Almita fue mi lolita
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola a todos los que escriben y leen estos relatos, tengo tres años de leer en este sitio y ahora me toca compartir mi experiencia con la sobrina de mi exesposa. Debo también decir que esto sucedió hace ya 6 años aproximadamente.
Díganme Leonardo, de 51 años cuando esto sucedió, ahora tengo casi 57 años y estoy separado desde ese entonces de mi ex-esposa.
En ese año, teníamos una granjita con mi esposa, donde residíamos. Eran unas cinco hectáreas en el área rural. Nuestros únicos dos hijos ya habían formado hogares y estábamos solos los dos. Fue cuando la hermana de mi exesposa nos envío a Alma una jovencita de recién cumplidos los quince años, de tez muy blanca, ojos acaramelados, piernas y brazos largos y delgados, un rostro muy bonito, un traserito compacto, casi sin caderas, alta y muy delgada, pesaría unas 100 libras. La habían enviado para seguir sus estudios en la ciudad, la granja está a unos 15 minutos en bus para la ciudad.
Mi situación, como la de muchos hombres a los cincuenta años, poco sexo con la esposa, una vez al mes posiblemente, pero yo siempre he sido cachondo, no solia ser infiel a mi esposa por mis principios, pero la que siempre fue desmotivada para el sexo después de sus cuarenta era mi esposa, además había engoradado como vaca en los últimos años, me parecía poco atractiva para el sexo, aunque tenía otros valores importantes, quiero dejar claro eso. En mi caso, desde que presté servicio militar, he hecho ejercicio y salí correr muchos años después, por lo tanto no era gordo, tenía aún definido los musculos de mi torso, piernas y brazos.
Pero vamos al grano. La relación con Almita fue subiendo de tono cada semana, ella estaba muy pegada a mi y charlábamos mucho. Y debo decir que en un arranque de celos de mi esposa, injustificadamente, me echó de nuestra habitación, pensé que con la llegada de Almita a la casa eso terminaría, pero no fue asi, lo único que logré fue darle mi habitación a su sobrina y quedarme en un sofá cama en la sala. Varias veces en la noche Almita llegaba conmigo a charlar, llevaba puesto su ropa de dormir, que solo era una blusa holgada y corta, que apenas le llegaba a sus muslos, la chica me hacía tener una erección viéndola con su cuerpo delgado y sus piernas muy sexys. Ella se recostaba conmigo o platicábamos sentados, varias veces, por lo corto de su blusón, le vi su braguita y eso me ponía caliente. Tuve varias erecciones asi, por un lado estaba feliz que mi pene respondiera a esos estimulos, yo creía que ya no podía tener erecciones duras y duraderas.
Las últimas charlas con Almita, mi esposa no se daba cuenta de eso, el tema fue sobre sexualidad, me di cuenta que la chica era muy despierta en eso y que conocía bien ciertos temas, inclusive más que yo.
En una de esas, me puso la mano sobre mi paquete, solo tenía puesto una pijama de pantalón muy delgada. –Don Leo, déjeme ver su pene?-, me dijo Almita.
-Cómo?, eso no esta bien que me pidas Almita!-
Ella respondió –por qué no?, si eso es normal o tiene algo de malo?- me respondió y preguntó.
-Pues..pues..no lo creo..- Me dejaba pensando. Ella apretaba mi paquete ya erecto con una de sus manos.
-Uyy que grande es Don Leo!- me decía apretando mi bulto.
-Y haz visto muchas?- le pregunté, por lo que me había dicho.
-No muchos..pero el suyo si es grande- me dijo Almita.
Luego de eso, se despidió de mi y me dejó una gran erección. Por primera vez en varios años me tuve que masturbar para poder dormir esa noche.
Las tocadas de mi bulto en la noche por parte de Almita se volvieron frecuentes, y me parecía que ella era del tipo calentahuevos. En una noche, ella me comenzó a tocar el bulto como siempre, pero yo ya no me quedé pasivo, le toqué sus muslos (estábamos sentados en el sofá-cama) y subi mi mano lentamente, siempre charlando, y logré llegar a su cuquita (sobre su calzoncito delgadito) y pude palpar sus labios vaginales, su vello púbico también; ambos nos pegamos una tremenda calentada, porque ella estaba excitándose y me apretaba más fuerte el tronco de mi verga que estaba dura como nunca, yo sentí húmedad en su braguita, la pude sentir en las yemas de los dedos. Además hubo un momento en que ella dejó de hablar y se concentró en la tallada que yo le estaba dando en su cuquita, ella se puso de pie de improviso y salió casi corriendo de la sala, yo supongo que estuvo a punto de tener un orgasmo o lo tuvo.
