Al fin cumplí mi fantasía con mi hermana dormida
Luego de un intento fallido, logré volver a tener la posibilidad de cumplir mi fantasía con mi hermana dormida. Esta vez no la desperdicié.
Mi nombre no importa, pero hace un año estuve en una situación en la que no pude cumplir mi fantasia más grande: Violar a mi hermana. En mi mente nunca lo fue porque mi fantasía no implicaba ser violento con mi hermana ni hacerle ningún daño pero, al fin y al cabo, tener sexo con ella dormida es una violación. La idea de tomarla mientras dormía la fui desarrollando durante años de entrar a escondidas en su habitación para verla dormir, besarla en los labios, tocarla por encima de la ropa primero y, luego de varias incursiones, metiendo mis manos por debajo de su ropa después. Hasta llegué a quitarle el sostén de las bikinis con las que dormía en verano para tocar y lamer sus pezones y, en una ocasión inolvidable, logré correrle sus bragas y lamer una vez sus labios vaginales. Con todos estos datos, de más esta decir que estaba obsesionado con mi hermana dormida.
La situación anterior en la que casi cumplo mi fantasía se dió en una combinación de varios hechos: La medicación de una prima, mi profesión y la necesidad de mi hermana de que la ayudara. La medicación en cuestión es el famoso clonazepam, el cual conseguí de la casa de una prima que lo toma para poder dormir unos meses antes del hecho en cuestión porque se me presentó la oportunidad de robarme una tableta del botiquín de su casa. Mi hermana necesitaba ayuda con una contractura que la tenía a mal llevar y relajarse, y me pidió ayuda a mi porque entre otras cosas me dedico a hacer masajes y reiki.
Claramente el robo de las pastillas fue en función de en algún momento poder tener las herramientas que me permitieran violar a mi hermana. En cuanto las conseguí las molí bien entre dos cucharas y guardé el polvo en una bolsita hermética. Que mi hermana me necesitara fue circunstancial, pero en cuanto ella me pidió ayuda ya tenía planeado todo para esa noche.
Mi hermana llegó a mi departamento a la noche, hablamos un rato y ella se acostó en mi camilla de trabajo. Le hice masajes, todo el tiempo con una erección infernal por pensar en lo que estaba por hacer más tarde.
Ya le había dicho que se podía quedar en mi casa y que se trajera ropa para bañarse luego de los masajes, así que la mandé a ducharse y le dije que antes de hacer reiki nos tomaríamos un té. Ella accedió y se fue al baño. Yo preparé el té y en su taza coloqué parte del contenido de la bolsa. Para mi alarma, la medicación no se disolvía completamente y pensé que mis planes se arruinarían en ese instante. Decidí darle el té igual porque ya estaba preparado y, para mi sorpresa y deleite, mi hermana se lo tomó rápidamente y sin dudar. Yo no perdí el tiempo y le dije a mi hermana que se recostara en la camilla nuevamente para el reiki. Al no saber cuanto tardaría la medicación en hacer efecto, terminé haciéndole reiki por más de media hora. Cuando terminé, intenté de varias formas corroborar que mi hermana estuviese dormida. Le moví la cabeza, le hable varias veces, me animé a tocarle un pecho por encima de la ropa que tenía puesta y ella no reaccionó a nada, seguía respirando profundamente dormida.
