APRENDIENDO SEXO EN CASA
Solté el teléfono y me costaba creer lo que había visto. Al tiempo me decía a mí mismo que yo era un exagerado y estaba de paranoico. Por otro lado, imaginaba que aquello continuaría y mi mamá se volvería más cercana a él conforme se fueran conociend.
Todo comenzó cuando entré al celular de mi mamá buscando las fotos de mi cumpleaños y las encontré sin ningún problema, pero de curioso entre a los mensajes y vi una conversación reciente con un hombre al que jamás había visto y del que nunca había oído hablar y sin dudar abrí su fotografía.
Era un hombre maduro, quizás de la edad de mi madre o algo mayor, de buena presencia y su cabello muy bien arreglado, me pareció elegante. Pensé que se trataba de alguien relacionado con el trabajo de mamá.
Al comenzar a leer los mensajes, noté que la conversación iba orientada a temas personales. Era como si él estuviera tratando de conocerla a nivel más personal. Las respuestas de ella eran no cortantes, normales, sin dar señales equivocas. En ese momento, lo menos que hubiera querido era saber que ella andaba coqueteando con otro hombre a espaldas de mi papá. Dejé su teléfono y continué con mi vida sin darle importancia.
Desafortunadamente, mi mente es muy traviesa, y no pasaron muchas noches hasta que el recuerdo esa conversación volvió a visitar mis pensamientos. No pude evitar pensar en la posibilidad de que ese hombre continuara escribiéndose con mi mamá. ¿Habría notado su anillo de casada? Admito que no es un anillo tan modesto que digamos, es fácil ver que ella es casada. O quizás… ¿lo habrá visto y aun así lo está intentado? Pensé que sería un hombre muy osado si lo hacía, intentar insinuarse a una mujer casada.
Algunas semanas después, salía de la cocina y pasaba por la sala de nuestra casa, y no pude evitar ver el teléfono de mi mamá sobre uno de los sillones. Ella estaba ocupada en el comedor y parecía no tener visión del celular. No pude resistir la tentación y lo tomé sigilosamente para abrir la aplicación de chat y enterarme de las últimas noticias. Mi corazón latía fuerte, no sabía lo que me iba a encontrar. Y sin duda fue algo sorprendente, aunque una parte de mí ya lo veía venir. La conversación entre mi mamá y aquel señor continuó, y aunque seguía siendo bastante respetuosa y “normal”, los mensajes de mi mamá daban fe de que ella estaba mucho más desinhibida al conversar con él. Se notaba que habían vuelto a encontrarse por razones de trabajo y… ¡habían tomado un café durante un descanso que tomaron! Traté de conservar la calma. Era solo un café con un caballero del trabajo, nada grave. Pero parecía que se habían divertido mucho y que de alguna manera su charla de aquel día los hizo un poco más cercanos, quizás al punto de considerarse amigos.
Solté el teléfono y me costaba creer lo que había visto. Al tiempo me decía a mí mismo que yo era un exagerado y estaba de paranoico. Por otro lado, imaginaba que aquello continuaría y mi mamá se volvería más cercana a él conforme se fueran conociendo.
Conforme los días avanzaron, no perdí oportunidad de revisar el celular de mi mamá. Como lo había predicho, parecía que se volvían más y más cercanos cada vez. Sabía que lo que ella hacía estaba mal, pero… no podía evitar sentirme feliz por ella. ¿Cómo era yo capaz de sentirme así? ¿Cómo podía mi mamá permitirle a otro hombre, un casi desconocido, escribirle e interactuar con ella de esa forma?
Me imaginaba la emoción que ella podría estar sintiendo por la novedad de otro hombre. La confusión que seguro invadiría su mente cada vez que recibía un mensaje suyo, o cada vez que lo veía por trabajo. Esos nervios de verlo, aun sabiendo que está mal emocionarse por otra persona. No podía negarlo, me hacía feliz saber que mi mamá pasaba por eso, aunque tenía mucha incertidumbre sobre lo que pasaría y hasta donde las cosas llegarían.
