amanecer sexual
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por dominiqamor.
Amanecer sexual (parte 1)
La tibia mañana y el suave ruido de un chorro que va cayendo con fuerza me despierta, entre cierro los ojos para ver, el sol insistente ilumina el espacio donde noche antes puse la bacinica, abierta a horcajadas sujetando con ambas manos su camisón y sus calzones en los tobillos, con los ojos entreabiertos descarga la orina nocturna, mi madre.
Estoy apenas a metro y medio, sobre un colchón colocado en el suelo, las frazadas cubren mis rostro, no se da cuenta que la observo, estoy asombrado y asustado, parece una eternidad como la orina sale humeante, tiene dilatado los labios rojos, que se abren con insistencia, desesperado por deshacerse del liquido dorado, salen los últimos chorros mojando los pelitos alrededor de su vagina, que ha quedado húmeda una última gruesa gota de orín se desliza en su ano por la posición totalmente de cuclillas puedo disfrutar este espectáculo.
Se levanta y sacude su culo para deshacerse de esa molesta última gota se levanta, no se sube su calzón, levanta un tobillo luego el otro se vuelve a inclinar dobla la prenda y limpia su vagina y culo.
Se acomoda el camisón recoge su falda y se la coloca, abre la puerta sacando junto a ella la bacinica.
El olor de su orín inundo el espacio que usamos para dormir esa noche.
Al fin puedo respirar, me acomodo boca arriba, aún cubierto por la frazada, miro el viejo techo, por más que intento olvidar la imagen de aquella vagina, no se me borra, es que tampoco lo deseo más bien la grabo a fuego en mi mente.
Habíamos llegado de visita a la casa de unos familiares en el campo, ni bien termino el colegio, hicimos el viaje con mi madre y el bebé, que tenía tres meses, mi padre nos alcanzaría una semana después.
Yo tenía once años, y todo ese último año tuve que padecer, los cambios físicos de la adolescencia, el bello creciendo por mi entrepierna me causaba cierta incomodidad un leve picor, que si llegaba a rascarme terminaba con una erección descomunal, que yo no sabía cómo bajar, debía tener mucho cuidado incluso al bañarme, pues una buena jabonada terminaba con un erección que dolía, quizás por eso los adolescentes rehúyen bañarse.
En ese último mes de colegio varias mañanas desperté con el calzoncillo mojado, no como orín sino como algo pegajoso con un olor acre casi sulfúrico, yo de miedo por ser descubierto, me iba corriendo al baño a asearme y lavar mis prendas, no quería ser descubierto.
Curiosamente esas mañanas estaba más relajado, más concentrado, e incluso me sentía muy bien.
Esa mañana que vi a mi madre, había pasado eso.
Me toque el calzoncillo y estaba mojado, Salí directo al baño, que es de construcción muy rustica pero tenía ducha.
Me lleve un short ligero.
Orine abundantemente y recordé lo que vi, el olor similar, me dispuse a bañarme intentando olvidar lo que vi, yo era un buen hijo, y ese pensamiento y ese recuerdo no debía tenerlo, al menos eso creí.
Mientras me pasaba el jabón, fije mi vista en el mueble sobre la taza del baño, que hace de repisa y descubrí oculto tras los accesorios de limpieza, el calzón de mi madre, un extraño impulso me llevo a sacarlo de su sitio.
Era normal del tipo biquini, blanco lo desenvolví, el aroma de de sus flujos se desprendían cálidamente.
Tenía marcada la línea de la vagina estaba húmedo, y una marca de heces ligeramente ocre, sentí asco al principio no lo niego, pero su aroma hizo que lo acercara a mi nariz….
y ummm era mescla entre miel.
Orín, y un poco acido…indescriptible.
Lo volví a colocar en su sitio tal como lo halle.
Mi pene estaba despierto, el prepucio rojo.
Puse el agua fría y deje que caerá con fuerza sobre él, pero no pasaba nada descubrí el glande, apreté mi verga contra el muslo y nada, tenia vida propia, entonces presione la punta del glande, era muy sensible pensé que el dolor haría que disminuya su tamaño, entonces lo masajee suavemente y sentí placer lo volví hacer y aumentaba el placer, lo hice más rápido y sentía más placer.
-Ya está el desayuno, se va enfriar apúrate!!
Era mi madre, que me saco de aquella situación, balbucee, “ya salgo”, y mi pene se hallaba flácido y encogido en menos de un segundo.
Del puro susto me puse el short y Salí.
Olvide que deje mis calzoncillos mojados con mi esperma, termine de desayunar y me dirigí al baño pero.
oh sorpresa.
ya estaba colgado en el tendedero al lado de las bragas de mi madre.
No dije nada volví a nuestro dormitorio temporal la halle peinándose.
Le dije que iría al rio para ver si ya había peces, ella respondió:
-no tardes, y al regresar trae algo de leña.
Al llegar al rio me detuve en una pequeña elevación rocosa en medio de los matorrales, no era muy alta, me senté con la mirada al bosque, quería meditar en lo que vi.
de pronto escuche como si alguien gimiera, una mescla de chillido ahogado, con cuidado subí al borde de la roca me asome a ve, allí estaba de cuclillas con la falda levantada hasta la espalda con las manos de frente una mujer de pelo corto y rizado, y de tras de ella un joven intentando meter un pene mucho más pequeño que el mío en medio de esas enormes y blancas nalgas, el decía:
-mejor por tu vagina, entra más fácil.
-ella contestaba:
-Que noo, me vas a embarazar, y sabes que mi marido ya no puede tener hijos, mejor chúpame mas el ano y presiona para que entre más fácil.
El intentaba sin éxito lubricar ese oscuro y pequeño ano luego presionaba el glande para que entre pero, apenas lo metía, se le encogía, al parecer sentía asco o algo así.
Algo estorbaba mi pantalón y era mi verga que se había puesto a mil, sobresalía del short, y asomaba mi glande guiñándome con una gota de lubricante, lo intente acomodar sin éxito, al volver mi vista al sitio ella estaba tendía con las piernas flexionada recibiendo la verga del joven:
-Pero sácala rápido, no acabes dentro, y cerraba los ojos.
Yo miraba hipnotizado como entraba y salía la verga del muchacho de la vagina de esta mujer, la mire mejor, era la esposa del dueño del almacén del pueblo.
No perdía detalle de las embestidas, el sacaba su pene brilloso y lo volvía a hundir, cada vez más rápido, a poca distancia estaba la camioneta del almacén, con frutos de los valles que hay más adentro.
Al levantar la mirada, me encontré con la mirada fija de la mujer.
Me asuste pero ella me sonrió, se llevo el dedo a la boca como diciéndome silencio, el muchacho le seguía clavando la verga, ella se levanto la blusa, y aparecieron dos enormes tetas blancas, con pezones obscuros y grandes apuntando al cielo, los empezó a presionar y se llevo a la boca un pezón del tamaño de una uva, levanto su caderas y decía si si si!!, el muchacho empujaba con más empeño, ambos empezaron a convulsionar, jadeaban y se detuvieron lentamente, el se levanto y me dejo la visión de una vagina rasurada con los labios hinchados un hilo grueso de semen de deslizaba a su culo, ella se quedo así un instante, me guiño un ojo y se levanto…
Continuara….
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