terminaba, así que me puse a beber y comer de ese manjar frente a mi como desesperado.
Ella en veinte segundos gemía como loca, de una forma aguda y rítmica, como lo hacen las orientales, y sus manos se aferraban a mi cabeza.
Era como una pista de audio que se repetía:
_ Ah! Ah! Ah! Tíooo!.
Ah! Ah! Ah! Tíooo! … Ah! Ah! Ah! Tíooo!
Cuando sentí que pasó el punto de no retorno.
Dejé su sexo abruptamente:
_ Bueno, ya pasó el minuto.
_ Eso estuvo muy rico, tío.
Sigue haciéndolo por fi…
Me imploró, al tiempo que se acariciaba el vientre con sus manos.
Aun no abría los ojos…
Rápidamente me eché sobre ella nuevamente, y devoré unos dos minutos su exquisito manjar juvenil.
Me incorporé nuevamente y tome el gel lubricante.
Apliqué generosamente sobre mi glande y se lo acomodé en la entrada de su vagina.
Mi cabeza pequeña se adaptó bien.
Presioné un poco buscando el ángulo más adecuado hasta topar con su castidad, ella gimió de dolor un poco y abrió los ojos.
_ ¿Qué haces tío?
_ Solo quiero que veas como es el tener sexo.
Le dije.
Lo saqué y le golpee sus clítoris con el suavemente.
Inicié un “mete y saca” por entre sus labios, frotándole generosamente con mi pene.
Ya no dijo nada, solo cerró los ojos y se mordió los labios.
Después de un minuto me bajé de nuevo a su entrepierna y procedí a seguir con el oral que tanto le había gustado.
Cuando inició a gemir bien prendida otra vez, como pude con una sola mano abrí y apachurré el tubo de gel y me embarré mi dedo medio, y, sin dejar de chupar su sexo puse mi dedo en su vagina y empecé a acariciarle presionando hacia adentro, muy, muy lentamente.
Después de unos instantes pude sentir su feminidad ceder parcialmente a mi dedo, seguramente solo ensanchándose el acceso de su himen.
Introduje mi dedo lo más profundo que pude.
Podía sentir el palpitar agitado de su vagina.
Dejé mi dedo dentro de su sexo, hasta que, continuando con el oral, se fue relajando poco a poco.
Comencé entonces a hacer presión, después de unos minutos la presión se convirtió en lentos vaivenes, al tiempo que le hacia una extraordinaria mamada.
En unos diez minutos le metía y sacaba mi dedo con cierta comodidad y sin lastimarle; más aun, ella lo disfrutaba, pues notaba como ondulaba su cuerpo y gemía bien cachonda, como hacia un rato.
Sus gemidos se hicieron más fuertes y constantes, y su respiración más entrecortada, para mi una señal de darle mas fuerte y lamer mas rápido su coronita.
Ella arqueo totalmente su cuerpo y gimió como si estuviera llorando, justo al mismo tiempo pude sentir el mi dedo los espasmos de su primer orgasmo, que duro un rato largo.
Su cuerpo empezó a aflojarse y a regresar a la cama, después de estar suspendido en el aire unos instantes.
Suspiró largamente y se desmadejó sobre el colchón.
Yo me quedé hundido en su sexo, aún extasiado con su sabor y el aroma de su juvenil feminidad.
No dijo nada, solo se quedó en un prolongado letargo, y yo, recostado entre sus piernas.
De pronto cobré conciencia de mi posición y la vista de su sexo enfrente de mi rostro, y empecé a lamer suavemente sus labios, llenándolos de saliva, que se mesclaba con sus abundantes fluidos.
Después de unos diez minutos, y como mis caricias eran suaves pero constantes, como que empezó a despertar y de nuevo se empezaron a escuchar leves gemidos, y comenzó otra vez a ondular su cuerpo, suave y lentamente.
Cuando sentí que se dejaba ir de nuevo por los torrentes del placer, me aparté de su sexo y me recosté junto a ella.
Metí mi brazo izquierdo por debajo de su espalda y su cuello y me acomodé junto a su pecho.
Ella intrigada, no dijo nada, solo miraba curiosa y expectante.