Habían pasado casi tres meses, y fui notando como la relación escalaba hasta un punto bastante comprometido quizás. No podía decir que había mensajes directamente, pero si se notaba algo de tensión en las pláticas. Mi mamá lucía muy sonriente y alegre cada día y yo no dejaba de sentir felicidad por ella. Esa mujer tan dulce que nos cuida y nos ama. Me alegraba saber que podía distraerse de esa forma.
Mas adelante, tuve la oportunidad de hacer mi revisión de rutina. Me daba emoción ver ese celular, sentía nervios al límite, casi deseando conocer algo más. Y llego el día que lo cambiaría todo.
El mensaje de mamá: “No puedo salir en la noche, así como así, tengo familia, mi esposo y mi hijo”. Era claro que estaba rechazando algún tipo de invitación. El mensaje de él: “Es solo una cena normal, pero bueno, no quiero incomodar, lo que tú decidas está bien”. Al menos era comprensivo. Yo sabía que un simple “sí” de mi mamá podría significar que ocurrieran muchas cosas. En eso…
– ¡Amor! ¡Sofía! Tengo noticias… -nos gritaba mi papá al entrar a casa después trabajar.
– ¿Qué pasó papa? – le pregunté. Parecía muy contento.
– Nos llamaron hoy y ¡nos darán el proyecto! – Nos decía con muchísima alegría.
Mi mamá lo abrazó fuertemente, y se dieron un lindo beso. Mi papá había conseguido un contrato de construcción para una empresa importante.
– Mi amor, ¡qué buena noticia! – le dijo mi mamá despidiendo alegría.
– Fue difícil, pero valió la pena esperar- decía papá – pero, voy a tener que estar fuera el fin de semana próximo, ellos quieren que vayamos este mismo viernes a firmar y terminar las negociaciones.
Mi corazón se volteó al instante. Todo comenzaba a cobrar sentido en mi mente, como si mi cabeza armase por sí sola una película, reuniendo datos y construyendo hechos y escenas.
– Ay, mi amor, bueno, nosotros te estaremos esperando en casa – le decía mi mamá acariciando su rostro.
Yo sabía que este era el momento. Pero ¿momento de qué? Me daba miedo contestarme a mí mismo esa pregunta. ¿Qué pasaría si mi mamá pudiera ver a su amigo ya que papá no estaría en casa?
¿y qué pasaría si yo también me ausentaba? Esto estaba llegando demasiado lejos. Pronto me di cuenta de que todo recaía en mí y en mi decisión. Si llevaba a cabo un plan, podría finalmente enterarme del desenlace de esta historia de meses entre mi mamá y su amigo. Quizás no ocurriría nada, pero podía ser arriesgado averiguarlo. Supongo que la emoción pudo conmigo…y decidí seguir adelante.
-Mami, Fernando me invitó a su casa el viernes para regresar el sábado, ¿puedo ir? – le dije actuando como si nada.
-Claro hijo, aunque me hubiera gustado que fuera una noche en la que tu papá estuviera en casa – me respondió sonriente.
-Ay mama, no pasará nada, solo estaremos en su casa – le dije para tranquilizarla.
En ese momento note que su mente viajó a otro lado, como si hubiera atando cabos en su cabeza. Obviamente, yo conocía el motivo de su reflexión. Era un lunes, y el resto de la semana ella lucía algo pensativa todo el tiempo. Y yo sabía la razón, y todo era parte de mi jugada maestra. Fernando no me invitó a su casa, era la excusa para estar fuera de casa, pero ¿realmente iba a estar fuera de casa?
El miércoles en la tarde me acerqué a su celular. Nunca, en los últimos meses, me había sentido tan ansioso al revisar sus conversaciones. Pero esta vez era algo especial. Abrí el chat y me encontré con un mensaje que me hizo temblar: “No puedo salir a cenar y dejar mi casa sin nadie en la noche, ¿qué tal si te invito aquí a un café?”. No lo podía creer… mi mamá invitaba a ese hombre a venir a casa a tomar algo sabiendo que iba a estar sola. ¿qué iba a ocurrir?
La respuesta de él: “Te agradezco mucho. ¿Qué tal si compro algo y cocinamos juntos? Tengo la receta de un espagueti con mariscos que me sale deliciosa”. Ella aceptó.
