Americca
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por aslex.
Soy bajita de estatura, hoy, a mis 20 años, mido 1.49. Cuando le mamé la verga a mi hermano, a los 9 años, era tan pequeña que estando sentado él, su pene estaba apenas abajo de la altura de mi boca.
Últimamente se le paraba el pene muy seguido a mi hermano, a lo mejor porque estaba entrando en la adolescencia. Ya había visto yo vergas erectas, ya que en casa casi siempre todos andamos desnudos, pero fue a esa edad cuando comencé a interesarme. Deseaba tocársela, pero como nunca había visto que alguno de mis hermanos o hermanas se tocaran no sabía cómo decirle o pedirle que me dejara.
Por fin una tarde lo vi en una parte del jardín alejada de la casa, estaba solo y decidí que era mi oportunidad. Me oyó, me miro unos instantes y luego volvió a lo suyo: se estaba masturbando; lo hacía lentamente y se veía que lo estaba disfrutando mucho. "¿Me dejas que te la toque?"
Me dijo que si y me senté a su lado, acerqué mi mano y la rodeé, "¿la muevo?" le pregunté, y después que asintió comencé a jalarla de la misma forma que vi como lo hacía. Él cerró los ojos, se inclinó hacía atrás apoyándose en las manos y solamente me dijo que apretara un poco más.
Ese pedazo de carne dura en mi mano me causaba sensaciones electrizantes, nunca me imaginé que se sintiera tan delicioso tocar una verga parada. Empezó a gemir en voz baja y a levantar ligeramente su pelvis, eso me indicó que le gustaba lo que hacía, "dale un poco más rápido", le obedecí mientras observaba sus reacciones. Me gustó el que pudiera darle placer, pero de pronto me dijo "¡se me salen!" lo que me desconcertó y más cuando le comenzó a salir semen (claro que en ese entonces desconocía que se llamaba así). Saltó en pequeños chorros hacía arriba y debo confesar que me asusté un poco.
Le hice lo mismo varias veces pero ya me gustaba sentir su orgasmo, porque si ponía atención en el tacto, percibía como su semen fluía por el conducto de su pene; además él agregó una actividad extra, fue luego de la tercera vez que lo masturbé, después que se vino nos reunimos con mis hermanos en la alberca y de rato se acercó, se puso detrás de mi recargándose en la pared de la alberca y me rodeó con sus brazos.
Sentí su verga dura en mi espalda y creí que me iba a pedir que se la jalara de nuevo, pero en vez de eso se inclinó y puso su mano en mi conchita y comenzó a masajearme despacito y muy rico. Me sentí en las nubes aunque me preocupaba un poquito que nos vieran mis hermanos y hermanas, pero cuando vieron que la estaba pasando bien a causa de mis gestos y gemidos, aunque ligeros, se acercaron a ver que hacíamos.
Les causó asombro y mucha curiosidad, metían la cara bajo el agua para ver que me hacía mi hermano y me miraban con los ojos abiertos al comprobar que efectivamente esas caricias me daban placer. Nos hicieron montón de preguntas y a la vez ellos confesaron que alguna que otra vez se habían acariciado pero en solitario.
Pocos días después de eso pensaba que sería rico chupar su verga, era una idea que no se me quitaba de la cabeza pero no sabía si eso era una práctica común o al menos posible, ya que como repito, la desnudez era cosa de todos los días, no así el sexo… todavía.
Recuerdo que el día que me decidí era un sábado por la mañana, muy temprano como a las 8 creo, no estoy segura, pero si era temprano; me levanté y me dirigí al cuarto donde dormía mi hermano al que masturbaba y otro de mis hermanos. Aun dormían, mi hermano estaba acostado de lado cubierto solamente con una sábana blanca delgada, rodeé la cama ya que me daba la espalda; estaba ligeramente encorvado por lo que era sencillo tomar su verga. Levanté la sabana y la agarré pero no la jalé, me acosté despacito para que no me sintiera, quería saber si se le paraba así dormido, además me daba emoción hacérselo sin que se diera cuenta. Tuve que torcer mi cuello un poco para poder lamerle la punta.
Muchas ideas me pasaban por la mente, estaba un poquito asustada porque era la primera vez que hacía eso, además no sabía si me iba a gustar el sabor. La lamí varias veces y entonces noté que se estaba poniendo dura lo que me hizo retirarme un poco para verla crecer; luego de unos momentos volví a pasarle la lengua desde la cabeza hasta casi la mitad, era todo lo que le alcanzaba en esa posición, luego me asusté porque sentí la mano de mi hermano en mi cabeza, aunque luego levanté la vista sonriéndole, "¿te gusta?" fue lo único que se me ocurrió decir, el me dijo que si y luego se movió de lugar, me dijo que me bajara de la cama y él se sentó en la orilla. La cama no era baja, de hecho era quizá un poco más alta de lo habitual, pero aun así apenas mi boca estaba arriba de su verga, me apoyé en la parte superior de sus muslos y acerqué mi boca para lamerla otra vez.
Lo hice varias veces pasando la lengua por la cabeza y a veces por el tronco, entonces el me dijo que si no quería metérmela un poquito en la boca, yo le sonreí y moví la cabeza asintiendo, abrí la boca y me la metí todo lo que pude lo que provocó que me dieran arcadas; él se rió un poco y me dijo que lo hiciera despacito, yo volví a decirle que si aunque aun tenía un par de lagrimas en mis ojos por motivo de la tos. Lo hice de nuevo pero esta vez solo la cabeza, "chupa despacito" me dijo, como si fuera un popote y pásale la lengua" Yo había cerrado los ojos para poder concentrarme en las sensaciones que me provocaba su verga, aunque obedecía sus instrucciones, "a ver si puedes ya comerte un poquito más" y si lo logré, aunque tenía un poquito de miedo de que me dieran arcadas de nuevo, "aprieta la boca poquito". Ya su voz mostraba que le gustaba mucho, respiraba agitado y había cerrado los ojos, "así, así, más rápido" dijo, "se me van a salir ya, suéltala" yo moví mi cabeza de un lado a otro, "¿te lo quieres comer?" y le dije que si otras vez con la cabeza, y es que lo que menos quería era que se me saliera de la boca. "Dale más rápido, más" y luego me tomó de la cabeza y me movía al ritmo que deseaba hasta que de pronto gimió fuerte y me los echó todos, una y otra vez hasta que se vació.
Mi otro hermano se había despertado, nos veía acostado y se tocaba su pene. Ese día no se la mamé a él porque no me lo pidió, pero luego también obtuvo lo suyo.
De hecho, a partir de esos días, todos mis hermanos y hermanas comenzamos a practicar el sexo continuamente, e incluso algunos de nuestros primos también se nos unieron, pero ya lo platicare en otra ocasión.
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