Apareandome
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ocurrió hace 10 años.
Yo era un adolescente salido de 17 años, y mi sobrinita que no llegaba a 10, porque tenia 8.
Se trataba de un juego, excitante para ambos, más para mi, y más juego para ella.
Era verano, sus padres (mi hermano mayor y su mujer) no habían vuelto del trabajo, y a la hora de la siesta estaba yo cuidando de mi sobrinita.
Yo estaba en bóxer porque hacía calor y mi sobrinita en braguitas.
Como todos los días, sin ningún problema.
Pero zapeando, nos quedamos viendo un documental de animales salvajes.
La verdad es que lo veía yo, porque ella estaba jugando a sus cosas.
Pero los animalitos la llamaron la atención, y más cuando en el documental se mostraba como se apareaban, los rituales de cortejo, el pene del ciervo o gacela (un bicho con cuernos) y como se subía encima de la cierva y se lo metía.
A mi me parecía un poco guarra la cosa que salga sin tapujos así en la tele, pero… son animalitos.
Mi sobrina miraba fijamente, y yo hice la broma y me puse a cuatro patas como intentando aparearme.
Ella se reía, pero, la muy lista, decía que con braguitas no, que sin ellas…, y yo sin bóxer.
Alguna vez me había visto desnudo, en la ducha, pero como cosa normal, pero no me iba a bajar los bóxer ahí.
Pero ella se quitó las bragas y me bajó los bóxer.
Me puso el culito en pompa y….
, continué la broma.
Hacía como los ciervos, lo que pasa es que ella es pequeña y con que yo esté a cuatro patas, ella me pilla debajo.
La pegaba empujones y eso mismo despertó mi polla que se puso tiesa a toda velocidad.
Ella comprobó que estaba tiesa como tiesa estaba la del ciervo.
Bueno, la del ciervo es que era muy larga y rosita.
La mia es larga y ancha, y rosita solo el glande.
Pero suficiente.
Por supuesto, todo era una broma y no pensaba penetrarla.
Ni loco.
Pero frotaba todo lo largo de mi pene en la raja de su culito, por encima, y me abajaba la espalda un poco y le metía el pene por entre la raja de su coñito, frotándolo por todo lo largo de su rajita y su abdomen.
A ella le hacía cosquillas con mi rabo tieso como un palo, y se reía y le gustaba.
Los ciervos acabaron hace tiempo de aparearse, pero las cosquillas que le hacía a mi sobrina con mi rabo le gustaban, y a mi también.
El caso es que, noté que me llegaba el momento, y eché unos chorrazos de semen al suelo.
No vio ella como salía el semen, así que no me preguntó nada acerca del charquito en el suelo, que fui a limpiar corriendo.
Y tras la bromita, me puse el bóxer y la dije que se pusiera las braguitas.
Ni que decir tiene que ella me pedía de vez en cuando que hiciéramos los ciervos otra vez, y ella sabía que eso solo lo podíamos hacer cuando estuviéramos solos.
Y yo la complacía, y me apareaba con ella.
Nada de penetrar, solo cosquillas con mi rabo tieso a lo largo de la raja de su culito, o de la raja de su vaginita.
Yo frotaba mi pene y mi glande con su cuerpo, y a ella esas cosquillas la gustaban (seguro que la ponían).
Era nuestro secreto, jugar a los ciervos.
Ya no me hacía falta hacerme pajas, y mi sobrinita no me las hacía.
Solo jugábamos durante diez minutos un cuarto de hora, hasta que no me podía aguantar más y derramaba todo mi semen en el suelo.
¿Cuántas veces? Muchas.
¿Tuve miedo de que mi sobrina largase? La verdad es que no, porque supo guardar el secreto y porque ella ya tenía el suficiente pudor como para no decir que se quitaba las bragas y “hacía como los ciervos”.
Así que, durante la temporada veraniega, a cuatro patas, frotando mi polla, haciéndola cosquillas, deslechándome, y solo jugando a hacer de animalitos.
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