Ayudando a mi hermanita con los albañiles
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Ayudando a mi hermanita con unos albañiles
Hola amigos de esta interesante comunidad, estos que les voy a relatar ocurrió hace ya algunos años, cuando yo tenía 15 años y mi hermanita Lupita 14, yo soy bisexual y mi hermana lo sabía desde hacía tiempo, ella y yo hemos sido muy calientes yo prácticamente desde niño, desde que estaba en la primaria ya me iba con los chicos, y algunos no tan chicos, para que me cogieran y algunas veces yo también me los cogía.
Y de mi hermanita pues que decirles, yo la ví coger cuando ella tenía 12 años y ya tenía sus pelitos en la vagina, no muy abundantes, algo ralos, pero ya tenía y su cuerpo era muy mórbido, muy insinuante, proyectaba erotismo de hembra hecha para el dar y recibir placer.
Cerca de la casa donde vivíamos en ese entonces estaba en construcción un nuevo fraccionamiento donde trabajaban bastantes albañiles, tenían una construcción de madera y láminas de cartón donde guardaban los materiales y la herramienta. Por las noches todo el lugar estaba en oscuridad y se notaba solo alguna débil luz de la tal bodega.
Mi mamá y mi padrastro salían cada viernes de viaje y regresaban hasta el domingo por la noche, eso era cada semana así que teníamos mucho tiempo solos, para nosotros, para nuestras correrías (que ya habían sido bastantes y muy calientes).
Así las cosas, un día de verano mi hermana me sorprendió con una propuesta.
-Oye Manuel, ¿no te gustaría que un día fuéramos a visitar a los albañiles?…
-¿A visitarlos, y para qué?.
-¿Pues para qué a de ser?, ¡para cogérmelos!.
-¡No mames!, ni siquiera los conocemos, porqué mejor no vamos a buscar a algunos de nuestros amigos y, pues con ellos.
-No, tengo la fantasía de algo más divertido.
-Y haz pensado en algo, o sea, cómo llegar con ellos, si no los conocemos.
-Bueno, nos hacemos los aparecidos y a ver qué pasa…
-Pues, quien sabe, pero en fin, son tus nalgas y a mi solo me tocaría estar contigo para que no te vayan hacer algún daño.
-Ya está, entonces lo hacemos el viernes cuando se haya ido mamá con Pancho a su viaje, ya sabes, regresa hasta el domingo en la noche.
-Está bien, mientras vemos cómo vamos a llegar, con qué pretexto.
-Sale.
Era miércoles y teníamos poco más de dos días para pensar en cada detalle de cómo llegar con los albañiles. (Ha puta fantasía de mi hermanita).
Llegó por fin el viernes y, debo confesarlo, tenía aún mis dudas de cómo poder llegar a la bodega de los albañiles, pero mi hermanita decía que ya todo lo había pensado y estaba segura que iba a salir bien.
Luego que fuimos a dejar a mamá al autobús con nuestro padrastro y se hubieron ido, nos regresamos a la casa, allí ella se metió a bañar y al salir se puso una ropa bastante coqueta, una pantaletita azul, con una flor blanca a un lado del frente, pantimedias transparentes tipo krystal, una faldita beige, sostén azul y una blusa blanca, maquillada como solo ella lo sabe hacer.
Cuando estuvo lista tomó un costal y me dijo;
-Bueno, pues ya estoy lista, vamos a nuestra aventura.
-Pero, ¿y el costal…?.
-Cómo eres pendejo, es el paro, vamos con el pretexto de que nos regalen poquita arena para el gato.
-Ah vaya, no se me había ocurrido.
Nos encaminamos, con cuidado de no ser vistos por los vecinos, a la obra en construcción, a unos 500 metros de la casa.
Cuando llegamos a la bodega, se escuchaban algunas voces y me volví con mi hermanita y le dije;
-Pero si son muchos mejor nos regresamos.
-Si está bien, no seas miedoso, al fin y al cabo a quien se van a coger es a mí, no a ti, aunque a lo mejor esos quisieras, jijiji. No te creas, que mala hermana soy.
Total, me acerqué a la puerta y llamé.
-¿Quien es?, contestó una voz fuerte desde dentro.
-Señor, quisiera que me vendiera un poco de arena para nuestro gato.
Salió un tipo de unos 40 años, con panza cervecera.
-No vendemos arena, el patrón nos regaña.
Intercedió Lupita;
-Solo poquita, menos de un bote, si, ándele, no sea malito.