Llegó el viernes. Mi papá salió muy temprano de viaje, el día avanzó normal, y me costó trabajo soportar la emoción y ansiedad durante el día. Sentía muchísima curiosidad. Por fin llegó la tarde y le dije a mi mamá que me iría a casa de Fernando. Nos despedimos, fui a la puerta y fingí abrir y cerrarla, como si me hubiera ido. En silencio regresé a mi cuarto y me encerré. Ahora tenía que esperar a que llegara la noche. No podía creer lo que estaba haciendo. Más aún, sabía que todo lo que pudiera ocurrir sería mi culpa. Escuché a mi mamá dándose un baño, y apenas pude asomarme, vi que se puso un vestido de falda algo corta, nada atrevida, que hacía tiempo no la usaba.
A las 7 pm, el timbre sonó. Vi que ella camino por el pasillo. Lucía bellísima, se arregló el pelo y se maquilló de forma muy natural, con sus labios de rojo. Y oí finalmente la voz varonil de su invitado. Me asomé por la escalera para escucharlos. Realmente parecía llevarse muy bien. Él había traído ingredientes y se ofreció a cocinar la cena. Pude verlo de lejos, parecía muy respetuoso y todo un caballero.
Solo oía risas y una plática amena. Charlaban sobre el evento en el que colaboraban en organizar, sobre otros compañeros de trabajo, sobre experiencias pasadas. Vaya que mi mami la estaba pasando muy bien. Finalmente terminaron de cocinar y su compañero la invitó a sentarse, le sirvió una copa de vino y la comida, que olía exquisita. Comenzaron a cenar y charlaron hasta que se terminaran el vino, así que él volvió a llenar la copa de mamá y la suya, brindaron y siguieron hablando.
Eran poco más de las 10 pm, y de repente se hizo un silencio, imaginaba que era de esos momentos en que un hombre y una mujer solo se miran sin saber que decir.
-Bueno, es tarde, ¿no? Tal vez será mejor que me vaya – le dijo él alegremente.
-Sí… sí… sí es tarde, no me di cuenta- le dijo mi mamá. Parecía que hubiera despertado de un trance.
-Quiero decirte que la pasé muy bien contigo, pero déjame ayudarte con los platos – le dijo él.
Y comenzaron a recoger los platos, copas y a llevar todo a la cocina. Finalmente se acercaron a la sala, listos para despedirse, pero… no se despedían. Otra vez ese silencio incómodo. Desde mi sitio los miraba de pie, uno frente al otro. Aquel hombre movió su mano y acaricio suavemente el brazo de mi mamá… para pasar su mano por su cintura, y acercarla hasta fundirse en un beso. El momento había llegado. Mi corazón vibraba de emoción al ver aquello. Mis manos temblaban, era algo difícil de asimilar, pero sin duda bello de ver. Mi mamá acarició su rostro y pronto puso sus brazos alrededor de su cuello mientras se besaban. El acariciaba su cadera con suavidad, pasando sus manos por su espalda.
Los labios de él se separaron de los de mi madre, para comenzar a besar sus mejillas, y bajar lentamente hacia su cuello. Pude ver por un instante como los ojos de mi mamá se cerraban mientras recibía esos afectuosos besos. Él le decía suavemente: “Eres una mujer increíble”. Ella solo sonreía, dejándose querer. Comenzaron entonces a besarse un poco más apasionados. Era claro que pronto llegarían al punto de no retorno…
Los besos se hacían cada vez más intensos, podía intuir que sus lenguas ya juagaban entre sí. Se escuchaban los suspiros de ambos. Las manos de aquel hombre recorrían la espalda de mi madre, sus hombros, e insinuaban pequeños toques sobre el atractivo busto de ella. Mi madre lo detuvo, y mirándolo tímidamente le dijo: “Vamos mejor arriba, aquí nos pueden ver por la ventana”. Entonces mi corazón latió más fuerte y Sali directo a esconderme esperando no haberlos alertado de mi presencia.
