Aprovechándome de papá
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Desde que tengo memoria me han atraído los hombres.
Siempre asombrado por el cuerpo de los machos de mi familia.
Todos siempre obreros de la construcción que, debido al trabajo pesado, mantenían cuerpos musculosos, dedos ásperos y barbas mal cuidadas, además, de ese hediondo aroma a sudor que siempre me gustó.
Para las fiestas familiares en la casa de mis tíos o abuelas recuerdo que, por la falta de camas, siempre terminaba compartiendo dormitorio con alguno de ellos.
Así, en las noches, recuerdo taparme hasta la cabeza con la sabana para impregnarme de ese olor a sudor de las axilas, junto con ese aroma a orina y sexo que provenían de sus calzoncillos sucios.
Algunos, cabe destacar, necesitados de atención,dejaron que mi curiosidad explore sus sexos, pero eso es para otra historia.
La primera vez que pude probar el pene de mi papá fue cuando tenía 13 años.
Mi padre ya sufría de problemas de alcoholismo y, como cada fin de mes, mi madre huía a casa de mi abuelita para así no tener que lidiar con la borrachera de mi papá.
Recuerdo que siempre me decía que cuando llegase lo acompañara a comprar para que no pierda su dinero o se lo fueran a robar y, al llegar a casa bien abastecidos de alcohol y comida, cerrase la puerta para que no saliera o escapara, que ella llegaría a la mañana siguiente a ordenar y limpiar.
Así fue como un fin de mes me encontré solo en la casa, recién llegaba del colegio un poco cansado, sudoroso.
Aproveché mi soledad para probarme uno de los calzones que mi mamá "había perdido", siempre le inventaba la excusa de que entraban a robar ropa cuando la tendía en el patio.
Me miraba al espejo y me veía mi culo bien grande realzarse.
Ya tendido en mi cama me imaginaba varias situaciones en donde algún hombre de alguna película porno o inclusive mis tíos entraban para tocarme y hacerme su perrita.
La tarde se hizo volando entre mi imaginación y los masajes y escuché como daban un portazo al entrar por la puerta principal junto al sonido de unas bolsas, asumía que era mi papá.
Me vestí rápido con un buzo y un suéter y me fui a verlo.
Estaba muerto de borracho, quizá había pasado a alguna cantina antes de llegar.
Lo ayudé a sentarse y una de sus preguntas me hizo temblar.
-¿Dónde está Nico? ¿Tenemos la casa sola? – Preguntó por mi en ese momento cuando estaba sentado en el sillón con las piernas abiertas.
Cabe volver a señalar que siempre tuve un parecido muy grande con mi mamá, tanto por el peso como por nuestras facciones.
Así fue como me di cuenta que él me confundía con mi mamá.
Tonto le aclaré que era yo, que mi mamá estaba afuera.
Ese hombre, de 54 años, que medía 1.86, corpulento y musculoso, con una barba áspera y el rostro rojo, con una panza de alcohol estaba ahí, frente a mi, confundiéndome con su mujer y yo muy tonto le dije que no.
Así es como me limité a prenderle la televisión y lo dejé en la sala de estar, mientras yo me iba a mi cuarto , pensando en cuando tendría la oportunidad al fin de poder ver desnudo a mi papá.
Las únicas veces que lo pude ver desnudo es cuando le pasaba las toallas en la ducha y ese enorme miembro se aparecía.
Así fue como estuve en mi cuarto toda la tarde, con mi notebook hablaba con algunos adultos de otros países a los cuales descaradamente veía por webcam para saciar mis ganas de estar con alguien, mas ver un pene a través de una pantalla no era lo mismo que tenerlo en la boca o rozándome el culo, así fue como entonces diseñé mi plan.
Mi papá seguía tomando en la sala de estar ,así que corrí al baño dónde teníamos la lavandería y busqué alguno de los camisones para dormir de mi mamá, así tampoco levantaría sospechas en ella.
Pensaba en todo.
Tomé un pepino mediano del refrigerador y me fui a mi cuarto.
Me desnudé y empecé a preparar mi cuerpo para la noche.
Me puse crema humectante en en anito y un poco en el pepino y empecé esa dura faena.
Me dolía a morir el como mi ano se abría ante la intromisión de ese pepino así que preferí comenzar con mis dedos lentamente.
El culito me ardía, pero solo podía pensar en cómo lo pasaría en la noche.
Estuve así, masajeándome el ano como media hora y volví a intentar con el pepino, que, ahora con más facilidad, pero no por eso menos doloroso, iba entrando en mi culito.
Lo sostenía con firmeza para que no sucediera ni un accidente y de a poco fui metiéndolo y sacándolo.
