Al cuidado de su hermana embarazada.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Crusnik.
Liz (28 años) había cumplido los cinco meses de gestación y su esposo viajaría al extranjero en los próximos meses quedándose con su mamá.
Pero por distintos motivos a último minuto su madre tendría que cuidar de su propio esposo y la hermana de Liz, Alejandra (21 años) tendría que ir a cuidarla.
Alejandra fue informada a la salida de la universidad de ir al aeropuerto a recoger a su hermana.
No tenía más objetos personales que su mochila con libros y su cepillo dental.
En la relación con su hermana solo se toleraban.
No coincidían ni en gustos musicales, moda.
Su comportamiento es asertivo, mientras su hermana es más emotiva.
Alejandra de estatura pequeña, cinco kilos de sobrepeso, cara redonda, tez clara, pechos grandes, tez clara y de cabello muy lacio y largo contrastaba con su hermana Liz, quien antes del embarazo poseía cabello ondulado, cuerpo esbelto y alto, pechos normales y su piel tostada y trigueña.
Al llegar, Liz estaba despidiendo a su esposo con lágrimas en los ojos, quien regresaría en tres meses.
Alejandra consoló a su hermana al comprarle un helado.
En el departamento de su hermana solo había un dormitorio, así que tendría que compartir la cama con su hermana.
Alejandra no tenía nada que ponerse, así que su hermana le prestó un camisón, desafortunadamente era un baby doll y como su contextura es más gruesa que Liz, tuvo que usarlo abierto.
En cambio, su hermana dormía desnuda, por el calor y su costumbre de casi un año marital follando a diario con su esposo.
Sus pechos habían aumentado varias tallas, sus pezones eran grandes y de aureolas oscuras y al pasar la noche, el movimiento en sus sueños hacía chocar sus cuerpos.
Al pasar los días, ya se había acostumbrado a usar el baby doll.
Aún no había podido ir a su casa y conseguir ropa.
Usando la ropa deportiva y faldas de su hermana, las cuales le quedaban entalladas delineando sus caderas y pechos.
Sin embargo, las hormonas del embarazo habían alterado a Liz a quien la abstinencia de sexo la estaba volviendo loca.
A veces amanecía rodaba hacia su hermana amaneciendo húmeda al contacto de su piel suave y caliente.
Alejandra se había percatado de esto pero no había dicho nada.
Entre las labores que Alejandra propinaba a Liz se encontraba el darle baños de esponja.
Los pezones de Liz se habían vuelto sumamente sensibles.
Por lo que los roces con las yemas de los dedos de Alejandra hacían que se pongan duros y erectos soltando leche.
Con el pasar de los días los sueños eróticos de Liz fueron en aumento.
Ya no soñaba con su esposo, sino que su hermana se había vuelto el centro de sus fantasías.
A veces se masturbaba tratando de conseguir el tan ansiado orgasmo que nunca llegaba.
Sin embargo, un día en que Alejandra llegó temprano de la universidad la encontró desnuda con los dedos dentro de su coño.
Ella había prometido ayudar a su hermana en todo.
Así que empezó a sobarle el clítoris haciendo que este se ponga duro como un limón.
En la habitación se oían los gemidos de Liz y el chapoteo de su vagina de la cual emanaban jugos, colocando dos dedos, primero los metió en forma estirada y luego comenzó a usarlos para hurgar dentro hasta que por fin pudo conseguir el tan codiciado orgasmo.
Ayudó a limpiar y vestir a su hermana, quien estaba apenada por el hecho.
Durante la cena que Alejandra había preparado, Liz se disculpó.
– Lo siento, es que estoy muy sola.
Y bueno las hormonas durante el embarazo.
– No te preocupes.
– Gracias… ¿Cómo supiste dónde hacerme eso? Nunca me había corrido así… Perdón.
–dijo Liz totalmente apenada.
– Es que conozco mi cuerpo e hice lo que me gusta.
–dijo Alejandra, sin inmutarse- parece que tu cuerpo es igual.
– ¿Qué?
– Además, estuve leyendo libros de psicología y anatomía humana donde aprendí lo que pasa con tus hormonas en estos meses de gestación y sé donde están las zonas erógenas.
Si quieres luego del almuerzo te enseño.
Para Alejandra que es de una personalidad más desenvuelta la charla no significó mucho, mientras que su hermana estaba anonada y con muchos pensamientos dando vueltas en su cabeza.
Antes de acostarse Alejandra pide a Liz que se desnude.
– ¿Perdón?
– Desnúdate.
Te dije que te iba a enseñar y lo haré.
–mientras Alejandra se quitaba las pocas prendas dejando ver sus grandes tetas firmes, su coño peludo y sus carnes amplias.
Alejandra se desnudó dejando al aire sus grandes tetas de pezones rosados.
Luego, Liz se quitó sus prendas dejando ver su coño peludo y sus tetas grandes y firmes de aureolas oscuras.
Alejandra empezó a tocarse los pezones con sus manos sobando sus tetas, luego bajó a su coño mientras con la otra mano se empezó a tocar el chochito.
Liz estaba anonada, con los ojos totalmente abierto hasta que Alejandra la sacó de su trance al decirle que haga lo mismo.
Al ver que no reaccionaba, Alejandra tomó a su hermana por la espalda, rodeando su gran barriga, acariciando su coño peludo y sobando su vagina.
Su hermana empezó a gemir y a humedecerse.
Los gemidos empezaron a excitar a Alejandra, quien tumbó a su hermana en la cama y la abrió de piernas empezando a lamer su coño.
Era la primera experiencia lésbica de ambas.
Liz empezó a acariciar los pezones de su hermana.
Sin darse cuenta, ambas estaban con las piernas abiertas masturbando a la otra, metiendo los dedos en el coño de la otra.
Lamiéndose y sobándose entre sí.
Hasta que luego de varios minutos donde el cuarto se llenó del olor del sudor, aromas salados con sonidos acuáticos y gemidos ambas se corrieron.
– Creo que hasta el bebé se vino, dijo Liz.
Luego se dieron un apasionado beso empezando una relación lésbica.
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