Alicia y Cristina 8. Una historia de Kim parte 2
continua la historia de Kim.
Nota del autor: entrego la segunda parte, espero la disfruten, saludos, besos y abrazos.
atte adalberto1979
Cap 2
La fiesta estaba en pleno apogeo cuando llegó la última pareja. Alan y Beth, siendo los buenos anfitriones, recibieron a la pareja juntos. Una variedad de pensamientos y reacciones pasaron por sus mentes mientras sonreían a las personas que habían entrado. El apuesto hombre estaba en la cincuentena, el cabello gris, medía más de un metro ochenta y poseía un cuerpo tonificado en el que obviamente trabajó para mantenerlo así.
‐ Querida este es Bill Anderson, mi jefe– Le presentó al hombre– y esta es mi esposa Bertha– le dijo.
Beth quedó cautivada por el hermoso rostro y sintió que sus tetas se levantaban un poco en su sujetador negro de media copa que apenas contenía su gran escote que estaba en exhibición en su mini vestido morado. Él le sonrió y le dio un ligero apretón de manos, manteniendo el contacto visual antes de mirar abiertamente sus tetas y luego volver a mirarla a los ojos con una sonrisa lasciva.
‐ Encantado—canturreó– y ella es mi esposa Erica
La joven que estaba detrás de él no tenía más de 25 años, una rubia de tinte con cejas de color marrón oscuro, su cabello caía en cascada en rizos hasta su cintura. El vestido que casi estaba usando reveló un par de enormes tetas de plástico mejoradas quirúrgicamente que amenazaban con salirse del atrevido escotado recortado hasta la cintura con un micro mini vestido de lentejuelas azules. Era imposible para ella llevar sostén ya que el vestido cubría solo lo necesario, dejando una vista ininterrumpida de dos enormes tetas hinchadas y se mantenía en su lugar solo por sus prominentes pezones. Descansaba en la parte superior de sus muslos, dando un toque de medias negras. Sus tacones altos de 6 pulgadas con lentejuelas azules a juego gritaban ¡cógeme!
Bertha se sintió decididamente mal vestida y ofreció una cálida sonrisa y su mano en bienvenida a la esposa trofeo obviamente aburrida que estaba frente a ellos. Ella le devolvió la sonrisa y sus penetrantes ojos color avellana captaron la mirada igualmente descarada de Alan a sus tetas con un brillo sexy a cambio.
‐ Encantada de conocerlos a los dos– respondió ella menos que creyente.
‐ Entonces, Alan, ¿cómo se siente tener cuarenta eh?– Bill preguntó con un tono sarcástico en su voz– Se dice que la vida comienza a los cuarenta, ¿ya ha comenzado para ti?
‐ Ciertamente Bill y solo puede mejorar– respondió.
Bill lo miró con curiosidad y luego Beth habló.
‐ Bueno, por favor, sean tan amables de pasar. El buffet está abierto y la mesa de bebidas también.
Mientras ambos entraban al salón, Beth miró a Alan y dijo.
‐ ¿Qué diablos tienen en común?
‐ Dinero– Alan respondió.
‐ ¿Dinero?– Preguntó Beth.
‐ Sí. Bill lo tiene y Erica lo quiere. Ella es una esposa trofeo. Bill no pone excusas para su matrimonio. Ella lo hace lucir bien y él le paga por ello.
‐ Tiene edad suficiente para ser su padre– Beth exclamó.
‐ Sí, podría ser su padre, pero no lo es—Alan se rio de su propio chiste–. Pero no pone excusas para admitir que le gustan los jóvenes y que el dinero es tan atractivo para ellas.
‐ Ladrón de cunas, ¿eh?
‐ Algo así. Mientras me dé ese ascenso, puede hacer lo que le plazca– reflexionó Alan.
‐ Bueno, comencemos a relacionarnos– dijo Beth y deslizó su brazo en el de él– Vamos, cumpleañero, tus invitados te aclaman.
La velada transcurrió bien con unos cuarenta invitados divirtiéndose. Kim no era la única niña allí, pero era la más hermosa. Su atuendo levantó muchas cejas y la temperatura. Llevaba una camiseta rosa ajustada que se aferraba a ella y delineaba sus tetas sin sujetador en desarrollo, con dos pequeños bultos que indicaban dónde estaban sus pezones. La falda era negra y corta hasta la mitad del muslo y sus piernas estaban revestidas de nailon negro. Su atuendo se completó con tacones rosas de 3 pulgadas.
Su madre le había maquillado su bonita cara y la hacía lucir tan sexy. Fue sutil y se aplicó a la perfección. A Kim le encantaba la atención que estaba recibiendo y se mezclaba con los adultos en lugar de con los otros niños. Eran poco más de las nueve de la noche cuando Bill se acercó a Alan y empezó a hablar.
‐ ¿Quién es esa pequeña y sexy niña descarada?– preguntó señalando con la cabeza a Kim.
‐ ¿Cuál? ¿Esa pequeña y sexy niña descarada?– Preguntó Alan con una sonrisa.
‐ Sí, esa. Me parece familiar– continuó Bill.
Alan miró hacia el otro lado del salón, donde Érika estaba rodeada por cuatro hombres, todos ansiosos por tener una conversación con ella. Más bien estaban ansiosos por llevarla a un lugar privado y joder sus sesos, pero estaba tan desesperadamente aburrida con su presencia que era obvio que nadie iba a llegar a la primera base con ella.
‐ Parece que Érica necesita ser rescatada– dijo Alan tratando de cambiar de tema.