Sentía unas ganas horrendas de cagar, pero me las aguantaba a medida que lo iba metiendo más y más dentro de mi.
10 de la noche, mi papá se había tomado 3 litros de vino tinto en toda la tarde, junto a algunas cervezas.
Roncaba en el sofá y la tele estaba casi al máximo.
Me preparé bien.
Me coloqué una de las cremas con aroma de mi mamá, su perfume en el cuello y me desvestí para así ponerme su camisón, para nada atractivo con tal de que me volviera a confundir.
Sin más apagué las luces para así no me viera la cara y me reconociera de pronto.
Lo moví varias veces para poder despertarlo y molesto por la intromisión me sujetó con fuerza y me empujó.
Era un tanto violento con mi mamá y ahora le hablaba.
-Ya, amor, tienes que ir a acostarte, no puedes seguir molestando acá -le dije a mi papá con el tono más femenino que podía encontrar.
-Ya, no me pueden dejar en paz ni un rato – Replicó mi papá y de mala gana se levantó y se fue al baño.
Prendió la luz y se puso a orinar con la puerta abierta.
Me escabullí detrás de él, desnudo bajo el camisón y con mi anito ardiendo, pero abierto para verle.
Mi verga se puso dura.
Sus pantalones hasta abajo y con ese pollón blando, pero grueso, moreno liberando un fuerte chorro de meados.
-¡Te espero en la cama!- Grité y ahora me escondí en la cama de mis padres, de espaldas ,tembloroso por la excitación que el morbo provocaba en mi.
No tardó mucho en lo que mi papá se acostaba al lado mío se tapaba rápido, durmiendo solo en bóxers y comenzaba a roncar.
Me frustré mucho por lo que de a poco fui acercándome a él para así estar de espaldas.
Temblaba y me relamía los labios.
aún tenía mi miembro a tope y no podía bajarlo.
Pronto, ya sin más, mi papá me abraza por la espalda y me rodea con uno de sus brazos para tomar una de mis tetas.
Obvio no eran tan grandes como las de una mujer real, pero por primera vez agradecía estar tan gordo como para tenerlas.
Mi papá borracho no parecía darse cuenta de la diferencia y siguió.
Yo, ansioso, di otro paso y acomodé mi enorme y regordete culo contra su entrepierna.
Mi papá en un tono fuerte y bastante dominante me tomó de la gordura de mi panza soltando mi teta para así empezar a frotarse fuerte contra mi culo -¿Tanto lo quieres? – Me preguntó y por un momento pensé que me había reconocido, pero no- ¿Quieres que te deje babiante la concha? -volvió a preguntar y noté que iba a hacer un ademán de agarrarme la entrepierna así que tomé su mano y, como pensé que también le gustaría como a sus hermanos, para distraerlo ,le comencé a chupar dos de sus dedos.
Esos dedos olían a orina y me gustaba.
Eran gruesos y ásperos, la sensación era más que deliciosa.
Mi plan había funcionado a la perfección y ahora volvía a hablar -Que caliente estas, Mari – dijo mientras empezaba a sentir una poderosa y feroz erección frotarse contra mi culote.
Me dije para dentro que era ahora o nunca, así que me escabullí dentro de la cama y me deshice del bóxer de mi papá para liberar esa enorme polla.
No mentiría si es que dijera que medía al menos 20 centímetros.
A mis 13 años era lo más grande que había visto.
Apenas cabía el grueso en mi boca, pero lo mamé con ganas.
Con mis manos rodeando su miembro y él a piernas abiertas como el ganador que se sentía, me dejó saciarme hasta con la ultima gota.
Lamía sus testículos peludos, los metía en mi boca, jugaba con ellos y luego volvía lamiendo hacia arriba.
Su polla estaba sudorosa, con olor a orines y ya con liquido pre-seminal en el glande.
Me dediqué a recorrer con cuidado cada vena, sentir cada palpitación hasta que logré ponerla a tope con mi boca.
Intenté hacer un garganta profunda, mas lo dura y firme que estaba ésta y debido a la posición no pude seguir, ya que lo lastimaría con mis dientes por lo gorda de su polla.
Saciado estaba ya, dejé de temblar y ahora venía el momento final.
Mi culo babeaba por la crema humectante y el sudor que me generó estar bajo la sabanas.
-Déjame mamarte la conchita, mari -Escuché y quedé paralizado, puesto que rápidamente me descubrirían si es que me tocase la entrepierna.
Sin embargo salí de abajo, agradeciendo que la cortina estaba cerrada.
Solo oscuridad y olores eran los que permitían el reconocerse el uno al otro y fácilmente engañé a mi papá.
