ATILANA
Al rato, a punto de correrse, se destaparon. ¡Ni frío ni leches! ¡¡Eran de Bilbao, la hostia!! Atilana enterró su lengua en el coño de Rita, Rita enterró la suya en el coño de Atilana..
Atilana, en 2007, era una cría de doce años con el cuerpo de una mujer, de una mujer de veinte años con tetas medianas y culo grande.
Medía un metro cincuenta y cinco de estatura.
Su cabello era claro y su piel suave.
Tenía algún kilo de más, pero eso la hacía más deseable, eso y ser menor de edad.
Era guapa sin ser un bellezón.
Atilana se masturbaba desde los 11 años.
Era una cría de sangre caliente.
Una noche que su padre estaba roncando en la habitación de al lado y no la dejaba dormir, se dijo a si misma:
-¿Le damos una alegría al cuerpo, Ati? -se respondió- Damos.
Recordó el día que cumplió 11 años, día en que perdiera la virginidad.
Aquel día su primo Luis, de 19 años, se la había metido por las dos puertas, por la de delante y por la puerta de atrás.
Comenzó tocándose las tetas, pensando como se las besara y como se las mamara.
Luego se acarició el clítoris.
pensando como su primo le comiera las tetas, el coño y el culo.
Metió dos dedos en el coño pensando como la follara y cuando ya estaba a punto, metió un dedo en la puerta de atrás.
Imaginando que el dedo era la polla de su primo.
Se folló coño y culo hasta que se corrió mordiendo la almohada para ahogar los gemidos.
Después de masturbarse le entró el hambre, y en pijama y bata de casa se levantó de cama, calzó unas zapatiilas y se fue a la cocina.
Allí pilló una lata de leche condensada, (ya estaba abierta) un generoso trozo de pan y volvió a la habitación.
Sentada en el borde de la cama, bajo la atenta mirada de Minina, una gata de angora de color banco, dio buena cuenta del extraño bocadillo.
Al acabar bebió a morro de la lata de leche condensada.
Una poca le cayó en una rodilla.
Le pasó un dedo y la chupo.
El chuparse el dedo le recordó algo, y le dijo a la gata:
-Así es como se chupa una polla, Minina.
La gata, maulló mirando como su dueña chupaba el dedo.
Atilana echó unas gotas de leche en el dedo y se lo acercó a la boca de la gata.
Minina se lo lamió Aquello le dio una idea de las guarrillas.
Se desabotonó la chaqueta del pijama hasta dejar las tetas al descubierto y se echó sobre la cama.
Derramó unas gotas de leche condensada sobre un pezón, leche que bajó hasta la areola.
La gata al ver la leche fue y le lamió el pezón y la areola hasta dejarla limpia.
Echó más y más, y después hizo lo mismo sobre la otra teta.
La gata, con su pequeña lengua, lamia, lamía y lamía, Atilana, sentía como su coño se mojaba, se mojaba y se mojaba.
Se quitó el pantalón del pijama.
Tenía las bragas para escurrir.
Echó varias veces leche condensada sobre el clítoris.
La gata, dándole al rabo, se lo lamió.
Atilana se magreaba las tetas mientras Minina la acercaba al orgasmo.
A punto de explotar, echó leche en cantidad sobre el clítoris erecto y fuera del capuchón para que le bajase hasta el coño abierto.
Cerró los ojos, La lengua de la gata era la de su prima Rita, a la que en sus fantasías, le dijo:
-No pares, cariño, no pares.
Atilana tapó la boca con una mano para que no se oyesen sus gemidos de placer.
La gata no dejó de lamer cuando se juntaron los jugos de la corrida con la leche condensada.
Al día siguiente, sentada a una mesa de la cocina delante de dos tazas de café, le dijo a su prima Rita, que estaba sentada en otra silla:
-Esta noche tuve un sueño húmedo.
-¡¿A tu edad ya tienes sueños húmedos?!
-Sí, y son buenísimos
-¿Cómo de buenísimos?
-Me corrí.
-¿Con quién soñaste?
Ahí la quería llevar.
-No te lo puedo decir.
-¿Fue un sueño incestuoso?
-Sí, y lésbico.
-Incestuoso.
Lésbico, y no me puedes decir con quien soñaste.
¡¿Soñaste conmigo?!
Rita esperaba que le dijera que no, pero no fue asi.
-Soñé.
-¿¡Estás intentando seducirme Atilana?!
Atilana le miró para las tetas a su prima Rita, que era una muchacha 22 años, casada, rubia, delgadita y muy guapa, pero con poco de todo, pocas tetas poco culo, poco cuerpo.