Cuando sintió el primer lengüetazo sobre su pezón, soltó un sonoro gemido, lo que me dijo que mi sobrinita era altamente sensible a las caricias, y su despertar sexual estaba siendo muy explosivo y gratificante par ella, y para mi por supuesto.
Lamí con voracidad sus pezones, mordí sus nacientes bubis y chupé y saboree su piel, que se erizaba ante mi contacto.
Ella se dejaba hacer y disfrutaba desenfrenadamente mis caricias.
Con mi mano derecha sobaba su vientre y apretaba sus nalguitas ya desarrolladas; acariciaba el interior de sus muslos y tocaba sus piernas.
Por instinto tallaba mi pene en su cuerpecito, follando su piel.
Poco a poco me fui acomodando arqueando mi cuerpo junto al de ella; subí su pierna derecha en la mía y fui acercando mi pene a su sexo.
Mientras le chupaba sus tetitas con devoradora calentura, mi mano fue a su sexo.
Le masturbaba mientras lamia y comía sus redonditas bubis.
Ella inició rápidamente a gemir, con esos pequeños aullidos o ladriditos de japonesita que tanto me prendían.
Le introduje el dedo medio nuevamente, lo cual no fue difícil, dada su gran lubricación y calentura, y me puse a dedearle sin dejar sus tetitas.
Metía y sacaba mi dedo, que penetraba y corría sin dificultad.
En unos minutos, le sentí como estremecerse y temblar, sin dejar sus pezones giré mi vista a su cara y vi sus pestañas temblar y sus ojos desorbitarse en blanco hacia atrás.
Lentamente fui bajando el ritmo de embestidas con mi dedo sin soltar su endurecido pezón.
Me fui pegando más a su cuerpecito, jalé su pierna hacia arriba y puse mi pene en la entraba de su vagina.
Mi pequeña cabeza no tuvo problema para traspasar su rendida feminidad, pero al penetrar unos diez centímetros encontró la resistencia del dolor que provocaba.
_ Espera tío, despacito por fi, me duele un poquito…pero no me lo saques, se siente rico.
Estaba todo dicho, Susy, no quería dejar de sentirlo, aunque antes se había negado ese placer.
Por respuesta, se lo saqué y me puse de rodillas frente a ella en medio de sus piernas.
Puse una almohada bajo sus nalgas para levantarle un poco y buscar un mejor ángulo de acomodarle mi miembro.
Ella, por reflejo abrió sus piernas al aire, y su sexo quedó expuesto delante de mí, tan perfecto, tan suculento.
Me fui sobre el a chuparle y lamerlo otra vez, hasta quedar anegado este por sus fluidos y mi saliva.
Cuando me aparté pude ver la expresión suplicante de su rostro.
Me abalancé sobre ella a besarle en el pecho, en el cuello, en sus bubis, al tiempo de que le envestía tratando de follarla, solo pude restregar mi miembro entre su piernas.
Ella jadeaba y suspiraba profundamente con los ojos cerrados.
De nuevo me incorporé en medio de sus piernas, y esta vez, blandiendo mi pene frente a sus ojos, poco a poco le dirigí a su sexo; ella, solo se le quedó viendo y se mordió el labio inferior al verlo acomodarse entre sus labios.
Vertí un chorro de gel lubricante sobre mi glande y lo distribuí con movimientos circulares por todo su sexo; luego vertí otro poco en el centro, e inicié a meterlo despacito, despacito.
Era el delirio sentir sus pliegues correr sobre mi glande y abrirse paso poco a poco.
Me agarré de sus caderas y le jalé con cuidado hacia mí.
En esa posición alcanzaba perfectamente a frotar con mis pulgares su clítoris, encendido y duro como una canica.
Cada pasada que le daba con mis dedos cubiertos de gel le hacían estremecerse y arquear la espalda.
Mi pene entró solo unos diez centímetros; ya no pude más, pues adivinaba el dolor en su rostro, pero era suficiente para mí; inicié a moverme lentamente y en movimientos cortos.
Podia ver que le dolía, pero no decía nada, seguía con los ojos cerrados y se mordía los labios al tiempo que jadeaba como oriental, lastimeramente.
Vertí un nuevo chorro de gel y empecé a moverme más rápido, y luego otro poco más rápido, pero me movía a los sumo dos pulgadas nomás; en cortito, controlando bien la entrada y salida, pero dándole duro, lo que había aceptado de pene.
