Amargo y Salado
Una de mis tantas historias personales. Me considero una joven con muchos problemas.
Esta historia que voy a contar es una de las tantas que guardo en secreto que solo sabe mí psicóloga. Por consejo de ella, es que inicié mí diario íntimo dónde vuelco todas las cosas que hago para sentirme satisfecha. Aunque sea un momento. Dado a que se que no soy normal. Mí nombre es Melanie. Tengo una condición muy parecida a la ninfomanía pero con algunas pequeñas diferencias.
Pero desde hace algún tiempo decidí comenzar a contar mis actos de forma anónima para ver si hay alguien más en el mundo que sea como yo, o soy la única enferma. Y dado a que se me da bien la escritura puedo volcar esto en letras sin que se intepréte que quiero calentar o despertar el interés sexual de alguien.
Este hecho se ubica hace algunos años atrás. A mis 12 mas precisamente.
Yo me crié en una casa con mis padres, dos hermanos mayores y una hermana menor. Desde que tuve mí periodo por primera vez, y a manera que mí cuerpo se fue desarrollando mí madre siempre me insistió que ya no ande en ropa interior en mí casa, por qué había hombres y no era apropiado. Yo le preguntaba por qué, hasta que una tarde ella me explicó que mí cuerpo se estaba desarrollando rápido y me empezaba a convertir en una jovencita atractiva para los hombres, y que mis hermanos y padre antes que familia eran eso. Hombres.
La ropa que me compraban para el verano no eran otra cosa que musculosas y pantaloncitos cortos, que era lo más “fresco” que se me permitía usar.
No tengo registro de cuándo fue, que mí hermano mayor Damián comenzó a mirarme. Pero de a poco comencé a sentir sus abrazos mucho más cariñosos. Con muchas caricias y mucho tacto. De todas maneras me agradaba su contacto. Siempre me decía que era bonita y que era suya. Que si algún día yo me fijaba en otro hombre lo iba a matar. Esto al principio me gustaba, pero después cada vez que escuchaba cosas como esas me excitaba. No sé si era la sensación de sentirme deseada o que alguien me quisiera como su propiedad.
En mí escuela mis compañeros de clase se pasaban vidéos pornográficos, y una vez me llegó a mí celular a través de un grupo de WhatsApp, uno en donde una chica bebía el semen de muchos hombres a su alrededor. El vídeo me ponía muy caliente. Aunque todavía no entendía que era ese fluido blanco que estaba bebiendo. Decidí preguntarle a Damián , el con sus 30 años sabía muchas cosas y de seguro me podía dar más detalles. Hoy entiendo que en el fondo recurrí a el por qué lo deseaba.
Le mostré el vídeo y le pregunté que hacía la chica y que era ese fluido blanco. El me abrazó y me llevo al sillón, me sentó sobre su regazo y me contó: — Ese liquido blanco se llama esperma, y es el resultado de que una mujer hizo bien su trabajo con un hombre. Cuando un hombre te quiere dar de beber su esperma es por qué te quiere premiar por haberlo satisfecho—.
Mientras él me hablaba. Me acariciaba los muslos que estaban expuestos por mí pollera del colegio. Pronto sus dedos llegaron a los labios de mí vagina. — Vos seguís siendo virgen no?— me preguntó. — Si hermano, obvio. Soy muy chica para eso— le dije.
- Sos chica para cualquier tipo que yo no autorice— me respondió. — Por qué te llama la atención este video?— preguntó.
Yo me puse muy nerviosa, pero a él nunca le había mentido. — Por que veo que la chica la está pasando muy bien y al ver ese fluido me da la sensación de que… es… rico— no pude evitar sonreír. Damián también lo hizo.
- Querés probarlo?— me preguntó.
- Siii! Quiero, hermano. Vos, me podés conseguir?!— Exclamé.
- Obvio reina— me dijo. — Yo te puedo dar del mío. Pero me tenés que prometer una cosa—.
- Lo que sea hermano—. Dije.
- Que va a ser nuestro secreto. Y solo nosotros dos vamos a saberlo—
- Si, obvio hermano! Te amo— Exclamé con alegría.