Sentía el morbo de estar con mi papá y ahora besé sus labios para susurrar-
-No, quiero tu lechita ahora -Dije caliente, intentando mantener mi voz femenina.
Me di la vuelta y ahora subía el camisón hasta mi cintura y, con mi papá ya cansado, caliente y dejándose hacer, me senté de a poco sobre esa enorme y poderosa polla.
Estaba babeando y me mordí el labio inferior con demasiada fuerza.
El dolor era inmenso.
Su polla era demasiado para el cuerpo de un adolescente.
Jamás me imaginé algo así de grande, sin embargo, ya había llegado a ese punto y debía seguir, necesitaba de su papito.
-Mari, por el culo no -escuché y me hice el sordo, puesto que mi papá se había dado cuenta del delicioso anal que estaba recibiendo.
El dolor y el ardor de su culo no cesaban, sin embargo, de a poco iba entrando.
Me abría todas las entrañas, así lo sentía, mas el morbo y el placer de estar con mi papito me ganaban.
Sufrí por harto rato hasta que logré sentarme en él.
Estaba adolorido, sentía mi culo arder y sin más empecé a moverme rápido, quería que terminase pronto dentro de él.
Ya no importaba el placer de esa follada, lo único que necesitaba era poder dejar deslechado a su papa y sentirse lleno de él.
Le daba la espalda a mi papá con tal de que no viera mi pene saltar de arriba a abajo, mientras que lo montaba.
Cerré mis ojos y sólo me limité a moverme.
Gemía del dolor y pronto empezaba de a poco a sentir el placer de esa verga enorme generaba en mi.
Mi cuerpo estaba casi al limite, pero necesitaba más de él.
Tiré el camisón hacia la puerta y ahora sacaba su polla de mi culo para poder descansar unos segundos, mas mi papá, cual animal deseoso por el placer me atrapó con sus poderosos brazos y me acostó de lado.
Me apretó con tanta fuerza que me hizo doler, intenté liberarme, pero el macho sabía lo que quería ,llegar a su orgasmo.
Estábamos de lado y rogaba porque no se diera cuenta.
Me masajeaba una de mis tetas y levantó una de mis piernas para así intentar empalarme ,de una, la inexistente concha que no tenía.
Sentí ese glande frotarse contra mi pirineo y testículos en busca de lo que sería mi concha, mas no lograba dar con ella – A la mierda- Escuché decir a mi papá, y subió su polla para metermela de golpe en el culo.
Grité del dolor y ahora chillaba.
-Mari, aguantate ¿no es lo que quería, mi zorrita? -me decía, ahora apretándome más la teta y empezaba a darme con más fuerza de lado.
Sentía mi culo arder y entre tantas embestidas pronto me nuble del placer que me hacía sentir,puesto que había logrado llegar a mi punto G con sus embestidas.
Me corrí sin más y estaba rendido.
Gemí del placer, sudaba y ahora, pronto, mi papá me colocaba boca abajo sin sacar su polla para subirse encima cual toro y empezar a darme con más fuerza.
Me tomó el rostro y empezó a meter varios de sus dedos en mi boca mientras me embestía.
Yo solo abrí y empecé a lamerlos, el placer era inmenso en ese momento, me sentía lo más sucio y lo más puto que había, estaba haciendo llegar al orgasmo a mi propio papá.
Me estiraba las mejillas lo más que podía y yo solo sacaba la lengua y curvaba mi espalda para así mostrar un culo más grande digno de un macho como ese.
El sonido vizcoso se hacía notar en el cuarto cada vez que me embestía.
Con fuerza me daba y mi culo rebotaba y recibía ansioso esa polla
-Mierda, aprietas tanto que rica estás -Dijo y se acostó encima mío,agotado y aplastándome con todo su cuerpo.
Estaba ahogado ya y pronto empezaba a darme con tanta rapidez,cual conejo, hasta que me hizo sentir ese tremendo chorro de leche espeso en mi culo.
Mi papá gimió ronco cual león y ahora se tiraba a un lado como todo el ganador que era.
No me tocó más, no me acarició ni nada, solo se colocó a descansar.
Así, agradecido en parte por la poca empatía dentro del sexo que tenía mi papá, que ni se preocupaba del orgasmo de su compañera, que solo se puso a descansar y pronto a roncar.
Descansé un poco y me masajee el ano, abiertisimo y luego huí al baño para dejar el camisón en el fondo de la lavadora e intentar limpiarme el hoyito abierto.
Apenas podía caminar, pero lo valió.
Mi papá me lo hizo completamente nublado.
Yo dormí en mi cama cual bebé y al otro día solo me despertó la discusión de todos los meses de mis padres respecto a cuanto gastaba en alcohol.
Nunca supieron de esa noche, solo queda mi recuerdo de ella
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