Sus gemidos de japonesita me tenían loco, casi a punto de venirme, hacía un esfuerzo por aguantarme, pero era difícil.
Sentía desfallecer al sentir su feminidad estrangulando mi glande.
Después de unos minutos, casi a punto de venirme tuve que hacer una pausa; me salí de su cuerpo y le levanté para ocupar su lugar.
_ Súbete arriba de mi, como en la película.
Le dije, al tiempo que le tendía los brazos.
Ella, obediente se subió encima de mí y procedió a colocarse mi pene en su vagina, de esa forma ella controlaría la penetración hasta donde y como pudiera.
_Ponle un poco de gel.
Le sugerí.
Lo hizo y nuevamente intentó metérselo.
No batalló mucho; poco a poco se fue sentando y dejándose penetrar.
Sentí llegar sus labios hasta medio tronco, y ahí se aguantó.
Moviendo mi cadera hacia arriba le indique que debía moverse como cabalgándome, pero no supo o no pudo hacerlo.
Le atraje hacia mi, quedando sus pezones frente a mi rostro, lo que fue una invitación a lamerlos y chuparlos, lo cual hice con avidez.
Pronto inició a gemir, y yo a mover acompasadamente mi pelvis hacia arriba penetrándole.
Le tomé de sus nalguitas para dirigir el proceso de mete y saca.
Miraba su rostro de cuando en cuando, desfigurado de placer y lujuria con algo de dolor, que callaba, pues era mayor el gozo que lo que pudiera molestarle.
Mordía sus pezones y babeaba con mi boca todas sus bubis, succionándolas con avidez, sobre todo, al ver que eso le volvía loca.
Rápidamente fui llegando al orgasmo y comencé a eyacular violentamente sobre su anito y nalgas.
Apenas me salí a tiempo; le puntueaba sus nalgas al tiempo que le chorreaba el trasero con mi semen.
Un instante después, quise regalarle su orgasmo y le tiré sobre la cama para devorarle su sexo.
No tardó mucho tiempo en que retorciéndose como una anguila lograba un increíble orgasmo, según pude ver en su rostro, pues sonreía y se dejaba llevar cerrando los ojos.
Permaneció asi un buen rato, sin decir palabra.
Solo exclamaba:
_ Tío, tíoooo……!
Como en un susurro.
_ Ve a lavarte.
Le dije.
_Hay agua calientita todavía.
Se levantó y fue a lavarse.
Yo me levanté y fui al cuarto con Vero, a ver si aun dormía.
Llegué, estaba destapada y dormía al parecer profundamente.
No pude evitar verle su entrepierna abultado, con su sexo regordetito bajo su calzón blanco.
Embriagado todavía por el juvenil sexo de hacia un rato, me quedé viéndole un momento y un instante después no pude reprimir mi deseo de tocarle.
Le agarré todo su sexo por encima de la panty y le acaricié exageradamente con tres dedos.
Ella solo se movió y se acomodó de otra forma.
Salí del cuarto y rápidamente me fui con Vero a la regadera; cuando entre al baño ya me había despojado de mi bóxer y mi pene se iba parando.
Abrí la puerta del baño y le vi completamente desnuda.
Ella se admiró al verme y quiso taparse su desnudez, pero su vista fue directo a mi pene parado otra vez, y lo contempló en silencio un rato largo.
_ ¿Quieres hacerlo otra vez?
Le pregunté con ansiedad.
_ Tio, me da mucha pena.
_ ¿No te gustó?
_ Si, tio.
pero no esta bien.
_ Cuando te tocabas hace rato, tampoco estaba bien lo que hacías.
acostada junto a mi, en mi casa…
_ Pero, es que… no lo pude evitar.
_ Ya lo se, solo fue una respuesta de tu cuerpo.
Mira, puedes verlo asi; solo estas dándole placer al cuerpo, en lo demás no te fijes.
_ La verdad si, tío.
El problema es que siento que me gustó mucho.
Ahora te miro de otra forma….
Como los novios de las películas… como si fueras mi novio….
Dijo esto como apenada y bajando la vista y sonriendo con cierta malicia.