- Ahora cuando se vayan mamá y papá te venis a mí cuarto y te doy—. Dijo.
Yo no veía la hora de que se vayan . Mis padres todos los viernes por la noche se iban a bailar y nos dejaban solos a todos los hermanos. Damián hacía poco había vuelto a casa. Se había ido con una estúpida con la cual se casó. Pero por suerte se había separado y estaba de vuelta conmigo.
Golpee la puerta. — Pasá reina— escuché.
Damián estaba sentado en la cama en cuero. Era medio gordito y peludo, hacía mucho no lo veía así. Desde que se fue. Su cuerpo desnudo me provocó cosas raras para mí en ese momento.
- Paráte en frente mío— me dijo. Yo obedecí. — Te voy a dar esperma. Pero vos vas a tener que hacer lo necesario para que yo te lo pueda dar. Estás de acuerdo?—
Ansiosa, respondí que si. Yo estaba vestida con una pequeña musculosa y mis típicos pantaloncitos cortos.
- Bueno hermanita. Quiero que te quedes en cuero, así como yo— me dijo.
A mí me dio vergüenza, porque no quería mostrarle mis pechos a nadie desde que comenzaron a crecerme. A mí entender eran feos y puntiagudos, lejos de los pechos que tenía la chica del vídeo.
—Yo me la saco hermano. Pero para que querés verme así?— pregunté.
- Ya lo vas a ver— me respondió.
Me saqué entonces la musculosa y quedé de torso desnudo. El me miró un instante y comenzó a desabrocharse el pantalón. Se bajó el boxer y pude ver su pene. Era pequeño y rodeado de mucho pelo. Muchos de los hombres del vídeo que vi también tenían pelo en sus penes. Otros no. De todas maneras a mí me gustaba ver penes, me llamaban la atención desde muy chica. Y cada vez me gustaban más.
Con su mano derecha, comenzó a acariciarse. Se tocaba el pene de arriba abajo y de abajo a arriba repetidas veces.
- Ponete de frente. Dejáme verte bien— me dijo. Yo me acomodé para que el me pudiera ver bien. Yo no puedo explicar bien lo que sentía en ese momento, me gustaba mirarlo pero no sabía lo que estaba haciendo. En el vídeo había visto a todos los hombres hacer ese movimiento antes de darle a la chica su esperma. Asumí que el haría lo mismo. Hacía rato tenía ganas de tocarlo. Quería saber cómo era sentir su pene. Me llamaba mucho la atención.
- Puedo tocarlo?— pregunté tímida.
El se frenó un instante, y pensó algo sin decirlo.
- Prefiero que no— contestó. Me sorprendí, porque hubiera apostado a qué tenía ganas de que se lo toque.
- Solo quiero acariciarlo— insistí.
- No hermanita. Creo que por ahora estamos bien así. Quizás mas adelante si esto se mantiene en secreto. Te deje tocarlo— me respondió.
Mí hermano no me creía que no le iba a decir a nadie. Creo que fue porque tenía miedo de que se enteren papá y mamá. Si eso pasaba yo sabía que el iba a estar en problemas. Pero yo no tenía intención de contarle a nadie. Eso me separaría de mí hermano de vuelta.
De su pene empezó a brotar un líquido brillante, y con cada movimiento brotaba más. Cada jalada que el daba emitía un pequeño sonido “frit frit…” era una atmósfera nueva y muy linda para mí. La habitación se llenó de un olor raro. Pero que despertaba en mí algo incomprensible e irresistible.
- Bailá— me dijo. —Bailá como lo hacés para tus seguidores de instagram—
Me encantó que me pidiera eso.
- Poné esa cancion que te gusta— me pidió.
- Yo soy Da Vinci y tu eres mí obra de arte? De Bud Bunny?—pregunté.
—Si… esa— respondió con cara de no saber de qué hablaba.