Decidí llevarla a mi cama y recostarla allí. Como tenía planeado, llevé una toalla grande para colocar debajo de ella y así no dejar rastros de lo que iba a hacer. La desvestí sin mucha dificultad porque luego de pasarla a mi cama ella estaba como «entredormida» y a todo lo que yo le decía ella respondía positivamente y accionaba. Bastó con que le dijera que con tanta ropa no iba a poder dormir, para que se quitara el suéter y el pantalón que tenía puestos y quedara cubierta solamente por una remera que le quedaba muy larga y una tanguita roja que apenas le cubria la vagina. La acomodé en la cama como para que durmiera pero primero coloqué la toalla debajo de su trasero. Mi hermana quedó acostada boca arriba y yo comencé a abrirle las piernas suavemente hasta tener acceso completo a su entrepierna. Decidí no quitarle la ropa interior para evitarme el trabajo posterior de volver a colocársela y en cambio le movía la tanga hacia un lado para poder tener su vagina a mi disposición. La primera impresión de la conchita de mi hermana dormida en ese momento, fue la de una línea separando dos montañitas carnosas. Fui directamente a pasar mi lengua por toda esa línea y luego de unos segundos comencé a separar sus labios vaginales con ambas manos para poder lubricar la cavidad en la que iba a meter mi verga posteriormente. El interior era de un color rosado hermoso. Luego de lamer y meter mi lengua en la entrada de su vagina, me coloqué en posición entre sus piernas y froté mi verga sobre ella varias veces. Me acomodé mejor y, luego de colocar la cabeza de mi verga en la entrada de su vagina, bese a mi hermana en los labios. Entre la excitación y la culpa no pude penetrarla y terminé acabando sobre su vagina mientras la besaba. La limpié bien y me dije a mi mismo que lo haría más tarde, cuando mi verga volviera a ponerse dura pero nunca pude.
La mezcla de sensaciones me hizo imposible el cumplir mi fantasía ese día. En los meses posteriores me sentí entre arrepentido y frustrado varias veces, pero luego de casi un año me determiné a cumplir con mi objetivo como fuera.
Gracias a ese primer intento había aprendido algunas cosas e investigado otras. El clonazepam no se disuelve bien en agua, el que mi hermana tomara el té sin dudar fue una casualidad que no se podía volver a repetir. Tampoco se podía volver a repetir mi falta de previsión en utilizar protección para evitar dejarla embarazada (aunque confieso que una parte de mí quería correr el riesgo de acabar dentro de ella). Al investigar descubri que las reacciones de ella mientras estaba bajo los efectos de la medicación se debían al efecto hipnótico que tiene el clonazepam y eso la predisponía a aceptar lo que yo le dijera como algo normal.
Con toda esta nueva información y gracias a que mi hermana tenía problemas con la electricidad del departamento en el que vivía, un día de verano puse en marcha mi plan para violar a mi hermana dormida.
Ella se fue a quedar a mi departamento unos días mientras arreglaban el problema eléctrico en el de ella. Como era verano, a la noche le ofrecí un jugo de naranjas y zanahoria que sabía que a ella le encantaba. Por supuesto que volví a colocar el clonazepam en su bebida, y esta vez no hubo problemas porque, si la medicación no estaba del todo disuelta, no se notaba que tuviera nada extraño. Como hacía mucho calor ella se tomó su vaso de golpe, haciendo que mi verga saltara un poco de la excitación. Esperé nuevamente una media hora, en la que estuve observando a mi hermana varias veces para estar seguro de que la medicación hubiese funcionado y me acerqué a ella.
Luego de asegurarme que estuviese bajo los efectos de la droga, le dije que se quitara el shortcito para dormir porque le iba a hacer mal con el calor. Ella no dijo nada y simplemente se lo quitó, volvió a taparse con la sábana del sillón-cama que había preparado para que ella durmiera, y volvió a cerrar sus dilatados ojos y se quedó dormida. Luego de unos minutos le quité la sábana suavemente y, separando sus piernas lentamente, volví a correr su tanga hacia un lado como había hecho la vez anterior y me dispuse a practicarle sexo oral a mi hermana. Esta vez sus labios estaban separados y el interior estaba hinchado y de color oscuro, más tirando a rojo que a rosa. Al no tener que separarle los labios vaginales, le metí un dedo dentro de su vagina mientras lamía, chupaba y disfrutaba del olor de su conchita y del contacto de esta en mi boca. Cuando estuvo bien mojada me acomodé entre sus piernas como la vez anterior, pero esta vez ella hizo un movimiento extraño y abrió los ojos como perdída. Me preguntó que estaba haciendo y yo, aunque estaba muy nervioso en ese momento, le dije que estaba por tomarle la fiebre (que fue lo primero que se me ocurrió). Ella me miró nuevamente y no dijo nada. Para que no sospechara nada, fui a buscar un termómetro y lo introduje dentro de su vagina unos segundos. Hice como que lo miraba y le dije que tenía fiebre pero que no se preocupara porque yo se la iba a bajar. Ella sonrió y, cerrando los ojos nuevamente, se durmió.