Esperé, escuché los pasos que claramente iban hacia la habitación de mis padres. Después de unos minutos, tomé valor para cambiar de escondite. Pude ver que la puerta a donde ellos entraron estaba abierta lo que significaba que no sabían de mi presencia. Me acerqué y pude asomarme, con una vista perfecta sobre la cama de mis padres. Ahí estaban los dos sentados, besándose cariñosamente. Él la abrazaba y mientras se besaban, él le acariciaba las piernas y ella se lo permitía. Parecía que lo que estaba por ocurrir ya no podría detenerse.
Él pasó su mano por la espalda de mamá, hasta encontrar el cierre del vestido para bajarlo lentamente. Ella sonreía, mirando hacia abajo algo apenada. Él la miraba fijamente y no perdía oportunidad de besarla mientras deslizaba ese cierre hasta el final. Una vez termino, suavemente acarició el cuello de mi madre, para deslizar el vestido poco a poco hacia abajo, apareciendo los tirantes de un bello sujetador negro, que cubrían unos senos bellísimos, de buen tamaño y firmes. Él no dejaba de observarla, diciéndole que era bellísima, y besándola una y otra vez. Sus manos tocaban sus hombros, y su torso completamente desnudo.
Poco a poco comenzó a subir hasta posar sus dedos sobre el sujetador, apretando tiernamente uno de sus senos. Un leve gemido salió de la boca de ella, mientras el comenzaba a masajeárselos suavemente.
No tardó mucho en sentir la natural curiosidad de conocer aquellos dos frutos perfectos, y hábilmente desabrochó el sujetador para comenzar a liberarlos. Deslizó los delgados tirantes, hasta que las copas cayeron por sí solas. Los hermosos senos de mi madre quedaron expuestos y apareció una risita tímida. Él le decía lo hermosos que eran, y al instante, sus pezones rosados se endurecieron. Sin dudarlo, él posó sus grandes manos en sus pechos, rodeándolos de forma delicada. Tuvo el tiempo suficiente para conocer y jugar con ellos, acariciándolos, recorriendo sus aureolas con las yemas de los dedos, pellizcando sus pezones juguetonamente.
Mi madre acarició el cabello de su compañero, como indicándole que tenía su permiso, a lo que él reacciono acercándose hasta colocar sus labios sobre uno de los senos de mi mamá. Los recorría y los lamía con efusividad. Mi mamá suspiraba, y yo, estaba a punto de hacer lo mismo si no me controlaba. Comencé a acariciar mi verga bajo mi pantalón, quería sentir al menos algo remotamente.
Después de amamantar a aquel hombre, mi mama comenzó a desabrochar su camisa, dejando ver su pecho, fuerte y velludo. Le quito la camisa y los ojos de mi madre brillaban de emoción al ver y sentir los brazos de ese hombre, tan fuertes y duros, a su alrededor. Siguieron besándose con pasión, mientras se acariciaban mutuamente, y él seguía deleitándose con el cuerpo de su tierna compañera. Se podía apreciar el bulto en el pantalón de nuestro visitante, era grande, y parecía a punto de explotar.
Mi mamá lo notó y… sutilmente comenzó a mover su mano por la pierna de él, subiéndola hasta palpar lo que se escondía bajo ese pantalón. No tardó en mover su mano suavemente, sobando aquel bulto, aumentando su deseo por conocer aquella pieza masculina.
Entonces ella le dijo, con timidez: “me… dejas?”. El solo la besó, dándole su permiso. Pienso que, a pesar de todo, mi mamá, como toda mujer, quería disfrutar sin sentirse una mujer fácil… Comenzó a desabrochar su cinturón, su cierre y bajo su pantalón. Él, para ayudarla, se puso de pie… y ella, casi por instinto, bajo al suelo, quedando de rodillas, mirándolo a los ojos. Esta escena fue el detonante de mi calentura; ver a mi mamá lista para… hacerlo, fue algo increíble. Empezó a deslizar su pantalón, muy lentamente, con todo y su bóxer hasta dejarlo salir.
Salto entonces su poderoso pene, largo y grueso, quedando frente a la cara de mi mama. Mi mamá le sonrió a su amante, y llevó su mano hasta su pene, para comenzar a acariciarlo con suavidad, casi con el cariño. Pronto se dio cuenta que ni siquiera sus dos manos alcanzaban a cubrir ese enorme miembro…y eso parecía encantarle.