La busqué en YouTube y puse mí celular en altavoz. Cuando empezó a sonar, yo empecé a hacer la misma coreo que hice para mí instagram. Ya la sabía de memoria así que no me costó. Cuando empecé a bailar. Vi a mí hermano acelerar sus movimientos. Su cara estaba transformada. Parecía que me quería comer. Me daba miedo, pero también intriga. Que me haría si se levantaba de esa cama?
- Ahh, hermanita sos una loba!— dijo. Me encantó. Yo empecé a acentuar más mis movimientos, sobretodo cuando tenía que quebrar mí cadera. Noté que eso lo volvía loco.
- Sacáte el pantalón y la bombachita. Bailá desnuda para mí—
No pude evitar sonreír al escuchar esto. Obedecí obviamente.
- Despacio hermanita. Hacelo despacio—
Entonces frené mí ritmo. Y el también lo hizo.
- Porque parás?— pregunté preocupada.
- Porque si sigo así, voy a terminar muy pronto — me respondió.
- Terminar que cosa?— pregunté.
- Nada hermanita. Vos bailá y desnudáte— contestó.
Yo seguí, sacándome mí pantalón y tanga lentamente como el me lo pidió. La música sonaba. Pero yo me distraje al ver el hilito brillante que expulsaba su pene. El advirtió el objeto de mí atención.
- Te gusta?— me preguntó sonriendo.
- No sé, no lo probé— dije yo con otra sonrisa.
- Hermana sos un peligro hermoso— dijo el. Tocó la punta de su pene con su dedo y estiró un hilo largo y brilloso.
- Vení, probá — dijo.
Yo ya estaba desnuda completamente. Pero no sentía vergüenza, la había perdido hace rato.
Obedecí de inmediato.
Me acerqué y chupé la punta húmeda de su dedo. Era poco fluido, pero me sirvió para poder saborearlo un poco. Era saladito. Me gustó su sabor.
- Tenés más ahí en la puntita — le dije. —puedo probar de ahí?—
Mí hermano sonrió cerrando los ojos y tirando su cabeza para atrás. Y dijo: — Sos muy mala para ser tan chica. Vos querés verme preso?—
No había nada que quisiera menos en el mundo que verlo preso.
- Ay no hermano! Quiero más de ese líquido, es rico — le dije.
—No, Melanie. Alejáte y seguí bailando. No me lo pidas más. Por favor—
Odiaba que mí hermano me diga que no. Sobretodo en esto que era lo que más quería en el mundo.
La canción ya había terminado, pero había empezado otra que me permitía seguir haciendo una coreo. Traté de desviar mí atención de ese fluido brillante y delicioso.
- Date vuelta y mostrame la colita— ordenó mí hermano.
Yo obedecí al instante. Noté que empezó a tocarse de vuelta. Eso me puso mal por qué de espaldas no podía verlo. Y tenía muchas ganas de mirarlo.
- Abrítela, hermanita. Abrite las nalgas— me suplicó.
Llevé mis manos a mi cola y separé mis nalgas como el me pidió. Me gustó hacerlo. Sentí que sus movimientos se aceleraron.
- Ay hermanita. Sos perfecta. Ese agujerito está listo. Muy apretadito— decía en voz baja.
- Que?— pregunté yo.
- Nada— respondió. — vos seguí que ya estoy. Mostrame adelante. Mostrame tu telita— dijo.
No lograba entender las palabras de mí hermano pero su desesperación me excitaba.
- Que telita?— pregunté.
- Abrite la conchita— me dijo.
Saqué las manos de mí cola y la llevé hacia adelante. Separando mis labios. Algún tiempo después entendería lo que era la “telita”.
Cerca de el había un pequeño vasito. Uno con el que papá solía tomar tequila en ciertas ocasiones. Con la mano que no se estaba tocando lo agarró. Y lo puso frente a su pene.
- Aaaaaahh, Ahhhh, ahhhhhh…— gimió.
Su cuerpo se contrajo. Sus gestos eran duros, de boca abierta y ojos cerrados mientras se retorcía jalando más lentamente su pene. Durante algunos instantes estuvo así. Yo miraba hipnotizada. Será que lo habré dejado satisfecho? Será que estaré aprendiendo a ser mujer?