, y le dijo:
-¿Lo hacemos?
-¡Estás loca, niña!
-¿Te cuento cómo fue?
-¡No!
Ni puto caso, Atilana iba sin frenos.
-Nos comimos todo y acabábamos corriéndonos una en la boca de la otra.
¿Lo hacemos?
-¡Estás totalmente ida!
-Tu marido lleva un mes trabajando en Madrid.
Tienes ganas.
No lo niegues.
Deja que te las quite.
-No soy lesbiana como tú, niña.
-Me gusta la carne y el pescado.
-¡¿Ya no eres virgen?!
-En ninguna de las tres puertas.
-¿De qué puertas me estás hablando?
-Boca, coño y culo.
-¡Qué barbaridad! ¿Y quien.
?
-Un chico.
Luego, como me gustó, seguí con dos chicos más y después vinieron las chicas.
En confianza, se pasa mejor con una chica.
Rita se levantó de la mesa sin acabar el café.
-Me voy.
Ya oí bastantes barbaridades
-¿Tú y yo nunca.
?
Rita, yéndose, le respondió:
-¡Noooooo!
Una semana más tarde, en sábado, el padre de Atilana llegó a casa pasado de chacolí y su madre se puso a discutir con él.
Atilana encontró la excusa perfecta para ir a dormir a casa de sus tíos.
Allí sabía que sólo podía dormir en un sitio, en la cama de su prima Rita.
Era invierno, y en invierno vasco es muy jodido por más que la calefacción esté a tope.
Rita y Atilana, después de meterse en cama vestidas con camisones blancos, taparon la cabeza con las sábanas y las mantas.
Enseguida entraron en calor.
Atilana, cuando sacaron la cabeza de debajo de la ropa de la cama, le dijo a su prima, en bajito, casi susurrando:
-Me siento rara contigo a mi lado.
Seguirían hablando en bajito, casi susurrado, todo el tiempo.
-¿Qué te pasa?
-Tengo calor de más.
ahí debajo.
-Sé que has venido para ver si consigues algo, pero ni se te ocurra tocarme.
-Duerme tranquila.
No lo haré.
Rita, era una mujer tradicional, pero el morbo de estar en su cama con ua persona de su mismo sexo y además menor de edad, la excitara, y la excitara mucho.
-No voy a dormir hasta que vea que te has quedado tú dormida.
Atilana, le dio cera.
-Pues debías.
Soy realista.
Eres demasiado hermosa para mí.
-Ya, por eso estás en mi cama.
Atilana mintió como una tirana.
-Estoy aquí porque no quiero ver como mi padre y mi madre se pelean.
No la convenció, pero le dijo:
-Eso no es plato de buen gusto, no.
-Plato de buen gusto serías tú.
¡Uy!, perdona, se me escapó.
-Te traicionó el subconsciente.
Plato de buen gusto.
¡Tienes cada una!
-Podrías darme un beso a ver si me gusta.
Rita empezó a abrir la puerta, sin que se notase mucho que quería fiesta.
-¿Qué pensarías de mí?
-Qué quieres saber que se siente al besar a una mujer.
-Querrás decir.
besar una niña.
A Atilana le molestó lo de niña, más que nada porque lo era.
-Soy tan mujer cono tú.
Bésame y lo sabrás.
-Con un beso no se sabe nada.
-¿Tienes miedo de que te guste?
Rita, le respondió, sin mucho entusiasmo:
-No, bésame tú a mí.
Ya verás como ni me inmuto.
Atilana, se puso de lado, le dio un pico en los labios a su prima, después le metió la lengua en la boca.
Rita se dejó hacer sin devolverle el beso.
Al acabar de besarla, le preguntó :
-¿Qué te pareció?
Rita tenía el coño mojado de haber disfrutado de unos labios tan frescos y quería que Atilana la volviera a besar, pero eso descubriría que era tan calentorra como su prima.
Tenía toda la noche para follar con ella y hacer que pareciese un accidente, así que le dijo:
-No me excitó.
Fue como si me besara mi madre en la mejilla.
-A mí se me mojó el coño.
-Es que tú eres muy joven, Atilana.
-Muy joven y muy caliente.
¿Y si quitamos los camisones y nos abrazamos?
-Hace mucho frío.
No le había dicho que no.
Se creció.
-Sin destaparnos.
Los quitamos debajo de las sábanas.
-¿Para que quieres que hagamos eso?
-Para sentir tu cuerpo junto al mió.
La palabras de Rita ya no engañaron a Atilana, cuando le dijo:
-Vale, pero nada más que abrazarnos.
Se taparon las cabezas con la ropa y se quitaron los camisones.