Luego de eso, la morbosidad entre ambos fue aumentando cada noche, porque era en las noches donde todo eso sucedía, de día pues lo más que llegábamos era abrazarnos efusivamente o ir de la mano. Hasta que una noche, estábamos tan excitados los dos, que yo me fui bajando el pantalón de mi pijama y luego el calzoncillo y mi erección salió libre, ella no se inmutó, sino la tomó de tronco y me comenzó a pajear con su delgada mano, al principio lo hacia muy mal, pero poco a poco fue mejorando, yo estaba que explotaba en su mano, pero me aguanté un buen rato, finalmente mi verga comenzó a dar explosiones de semen, tenía muchos años que mi verga no lanzaba tan lejos mi venida, Almita me la soltó y se fue, yo acabé haciéndome la paja hasta que mis huevos quedaron vacíos y yo dejé de gemir de gusto.
Las semanas siguieron y nuestros encuentros aumentaron en número, ella seguía pajeandome la verga y yo acariciando su chuchita sobre su braguita. Pero todo iba en aumento, en una ocasión cuando me estaba llevando a mi climax, metí mis dedos dentro de su calzoncito y pude palpar piel a piel sus cuquita, la acaricié toda y localizando su clítoris empecé a acariciarlo suavemente, ella se fue excitando tanto, que esa noche ella tuvo su orgasmo frente a mi, me tomó del brazo fuerte y emitió un chillido que crei iba a despertar a mi mujer, luego de varios segundos, ella se desplomó en la cama y mis dedos estaban llenos de sus juguitos vaginales.
Luego de esa noche, como dos días después, ella llegó del colegio, no me acuerdo el por que mi mujer no estaba, yo estaba leyendo en un sofá, ella con su traje de colegio (camisa blanca, falda a la rodilla de cuadros, calcetas blancas y zapatos tipo mocasina), se fue donde yo estaba y se montó sobre mis piernas de frente a mi, es decir con sus muslos abiertos dejando mis piernas en medio. Y sin pensarlo mucho Almita me buscó la boca y comenzamos a darnos un delicioso beso, que empezó con labios, y segundos después eran nuestras lenguas las que se juntaban y entrelazaban.
Por la posición de ella fue fácil buscar su cuquita, metí mis dedos entre su braguita y comencé a acariciar su chuchita al ritmo de nuestros besos, empezamos a agitarnos en el sofá, mis dedos jugaban con sus labios vaginales y con su clítoris, de repente, casi sin pensarlo, le hundí un dedo en su cuquita, me fui lentamente, porque no sabía si era virgen o no. Mi dedo se fue hundiendo en su apretado coño, no palpé ningún obstáculo en su chuchita, no era virgen Almita, asi que lo meti todo y empecé a pajearlo, metiendo y sacándolo, al principio lento, pero luego mi dedo entraba y salía muy rápidamente, los gemidos de ambos, pero más de ella, llenaron la sala, Almita se recostaba sobre mi hombro, dejando mis labios a un lado yo le besaba su cuello y sus mejillas, y finalmente ella emitió su chillido acostumbrado, mi dedo se llenó de su eyaculación vaginal. Luego ella se desmontó y salió casi corriendo a su habitación.
En mis dedos quedó impreso el olor de su chuchita, todo el resto del día no me lavé mi dedo para sentir su aroma de mujer, y en la noche me sirvió para darme una monumental masturbada.
El fin de semana, mi mujer salió al mercado a hacer compras. Yo estaba en el establo, cuando Almita se presentó en su blusón, se miraba deliciosa la chiquilla, piernas blancas y sus ojos coquetos en todo momento, me dijo que tomaria una ducha, pero no dentro de la casa, sino a la par de un pequeño arroyo que había dentro de la propiedad, me dijo que si yo quería podía ir con ella. Ella se marchó, luego la vi a la distancia llevar agua en un blade, toalla y jabón. Luego de diez minutos no pude aguantar y me fui casi corriendo a donde ella estaba.