_ Me has tratado tan delicadamente, y me hiciste sentir tantas cosas, que jamás pensé experimentar… Tu siempre ha sido mi tío favorito… pero…
_ Ya no me miras como tu tio…
Terminé la frase.
_ ¿Me ves mas como un hombre?
_ Si… Ahora me doy cuenta de que eres muy guapo….
¡Ayh! No se, no se como decirlo…
Por respuesta, solo me acerqué a ella sobándome el pene para pararlo nuevamente.
Ella miro un momento el acto y luego cerró los ojos y se quedó muy quieta.
Le conduje bajo el chorro de la regadera, donde el agua tibia caía suavemente.
Me puse detrás de ella y coloqué mi miembro bien parado entre sus nalguitas, por respuesta ella solo se repegó contra mi cuerpo.
Acerqué mi boca a su cuello y le devoré con ternura; mordí y besé sus hombros con delicadeza, y luego, apartando el cabello de su nuca, tomé sus orejitas en mi boca, lamiendo y salivándola toda, metiendo mi lengua en su oído al tiempo que mi cálido aliento se introducía también en este… Le sentí estremecerse y soltar unos leves gemidos.
Estrujaba y apretaba sus bubis con mis manos al tiempo que retorcía con cuidado sus pezones parados y duros.
Tomé un poco de jabón líquido, que una de mis amigas en una reciente visita había dejado en el baño; impregné perfectamente la esponja y le saqué un poco de espuma.
Comencé a enjabonarle su cuerpo con sumo cuidado, y ella se dejaba hacer con los ojos cerrados; era evidente que le gustaban mis caricias al bañarla, pues era una continua sucesión de escalofríos su cuerpo al recorrerle con la esponja.
Durante este proceso le frotaba las nalgas y el abdomen con mi miembro bien parado para que lo sintiera.
Le acaricié con la esponja por un buen rato y luego le dirigí bajo el tibio chorro de agua; le enjuagué despacito, dejando que el agua se llevara el jabón por su cuerpo hasta el piso.
Conforme su piel se iba desnudando del jabón, su cuerpo aparecía perfecto, con los poros de su piel dilatados, que le hacían ver como piel de gallina y sentirse exquisitamente al tacto.
Giró su cuerpo hacia mi y se colgó de mi cuello; sus bubis se me incrustaron en el vientre, pudiendo sentir sus pezones duros clavarse en mi piel.
_ Te quiero mucho tío.
Me dijo quedito, recostada en mi pecho.
Mi pene respingo sobre su abdomen ante sus palabras.
Le tomé por sus axilas y la levanté en el aire, ella automáticamente busco mi cuerpo con sus piernas y me atenazó con ellas, quedando su sexo expuesto sobre mi piel.
Sus brazos rodeaban mi cuello y su cara estaba muy cerca de la mía.
Cerró los ojos e inconscientemente fue acercándose más y más a mi rostro, hasta que pude sentir su aliento en mis labios
No pude evitarlo y le besé; ella respondió al beso inexpertamente, pero su boca sabia deliciosa.
Metí mi lengua dentro suyo y busqué la de ella: pronto entendió el juego de esa caricia y respondió con pasión a ella.
Mi pene estaba encendido y más duro que una piedra.
Mientras le besaba podía sentir el contacto de sus nalgas de cuando en cuando en mi glande.
Le tomé de las nalgas y le dirigí hacia mi pene.
Inmediatamente sentí los fluidos de su sexo escurrir por mi miembro generosamente.
Fui poco a poco relajando mis brazos y su cuerpo descendió lentamente.
Se le escapó un Aaaahhh! apagado dentro de mi boca cuando mi pene penetró en su sexo.
Sin pensarlo inició una serie de movimientos sobre mi miembro, sin dejar mi boca y apretándose en mi cuello.
Escuchaba en mi boca los Uh! Uh! Uh! Ummh!! al moverse sobre mi dura verga.
Así mojados como estábamos, aunque ya escurridos, me la llevé con mi pene dentro suyo, caminando, y ella sin soltar mi boca con sus labios, hasta el sofá de la pequeña estancia; un sofá grande de vinil muy acolchonado, que tengo, y que ya me ha servido con alguna de mis amigas para encuentros sexuales en otra ocasión.
No fue difícil ponerme de rodillas sobre el sofá con ella encima mío, y luego depositarle sobre este, sin sacársela totalmente.