Allí ya no olía a colonia como al principio, oliá a coño.
A las dos las excitó pero no hablaron de ello.
Se abrazaron.
Era el primer contacto corporal para Rita con otro cuerpo de mujer desnudo.
Se le erizó la piel.
Atilana buscó los labios de su prima con los suyos y los encontró cerrados, Rita, sintiendo los labio de su prima sobre los suyos, se apartó, y le dijo.
-No.
Atilana le pasó la lengua entre lo labios.
-No, Atilana, no.
Se la volvió a pasar.
-Pesada.
Rita entreabrió los labios, la punta de su lengua asomó timidamente y se encontró con la lengua de Atilana.
Rita, le dijo:
-Eres una perra.
-Tú me pones perra.
Déjate llevar.
-¿Adónde?
-¿Al cielo?
Le metió la lengua en la boca y Rita se la chupó.
Atilana, le dijo:
-Dime que te gusto.
-Calla.
Rita, le metió la lengua en la boca, Atilana se la chupó y comenzaron a darse un largo beso.
Rita, al terminar el beso, le dijo a Atilana:
-Dime que ne quieres.
-Follar, lo que te quiero es follar.
Tiempo después, y cuando se estaban devorando, Atilana le metió una mano a su prima dentro de las bragas.
Se encontró con su coño chorreando.
Rita, se la quitó.
-Para, para.
Ya llegamos demasiado lejos.
Atilana, decepcionada, le dijo:
-No seas payasa.
Estás deseando correrte.
-No lo niego, pero yo no soy como tú.
Tuve un pequeño calentón, eso fue todo.
-Como quieras.
Atilana, se levantó de la cama.
-¿Adonde vas?
-A hacerme un dedo en el baño.
-Hace mucho frio.
Hazlo aquí.
A mí no me importa.
Atilana volvió a la cama.
-¿Tú no te vas a masturbar?
-No soy tan cochina como tú.
-Entonces deja que te coma las tetas.
-Tocarlas, sólo te dejo que me las toques.
Atilana, metió dos dedos en el coño empapado.
Le magreó una teta, después la otra, le lamió un pezón.
-Para.
-Sólo un poquito.
-Eres una cabrona, niña.
Volvió a lamerlo.
Se lo chupó.
Rita, con el coño abriéndose y cerrándose, le dijo:
-Me está empezando a gustar, a gustar muchísimo.
-¿Cómo para correrte, prima?
-Como para correrme y para más.
Atilana le comió esa teta y después la otra.
Rita, acabo de quitarse la careta y con ella las bragas.
Metió un dedo en el coño y comenzó a masturbarse.
Atilana le puso una teta en la boca, se la mamó, le mamó la otra, después se besaron apasionadamente.
Al rato, a punto de correrse, se destaparon.
¡Ni frío ni leches.
! ¡¡Eran de Bilbao, la hostia!! Atilana enterró su lengua en el coño de Rita, Rita enterró la suya en el coño de Atilana.
Sacudiéndose, temblando, y ahogando los gemidos una en el coño de la otra, tragaron los jugos de las deliciosas corridas de aquel maravilloso 69.
Al acabar, se besaron, se abrazaron, se taparon y quedaron dormidas.
Una semana después, (era viernes) cuando ya anochecía, Atilana estaba columpiándose en un columpio de un parque.
Ya las farolas se habían encendido.
Vio, de pie, al lado de un ferrari F355 rojo con los cristales tintados a un desconocido, alto, de pelo cano y de buen ver.
Tendría unos treinta años.
Vestía un traje gris de Armani, y calzaba unos zapatos marrones.
Al salir del parque y llegar a su altura, el hombre le enseñó un papel, como aquel que está preguntando una direccion, y en voz baja le preguntó:
-¿Quieres ganar cinco mil pesetas, bonita?
El porte y el perfume de Agua Brava que llevaba el extraño, junto a la voz de Rod Stewart, que le llegaba desde el Ferrari, la cautivaron.
Hizo que no lo oyera bien, y también en voz baja, le preguntó ella:
-¿Qué me da qué?
-Cinco mil pesetas si me enseñas las tetas.
Otra vez en voz baja, mientras una pareja de novios pasaban por su lado, le respondió:
-No soy una puta.
-Si quisiera una puta iría a un puti club.
-Tengo novio.
-No soy celoso.
-Muy gracioso.
-Gracias las qur tú tienes.
A Atilana de anduvo el culo para dentro y para fuera.
Sabía que enseñarle las tetas al desconocido iba a ser el comienzo un polvo de película.
-A unos seiscientos metros de aquí, cogiendo en la primera calle a la izquierda.
hay otro parque.