El tipo vio a mi hermanita y dijo:
-Bueno, vengan.
Llegamos a donde estaba un montón de arena y mi hermanita sacó el costal y eché algo de arena y mi hermanita le preguntó;
-¿Cuánto va a ser?
-No eso ni el pecado. Llévensela, no es nada.
-Ay, muchas gracias don, se lo agradecemos.
Y agregó;
-Oiga, y ¿Qué hacen adentro, yo nunca he visto una bodega de albañiles por dentro, me dejaría verla.
El señor se sorprendió algo pero enseguida respondió;
-Claro, pueden pasar.
Entramos al lugar, allí estaban otros tres tipos más o menos de la misma edad, de entre 40 y 45 años, pero esos no eran panzones sino delgados, más bien flacos. Al vernos entrar se nos quedaron viendo, como si nos examinara.
Dijo el panzón;
-Miren, esos jóvenes querían que les vendiera arena, pero se las regalé, es para su gato. También la señorita dijo que tenía ganas de conocer la bodega por dentro y pues la pasé.
-Está bien. Bienvenidos, esta es su casa, vean lo que quieran.
Mi hermana se fue a un rincón y se agachó para ver unas herramientas. Al agacharse se le vio su pantimedia que mostraban su pantaletita y sus morenas piernas.
Yo hice como si no había visto y me puse a fisgonear otros utensilios, mientras los albañiles no perdían detalle del cuerpo de mi hermanita.
Luego mi hermanita dijo;
-No se molestan si me subo hasta allá, donde están esos botes, ¿para ver?.
Uno de los albañiles se ofreció;
-Yo te ayudo, para que no te vayas a caer.
-Si, gracias.
Cuando estuvo arriba, tuvo buen cuidado de mostrar desde los tobillos hasta sus preciosas nalguitas.
Luego de unos minutos de estarse mostrando a los cuatro albañiles se dispuso a bajar y cuando lo hacía dijo, cargada de evidente doble sentido;
-Cójanme porque creo que me voy a caer.
Como si los hubiese impulsado un resorte los cuatro fueron rápido para “cogerla”. Se apresuraron a sujetarla de las piernas, pero más que sujetarla la estaban cachondeando.
Cuando por fin la bajaron dijo;
-Qué caballerosos y musculosos están.
Al tiempo que les tomaba los bíceps para hacerlos sentir que eran sus héroes.
Para esas alturas ellos ya estaban súper calientes y ella se acercó a uno de ellos y le plantó un beso en una mejilla, entonces el tipo le tomó por la cintura y le plantó un beso en la boca, ella correspondió con la calentura que ya se le notaba.
Mi hermana bajó la mano y le tocó sobre el pantalón la verga.
-Um, la tiene bien dura.
Los otros tipos se unieron al agasajo que le estaba dando el tipo y uno de ellos como que reaccionó:
Oye, ¿pero tu hermano?, nos está viendo y pues no se…
-No hay problema con él, él aguanta, ya sabe a lo que veníamos, lo de la arena era solo un pretexto para llegar.
-¿Entonces no hay pedo con él?.
-No ninguno, solo déjenlo aquí, no lo vayan a sacar.
Ya no respondieron, se dedicaron a acariciarle todo el cuerpo, luego ella les pidió que se desnudaran junto con ella. Así lo hicieron y en unos cuantos instantes los cinco estaban desnudos.
Ella se arrodilló y comenzó a mamarle la verga al que tenía más cerca, luego poco a poco los fue turnando y a cada uno les dio una hermosa mamada en esas vergas brillantes, duras, carnosas y bien dotadas.
Uno de ellos comenzó a mamarle la panochita, ella gemía de placer mientras mamaba la verga a otro y masturbaba a los otros dos.
Así se fueron turnando hasta que el panzón se acercó a ella, la acostó sobre unas tarimas y se agachó para acomodarle le verga en su rajadita, poco a poco se la comenzó a meter, mientras ella comenzaba a gemir, lentamente, esos gemidos que sabía yo pronto se convertirían en alaridos.
-¡Así, así, que rica verga me están metiendo, por fin, mi fantasía de tener cuatro cabrones lechudos para mi solita!.
-¡Aah, haa, aah, déme más duro, más duro por favor, quiero sentirla toda adentro, écheme su leche, écheme sus mecos, por favor vacíese dentro de mi, lo quiero, lo necesito!.
-¡Si mamacita, si pequeña putita, te voy a echar los mecos, todos, todos, en tu linda pepita, quien te viera, tan chiquita, bonita y tan putita, hermosa perra tragadora de vergas!.