En esa posición como estaba, con las piernas bien abiertas y al aire, inicié un mete y saca quedito, muy despacio, hasta que vi que sus ojos se hicieron chiquitos y brillantes.
No gemía casi, pero su cara revelaba una tremenda excitación y placer.
Así despacio como le estaba dando, poco a poco inicié a metérsela más cada embestida, despacito, pero cada vez más firme.
Ni hizo siquiera una mueca cuando le metí todo mi pene.
Era glorioso sentir como su sexo estrangulaba el tronco de mi pene en su base, y como llenaba yo cada espacio dentro de este.
Me movía muy lento, disfrutando de los pliegues de su vagina ceñidos a mi miembro.
Con mi dedo pulgar frotaba su pequeño clítoris suavemente y ella se volvía loca de placer.
Sin movernos de posición y sin alterar mi ritmo lento, estuvimos así por casi 15 minutos, hasta que sus parpados comenzaron a temblar y sus ojos a ponerse blancos, y de su boca a escaparse solo un Uuummmhhh! largo tras otro, y unos segundos después sentí los espasmos de su sexo sobre el mío.
Yo seguí dándole despacito, después de su orgasmo, hasta que ella me dijo:
_ Tío me duele…
Yo se le saqué y entonces si, vigorosamente me comencé a masturbar frente a ella, que me miraba con los ojos muy abiertos.
En cuestión de dos minutos estaba a punto de venirme, caminé de rodillas hasta ponerme frente a su cara, y tomándole de su cabeza, la acerqué a mi pene.
Segundos después eyaculaba abundantemente sobre su rostro, al tiempo que frotaba mi pene sobre su boca y sus mejillas.
Mi miembro me dolía un poco ya de tanto sexo, así que lo estuve masajeando con los labios de Susy unos instantes.
Fuimos de nuevo al baño a limpiarnos y nos dirigimos al cuarto a descansar.
Caminaba delante de mi solo en calzoncitos.
Pude ver con preocupación que en su cuerpo había varios moretones producto de mis caricias; dos sobre sus hombros cerca de su cuello y otros más en sus bubis.
Cuando llegamos al cuarto y le vi parada frente a la cama solo en pantys, con sus tetitas al aire y sus pezones duros aún, mi pene respondió otra vez y se puso duro nuevamente.
Ella se sentó en la cama y se me quedó viendo fijamente largos instantes, y al cabo de un rato me dijo:
_ Tio ¿Puedo tocarlo?
Yo, solo me acerqué a ella con mi pene palpitante frente a sus ojos.
Ella lo tomó con sus manitas y comenzó a jugar con el.
_ Está muy grande.
Me dijo, sin quitarle la vista de encima y observarle por todos lados.
_ Abre tu boca.
La dije.
Y ella, sin oponer resistencia lo hizo.
Con mucho cuidado acerqué mi miembro a sus labios y se lo introduje en la boca lentamente.
_ Chúpalo, como una paleta.
Le dije, y ella tímidamente lo hizo, viéndome a los ojos, con un poco de asco, que pude adivinar en su mirada.
_ Lo haces muy rico.
Le decía, y ella parecía sentirse orgullosa de eso.
_ ¿Te gusta tío?
_ Si, tienes una boca deliciosa.
_ Me gusta que te guste.
Y entonces se relajó y pareció disfrutar ella también hacerlo, seguramente recordando lo que ella había gozado cuando se lo hice yo.
_ Ey! ¿Qué están haciendo?
Me quedé, o más bien, nos quedamos helados, al escuchar la voz de Vero que provenía de la puerta del cuarto, y que nos miraba con los ojos muy abiertos; a su hermana semidesnuda mamando el pene a su tío desnudo delante de ella.
_ ¿Qué hacen Susy? Le voy a decir a mi mamá.
Susy solo se tapaba, buscó su ropa y se la puso, no sabia qué decir, así que opté por lo más fácil:
_ Solo estábamos jugando un juego.
Le dije a Vero.
_ ¿Qué juego es ese? Asi desnudos y con tu cosa, tio.
_ Es el juego de los casados… asi juegan los casados… es muy divertido.
Se lo mostraba a Susy.
_ No sabía nada de ese juego… además creo que no esta bien porque están desnudos los dos.