Con los bordes del vasito se limpió la punta de su pene. Después de dos o tres pasadas me miró y me lo extendió con su mano.
- Acá tenés hermanita. Es mí regalo para vos. Para que sepas todo lo que te amo—
Mí corazón se aceleró al escuchar esto. No podía amar tanto a mí hermano. El era el mejor, no había otro hombre como el en el mundo.
Cuando agarro el vasito observo por primera vez el esperma que tanto vi en ese vídeo. No era tanto como el que había bebido la chica. Pero este era el regalo de mí hermano y era mío!
Era muy espeso y de un color blanco y grisáceo, tenía algunos grumos y olía fuerte pero rico. El olor me parecía irresistible.
- Puedo tomarlo?— pregunté.
- Para eso te lo di. Solo acordate de nuestro pacto de silencio. A nadie se lo digas—
- A nadie hermano — respondí. Y tiré mí cabeza para atrás con el vasito sobre mis labios.
Sentí el sabor de los grumitos del borde del vaso. Pero lo más espeso tardó en llegar a mí boca. Cuando llegó y sentí la plenitud del sabor, en ese instante supe que nunca más iba a querer saborear otra cosa que no sea esperma. Un sabor fuerte , amargo y salado, pero tan delicioso, que al sentirlo bajar por mí garganta algo en mí entrepierna tembló. Y pronto ese temblor se trasladó a todo mí cuerpo. Por un momento pensé que me iba a hacer pis. Pero no. Si bien mí vagina se humedeció ,el fluido que salió no era tan líquido como mí orina. Pero no pude evitarlo y entre mis labios se filtraron algunas gotitas.
- Hermanita, estás acabando?— preguntó mí hermano, con cara de asombro.
Yo no entendí que me quiso decir, solo me salió excusarme.
- Perdón hermano. Es que por un momento sentí unas cosquillas y me pareció que me iba a hacer pis. Pero no, fueron solo unas gotitas— dije con algo de esperma entre mis dientes.
- Eso no es pis Melanie. Eso es tu flujo vaginal! Dios mio hermanita, sos una hembra terrible. Nunca en mí vida vi que una mujer acabe por solo probar semen— decía asombrado.
No podía interpretar si mí hermano estaba enojado o feliz, su asombro me desconcertaba, yo solo disfrutaba el sabor que quedó en mí boca y los temblores que todavía rondaban por mí cuerpo.
- De verdad no fue mí intención, no se que pasó. No te enojes— supliqué.
- No reina. Para nada. Solo disfrutálo. Es más, dejáme limpiarte—
Sus dos manos me agarraron por la cadera. Me acercó a el de un solo movimiento. Su cara se enterró en mí pubis. Sentí su nariz y su lengua pasar por entre medio de mí vagina , separando mis labios.
Un placer que nunca había experimentado, solo había sentido algo parecido cuando jugaba con mis dedos viendo ese video, pero esto era multiplicado x 100.
Yo solo atiné a agarrar su cabeza por la nuca y tratar de enterrarlo aún más dentro mío. Su tibia lengua y su respiración parecían meterse muy profundo dentro de mí.
Se movía lento y constante. Yo quería quedarme así para toda la vida. Mí cuerpo pedía más semen. Mí boca se llenó de saliva con la sola idea de un vasito más. De repente! Nuevamente el temblor y la sensación de orinar.
- Ahh, ahhh , AAAAAHH….— Exclamé.
Pude sentir como la boca de mí hermano se inundó con mis flujos. Mis manos utilizaron toda su fuerza para enterrarlo en mí pubis.
No sé cuánto tiempo habrá pasado pero cuando los temblores se detuvieron. Mí hermano salió de mí. Besando mí panza , mí ombligo, mis muslos. Besos con mucha humedad y ternura. Mí vagina goteaba aún.
Rodeando la boca de mí hermano había una aureola brillosa. Nos miramos. Yo no podía decir nada. Mis piernas temblaban.
