atado y escuchando por teléfono a mi novia también atada
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por parejaatada.
Llevábamos ya un par de días de vacaciones en Barcelona con mi novia, en un apartamento céntrico, que siempre es más cómodo que un hotel porque dispones de cocina y suelen ser más amplios.
Los dos primeros días habían sido fantásticos, y todavía nos faltaban otros cinco días para completar la semana. Diversión, turismo y salir de noche, demasiado incluso porque al tercer día nos levantamos que eran las diez de la mañana.
Mejor dicho, me levanté yo. La noche acabó con una fantasía morbosa entre mi novia y yo, y recuerdo la imagen de ella al despertar todavía con las manos esposadas al cabezal superior de la cama, desnuda y los ojos vendados.
"¿has dormido bien esposada?" – le dije con sonrisas.
Ella se río, y me dijo que se iba a vengar.
"Entonces no te quito las esposas" – le reté.
Me vestí, y le dije que bajaba al colmado de la esquina, a comprar pan para almorzar. Debía de ser rápido, porque sólo tenía que cruzar la calle a la acera de enfrente, pero aquel día, a diferencia de los dos anteriores, había una cola de doce personas para pagar. Esperaba haberme encontrado con una tienda vacía, pero el resultado fue quedarme allí perdido al final del gentío y perder quince minutos en todo el rato.
Otros tres minutos perdidos en un semáforo que parecía no cambiarse nunca, y yo no había ido al lavabo desde la noche anterior. Pensar que eso era cuestión de dos minutos me había llevado un apretón de ganas de mear, y no pude esperar a subir al apartamento. Entré en el vestíbulo, ya que aquello era un aparthotel, y me fui a los lavabos, siguiendo el pasillo de la derecha. En la puerta cerrada me encontré un hombre alto, delgado, buena espalda y muy agradable, que era de mantenimiento, y muy amablemente me indicó que los lavabos estaban fuera de servicio.
"Vaya día" – suspiré.
Le pregunté si había lavabo cercano, y me dijo que sí, que en el sótano de abajo, junto su taller de mantenimiento.
Bajé, y él me guió. Sólo era un lavabo, de un metro por dos, con un grifo y una taza. Me puse a mear, y justo cuando salió mi primer chorro se acercó por detrás y me dijo:
“no te muevas. No quites las manos de donde las tienes. No te guardes la polla. Obedece y calla, ¿lo has entendido?”.
Tras un momento de sorpresa, le dije que sí, que haría lo que me mandara, pero que no me hiciera daño. Le dije que no llevaba dinero, que sólo había bajado a comprar la barra de pan.
“Calla te he dicho” – me susurró en un tono dominante y pervero – "y abre la boca".
Apenas un par de segundos después de hacerlo, una bola con una correa asomó con su mano por la derecha de mi cabeza, la puso delante de mis labios y empujo lo máximo hacia dentro de mi boca para después cerrar la hebilla con fuerza detrás de mi nuca. No podía sacármela nada.
"mmmmppphfff mmmmpffffo fffaffffooo" – supliqué sollozante.
En ese momento, ya amordazado, todavía estaban saliendo gotas de meado de mi polla, y aún salían las últimas cuando paso una cuerda por uno de mis brazos por encima de mi muñeca y lo arrastró a la espalda donde juntó las dos muñecas, y me ató las manos a la espalda. Mi polla quedó colgando fuera, pero como si quisiera sostenerse sola empezó a hacerse más grande lentamente. Trate de ignorar la situación, pero la erección se puso tan dura que ya era imposible de disimular.
El chico la vio, me miro con una sonrisa cómplice y siguió con más cuerdas, ahora una en los codos que me los apretó uno contra otro. Apretó, cerró el nudo, y me desnudó completamente de cintura hacia abajo desde la espalda. Fuera calcetines y zapatillas, y sin demora me unió las piernas para atarme las piernas juntas, estando yo de pie y todavía de espaldas a él. Cuando acabo de apretar todos los nudos de todas las cuerdas, de los tobillos, de las rodilas y de los muslos, asimilé que yo estaba muy caliente, con la polla dura, pero a la vez preocupado porque tal vez me preocupaba que me estaba gustando lo que me hacía.
