Aprovechar las oportunidades.
Mi mujer tiene una familia numerosa que le viene de un matrimonio anterior. Lo relevante de la cuestión es que hay muchas mujeres de edades diversas. .
Estoy casado con mi esposa desde hace tres años. Yo casi no tengo familia, a no ser por un primo lejano mío que vive en España. Por eso los fines de semana los pasamos en casa de alguna de sus hijas y sus nietas. Mantengo una relación excelente tanto con las hijas como con las nietas, abundan mayoritariamente las mujeres sobre los varones. Hay algunos, pero son muy pocos y, por lo general, la mayoría de sus hijas están separadas y ven muy de cuando en cuando a los ex maridos.
Hace alrededor de un mes pasamos un fin de semana en la casa de Romina, que tiene dos hijas una de doce años, Lucrecia y otra de nueve, Tatiana. En la semana anterior Lucrecia había tenido un fuerte estado febril y estaba toando unos medicamente, pero la fiebre no bajaba del todo. Ese sábado, la madre de la jovencita tenía que medirle la temperatura.
Lucrecia se negaba rotundamente a que le colocaran en su culito el termómetro, Romina estaba saliéndose de sus cabales y entonces intervine para que la cosa no pasara a mayores y le dije a la niña que dejara que lo hiciera su abuela, a lo que siguió negándose rotundamente. Entonces le dije:
Bueno, entonces vení conmigo a la pieza y lo hago yo, ¿qué te parece?
Está bien, respondió la niña, pero no quiero que me hagas doler, por favor.
Por supuesto que no, le dije, ¿acaso alguna vez desde que nos conocemos te he mentido?
No, me dijo.
La conminé a que ingresara la habitación y le dije a mi mujer que me acompañara a lo que esta respondió que no, que vaya solo, la miré y le volví a insistir, pero ella siguió negándose a venir con nosotros.
Entramos a la pieza con la niña, me senté a la vera de la cama, ella se puso delante de mí, le dije que se sacara los pantalones de jogging que tenía puestos, lo hizo, la miré, le dije que me parecía muy bonita su bombachita y que se diera vuelta y se pusiera de espaldas para poder apreciarla mejor, así lo hizo, luego se dio vuelta y quedando de frente a mi le dije que se sacara la bombacha, cosa que hizo, allí puede ver su hermosa vulva pelada, la cual le dije:
¿Puedo tocarte la chochita Lucre?
Sí, me dijo.
Coloqué mi dedo índice junto con el medio juntos y comencé a estregar su rajadura lenta y suavemente un tres o cuatro ocasiones y levemente hundí apenas mi dedo medio en su agujero.
Luego le dije que se acostara boca abajo, que yo iba a abrirle con una mano los cachetes del culo y le iba a colocar con mis dedos una pomada en el agujero para que pudiera entrar sin dolerle el termómetro, pero que primero le iba a meter mi dedo para que vaya acostumbrándose y luego el aparato para saber cuánta fiebre tenía. Asintió con la cabeza. Eso fue lo que hice. Introduje mi dedo encremado en su culo y lo fue metiendo y sacando lentamente durante un par de minutos.
¿Te gusta?, pregunté. Si me decís que sí, quiere decir que no te ha dolido.
Sí, me gusta.
Bueno, le dije, ahora te voy a poner el termómetro.
Está bien, me respondió.
Coloqué el aparato lentamente y lo dejé durante unos cinco minutos. Lo saqué y tenía un par de líneas de fiebre. Le pregunté si estaba todo bien y me dijo que si, que no le había hecho doler. Le dije que me alegraba mucho y que cuando hubiera que medir otra vez la fiebre haríamos lo mismo. Asintió con su cabeza. Ella se puso nuevamente la bombacha y su pantalón y volvimos al comedor.
Pasadas un par de horas con mi mujer nos vinimos para nuestra casa. En el auto charlamos de cosas generales vinculadas con su hija y sus nietas. Cuando entramos a casa, le puse una buena mano en el culo, señal que tenía ganas de cogerla, ella se dio vuelta y me dio un hermoso beso de lengua mientras me acariciaba la verga que ya la tenía semi parada.