Y mi mamá me ha dicho que nadie verme desnuda.
a ti también Susy.
_ Es muy divertido Vero, si quieres, el tío puede enseñarte a ti también.
Vero no dejaba de ver mi pene mientras hablaba: con toda la intención lo dejé así cuando decidí jugar esa carta.
_ Está bien, pero no me desnudaré.
_ No es necesario.
Le dije yo.
_ Así puedo mostrarte como se juega y lo divertido que es.
Solo debes acostarte en la cama y cerrar los ojos.
Un poco desconfiada lo hizo, sin apartar la vista de mi pene, que miraba con mucha curiosidad y hasta cierto punto, pude notar excitación.
_ Ya, estoy acostada… ¿Ahora qué?
_ Debes levantarte esto…
Le dijo Susy, al tiempo que le jalaba hacia arriba la pijama, dejando sus blancos calzoncitos al aire.
La misma Susy le abrió un poco las piernas, sabiendo lo que seguía y por el afán de silenciar a Vero y no le fuera a decir nada a su mamá.
_ Ahora si, preparate para el juego.
Dijo Susy, y me miró con complicidad.
Me recosté sobre la cama y acerqué mi boca a su sexo, hasta tener su calzoncito a mi alcance.
Sin más solo di un gran mordisco a su sexo por sobre la panty, y Vero se estremeció y abrió los ojos enormemente.
_ ¿Qué haces tío?
Yo no le respondí, solo seguí moviendo mi boca sobre su sexo, y ella intentó un instante liberarse.
Hasta que, después de un momento se fue relajando.
_ No, tío! No tío! Noooh!
Casi como un gemido negaba, pero era evidente que le estaba gustando el juego.
_ ¿Te gusta el juego?
Le dije, al cabo de un rato.
_ Si, me gusta mucho… se siente rico… como cosquillitas tío.
_ Debo quitarte tu calzón.
Le dije.
_ Para jugar bien, debe ser sin calzón.
Por eso estábamos desnudos desde hace rato.
Te lo voy a quitar ¿ok?
_ Pero no le vayas a decir a mamá Susy ¿eh?
_ Claro que no.
Si tu no dices nada, yo tampoco.
Mientras le quitaba a Vero su calzoncito, le dije a Susy:
_ Susy, ayúdame con Vero, chupa sus tetitas mientras le sigo haciendo aquí.
_ ¿Queee?
Dijo Vero, incrédula y alarmada.
_ Cierra los ojos y no digas nada aun.
Andale Susy!
_ No se cómo tío.
_ Lame con tu lengua como una paleta.
Y chupale lo que puedas.
Le bajó su pijama hasta dejar sus tetitas, que solo eran un durito pezón, descubiertas, y cuando procedí a seguir con el oral.
Susy comenzó a lamer a su hermana y chuparle sus pezones.
Pronto Vero empezó a gemir bien rico y contorsionarse como anguila ante nuestras caricias.
_ Me encanta el juego, tío….
Se siente bien rico… bien ricooo…
Exclamaba Vero.
De pronto exclamó un largo:
Aaaaaahhhh!!!
Y cerró sus piernas sobre mi cabeza, apartándome con sus manos, señal de que había tenido su primer orgasmo.
_ ¿Te gustó?
Le pregunté.
Ella solo se quedó viéndonos, como apenada, y dijo.
_ Se va a enojar mi mamá… ¿Tío, mañana jugamos otra vez?
Las fui a acostar y le di un beso a cada una.
A Susy le metí la mano dentro de su panty como haciéndole un cariño y metí mi dedo en su sexo anegado de fluidos, seguramente por la calentura que aun le invadía.
_ Mañana lo hacemos de nuevo.
Le dije.
Ella gimió largamente como en un suspiro y dijo:
_ Esta bien tío….
Te quiero mucho… Gracias de nuevo por dejar quedarnos contigo.
muy buena historia se podria decir casi real
Muy buen relato
Mmmmmm Sii buenísimo el relato la pasaste de 10. Te doy 5 estrella
Muy Buen Relato Yo Le Doy 10 Estrellas Me Encantó Y Espero La Siguiente Continuación Del Otro Día Cuándo Lo Hacen Los 3 Juntos Jeje
Que caliente relato !!!