‐ ¿Qué? ¿Eso?—dijo volteando a ver a su esposa siendo acosada por los hombres– no. Ella puede manejarse sola. Es divertido ver a otros hombres tratar de meterse en sus bragas, pero como ella no usa ninguna, sería una pérdida de tiempo– Bill sonrió—pero eso no importa, ¿quién es ella?—volvió a insistir sobre Kim
‐ Es mi hija Kim– confirmó Alan.
‐ Ah ya. Por eso me era familiar. Tienes esa foto de ella en tu escritorio
‐ Sí, la tengo– dijo Alan.
‐ Sexy pequeña descarada, jajaja—rio de buena gana y en tono burlón le dijo– Vas a luchar contra los chicos dentro de unos años. ¡Estarán haciendo fila para hablarle a ella! Se parece mucho a su madre.
‐ Si, vaya que si—dijo Alan—“Y También folla como ella”—esto solo lo pensó.
‐ Felicidades por tus linduras de esposa e hija y solo quería preguntar—li dijo en un tono amable, luego volteo a ver a su esposa y dijo– creo que mejor debo ir a reclamar a mi esposa, supongo debo ir a ejercer mi propiedad. Gran fiesta, por cierto, realmente la estamos disfrutando.
‐ Bien, me alegro de que lo estés pasando bien– le dijo Alan.
Kim cumplió su promesa y no coqueteó, bueno al menos no demasiado ni abiertamente con ningún hombre, pero disfrutó de sentarse inocentemente y darles a algunos afortunados destellos de sus bragas rojas y blusas de encaje negras hasta el muslo. Se sentaba en la silla, con las piernas cruzadas, lo que permitía que su falda se subiera lentamente hasta que el verdugón negro de encaje apareciera a la vista antes de tirar del dobladillo de su falda hacia abajo, o volver a cruzar lentamente las piernas para mostrar sus encantos preadolescentes.
En un momento en la cocina, cuando fue a llenar su vaso de refresco, fue acorralada por su abuelo. Se movió detrás de ella y deslizó sus brazos alrededor de su pecho, ahuecando sus pequeñas tetas en sus grandes manos.
‐ Abuelo– Kim chilló– Aquí no, no seas travieso. Espera—dijo tratando de quitarle las manos de sus tetas insipientes– nos van a ver, mejor espérate hasta la noche y ya me haces lo que quieras.
‐ Pero necesito sentirlos ahora, Kim. Incluso si vas a pasar la noche conmigo, ¿no puedo echar un vistazo rápido?—dijo el abuelo con voz ronca de excitación mientras pasaba lujuriosamente sus manos sobre los pechos en desarrollo de Kim.
Kim se volvió hacia él, miró hacia la puerta y escuchó los sonidos de la fiesta en pleno apogeo y luego sonrió a su abuelo, ella lo quería mucho, podía ver como él era un niño y ella un dulce para él, al que difícilmente no podría evitar tocar y probar.
Mirándolo sonriente y de forma cómplice, Kim agarró la parte inferior de su blusa y rápidamente la levantó. Dos hermosas y diminutas protuberancias de carne, con punta de pezones hinchados de color rosa oscuro, el abuelo pasó su lengua por los labios, como saboreándolos cuando saludaron a sus ojos. Se inclinó y le chupó el pezón derecho con mucha intensidad.
‐ Abuelo– Kim lo abofeteó pero solo ligeramente y luego regresó su blusa hacia abajo–Puedes follarme más tarde y hacerme lo que quieras, mis papás te dieron permiso de hacerme hasta lo que se te antoje, pero por ahora es todo lo que vas a conseguir, prometí a mis papás portarme bien y ser niña buena—Kim vio la cara de tristeza de su abuelo, con mirada lasciva se acercó un poco a él—pero se paciente y en la noche seré la puta que tanto te gusta que sea para ti.
En ese mismo momento, Bill entró en la cocina y los miró a los dos. Kim se retorció preguntándose si había visto algo y, de ser así, si se metería en problemas. Su abuelo tosió, tomó su vaso, lo refrescó y salió de la habitación a trompicones.
Bill absorbió la vista que tenía ante él, sus ojos la desnudaron y su lenguaje corporal comunicaba que quería tenerla allí y en ese momento. Fue solo cuestión de segundos, Kim sintió como era devorada por la vista y sintió que su coño comenzaba a humedecerse. Ella lo miró y sonrió.
‐ Soy Kim. Mi papá es el cumpleañero
Ella le tendió la mano y él la tomó, atrayéndola hacia él.
‐ Sí, lo sé. Soy Bill el jefe de tu padre
La forma en que lo dijo hizo que Kim se sintiera insegura. Era como si estuviera diciendo que él era el dueño de su papá y que, a su vez, él era el dueño de ella. Él le tomó la mano y la apretó con fuerza, recorriendo con los ojos sus pequeñas tetas y su trasero, bajando por sus piernas y volviendo a subir.
‐ ¿Cuántos años tienes Kim?
‐ Diez y tres cuartos– Ella respondió como si las tres cuartas partes la hicieran mucho mayor, más mujer que niña.
‐ Diez y tres cuartos, ¿eh?– Bill pasó el dorso de su mano izquierda sobre su mejilla sonrojada– Un diez y tres cuartos de belleza también; aunque no, eres un diez y tres cuartos de belleza y sensualidad también
Kim se sonrojó un poco cuando dijo esto e involuntariamente arqueó la espalda, empujando sus tetas sin sujetador hasta sus ojos lascivos mientras agitaba los ojos al apuesto hombre que le decía que era bella y sensual. Los dedos de Kim acariciaron los de Bill de forma involuntaria.