Después de una suave masturbación, ella sonrió y acercó sus labios para besar el tronco de su pene, cerrando sus ojos. Comenzó a recorrerlo, con su lengua, parecía estar disfrutándolo mucho. Después de unos minutos, ella demostró una gran habilidad oral, dejando ese pene brillante entrara a su boca lo más profundo que podía. Él se limitaba a acariciar sus mejillas y acomodar su cabello. Finalmente, ella se apoyó en las piernas fuertes de su amante, para realizarle una última felación. Movía su cabeza adelante y atrás, succionando, mientras sus senos se balanceaban a igual ritmo. Sin duda una visión que jamás olvidaré.
Más tarde, él la ayudó a ponerse de pie, y comenzó a deslizar lo que quedaba de su vestido hasta quedar en el suelo. La besó, y mientras ella aún jugaba con su pene, la recostó en la cama. Siguieron besándose mientras él jugaba con su cuerpo, hasta que noté que su mano escurridiza comenzó a infiltrarse por debajo del panty de mamá.
Ella gimió, y comenzó a retorcerse un poco. Me di cuenta que el hombre descubrió la ubicación exacta de su clítoris rápidamente. Parecía tener gran habilidad para llevarla al límite del orgasmo, y luego arrebatárselo, para así hacerla adicta al placer que le provocaba. Los gemidos de ella eran muy… femeninos, de mujer entregada al placer de otro hombre.
Marcando un camino de besos, primero por sus pechos, luego por su abdomen, llegó a su vagina y comenzó a deslizar su panty. Besaba sus piernas, sus muslos, la trataba muy suave. Y al acercarse a su vagina depilada, la beso suavemente para comenzar a lamer y a explorar con su lengua. Ella se retorcía, apoyaba su mano sobre la cabeza de él y se aferraba a las cobijas de la cama. Gemía, mientras su amante le practicaba una de las mejores sesiones de sexo oral de su vida. En pocos minutos la llevó al orgasmo, haciéndola arquear completamente, gimiendo y apretando las almohadas. Después, quedo rendida, mientras él se subía sobre ella para volver a besarla y tratarla como una reina. Yo no dejaba de pensar cuánto se merecía disfrutar esta experiencia.
Cuando ella se recuperó, lo beso con mucha pasión. Él sabía que era el momento de reclamar su premio al fin. Se acomodó sobre ella, la besó intensamente, y dirigió su rígido miembro como una estaca, hacia la entrada de la vagina de mi madre. En este punto, decidí meter mi mano bajo mi pantalón para comenzar a tocarme y descubrir que estaba por explotar. Su pene se puso en posición, y suavemente comenzó a introducirse en su vagina, haciéndola gemir, y apretar las sábanas nuevamente. Él no paraba de besarla mientras su enorme miembro penetraba el interior de mi mama.
Finalmente, había llegado hasta lo más profundo de ella. Y así comenzó el vaivén de sexo infiel entre mi madre y su amigo. Él la embestía, no con velocidad, pero si con fortaleza, poseyéndola, cada vez que su pene entraba en ella.
Mama estaba muy entregada, dejándose coger en la misma cama donde otras veces lo hizo con mi padre.
Él se levantó la ayudó a ponerse en posición de perrito. Ella, por instinto, se colocó en cuatro, lista para ser penetrada. Él puso su pene y lo introdujo hasta la raíz, apoyándose de la cintura de ella. Yo podía ver sus pechos balanceándose hacia adelante y atrás mientras la penetraba. No podía creer lo que veía. Cómo un desconocido se cogía a mi mamá y en esa posición. Ella gemía y gozaba con ese enorme pene y disfruto un segundo orgasmo quedando rendida. Él la siguió penetrando en esa posición, hasta que arqueando su cuerpo se corrió dentro de ella.