El panzón no tardó en acabar y lo hizo como mi hermanita lo quería; dentro de ella. Le arrojó mucho semen pues cuando sacó su verga estaba brillosa y con restos de semen, aún estaba dura.
Luego siguió otro, éste la hacía prácticamente bramar, la levantaba con sus musculosos brazos y luego la dejaba caer sobre su verga para que le entrara toda y tampoco faltaron sus gritos;
-Morrilla eres toda una puta y vaya que si sabes coger, se nota que tienes experiencia y de aquí vas a salir con más.
-¡Si, soy una puta, y me encanta la verga, vergas como estas que hoy me estoy comiendo, ay, que rico, que ricoooooooooooooooo¡.
Luego entrecerró los ojos y tuvo su primer orgasmo. También su ponedor en turno acabó e igual que el anterior se vació dentro de la vagina. Fue excitante verlos a los dos contraerse con movimientos espasmódicos y gritarse
-Así, así, ahí te van, esto es coger, pinche morra, estás con madres, quien te viera, me cae, eres toda una puta.
Sin importarle que estuviera la panocha de mi hermanita llena de semen de sus antecesores, se acomodó el tercero y fue algo parecido a los otros dos, gritos jadeos y finalmente la explosión de su semen dentro de la vagina de mi hermana.
Quedaba ya solo el último, se acercó y mi hermana se acomodó un poco y le dijo;
-Si no quieres menear el atole, vente papacito o lo dejo a tu elección, por la boca o por el culo.
El tipo eligió el culo y fue espectacular como se la montó, pero ocurrió algo que me puso de a mil. Lupita me llamó;
-Hermanito, ven, ayúdame.
Me acerqué y me pidió;
-Mámasela y luego me la acomodas en el culo, ¿si?.
Así lo hice, se la mamé al tipo, una verga enorme y cabezona, estuve un rato así hasta que por fin ella me dijo:
-Ya, no seas goloso, si la de la fantasía soy yo, ahora acomódamelo en el culo.
Le abrí las nalgas y al verle su culito prietito, ese hermoso asterisco, no resistió la tentación de darle una chupada, con el pretexto de dejárselo lubricado. Luego tomé la verga del albañil y se la acomodé en la entrada del ano.
El tipo sí la trató al principio con delicadeza, se la metió poco a poco hasta que por fin entró toda, hasta los huevos.
La verga no entraba y salía, el tipo no la dejaba salir, sus huevos pegaban en las nalguditas de Lupita y ella gritaba como poseída.
-Así, así, más, más, más, quiero el culo bien abierto y lleno de mecos, que ricas cogidas me han dado, arrgghhh. ¿Hermanito, te gusta ver a tu hermanita así, ensartada por el culo?, se siente rico, así debes tu sentir cuando te cogen.
Finalmente el tipo terminó dentro de su culito.
Pero ahí no terminó todo, ya los otros tres estaban repuestos y volvieron al ataque, pero mi hermana puso una condición; que también me cogieran a mi, así también me tocó ayudarla en eso.
Finalmente yo tan caliente que estaba me ofrecí a limpiarle sus agujeritos; le chupé su panochita y aparte de los meco que le habían echado, logré arrancarle otro orgasmo.
Finalmente, luego de haber disfrutado mi hermanita y yo de buenas cogidas, nos regresamos a la casa, con la promesa hecha a los albañiles de visitarlos la semana próxima.
En la casa, en la soledad de la casa, mi hermanita me dijo que se iba a bañar porque andaba “muy mequeada” de la panocha y del culo, pero yo le pedí que no lo hiciera todavía, que me dejara volver a limpiarla.
Me permitió acostarla en la cama y allí, abierta de piernas le chupé su vagina, le saqué aún más semen y luego me la cogí, fue riquísimo cuando me pedía más y más. Por fin terminamos los dos casi al mismo tiempo.
No hubo baño, nos quedamos dormidos y en la mañana volvimos a tener sexo, comentando la gran cogida con los albañiles.
Tuvo más encuentros sexuales, con amigos míos, con mi padrastro y en fin. Se casó muy joven, de hecho no la querían casar porque era muy chica, pero ya andaba embarazada. Quedó viuda muy pronto, al marido lo atropellaron y ella quedó libre, libre como el viento, para dar y recibir placer, mucho placer, con su hermano de cómplice y, en algunas veces, también de su atacador.
Hasta la próxima.
Que edades tienen ahora?