Sin decirme nada, aquel hombre sacó unas tijeras, y cortó toda mi camiseta a trozos, para dejarme absolutamente desnudo.
Entonces se detuvo.
"¿tu habitación es la 20?" – me preguntó.
Supongo que lo sabía porque me habría visto alojarme, y no tuve más remedio que hacer que sí con la cabeza, acompañado de un suave ffffffiififififi.
"Te vi con tu novia" – me dijo – "es muy guapa" – me susurró al oído. No podía hacer nada, así que me quedé callado.
“¿Está en la habitación?”.
Lógicamente le hice los gestos de que no con la cabeza. En esa situación no iba a decirle que mi novia estaba atada y desnuda en la cama.
"Eres un mentiroso" – dijo con tono burlesco y riéndose – "He entrado en la habitación cuando te he visto salir. Pensaba que no había nadie. Y la he visto en la cama, atada con esposas. ¿Por qué me mientes?". Me quedé parado, sin saber que decir.
"Ahora, por mentiroso, te voy a castigar".
Supliqué otra vez, haciendo mmmpppfhhfhf y resistiéndome mientras él me arrastraba los seis metros que me separaban hasta su cuarto de mantenimiento, con mucha torpeza eso sí, pero no pude defenderme. Allí lo que vi fue un montón de cuerdas, muchas más, con las que poniéndome de pie junto la columna comenzó a atarme por todos sitios a una columna cuadrada de cantos redondeados que había dentro del cuarto de mantenimiento. Desde tobillos hasta la cabeza, me puso cuerdas sin parar, que me ataban todo recto a la columna.
"Esto te pasa por mentiroso".
"fffofoffofo faffammooofffff" – supliqué en vano.
Se sentó en una silla cutre que había ella, frente a mí, cogió mi polla y comenzó a tocarme lo polla sólo muy pocos segundos, lo justo para ponerla dura, y comenzó a hablar.
"Cuando he entrado en la habitación tu novia se ha llevado un buen susto" – dijo riéndose – "Me he disculpado, le he preguntado si tenía algún problema, y me ha dicho que no, que estaba bien y que esto era cosa tuya".
Yo empecé a gemir, pero cada vez que mi polla se ponía lo máximo de dura él paraba completamente.
"Había pensado en salir de la habitación" – continuó – "pero vi esa mordaza guapa, como la que llevas, encima de la mesita de noche, ella con los ojos vendados, sola, y claro, la he amordazado".
Al momento sin que me tocara mi polla se puso dura como una piedra. – "Veo que te gusta la escena".
Me rozó la polla en unas cuantas ocasiones, lo justo de invadirme aquella sensación de que quisiera que me siguiera tocando hasta correrme, pero él siempre que veía que me excitaba paraba.
"Amordazada ha intentado quitarse las esposas, pero claro, no podía. La llave la tenía yo".
Se calló un par de segundos.
"Así que he bajado aquí, y he cogido cuerdas. Primero le he atado los tobillos, pero como te he visto que no salías del colmado le he atado más y más y más. Tu novia estaba rendida".
Con mucha suavidad y a intervalos muy cortos, el hombre tocaba mi glande descubierto, apenas rozando, un mínimo tacto y muy corto, sin ninguna posibilidad de poder correrme, pero sintiendo cada vez más cruel la excitación mientras seguía hablando de mi novia.
"Tan bien atada de piernas, amordazada y con los ojos vendados, me he atrevido a quitarle las esposas" – me contó sin dejar de juguetear con mi polla. "Se ha resistido, pero tenía los brazos débiles y muchas ataduras, con lo que no me ha costado atar sus manos. Después codos, he asegurado los nudos, he atado una cuerda de tobillos a manos para hacerle un duro hogtied, y he mirado por la ventana. No venías".
Los primeros diez minutos habían sido duros, pero ahora camino de los treinta yo estaba excitadísimo.
"He atado otra cuerda a su cuerpo, y entonces te he visto en el semáforo".
Yo le escuchaba atentamente.