Espéreme allí.
El desconocido se metió en el ferrari, llegó a la entrada del parque y esperó por Atilana.
Al llegar la joven, el desconocido bajó la ventanilla del auto.
Se oía la canción de Rod Stewart: The first cut is the deepest.
(El primer corte es el más profundo) Le dio los cinco billetes de mil pesetas, y le dijo:
-Enseña.
Atilana, guardó los billetes en el bolso, y mirando para los lados y para atrás, Abrió la chaqueta, se levantó el jersey, desabotonó la blusa y levantó las copas del sostén.
El desconocido vio unas tetas grandes y redondas, con hermosa areolas y deliciosos pezones.
Sacó la verga, una polla gorda, descapullada y empalmada y comenzó a menearla.
Atilana, al ver como el desconocido movía el brazo, asomó la cabeza por la ventanilla y vio la verga.
-¡Qué grande y que gordita!
Al desconocido, aquellas tetas perfectas le dieron que desconfiar.
-¿Cuántos años tienes?
A Atilana se le llenó la boca al decir:
-Dieciocho, casi diecinueve
-Cinco mil pesetas más si me enseñas el coño.
-Venga esas cinco mil pesetas
El desconocido le dio el dinero, Atilana, lo guardó.
Bajó las bragas, levantó la falda y le enseñó su coño, un coño con poco pelo.
-¿Seguro que tienes dieciocho años?
-Casi diecinueve.
-Cinco mil más si me haces una mamada.
Atilana, bajó las copas del sostén, subio las bragas y se metió en el ferrari, que tenía la calefacción a tope.
-¿Cómo te llamas, bonita?
-Atilana, ¿y usted?
-Llámame José, y tutéame.
José le dio las cinco mil pesetas.
Atilana, los guardó con el otro dinero en el bolso, y le dijo:
-Tira recto que a unos tres kilómetros de aquí hay un bosque.
Al llegar al bosque, José, se metió por un camino de tierra.
Se detuvo entre dos robles.
La verga la seguía teniendo fuera y empalmada.
Atilana, la cogió, la metió en la boca, y le hizo una mamada.
Meneándosela, lamió su meato, mamó el glande.
Le chupó las pelotas y lamió la verga hasta la corona.
La metió toda en la boca.
Volvió a mamar.
Le hizo una mamada 10.
José, caliente como un perro, le dijo:
-Cinco mil pesetas más si me dejas comerte las tetas.
-Vale.
-Cógelos en la guantera.
-Después.
Atilana se quitó la blusa y el sostén, José, se quitó la chaqueta y la camisa, después reclinó los asientos.
Le agarró las tetas con las dos manos, se las magreó y se las mamó dulcemente durante más de un cuarto de hora.
En el coño de Atilana ya podían nadar patos, cuando le dijo José:
-Cinco mil más si me das el coño a comer.
-¡¿Quieres que me corra en tu boca?!
-Quiero.
-Eso va a llevar a que me quieras follar.
-Va.
-¿Qué ves en mí que te guste tanto?
-Tu boca, tus tetas, tu culo.
Coger ese culazo y apretarlo contra mi mientras te meto la polla hasta el fondo debe ser una maravilla.
Atilana ya estaba entregada.
-Antes del coño cómeme la boca.
José, besó los sensuales labios de Atilana, chupó su traviesa lengua y le magreó las tetas.
Su cipote, echando aguadilla, se puso de un revoltoso que si tuviera orejas tocaría las palmas con ella.
Atilana, se quitó la falda y las bragas, José los zapatos, el pantalón y los calzoncillos.
Atilana, le dijo:
-Ponte cómodo.
José se echó hacia atrás.
Atilana subió encima de él y le puso el coño en los labios.
José se lo besó y después lo metió todo en la boca.
Con su lengua lo lamió y lo limpió de jugos, momentaneamente, ya que el coño no paraba de echar jugos.
La sensación de poder que tenía Atilana sobre José era tan morbosa y placentera que se vino arriba.
Le agarró el cabello, y moviendo la pelvis de atrás hacia delante, le dijo:
-¡¡Come!! ¡Come que no tardas en beber!
Dicho y hecho, al ratitó, Atilana, comenzó a temblar con el inmenso placer que estaba sintiendo al correrse y le dio de beber las aguas cremosas que José desde un principio venía buscando.
Al acabar de correrse y quitarse de encima de José, el coño le pidió verga, y aquel trozo de carne, soltando aguadilla se le antojaba perfecto.
José, le preguntó:
-¿Cuánto quieres por echar un polvo?
Tenía que seguir representando su papel de adulta.
-¿Y si quedo.
?