Luego, se levantaron y él se sentó a la orilla de la cama, e invito a mi madre a sentarse sobre él en su enorme miembro. Ella se acomodó dándole la espalda, y fue bajando poco a poco hasta que su tronco desapareció por completo en su interior. Él la tomo de la cintura para guiar su ritmo, y mi madre comenzó a subir y bajar. Su hermoso cuerpo daba saltos, sus pechos brincaban con ella, y en cada bajada, su pene la llenaba. Él acariciaba sus hombros, su espalda, sus brazos, tocaba su abdomen y jugaba con sus senos. Ella volteaba para besarse con él. Los dos gemían y suspiraba de placer. Estoy segura de que jamás vi a mi mamá tan radiante, feliz y llena de energía.
Se levantó, dejando salir su pene, y empujó a su hombre de forma juguetona para recostarlo en la cama. Ella tomó posición, y con su propia mano dirigió su pene hacia su vagina, y así comenzó a cabalgarlo. Yo la veía de espaldas, moviendo sus caderas, apoyando sus manos en las piernas de él, dándole una vista perfecta de su cuerpo, de sus pechos. Él la acariciaba y no perdía oportunidad de jalarla hacia él para besarla. Aprovechaba esos momentos para mover su pelvis y penetrarla con fuerza y velocidad, haciendo gemir de placer a mi mama. Yo observaba a la perfección como ese poderoso miembro aparecía y se perdía dentro de mi madre, al compás de sus gemidos.
Finalmente, el hombre se enderezó, y la mantuvo a ella sentada sobre él. Se besaban y abrazaban con amor y pasión, mientras él seguía penetrándola.
Besaba su cuello, sus pezones, apretaba sus nalgas. Ella se aferraba a él para soportar el enorme placer que le estaba prodigando. Tenía una vista perfecta de la cara de ella…que cerrando sus ojos y gemía, mostrando mucho gozo. “Ay… así… así, sigue… más… hmmmaaa…” le decía ella, le suplicaba por más. “Así te gusta?… Hummmm…” le respondía él, cogiéndosela con más fuerza. Parecía que ambos estaban por llegar al clímax; me puse algo nervioso, pues se movieron pegados y el la llevo hasta quedar en posición de misionero.
Ella lo abrazo con sus piernas, permitiéndole una penetración más profunda con fuerza y rapidez. “Me vengo… me vengo…” suspiro él. “Sí… bésame” le pidió ella. Era claro cómo iba a terminar aquello. Finalmente, su amante dio una última embestida, introduciendo su pene lo más profundo que podía. Ella se aferró a él con fuerza y dio un último gemido, largo y profundo, mientras recibió lo que seguramente fueron varios chorros de semen caliente para consumar el acto de mamá y su amigo.
Esa inocente invitación a cenar terminó en una deliciosa noche de sexo infiel. Conozco la sensación que experimentan las mujeres al recibir el esperma tibio de un hombre en su interior, así que estaba seguro de lo feliz estaría mi mama, de haber recibido la semilla de otro hombre, de haberse entregado a la pasión y al placer.
Pude ver su pene perdiendo rigidez y al salir empezó a brotar toda la leche caliente de la vagina de mamá.
Me puse en pie y me fui lentamente a mi escondite. Me desnude y acaricie mi verga hasta explotar. Enseguida escuche que él se fue.
Al día siguiente, yo fingí muy temprano entrar por la puerta principal horas antes que mi madre se despertara muy alegre y contenta. Me sentí bien por ella. A seguir revisando sus mensajes comprobé que continuaron viéndose, y que cogían con frecuencia.
No pasó mucho tiempo para que mi madre descubriera que yo conocía su secreto. Le dije que estaba inmensamente feliz por ella, que solo quería que lo disfrutara y que no le diría nada a papá. Y así comenzó una etapa más de nuestra relación madre e hijo.
Como la he ayudado en sus cuartadas para distraer a papá y que se arregle linda para su amante, ella pudo disfrutar de encuentros en casa como la primera vez, de los cuales presencié algunos, así que un día me atreví a decirle que ver su cuerpo hermoso desnudo cuando esta follando con su amante me produjo tremendas erecciones al punto de desear
En el primer instante no le pareció buena la idea de lo que le proponía, pero después lo acepto y esa primera vez que disfrutamos como locos creo que no la podre olvidar. Ella ha adquirido mucha experiencia con su amante y yo he aprendido al lado de ellos, adicional las consultas en internet.
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