"Y aquí estamos, tú imposible de desatarte, y tu novia atada salvajemente en la habitación. Los dos sois míos. Y he mirado la reserva. Cinco días os quedan".
Aquel comentario sonó con mucha crueldad, y ya no comento nada más. Quería preguntarle por mi novia, hacia mmmpprrphfhfhpf mmmfpfpfff fppfpfhffhh, pero él no me hacia ni caso, y a los cuarenta minutos ya empecé a sufrir, aquello era una tortura terrible. Lo hacia sólo con un dedo, tocándome sólo el glande y por debajo el frenillo, nada más, muy suave, muy poco tiempo pero siempre en el punto más débil, y siempre paraba. A veces lo hacia con una lengua, sólo cinco segundos, sólo un toque, o con la boca, máximo cinco segundos, y yo estaba a reventar. Cuando alcanzamos la hora de aquella cruel tortura yo temblaba. Se había apoderado de mí un temblor de excitación que no podía parar ni controlar, y no me dejaba correrme.
“Mmmppphrr ooff ffammo oooofff ffaavvvooo” – suplicaba con desespero que quería correrme. Un hilo de baba salía por la comisura de mi labio.
La baba del bozal y la mordaza me regateaba por el cuello y el pecho mientras sus dedos violaban mi polla y la torturaban, poniéndose dura, creciendo pero él siempre hacia lo mismo y paraba.
La mordaza era una tortura. Molestaba, pero él no me hacia ni caso. Aún peor.
Fue poco más de la hora pasada que se puso de pie. Cogió cinta de precintar, colocó dos parques sobre mis ojos, y envolvió por encima con cinta de precintar, rodeando mi cabeza, y debió de ser que aprovechó la ocasión que hizo lo mismo por encima de la mordaza, cubriéndola toda, pómulos, barbilla, y apretado de tal forma que la mordaza no salía ni un milímetro de mi boca. Al terminar sus manos fueron directas a mis pezones apasionadamente y me decía al oído lo atado e indefenso que estaba, y cómo iba a hacerme sentir. Entonces comenzó a pellizcarme de los pezones, primero flojo pero poco a poco fue aumentando la intensidad. Yo me estaba excitando mucho, haciéndome gozar como nunca. No hace falta que presionara. Yo gemía alocado.
"ppfpfpfffififififi fifififppffipffi bbbbbbabaabafffaaffafa baabbbfaaffaafaffaafffafaaf" – suplicaba que parara con la polla a lo máximo, pero él acompañaba sus pellizcos a mis pezones, que los apretaba más y más. Comenzó a doler, pero ese dolor me mantenía la polla muy dura, tanto que él tuvo que apartarse para evitar contacto con ella, porque me habría corrido. Más que gemir, yo gritaba lo que me dejaba la mordaza mmmmpphhh mmmmmm fffff.
De repente paró completamente. Yo respiraba intenso como un búfalo fffff ffffff de excitación.
"Voy a descansar un rato de ti" – me dijo -"ahora voy a follarme a tu novia".
Sólo pude hacer mmpfpfffff brevemente.
"Me llevaré este vibrador, las vuelve locas, les hace tener un orgasmo tras otro, no pueden evitarlo, aunque ahora que pienso, no puedes verlo" – sonrió, y añadió -"y ya sabes que esta atada".
Aquel comentario volvió a ponerme la polla dura.
"Voy a divertirme, pero lo compartiré contigo".
Me contó que me dejaba un móvil a mi lado, abierto y altavoz bien fuerte, conectado con su teléfono.
"Quiero que lo oigas todo, cómo gime, cóm se corre, cómo disfruta" – y se fue.
Yo me quedé ahí, suplicando porque quería como un loco correrme, gimiendo mmmmooooo mmmooo fffoooo fffooo ffaffffooo ooooo ffavvvo. Fue en vano. Cerró la puerta del cuarto de mantenimiento con llave, quedando yo a oscuras. Le oí subir las escaleras, y alejarse, y mientras más se iba más dura me ponía la polla, toda sola. Por el móvil se le escuchaba andar. Voces de fondo. El ascensor. Puertas abrirse y cerrarse y viceversa. Una puerta de habitación. Y un gemido amordazada.