Ella estaba desnuda totalmente, me escondí entre los arbustos, tenía un lindo parche negro adornando su cuquita, sus senos eran pequeños, pero de linda forma, con un pezón diminuto. Era la primera vez que la vi desnuda. Ella rápido me vió y me hizo señales que me acercara, ahora la vi de cerca, era una princesa, luego dándome el jabón y una toalla, me dijo que le hechara agua y la restregara la espalda, me puse atrás, sus nalguitas eran rosadas en algunas partes. Le enjaboné su cuerpo por atrás, le acaricié sus nalgas sin jabón y luego a pesar que estaba mojada, la abracé por atrás, yo estaba que me moría de calentura, con una erección tremenda. La abracé y acaricie sus senos por primera vez, luego bajé mi manos a su sexo y con ambas manos acaricié su cuquita, por el jabón que tenía mis dedos pude meterle casi sin problemas dos dedos en su chuchita, ella gemía y yo le besaba el cuello y las mejillas, ella levataba sus brazos para asirse de mi cabeza, después de un rato, metiendo mis dedos en su chuchita, la llevé a un tremendo orgasmo con mis dedos, ella chilló, gimió todo lo que pudo, yo a diferencia de otras noches, no la solté hasta que terminó su corrida. Luego ella se puso una toalla y aún con jabon se fue de regreso a la casa.
Como verán las cosas iban subiendo de tono cada vez más. Y dos noches después sucedió. Como siempre ella llegó conmigo, nos empezamos a tocar y a besar de lengua. Mis dedos dentro de su chuchita y su mano alrededor de mi verga, pero esta vez, la tomé de la cabeza y la fui colocando sobre mi verga erecta, su boca quedó a centímetros nada más de mi dura carne. Ella entendió mi mensaje y comenzó a besar y lamer mi verga, lo hizo unos minutos, su lenguita pasaba por todo mi tronco, luego metió mi glande entre sus suaves labios y comenzó a mamar como una becerrita. Mi mujer tenía unos años sin hacerme un oral. Y ahora allí estaba Almita sacándome gemidos, los cuales tenía que silenciar, para que no se escucharan en el silencio de la noche. Vaya que mi mujer tenía el sueño pesado, siempre lo ha tenido.
Yo la tomé de la cabeza y se la movia arriba y abajo, para que metiera y sacara mi verga de su boquita, ella entendió nuevamente, y se puso a mamar mi verga con un rico mete-saca. Mi glande apenas cabía en su boquita. Me olvidé de su cuquita por un instante para degustar ese rico oral que me daba ella. Le anuncié que estaba por correrme, pero ella no hizo caso, siguió como mamando más profundo y finalmente me corri en su boquita, ella soltó mi verga un momento, pero luego volvió a metérsela en la boca, Almita se comió todos mis mecos. Me preguntó que era eso, luego de todo, le dije que los hombres sacamos en un instante jugos que ella sacan durante todo el tiempo que están con un hombre, una explicación estúpida, pero suficiente.
Le dije que yo también quería tener contacto con su cuquita con mi boca, como ella había tenido conmigo, la coloqué en el sofá cama, le quité su braguita y hundiéndome en su chuchita, comencé a darle una tremenda mamada de coño, mis muchos meses de abandono sexual quedaron atrás, le lamí desde su clítoris hasta la redondez de su ano, ella me jalaba los cabellos y tomaba mi almohada para morderla con la boca, todo para no gemir y chillar como ella acostumbraba, no se cuanto tiempo estuve en su cuquita chupándola y lamiéndola, pero si bastante, lo suficiente para sentirla correrse un par de veces en mi boca, me tomé todo lo que salió de sus entrañas.
Increiblemente para mi, mi verga estaba de nuevo dura, jamás me imaginé que pudiera hacerlo a mis años, pero ahora se que lo que me faltaba siempre es motivación o calentamiento, mi verga estaba como en mis mejores años. Me fui subiendo sobre el cuerpecito de Almita, de paso le quité su blusón, ahora estaba completamente desnuda, me mamé sus pequeños senos y apreté sus pezones con mis labios, pero los dejé para colocarle mi verga en su cuquita, ella cerró sus ojitos, como si supiera que venía. Mi verga colocada por mi mano, comenzó a penetrar su intimidad, su suave chuchita se abrió para dar paso a mi dura carne, empujé para que siguiera metiendo en su vagina, sentí lo estrecho de su cavidad, pero con mi calentura y sus juguitos vaginales, me permitió metérsela casi toda, luego me puse a martillarle mi verga en su cuquita, ella gimió y para apagar sus gemidos, la empecé a besar en la boca al tiempo que le bombeaba mi verga en su interior.