‐ ¿Sensual? ¿En serio?—preguntó– ¿Sensual como tu esposa? Ella es la del vestido azul, ¿no es así? Es hermosa.
‐ Sí, lo es, por eso es mi esposa, pero tú eres muy sexy también. Te he estado observando esta noche. Viéndote lucir esas medias y esas sexy bragas rojas. No pensaste que te había visto, ¿verdad?
‐ No—dijo Kim fingiendo asombro– No le dirás a mi mamá ya mi papá, ¿verdad? ¡Estarían tan enojados conmigo!
‐ No, pero tendrás que hacer algo por mí a cambio– le dijo.
Kim lo miró fijamente durante unos segundos reflexionando sobre lo que acababa de decir y lo que sus padres le habían dicho sobre cómo comportarse en la fiesta. Luego sonrió y volvió a empujar sus tetas hacia arriba y hacia afuera.
‐ ¿Cómo qué?– preguntó ella.
‐ Bueno, ¿qué tal un beso?– respondió.
‐ ¿solo un beso?
‐ Si, solo uno
‐ Está bien—dijo ella con una sonrisa de complicidad– Y con eso no les dirás nada a mis papás ¿verdad?
‐ Si—dijo Billa ya sintiendo su corazón palpitar
La música estridente y las voces fuertes provenientes del salón parecieron quedarse en silencio mientras Kim miraba al apuesto hombre de cabello gris, directo a los ojos mientras se encontraba poniéndose de puntillas, ofreciéndole los labios.
El beso fue cálido, húmedo y duró diez segundos. Ella lo besó como lo haría un niño. Mientras presionaba sus labios contra los de él le rodeó el cuello con las manos y lo atrajo hacia ella. Ella trazó sus labios con su lengua queriendo hacerle un francés, pero Bill no se lo permitió.
‐ Bueno, ¿Dónde aprendiste a besar así?– preguntó.
Kim se encogió de hombros y le sonrió.
‐ En ninguna parte– dijo mientras se enderezaba la falda, bajándola para cubrir sus medias y ajustando su camiseta ajustada hasta que se amoldaba a sus protuberancias.
‐ Bueno… necesito otro igual
‐ Dijiste que solo sería uno—dijo ella coqueta
‐ Por favor, necesito otro
Ahora fue Bill quien tomó la iniciativa, deslizó su mano izquierda por debajo de sus nalgas, la levantó y puso su otra mano detrás de su cabeza. Sus labios se encontraron, se abrieron y esta vez sus lenguas se batieron en duelo, giraron e intercambiaron saliva. Kim aplastó sus tetas contra su pecho y apretó sus muslos alrededor de su cintura, jorobando su creciente bulto mientras apretaba sus brazos alrededor de su cuello.
El momento pareció durar horas, pero en realidad solo pasaron unos diez segundos, Bill le acarició sus nalgas, la mano que sostenía el cuello pasó hacía adelante a palpar esas hermosas tetas en desarrollo, todo mientras sus lenguas jugaban entre sí, Kim sintió la poderosa erección que se desarrolla bajo los pantalones de él y se presionó contra ella, Bill ya descaradamente movió su cadera hacia adelante para hacer presión contra esa niña que le había enervado los sentidos.
Kim gimió dentro de la boca de Bill al sentir el magreo que recibía de su amigo fortuito y gimió por última vez antes de que Bill rompiera el beso, la miró profundamente a los ojos y dijo:
‐ Definitivamente sensual
Kim sin decir palabras lo abrazó y volvió a meter la lengua en su boca cuando sintió que la bajaban al suelo y luego el beso se rompió. Ella le dedicó una sonrisa maligna y lentamente se pasó la lengua por los labios. Sonriendo tímidamente pero con una mirada intensa, se ajustó la ropa y pasó las manos por el frente por las tetas, arqueando la espalda en el proceso para darle una buena mirada a sus pezones tratando de abrirse paso a través del material.
‐ Sexy ¿eh?– ella sonrió– Sí, definitivamente soy sexy
En ese momento un hombre entró a la cocina con dos vasos vacíos en la mano.
‐ Hola Kim—dijo– ¿Pasando un buen rato? ¡Tu papá es un anciano ahora!– y se rio.
Kim también se rio y el momento se rompió. Bill sonrió, tomó su vaso y salió de la habitación tarareando al compás de la música que resonaba en las paredes. Había estado deseando conocerla desde que vio esa foto de ella en el escritorio de Alan, la de ella en ese bikini rojo y ahora sabía que tenía que tenerla.
Durante las siguientes dos horas mantuvo una vigilancia constante de la deliciosa niña, charlando aquí y allá y estando lo más atento posible a su aburrida esposa. En ocasiones sus miradas se cruzaban y ella le sonreía y después mordía sensualmente su labio inferior, Bill se estremecía imaginando tener esos labios sobre su verga. Finalmente, la fiesta comenzó a disolverse.
El abuelo de Kim la había tenido sentada sobre sus rodillas durante los últimos cuarenta minutos y Bill disfrutaba de destellos regulares de medias y bragas rojas mientras ella cambiaba constantemente de posición, asegurándose de hacerlo cuando él miraba brindándole una sonrisa de complicidad.
Por mucho que no quisiera, llegó la hora de irse y se encontró como el último invitado en irse mientras su rubia esposa se dirigía al taxi que había arreglado para llegar a la medianoche. Le estrechó la mano a Alan, besó castamente a Bertha en la mejilla y luego saludó a Kim y su abuelo.
‐ Muy buena fiesta Alan, realmente lo disfrutamos. Deberíamos reunirnos de nuevo pronto– continuó, sin querer cerrar la velada.