El momento extraño que pasé me hizo cambiar los planes un poco. Busqué una toalla y la humedecí para ponerla en la frente de mi hermana. La moví un poco y le dije que se levantara el sostén deportivo para ayudar a que su temperatura disminuyera. Ella lo hizo sin decir nada y volvió a cerrar los ojos, momento que aproveché para frotarle, pellizcarle y chuparle los pezones durante unos segundos. Por miedo a que recordara al día siguiente algo de lo que estaba pasando, la hice acostarse boca abajo para lo que haría a continuación. Cuando estuvo de espaldas a mi, le coloqué la toalla húmeda en la cabeza asegurándome de que sus ojos quedaran cubiertos. Le dije que iba a hacerle un tratamiento que le iba a bajar la fiebre enseguida y ella dijo simplemente «bueno» con la voz cansada y siguió acostada. Yo le intenté correr la tanga nuevamente pero en la posición en la que estaba me estaba resultando imposible, así que la agarré con ambas manos y se la bajé hasta el pliegue de las nalgas, dándome acceso libre a su conchita nuevamente. Me coloqué un preservativo y tomé un poco de lubricante sexual. Me pasé el lubricante por la verga y luego se lo pasé a ella por los labios vaginales y metí dos de mis dedos dentro de su vagina. Me arrodillé en el sillón, con mis piernas a cada lado de las suyas y acerqué mi verga lentamente a su vagina. Sentí el calor que salía de ella, metí la cabeza de mi verga dentro sin dificultad y ese calor abrazador fue envolviendo todo mi miembro mientras la penetraba completamente. El contacto de mi pelvis con sus nalgas casi me hace acabar. Me recosté un poco sobre mi hermana y comencé a violarla lentamente. Ella no dió muchos indicios de saber lo que estaba pasando durante el tiempo que duró el acto pero si la podía escuchar gemir suavemente y sentír como su vagina se mojaba cada vez más, facilitándome la tarea con el correr de los minutos. No creo haber durado más de 15 minutos. Para el final, ya mis penetraciones no eran suaves como las del principio, eran cada vez más rápidas y en la habitación solo se podía escuchar el crujido del sillón, los gemidos de mi hermana y el choque de mi pelvis contra sus nalgas. Acabé con mi verga dentro de mi hermana en varias contracciones y sentí como ella también llegaba al orgasmo temblando debajo mío. Saqué mi verga de su vagina, le pasé la lengua varias veces disfrutando de sus jugos y, luego de quitarme el preservativo, vacié mi semen en su trasero. Llené mis dedos de semen y se los pasé por la boca a mi hermana. Ella no dijo nada, y luego de unos segundos se limpió los labios con la lengua. Resistí la tentación de meter mis dedos llenos de semen dentro de su vagina y comencé a limpiarla con la toalla que, al igual que la primera vez, había colocado debajo de ella. Volví a colocarle la tanga en su lugar, le acomodé el sostén deportivo luego de succionar sus pezones por última vez y la tapé con la sábana para dejarla dormir. Me bañe y me fui a acostar a mi habitación con la satisfacción de haber cumplido al fin mi fantasía con mi hermana.
A la mañana siguiente ella estaba algo aletargada todavía cuando se despertó y se fue a bañar. Cuando salió, ya mejor, me hizo una pregunta que casi hace que me dé un infarto : Ella -Vos me pusiste esta toalla húmeda en la cabeza anoche? Yo respondí que sí intentando sonar lo más natural posible, diciéndole que por la ola de calor había levantado fiebre y yo la había ayudado a bajarla. Ella me miró unos segundos y para mi alivio no preguntó más nada, pero se ruborizó y murmuró algo que no alcancé a escuchar y, hasta el día de hoy no estoy seguro de si mi hermana sabe que la violé mientras dormía o si pensó que había tenido un sueño erótico conmigo.
vuelvuelo intentar bro uff ke chido ehhh peor sin condon bro no manches
Toqué 2 veces a mi hermana dormida, con las justas le toqué su húmeda vagina y fue lo máximo, pero hasta allí nomás llegue.
Wooooooooowww, algo fuert pero excitante!