Le levanté las piernas para mejorar la penetración y asi metérsela hasta el cabo. Ella chillaba, gemía, me metía sus uñitas en la espalda, pero yo no dejaba de cogérmela, para ser primera vez nos acomplamos muy bien. Sentí como sus uñitas ya no me arañaban sino se hundieron en mi costado, era señal que ella estaba teniendo un enorme orgasmo, sentí como se mojaba de su chuchita, le martillé más rápido, eso me hizo llegar y sin sacarla me corri dentro de su vagina, hasta que mi verga dejó de explotar adentro de ella la saqué. Nos quedamos un rato yo encima y ella abajo, besándonos. La verdad es que yo no temia dejarla embarazada, porque durante mi vida tuve problemas con preñar a mi mujer, por eso solo tenemos dos hijos, al parecer mi liquido seminal es normal, pero la cantidad de espermatozoides es poca, por lo que tuve que estar en tratamiento para concebir los dos hijos que tengo.
Luego de esa noche, Almita y yo nos volvimos locos por el sexo, a la menor oportunidad teníamos sexo, o sea que no solo de noche. Cuando mi esposa visitaba a sus amigas, por la distancia entre las casas, siempre era más de una hora, nos entregábamos Almita y yo. Lo hacíamos en el sofá-cama casi siempre, nos desnudábamos, nos dabamos un rico sexo oral, le enseñé a dar y recibir al mismo tiempo, o la 69 que le dicen. Luego la penetraba en su chuchita, comenzamos a descubrir entre los dos diferentes posiciones. La ventaja de hacerlo antes de la noche es que podíamos gemir y chillar todo lo que quisiéramos, mientras que en la noche había que silenciarnos. Y aunque parezca aumentado, siempre tuve buenas erecciones teniendo sexo con Almita, bien dicen que la mejor viagra, es un buen calentamiento y caricias antes de la penetración. Inclusive le llegué a echar dos polvos casi seguidos a Almita cuando había tiempo.
Los encuentros en las noches siempre fueron mis preferidos, le enseñé a Almita mis dos poses preferidas, ambas son la mujer arriba del hombre, una de frente y una de espaldas, en ambas ella cabalgándome la verga y siempre terminé dentro de su cuquita.
De lo único que me arrepentí fue no cogerla por su traserito, solo se lo dedie, es decir le metí varias veces medio dedo en el culito mientras le chupaba su cuquita, pero ella me decía después que le dolía su culito; a pesar de eso en dos o tres veces, mientras me la cogía en estilo perruno, le saqué la verga de su chuchita y se la puse en el ojete de su culito, pero lo más que pude meter fue mi glande, pero la chiquilla me lo sacó al rato diciéndome que de dolía mucho.
Cogimos por varios meses asi con Almita, nos volvimos expertos amantes, aprendimos a satisfacer a la pareja, a pesar que ella era un jovencita, pero la intuición femenina es tremendamente cierta. Primero mi exesposa evitaba dejarnos solos, luego ella quiso tener sexo conmigo una noche en el sofá-cama y les confieso que no pude tener una erección, ella me mamó la verga mientras me decía que hiciéramos la paz a nuestra confrontación, pero ni asi se me paró la verga, eso le dio a ella desconfianza.
Y cierta vez que mi esposa nos dijo que iría a visitar a una amiga y que llegaría para la cena. Nos pusimos con Almita a comernos a besos primero, total no había prisa, luego le quité su camisa del colegio y le mamé sus pechitos y sus pezoncitos, luego ella se hincó y yo sentado en el sofá, me dio una deliciosa mamada de verga, luego le dije que se subiera al sofá sobre mi verga y comenzó a cabalgarme, los gemidos de ambos eran subidos de tono. Luego la puse subida en el sofá hincada con el trasero afuera y me puse a darle una cogida tipo perruna, me tomaba de su cintura y se la metía hasta que mis huevos rebotaran en sus nalguitas. En eso estábamos cuando de pronto abren la puerta, era mi exesposa, quien con gritos nos insultó, sobre todo a mi. Almita salió corriendo desnuda a su habitación. Casi llegamos a golpes, bueno para que contar todo eso.
Luego ella citó a su hermana, ella me amenazó, luego se fue de la casa mi exesposa y me puso claro una demanda. Almita regresó a su lugar de origen, se que le pusieron un psicólogo que le metió en la cabeza que yo había tenido toda la culpa y que Almita era la victima. Nunca más pude ni hablar con Almita, hasta el día de hoy.
Que es de mi?. Bueno luego de eso, tuve varias mujeres, ya no tan jóvenes como Almita, pero ahora que sabía que si estaba apto para seguir teniendo buenas relaciones sexuales buenas. Tuve buenos encuentros sexuales, sin compromisos, pero nunca tan elaborados ni tan buenos como con Almita, que ya debe ser una mujercita hecha.
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