‐ Vamos Bill, estás haciendo esperar al taxi– gritó su esposa con urgencia.
‐ Supongo que Será mejor que me vaya ahora. Encantado de conocerte Bertha, tú también Kim. Buenas noches entonces y nos vemos el lunes Alan.
Dicho esto, se subió al taxi de mala gana y saludó con la mano mientras Alan y Bertha lo veían partir.
‐ Dios mío, ella es tan engreída, dolorosa, avariciosa, egocéntrica, tonta puta– Bertha explotó al poder hablar sin ser escuchada por ellos– No hizo nada más que quejarse toda la noche y hablar de mentiras. Esas tetas de plástico suyas. Probablemente le hayan hecho más costos de cirugía plástica que él que te paga en un año.
‐ Sí… bastante tontita. Aun así, si Bill está lo suficientemente feliz como para pagarlo.
‐ Bueno, todo lo que puedo decir es que no quiero particularmente salir con ellos si ella va a ser la mocosa malcriada que fue esta noche.
‐ No, yo tampoco, pero necesito esa promoción, ¡así que puede ser necesaria!
‐ Será mejor que valga la pena. ¡Sabes que se quedó mirando mis tetas toda la noche, a pesar de que la Bimbo tiene un par dos veces más grande que yo!
‐ Sí, pero los tuyos son naturales. No puedo ni empezar a imaginarme cómo se ve sin sujetador. Deben ser enormes– Alan tenía una expresión pensativa en su rostro– Vamos a acostarnos y limpiarnos mañana.
‐ OK, amor– dijo Bertha y lo besó tiernamente en los labios.
Entraron en el salón y ambos dejaron escapar un largo suspiro de incredulidad. Kim estaba arrodillada entre las piernas de su abuelo chupándolo, mientras él dirigía el ritmo de la mamada con ambas manos entrelazadas en la nuca de Kim. Ella miró a los ojos a su padre, pero siguió moviendo la cabeza y una sonrisa apareció alrededor de su boca llena de polla.
‐ Por amor de Dios papá, ¿no puedes esperar unos minutos más? Se va a acostar contigo toda la noche, por el amor de Dios– Bertha exclamó.
‐ En realidad Bertha, fue Kim quien no pudo esperar. Dijo que estaba muy caliente y necesitaba mi polla en su boca– respondió su padre mientras movía con sus manos la cabeza de Kim guiándola en la velocidad que quería.
‐ Mmm es verdad mamá, fui yo– dijo Kim mientras masturbaba la polla de su abuelo, frotándola sobre su lengua extendida.
‐ Bueno, vete a la cama y trata de no hacer demasiado ruido cuando te coja el abuelo, ¿vale?
‐ Si mami
Los dos sonrieron, se despidieron y salieron de la habitación. Bertha recogió y guardó lo que debería estar en la nevera y dejo el resto para el día siguiente, pasó a la habitación de huéspedes, dónde dormiría su padre con Kim, para darles el beso de buenas noches, cuando entró vio a su papá con Kim hincada de espaldas a él, la sostenía del tórax con ambas manos mientras sus caderas se movían intensamente de adelante a atrás, Bertha sonrió cuando vio en el buró una caja de pastillas azules y un tarro de vaselina, al parecer la noche sería larga para Kim.
‐ Buenas noches mi amor—le dijo a Kim que apenas pudo contestarle
‐ Bu… buenas… no… no… noches… mami… aaahhh—Kim recibió su beso materno en su frente sudada
‐ Buenas noches papá
El abuelo no contestó, solo la jaló hacia él y la beso apasionadamente metiéndole la lengua mientras su mano se iba bajo la falda de Bertha, quien no pudo evitar abrir la boca y gemir de placer.
‐ Aaahhh, papá te amo—le dijo correspondiendo el beso fraternal
En dos minutos se deshizo el beso y ella se fue a su habitación, apenas se acostó en la cama con su esposo y ambos escucharon el cabecero de la cama de invitados golpeando contra la pared.
‐ Papá realmente se la está dando duro– observó Bertha– Espero que se relaje con más facilidad cuando esté en su culo o no podremos dormir.
‐ ¿Dormir? No vamos a dormir– Alan replicó.
‐ ¿Ha no?– Preguntó Bertha emocionada
‐ No, Sigue siendo mi fiesta y me prometiste tu trasero, así que eso significa que te voy a joder hasta los sesos
‐ Bueno, será mejor que no hagamos demasiado ruido o los despertaremos– Sugirió Bertha.
‐ Mmm, mejor no, mejor hagamos ruido y veamos quién se calla primero, ¿de acuerdo?
Las luces se apagaron y la casa se llenó con los ruidos fuertes de dos parejas follando.
La semana posterior a la fiesta comenzó con una promesa pero terminó con un shock. De ser un aspirante a un ascenso, Alan se encontró enfrentando la pérdida de su trabajo. La recesión había golpeado duramente a todas las empresas y la suya no era diferente.
El rumor del presagio de lo que se avecinaba, comenzó el martes, creció el miércoles, se hizo positivo el jueves y el viernes se informó a la plantilla de la dirección necesaria para mantener la solvencia de la empresa. Bill tuvo una reunión con todos ellos y expuso los hechos con claridad. La pérdida de dos contratos importantes y la quiebra de cinco clientes que se declararon en quiebra dejaron a la empresa en una peligrosa situación de flujo de caja.
Para mantenerse a flote, la Junta Directiva decidió que tenía que hacer recortes en los niveles de personal. Algunos perderían sus trabajos, a algunos se les ofrecerían nuevos contratos reducidos, mientras que algunos empleados estarían seguros. En ese momento el plan no se había ultimado y sería a mediados de la próxima semana antes de que pudiera darles más novedades.