Comencé a desnudarla, mientras yo hacía lo mismo, todo esto entre besos y toqueteos de ambas partes, llegamos a la cama y me dijo que la dejara ir al baño a higienizarse, le dije que no, que me gustaba con aroma a mujer y al instante estaba chupándole la concha peluda, mientras ella gemía y se retorcía en la cama como una verdadera yegua en celo, mientras seguía sobando esa hermosa abertura, le coloqué un dedo en el culo que entraba y salía para su regocijo absoluto. La di vuelta y la puse boca abajo en la cama y comencé a chuparle el agujero del ojete mientras introducía dos dedos en su concha.
Estaba como loca y me decía que siguiera así porque estaba acabando en forma continua y no quería parar. Por supuesto que seguí sus órdenes, luego le dije que era hora que trabajara ella y que mediera una buena mamada de pija.
Me coloqué boca arriba y dejé que comenzara su tarea con mi verga, mientras lo hacía le dije:
Amor, ¿no quisiste entrar a la pieza cuando a tu nieta le iba a tomar la fiebre?
No, me respondió secamente.
¿Por qué? Pregunté.
Porque quería que fueras vos solo con ella.
¿Y por qué querías que fuera solo, mi amor?
Porque después yo te iba a preguntar que pasó en la habitación.
¿Querés que te cuente bebé?
Sí y con lujo de detalles, me dijo, mientras seguía pasando su lengua alrededor de la cabeza de mi verga que estaba súper dura y colorada.
Bueno, mientras gozaba como un loco de su mamada, el conté, tal como ella quería, con lujo de detalles lo que hice con Lucrecia. Verdaderamente me arriesgué a que se enojara bastante si es que lo tomaba a mal, pero me dije a mi mismo que debía contarle todo como había ocurrido y tenía que soportar su enojo.
Pero para mí extrañeza no fue así, ella siguió chupando mi pija sin decir nada, en un momento levantó su cabeza me miró a los ojos mientras sostenía con una de sus manos mi pija y me dijo, lo que me contaste me calienta mucho, ¿sabés?
Si, le dije con asombro, ¿mucho te calienta mujer?
Muchísimo, me dijo con voz baja mientras seguía chupando mi miembro cada vez más erecto y caliente. Le dije que necesitaba su concha ya y que luego se la metería en el culo, me dijo que si, que hiciera lo que yo quisiera.
¿Contame lo que te calienta amor mío?, le pregunté.
A todo esto, yo seguía serruchando su culo y metiéndole la verga hasta los huevos.
Tengo que confesarte algo, me dijo con voz entrecortada mientras me aseguraba que acababa a cada ratito.
¿Qué cosa?, le dije.
Me parece que me gustan las mujeres, hizo un silencio, y agregó: también.
¿Sos bisexual?, pregunté extremadamente asombrado.
Me parece que sí, mi amor.
¿Y ya probaste con alguna mujer y no me dijiste nada?
No, mi vida, lo que pasa es que me parece, porque la… y no pudo seguir hablando y me dijo ordenándome: necesito tu leche ya.
¿La querés en el culo bebé?
Sí, me dijo la quiero ya.
En ese momento me recorrió un frio sobre mi espalda y comencé a derramar mi semen caliente dentro de su hermoso canal anal. Fue una gran acabada, por cierto. Mientras mi verga se dormía en su culo. Le dije que me siguiera contando lo que no pudo terminar de decirme antes.
Salí de adentro de ella y me puse a su lado abrazándola y me dijo:
No quise entrar a la habitación con vos porque estaba segura que me iba a volver loca con Lucre en bolas y me la iba a comer a esa pendeja.
¿Te gusta tu nieta?, le pregunté.
Sí, me dijo impasible. Me gustan la jovencitas, me llaman la atención.
Y bueno, mujer, le dije sin hesitar, será cuestión que invitemos un fin de semana a tui nieta a casa y hagas lo que te plazca con ella.
Me gustaría, agregó, que vos también estés con nosotras.
Pero me encantaría mi amor, le dije, aún con más asombro. ¿Me lo decís en serio eso?
Claro, me respondió con una sonrisa.
Bueno, el tema pasa por cómo tratamos esta cuestión con Romina, no sé cómo va a reaccionar tu hija.
Veremos, veremos, me dijo ella.
Me dio un beso y se fue hacia al toilette.
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