Imaginé la escena, mi novia atada y esta vez esclava de él, un desconocido, que se había mostrado sin piedad y cruel conmigo. La escuché con un mmmpfpfpfpfhfhfhfhf de resistirse, pero no pudo hacer nada. Escuché un sonido, sería del vibrador. Comenzó a gemir, resistiéndose mmppfhfhf pppfpmfmffhf fpfpfm pero al minuto aquel gemido desesperado comenzó a parecer de placer, más tranquilo, fffffmmmfmfpfpf mmmpppffhfh mmmmppffh, más cortos y pausados, cada vez más seguidos, y escuché claramente que tuvo el primero de sus orgasmos, mmmpfpfhfhfhfififif fmfmfffiifififi, aturdida por ser un desconocido y supongo tal vez que esperara que yo la desatara.
Oírla correrse me la puso durísima, y escuché que él repetía la escena conmigo.
"Tu novio no vendrá" – le susurró con el teléfono cerca para hacerme testigo. Le conté que me tenía atado, amordazado, sin ninguna posibilidad de escapar, encerrado en un cuarto con llave, desnudo, cachondo, y pensé en la excitante sensación que iba a sentir. Ella a veces había fantaseado con esta escena, que incluso habíamos bromeado, pero que se había convertido real.
Creo que a partir del primer orgasmo, y convencida de que en verdad yo estaba atado, comenzó ella a pasárselo muy bien. La escuchaba gemir de gusto, un orgasmo y otro y otro, y en ocasiones parecían por sus gemidos que los orgasmos eran continuados, sin descanso, o tal vez era la gran excitación que a ella le invadía. A ella y a mí, porque escuchándola me la ponía durísima.
Apenas hablaba el chico. Le invitaba a que se desatara, que lo intentara, y le preguntaba si podía, y escuchaba claramente como que hacia mfffffoofof fffffufefeodooooo y sabía que lo hacia para que yo lo escuchara todo.
Aquella tortura de orgasmo creo que debió de ser una hora, aunque me era imposible calcular con exactitud el tiempo. El chico paró, y le escuché hablar con ella.
" ¿Te ha gustado?" – le preguntó, y ella respondió ffffffiiiiiiii.
" ¿Te puedes desatar?" – le preguntó, y ella hizo fffffffoooo mmmpppoffff mmmfmfppfffofffff añadió con gusto.
"¿Te gusta estar atada?" – y ella respondió un corto pero muy sincero ffffiiii .
"Te quitaría la mordaza un momento para que comas y almuerzes, pero ¿gritarás?" – y ella hizo fffffoooooo ffffffeffeefef eeefmmmfafafafffa .
Unos treinta segundos después escuché la voz de mi novia.
"¿Quién eres?" – fue lo primero que pronunció.
"Un desconocido que te ha secuestrado y te ha convertido en su prisionera" – dijo.
Justo entonces preguntó por mí.
"¿De verdad esta atado?" – preguntó.
Le contó que sí, en el sótano, a una columna, amordazado, con los ojos vendados y un teléfono abierto a mi lado que lo escuchaba todo. Mi novia, para sorpresa mío, se río. Eso significaba que estaba cómoda y disfrutando.
"¿te gusta la idea de ser mi prisionera atada?" – y dijo que sí, a lo que el chico añadió – "pero te tendré los cinco días que te quedan atada y con los ojos vendados. No sabrás quién soy. No quiero que me veas. Y siempre tendrás cuerdas. 24 horas al día hasta el domingo. Y te torturaré con decenas y decenas de orgasmos cada día, disfrutarás con locura".
Mi novia preguntó cómo iba a comer.
"Te cuidaré, no te preocupes. Te daré de comer, y te ducharé. Eso sí, no te desataré". Entonces preguntó por mí.
"¿Y mi novio?" – dijo.
"También será mi prisionero. Igual que tú. Los dos atados".
Hubo un silencio, y le dijo de empezar. Algo le dio de almuerzo, la escuché ponerse a comer, decirme que ahora vendría al sótano a por mí, y colgó".
Mi opinión y lo que me parecía todo esto se definía en mi polla. Durísima como una piedra.
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