Alan estaba devastado. Había trabajado duro para impresionar a Bill y tenía grandes esperanzas de avanzar, pero ahora todo eso estaba en suspenso y la incertidumbre de perder su trabajo se cernía sobre él. Había mantenido a Beth informada todas las noches cuando regresaba a casa de la creciente escala de disturbios. Todo lo que podía hacer era ofrecerle todo el apoyo que pudiera. Incluso Kim estaba al tanto de la situación, aunque fue simplemente por escucharlos hablar y cuando les preguntó qué pasaba, lo único que obtuvo fue la seguridad de que todo estaba bien.
Como cada noche traía más discusiones en casa, Kim escuchaba, como si no fuera consciente de la situación desesperada en la que estaría la familia si Alan perdiera su trabajo. Como la gran mayoría de los padres, subestimaron la capacidad del niño para comprender lo que escucharon y, en este sentido, ambos tenían la culpa. El viernes por la noche, Alan estaba convencido de que estaba a favor.
‐ Después de todo lo que he hecho por ellos, me dejarán ir
‐ No lo sabes, Alan. Has dicho que aún no lo han decidido– le recordó Bertha.
‐ Lo sé Beth. Bill me ha estado evitando toda la semana. Ni siquiera puede mirarme a los ojos– se quejó Alan.
Lo que Alan ignoraba era el hecho de que Bill no podía enfrentarse a Alan con el conocimiento de lo que él y Kim habían hecho. No estaba seguro de qué decir en caso de que hiciera algún comentario que alertara a Alan y fue esto lo que le dio a Alan la impresión equivocada. Eso, junto con la crisis que se avecinaba, generó una brecha de comunicación entre ellos que Alan interpretó totalmente mal.
‐ Estoy segura de que estarás bien Alan. Bill no te dejará ir– ofreció consuelo Bertha.
‐ Tienen que hacer ahorros y sé que estamos por encima del umbral de mano de obra en el departamento. Definitivamente voy a ser uno de ellos. Soy uno de los principiantes más nuevos allí.
‐ Bueno, ¿por qué no hablar con él? Presenta tu caso. Hazle consciente de lo mucho que te necesita– insistió Beth.
Kim se sentó a la mesa con ambos y tomó la mano de su papá. No había habido contacto físico durante un par de días mientras la crisis se expandía y ella era una niña cachonda. Se sentó en su regazo y le rodeó el cuello con los brazos.
‐ Estaremos bien papá. Todo saldrá bien. Estoy segura– le dijo– Haré todo lo que pueda para ayudar.
‐ Gracias cariño, aprecio tu preocupación.
‐ Te amo, papá. Debe haber algo que puedas hacer para mantener tu trabajo– continuó Kim.
‐ Bueno, voy a intentarlo, cariño. Así que no te preocupes.
La miró a los ojos y sonrió. Hace apenas una semana estaba a punto de cumplir los cuarenta. ¿Qué había dicho Bill? ¿La vida empieza a los cuarenta? Qué comienzo estaba resultando este. Abrazó a Kim con fuerza y ella aplastó sus tetas incipientes contra su pecho. Se excitó cuando sintió que ella estaba sin sujetador.
‐ ¿Cuándo te quitaste el sostén, señorita?– preguntó.
‐ Al mismo tiempo que me quité las bragas papá– respondió ella mientras levantaba el dobladillo de su falda escolar roja a cuadros para mostrarle su pequeño coño calvo–Vamos a follar esta noche, papá; ya verás que te haré sentir mejor.
Alan miró a Bertha, quien le devolvió la mirada y ambos sonrieron.
‐ Sí, Kim. Esta noche, cuando te vayas a la cama, iré a darte un buen rato por tu culo, así que prepara el lubricante.
‐ OH, lo esperaré con ansias, papá. Puedes usar mi trasero si quieres, sé que te gusta ponerlo allí.
‐ Veremos amor. Ahora ve y prepárate para la cama y veremos un poco de televisión por un rato– Le dijo a ella.
‐ Está bien, nos vemos pronto– respondió ella.
Salió de la cocina donde había tenido lugar la conversación y se detuvo justo afuera de la puerta para escuchar lo que se decía.
‐ Si pierdo este trabajo Bertha, no podremos pagar todas las facturas. Podríamos perder la casa– Alan le dijo.
‐ No vayamos allí todavía, ¿eh? No hay certeza de que te dejarán ir.
‐ Necesito empezar a armar un plan para asegurarme de que no suceda, pero no sé cómo empezar. Tengo que hacer algo– continuó.
Kim escuchó, pensó en ello y luego esa noche, mientras sus cabellos volaban de adelante atrás por el movimiento del brusco empuje que su papá le daba mientras le jodía el culo, ella comenzó a formular un plan en su mente. Empezó como una idea simple, después comenzó a crecer y durante su orgasmo siendo cogida sin piedad con los dedos de su papá machacándole sus pezones, ella concretó su plan.
Al día siguiente Kim continuó pensando en cómo desarrollar su plan y hasta que el domingo por la noche supo cómo podría hacerlo para ayudar a su papá. El lunes por la mañana, siendo las vacaciones escolares de verano, Kim tuvo mucho tiempo para poner su plan en acción. La niña de diez años dio el primer paso hacia lo que esperaba que fuera el camino del éxito.
‐ Voy afuera mami
‐ ¿A qué vas?—preguntó Bertha algo distraída viendo la tele
‐ Solo voy a jugar a mamá. Regresaré en una hora o algo así, ¿de acuerdo?