Mí hermano se paró enfrente mío. Me agarró por la cintura. Y me besó. Fue el primero en mí vida en besarme en la boca. Yo respondí, dejando que meta su lengua lo más profundo dentro de mí boca. Sentí el sabor de mis flujos en sus labios. Sentí su pene erecto en mí abdomen. Fue un beso largo y cálido.
—Quiero tu semen otra vez— dije entre beso y beso.
El me miró con ternura. Frente a frente.
- Yo creo que fue suficiente por ahora— me dijo.
- Por qué?— pregunté yo sin entender por qué teníamos que detenernos.
- Por qué somos hermanos. Vos tenés 12 años y yo 30. Sos muy chica para que crucemos más líneas. Me siento muy bien sabiendo que tenés mí esperma en tu pancita. Fue mí regalo para vos—
- Lo sé. Pero quiero más. Es muy rico tu semen hermano. Quiero tener más de vos en mí pancita— supliqué.
- No lo hagas más difícil. Por favor Melanie. Hasta ahora me pude controlar. Pero si seguimos no voy a poder evitar, entrar en tu cuerpo por todos tus agujeros y me da miedo lastimarte. Yo me conozco. No estás preparada para estar con un hombre como yo. Ni como yo ni como nadie!— dijo esto último a manera de orden.
- Entrá hermano. Entrá en mí. Yo lo voy a soportar. Voy a hacer todo para satisfacerte. Por favor , soy tuya. Quiero tu semen!—
Mis súplicas no llegaron a ninguna parte. Me daba rabia no poder tener más esperma. Yo sabía que el tenía más para mí. No entendía por qué no me lo quería dar.
- Hermanita, vestite y andá a tu habitación a dormir. Mostráme que podes hacer eso, y guardar esto en secreto y si todo se da bien. Pronto vamos a repetirlo mucho mejor—
Esa promesa me tranquilizó. Entendí que no estaba lista. Aunque hubiera matado por una pequeña dosis más de semen.
- Por lo pronto quiero que vayas jugando con tus deditos. Profundo por tus dos agujeritos. Adelante y atras— decía, yo lo miraba y me grababa cada palabra— quiero que vayas viendo cuando te empieza a doler, y que cada vez vayas un poquito más profundo, así podes dominar ese dolor. De esa manera vas a estar lista para nuestro próximo encuentro —
- Si hermano. Entiendo— dije. Triste pero ilusionada.
- Ahora vestite y andá a dormir— concluyó dándome un último beso.
Yo me vestía bajo su atenta mirada. El se abrochaba el pantalón, yo miré su pene hasta que la tela lo oculto. Me prometí que pronto lo vería de vuelta. Una vez que estuve vestida me dirigí a salir de su habitación.
- Antes de salir fíjate que no estén tus hermanos por ahí dando vueltas! Solo para evitar preguntas incómodas— dijo.
- Ok— le respondí. — Conste que hoy dormíria mucho mejor con un poquito más de tu esperma en mí pancita— le dije sonriendo. Le tiré un beso y cerré la puerta.
Mis hermanos estaban en sus asuntos en el piso de abajo y no parecían haberse dado cuenta de nada.
Esa noche había empezado algo que iría creciendo con el pasar del tiempo. Mí adicción por el semen.
Mí psicóloga dice que es bastante normal en una mujer que me guste el semen. Pero yo sé que soy una vampira del semen. Desde esa noche y en cuatro años consumí más semen que muchas mujeres en toda su vida. Los probé de diferentes sabores y consistencias. De muchísimos hombres. Pero esas serán otras historias que iré contando a su debido tiempo.
Maravilloso relato me volviste loco con solo imaginarte haciendolo espero que me sigas deleitando con esas historias tuyas gracias duramente tuyo
Ja, ja, ja, ja, recuerdo a mi tercer amante, quien dándome unas riquísimas chupadas de vagina, me hizo suplicarle que yo también quería mamarle el falo. Me puso en posición de 69 y ¡el cielo del sabor llegó a mí.
Así, exactamente, me pasó la primera vez que lo probé, aunque yo ya tenía 29 años, y nunca he dejado de hacerlo. Me volví semenólica y a todos los que me han cogido, desde entonces, les hago la ordeña.