-No vas a quedar preñada, hay modos se follar sin necesidad de meter.
¿Cuánto?
¿Sin meter? ¿Cómo sería eso?
-Ya hablaremos de eso al acabar.
¿Cómo se folla sin meter?
-Vuelve a subir encima de mí.
Atilana hizo lo que le dijo.
-Aplasta mi polla con tu coño por la base, junto a los huevos.
Atilana, con su coño empapado, aplastó la polla.
-Ahora, que tus labios vaginales besan mi polla, desliza el coño desde la base al glande y del glande a la base.
El coño de Atilana se fue deslizando de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, lentamente, a la velocidad de un caracol, y como un caracol fue dejando más y más baba sobre la polla.
Pasado un tiempo, Atilana, ardía como una antorcha, besó a José, y le dijo:
-Me gusta mucho.
¿Quieres que la meta por la puerta de atrás?
-Mete.
-Engrásamelo.
Atilana le llevó el ojete a la boca.
José le lamió el periné y le magreó las tetas.
Jugó con su legua en la entrada del ojete y después se lo folló con ella.
La punta de la lengua entraba y salía por la puerta de atrás arrancado dulces gemidos de Atilana.
Minutos más tarde, le cogió la verga y a puso en la entrada de la puerta.
Empujó y entró la cabeza.
Atilana, exclamó:
-¡Dioooooooos! Es como si me hubiera metido el cañón de un tanque en el culo.
Mientras José le acariciaba las tetas, la metió muy despacito.
Cuando iba por la mitad.
José, vio que el clítoris de la Atilana estaba erecto.
Mojó el dedo pulgar con saliva y se lo acarició.
Atilana acabó de meter la verga en el culo.
José se movió debajo de ella.
Le folló el culo y le acarició el clítoris, Atilana, poco después, le dijo:
-¡¡Me corro otra vez!!
Atilana se corrió con tanta fuerza que parecía estar poseída por el diablo.
Temblaba como una enferma.
Los ojos los tenía en blanco y sus gemidos eran como los rugidos de una fiera.
Al acabar de correrse se derrumbó encima de José, que la besó y la dejó descansar un par de minutos, después le quitó la verga del culo, y le dijo:
-Deja que te mame las tetas.
Se las dio a chupar.
La lengua de José lamía los erectos pezones, cuando le dijo Atilana:
-¿Me quieres follar el coño?
-Quiero.
Atilana siguió representando su papel.
-Promete que no te vas a correr dentro.
-No soy tan hijo puta como para hacer eso.
Atilana, cogió la polla, la frotó contra su coño.
La puso en la entrada, y despacito, metió el glande.
José se quedó quieto y la dejo hacer.
Atilana, metía y sacaba el glande.
La corona se frotaba con su meato.
Le comenzó el cosquilleo.
Con voz temblorosa.
le dijo a José
-Me voy a correr otra vez.
-Eres de orgasmo fácil.
-Hasta hoy no lo era.
-Me da a mí que tu novio te tiene mal aprovechada.
-No tengo novio.
-Mírame a los ojos cando te corras.
Atilana, movió el culo alrededor, más, más, y más y más aprisa.
y llegó la explosión.
-¡Me corro!
Atilana, no pudo mirarle a los ojos a José, ya que sus luceros se cerraron y lo único que vio, o mejor dicho que sintió, fue el fuego abrasador del placer dentro de sus entrañas.
Al acabar de correrse, José, empujó y lentamente se la metió hasta la altura de su punto G.
Besándola le apretó el culo contra el y la folló sobre el punto G con un rápido «tin tin tin tin tin tin tin tin tin tin.
,» hasta que se volvió a correr como una bendita.
Después se la clavó hasta el fondo.
Le dio la vuelta y la folló despacito, rápido, despacito, rápido.
hasta que notó que ni él ni Atilana aguantaban más.
En ese momento le volvió a dar la vuelta.
Le quitó la polla del coño, la frotó contra el ojete, y después le metió la puntita y se corrió dentro de su culo.
Atilana no se quería quedar con las ganas.
La metió hasta el fondo, y le folló la polla con el coño.
Cuando se iba a correr, sacó la polla del culo, le puso el coño en la boca a José y a los pocos segundo se corrió.
José sintió como restos de su propia leche le bajaba por el cuello y como el jugo de Atilana le llenaba la boca.
Atilana tuvo un orgasmo brutal.
¿Recordáis que os dije que Atilana era de sangre caliente? Pues no lo era, lo que era es un volcán, que al acabar de correrse volvió a meter la polla en su coño, y cuando José se volvió a correr ya ella se corriera más de diez veces.
Quique.
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