‐ Sí, Kim, pero asegúrate de regresar en una hora. Quiero que tengamos algo de tiempo íntimo tú y yo hoy– le dijo su madre sin dejar de ver la tele.
‐ Está bien, mamá, volveré.
Kim rápidamente salió corriendo de la casa hacia el parque y cuando llegó al patio de recreo, se sentó en una banca, Sacó su teléfono móvil y marcó un número.
‐ Mayor, Peak y Anderson, ¿cómo puedo ayudarlos por favor?– vino la voz de una recepcionista en el otro extremo.
‐ ¿Podría hablar con el señor Bill Anderson, por favor?– Kim preguntó con voz temblorosa.
‐ ¿Quién puedo decir que está llamando?– preguntó la recepcionista en un tono interrogante con respecto a la voz joven que llamaba.
‐ Si le dijeras Kim Mitchell– respondió ella.
La línea se quedó en silencio por un rato y luego dijo la voz distante.
‐ ¿Puedo preguntarle de qué se trata su llamada?
‐ Solo necesito hablar con el señor Anderson.
‐ ¿De qué empresa eres? Continuó la recepcionista.
El corazón de Kim latía con fuerza y su boca se estaba secando.
‐ No estoy con una empresa, es llamada personal– informó a la voz.
‐ El señor Anderson no está disponible en este momento, ¿puedo tomar un mensaje?
‐ mmm no, realmente necesito hablar con él. ¿Cuándo estará disponible? Es muy urgente. Por favor– instó Kim a la voz.
La voz pareció captar el tono de Kim y después de unos segundos dijo.
‐ Déjame intentarlo de nuevo.
‐ Gracias- le dijo Kim respirando más aliviada.
Su voz temblaba de emoción cuando sintió que estaba a punto de desmayarse por la forma en que su sien latía con fuerza y su estómago se revolvía. La espera pareció interminable, pero luego se escuchó la voz de un hombre.
‐ Aquí Bill Anderson, ¿En qué puedo servirte?
‐ Hola Sr. Anderson, soy Kim Mitchell– suspiró aliviada.
‐ ¿Kim Mitchell? ¿De qué empresa eres?– preguntó totalmente confundido con quien lo estaba llamando.
‐ No, de ninguna empresa, soy Kim Mitchell.
‐ ¿Kim Mitchell?—aún no sabía a quién pertenecía esta joven voz.
‐ Kim Mitchell. La hija de Alan Mitchell. Me besaste en su fiesta de cumpleaños– logró decirle con su corazón palpitante haciéndola sentir mareada.
El silencio fue casi ensordecedor mientras esperaba una respuesta. Luego continuó una voz cautelosa.
‐ Sí. Kim. ¿Qué puedo hacer por ti, Kim? ¿Por qué me llamas?– dijo en un tono muy defensivo.
‐ Quiero verte para preguntarte algo pero no quiero decirte nada por teléfono– Ella le dijo.
‐ ¿Hay algún problema?– preguntó.
‐ No lo sé todavía. Podría ser– Ella ofreció.
‐ ¿Podría ser?– Bill quería saber más.
‐ Sí. Mi papá y su trabajo, solo quiero hablarte de eso, pero no por teléfono– le contó Kim.
‐ Muy bien OK– Estaba preocupado pero al mismo tiempo también intrigado, Pensó durante unos largos segundos– ¿dónde quieres que nos veamos?
‐ Puedo ir a tu oficina– sugirió Kim.
Kim en su mente no vio consecuencias, solo un camino directo para lograr su objetivo. Bill, por otro lado, no vio nada más que trampas y problemas.
‐ No, no puedes venir aquí. Eso simplemente no podría suceder– le dijo contundente.
‐ ¿Por qué no? Podría ir después de que todos se hayan ido. Mamá y papá van a salir esta noche y yo podría ir entonces. Sé dónde está tu oficina.
‐ ¿Cómo vas a llegar aquí? Es un largo camino.
‐ Puedo tomar un taxi.
‐ ¿Y cómo vas a volver? ¿Otro taxi?–preguntó.
‐ Si tengo que hacerlo, sí, pero pensé que tal vez podrías traerme de regreso y dejarme cerca de casa.
Tenía una respuesta para todo. Bill reflexionó sobre la sugerencia, mientras que pensamientos espeluznantes corren por su mente sobre desnudarla y follarla por el culo. Su ensueño fue interrumpido con una voz urgente.
‐ Bueno. ¿Estaría bien ir a verte?—dijo Kim casi suplicante—por favor, dime que sí.
‐ Si ¿A qué hora?– capituló.
‐ Mamá y papá van a salir a las siete. Podría estar allí antes de las ocho.
‐ Está bien. Ven a la recepción. La puerta estará abierta. Entra y toca el timbre del escritorio.
‐ Ok Sr. Anderson, nos vemos entonces.
Kim chilló de alegría por la primera parte de su plan que se completó. Ahora tenía que poner en marcha el siguiente episodio y empezar a caminar hacia su casa. Entre ahora y entonces tenía mucho que hacer y eso incluía hacer a su Madre…
‐ ¡Oh, joder Kim! ¡OH Si! ¡Aprieta esa lengua allí!
Kim estaba desnuda acostada en la cama de su mamá, con las manos entrelazadas alrededor de las nalgas de su progenitora quien aplastaba su coño desnudo y recién afeitado contra la cara de Kim. Madre e hija se entrelazaban con sus manos, Kim sobre las nalgas de ella y Bertha sobre la nuca de su pequeña hija.
La lengua de Kim estaba cavando profundamente dentro de su agujero que ya burbujeaba orgasmo, hasta explotar en un orgasmo inminente. Las manos de Kim mutilaron y apretaron las dos firmes nalgas mientras Beth rotaba la pelvis y rebotaba suavemente hacia arriba y hacia abajo por la firme lengua de Kim.
‐ Oh sí, la lengua se folla el coño de mamá. Aaahhh mmm.
Kim había regresado a casa hace poco más de una hora para encontrar a Beth esperándola y vestida solo con una bata de satén roja hasta la rodilla con tacones de aguja negros.
‐ OH, Kim, estoy tan caliente y cachonda ¡Mamá necesita tu lengua, cariño!– saludó a su hija.
Bertha tomó a su hija en sus brazos, ambas manos agarraron firmemente las nalgas de su hija mientras bajaba los labios para invitar a un beso. Las lenguas se entrelazaron y se intercambiaron saliva cuando Beth movió su mano derecha sobre la espalda de Kim, sobre sus hombros hasta que su mano agarró su cabello, aplastando sus labios sobre sus propios labios pintados de rojo brillante. Con la mano izquierda, apretó hábilmente el botón de sujeción de la minifalda negra de Kim y bajó la cremallera hasta que la prenda se deslizó sin esfuerzo sobre sus caderas y sus piernas desnudas hasta quedar en el suelo alrededor de sus tacones negros de 3 pulgadas a sus pies.
Sin romper el beso, Kim salió de él y lo pateó hacia un lado. Mientras hacía esto, Bertha comenzó a desabotonar la blusa azul profundo de su hija, abriendo hábilmente la prenda para exponer los montículos de tetas florecientes de su hija acunados en un sostén blanco. Sintiéndose embriagadora, Kim sintió que le quitaban la blusa de los hombros y luego la mano derecha de su madre se deslizaba dentro de la copa del sujetador para acariciar la carne del pecho que contenía de manera tentadora.
Bertha gimió apasionadamente mientras empezaba a mover la mano sobre la teta que sostenía y luego agarraba el pezón entre el dedo índice y el pulgar, jugando con él como si fuera un juguete.
‐ Mmmmmnnnn Mmuummeeee mmmmm huhmmm hmm.
Bertha rompió el beso y pasó la lengua por el cuello de Kim, sobre su pecho hasta que su boca encontró su objetivo y chupó toda la teta en su boca ansiosa.
‐ Mmmmnn Kimmm mmmmm si… mmmm ¡juega con mamá!– Bertha exclamó.
Kim tomó el coño de su madre, no se sorprendió al descubrir que estaba desnuda bajo el abrigo de la casa. Mientras sus dedos subían y bajaban por la hendidura empapada y empapada de Beth, Kim sintió que las manos de su madre le quitaban ansiosamente el sostén y luego se deslizaban por sus costados hasta sus diminutas bragas y se las bajaban por las caderas. Segundos más tarde, Kim desabrochó la bata y la deslizó por los hombros de Beth para dejarlas a las dos desnudas con tacones, besándose y acariciando apasionadamente en medio del piso del salón.
Las manos de Kim tantearon las tetas de su madre y sintió la mano derecha de su madre acunando la parte posterior de su cabeza, acercándola al pezón erecto frente a ella.
‐ ¡Chúpale las tetas a mamá, cariño! ¡MMMM sí, chupa duro!
Kim chupó como una aspiradora, metiendo tanta teta en la boca como pudo y luego hizo girar su lengua alrededor del pezón. La mano de su madre continuó tanteando y sintiendo su cuerpo, recorriendo sus nalgas, bajando por la raja de su culo estimulando su ano. Luego, la mano se movió al frente para ahuecar su sexo sin pelo, un dedo recorrió su ahora empapada raja y se deslizó hasta el fondo de los nudillos de su coño.
‐ Mmm mami… aaahhh
Se añadió un segundo dedo y luego un tercero. Kim tocó el coño de Beth deslizándose hacia adentro y hacia afuera con movimientos rápidos. Ella chupó y lamió, aspirando bocanadas de aire de las comisuras de la boca y de la nariz y aun así se jodieron con los dedos más cerca del orgasmo. Kim de repente se encontró tendida en el suelo con el coño de su madre flotando sobre su rostro. Mientras miraba el rostro lleno de lujuria de su madre, sintió que sus manos se acercaban a las tetas de su madre. Luego, el olor a coño mojado descendió y ella fue engullida por una hendidura húmeda y resbaladiza que le mojó la cara.
‐ Oh, joder… sí– Bertha exclamó– Oh, sí, Kim lame a mamá! MMM mas lengua, fóllame, Kim, ¡me estoy viniendo!… aaahhh
Kim apoyó los talones en el suelo, a unos sesenta centímetros de distancia, y presionó hacia arriba. Al mismo tiempo, agarró las nalgas de Bertha con su mano y usándolas como un punto de anclaje, hundió su pequeña lengua rígida de diez años tan profundamente como pudo en ese humeante pantano. Bertha mieró el rostro de su hija al mismo tiempo que sentía los empujes de la lengua de Kim y sintió que la oleada de felicidad comenzaba a hervir a fuego lento y luego a hervir intensamente.
‐ Aaahhh… aaahhh… me estoy viniendo… me estás haciendo acabar, pequeña perra…Oh mierda… mierda… mierda, pequeña hija de putaaaaa…. aaahhh
Bertha explotó maldiciendo a su hija mientras se frotaba el coño en su rostro, se estremeció y atravesó un intenso orgasmo que duró más de veinte segundos. Kim mantuvo su lengua enterrada en el coño espasmódico de su madre y la taladró dentro y fuera a tal velocidad que su madre se encontró corriéndose de nuevo.
‐ Oh mierda Me estoy acabando de nuevo oh joder… aaahhh
Kim gimió y se atragantó cuando Bertha explotó de nuevo y derramó un volumen de semen femenino en la boca de su hija como nunca antes había experimentado. Kim sintió que iba por todas partes, por la cara, por las mejillas y la barbilla, hasta la boca y el estómago cuando tenía que tragar. Incluso estornudó por la cantidad que le llenaba la boca y sintió que le escocía cuando salía de sus fosas nasales. Bertha siguió frotando su cara contra la lengua todavía activa de Kim y agarró la cabeza de su hija firmemente entre sus manos para aguantar su pasión.
‐ ¡Sí! ¡Sí! ¡OH SÍ! ¡Fóllame con esa lengua, pequeña zorra!
Kim obedeció y comenzó a hacer lamidas largas y ásperas arriba y abajo de la hendidura empapada y húmeda de su madre, girando la punta de la lengua alrededor del clítoris erecto y sonrojado que sobresalía de los pliegues del coño caliente y humeante de su madre. Kim lo chupó en su boca, lo mordisqueó y lo frotó por la parte plana de su lengua.
‐ ¡OH, mierda! ¡No pares! me corro de nuevo… aaahhh… ¡maldito coño cachondo que tengo!—Bertha ya decía frases incongruentes, decía lo primero que s el venía a la mente
Increíblemente, Bertha sintió que estaba a punto de correrse de nuevo y montó la lengua de su hija, deslizando su coño a lo largo de la lengua invasora y lentamente arrancándose. Luego, de repente, se apartó del rostro momentáneamente asombrado de Kim, se dio la vuelta y ofreció su coño a la lengua de su hija.
‐ Cómete el coño de mamá y yo me comeré el tuyo mi pequeña zorrita
Antes de que se diera cuenta, Bertha hundió la cabeza entre los bien abiertos muslos de su hija y comenzó a masticar ruidosamente su delicioso y caliente coño de diez años sin pelo. Kim agarró las nalgas de su madre, se las separó y volvió a entrar. Beth puso sus dedos a cada lado de la raja sin pelo de Kim, separó los labios para mostrar los pliegues rosados y sonrojados dentro y enterró su lengua por completo.
La habitación se llenó de ruidosos sonidos de sorbidos de dos coños siendo devorados. Era una carrera para ver quién podía hacer que el otro llegara primero, pero Bertha sabía que no era una competencia. Después de correrse dos veces, a pesar de estar tan excitada, el sabor del sabroso coño de su hija sexy y cachonda de diez años la llevó a nuevas alturas de lujuria y pronto escuchó a su hija gritar pidiendo liberación y correrse, mientras aún lamía y follaba a su mamá. Le tomó menos de cinco minutos y luego Kim estalló
‐ Mami… mami… mami, ya me viene aaahhh
En el momento en que sucedió, ella estaba en la cima ya que Bertha, en algún momento desconocido para Kim, los había girado para invertir las posiciones. Con las rodillas formando una base de apoyo, Kim había estado follando la cara de su madre y cuando ocurrió la erupción electrizante final, Kim derramó sus jugos en la boca de su madre que esperaba.
‐ Mmm– Beth gimió de placer al probar los jugos picantes de su hija.
‐ Joder mami… mierda… mierda… aaahhh– Kim gritó al unísono.
Ya fuera egoísta o no, Bertha estuvo a punto de correrse de nuevo, así que los rodó de nuevo, se incorporó y se sentó y folló la cara de Kim hasta que volvió a estar bañada por los placeres lascivos del placer orgásmico. Cayendo hacia adelante sobre sus manos, mantuvo su coño aplastado contra la cara de Kim mientras ambos respiraban pesadamente por su incestuoso acoplamiento. Finalmente, Kim le dio unos golpecitos en el trasero a su madre para indicarle que tenía que levantarse y Beth apartó su coño de mala gana para permitir que Kim se sentara.
‐ Dios bendito, esa fue una sesión jodidamente buena, Kim—dijo Bertha limpiándose la boca con el dorso de su mano.
‐ Sí mamá lo fue. ¿Estuvo bien para ti? ¿Acabaste rico?– Kim preguntó casi sin aliento.
‐ ¿Rico? No, no fue bueno– Beth respondió.
‐ ¿No?– Kim parecía un poco molesta porque pensó que había sido maravilloso.
‐ Fue jodidamente increíble. Las mejores corridas que he tenido. Incluso mejor que con tu papá– Beth le dijo– pero no le digas lo que acabo de decir, ¿vale?
Ambas se sonrieron con complicidad y estallaron en una risa femenina, colapsando en los brazos de la otra y besándose apasionadamente durante al menos treinta segundos. Cuando se rompió el beso, Kim miró con amor a los profundos ojos azules de su madre.
‐ Te quiero mamá—dijo Kim mientras tiernamente acariciaba un pezón de su madre
‐ Y yo a ti bebé—dijo Bertha acariciándole el cabello de forma maternal.
‐ No mamá. Quiero decir que realmente te amo. Como tú amas a papá.
‐ ¡OH!– Bertha exclamó, su rostro cambio a sensual– Bueno, en ese caso deberíamos irnos a la cama y hacer lo que papá y yo hacemos.
‐ Sí mamá. Llévame a la cama y fóllame como si fueras papá
Las dos amantes lesbianas salieron de la habitación con la ropa desparramada por el suelo. Durante las siguientes dos horas la casa se llenó de los gemidos de dos amantes follando.
Continuará
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