Ayudando a mi hijo Última parte
El final de una madre que ayuda a su hijo con un problema, espero les guste..
En los siguientes días, cada vez que hacía los ejercicios con mi hijo, a su hermana no había quien la echara de allí, y siempre tenía que acabar dejándola hacérselo un ratito, a veces incluso hasta que se corría su hermano, con gran alborozo por parte de ella, como si consiguiera un premio. No sé si esto se me estaba yendo de las manos, pero mi hijo había conseguido que yo también le enseñara el coño mientras se lo hacía, al igual que su hermana, y mi excitación cada vez aumentaba más viendo el tamaño que iba teniendo el pene de mi hijo con los ejercicios y el morbo que sentía por estar con su hermana en esa situación, las dos pendientes de su buena polla ya, que cada vez se parecía más a la de su padre, mientras mi hija iba haciéndome preguntas y comentarios cada vez más indiscretos:
– Una amiga me dijo que había visto a su mamá como se la chupaba a su padre.
– ¿Eso se puede hacer?.
– Sí, hija, entre los papás se hacen esas cosas.
– ¿Entonces tú también se la chupas a papá?.
– Que preguntas haces. Eso a ti no te importa.
– Jajaja, te has puesto toda roja, seguro que sí lo haces ¿a qué sabe?.
– No sé, no te lo puedo explicar. Eso ya lo verás tú cuando seas mayor.
– Pero quiero saberlo ahora, ¿puedo chupar la de mi hermano?
Yo me quedé sin saber que contestar, la verdad, interviniendo mi hijo:
– Sí, déjala, mamá.
Yo cada vez más confundida, acabe aceptando:
– Bueno, un poco sólo ¿eh? Mi hija acercó la boca al pene todo empalmado de su hermano y dudando un poco, pasó la lengua primero por su glande, relamiéndose:
– Está rica.
Y acto seguido, acabo metiéndosela completamente en la boca, diciéndole su hermano:
– Tienes que hacer con la boca lo mismo que con la mano.
Poniéndose seguidamente a hacerlo según la indicaba, sujetando mi hijo su cabeza acompañándola en el ritmo y lanzando un fuerte gemido al correrse en la boca de su hermana.
– Mama, ¿qué hago? Me echó la leche en la boca.
– Escúpela, anda.
– Sabe rica, pero se me queda pegada en la lengua.
– Lávate la boca con agua. Dios mío, no sé que estoy haciendo con mis hijos. Espero que vuestro padre no se entere de todo esto, porque me mata.
Ya había pasado casi el mes y medio en el que teníamos que volver a la pediatra y el aspecto del pene de mi hijo no podía ser mejor.
Me decía que ya casi no le molestaba, sólo cuando se le ponía muy dura, pero todo esto había tenido unas consecuencias que no sabía ya como parar, porque más de una vez había sorprendido a mi hija en la cama de su hermano, masturbándole y chupándosela y tenía que echarla de allí antes de que hiciera cosas peores.
Por fin llegó la visita a la Pediatra, y en la revisión me dijo que la tenía estupenda ya y que había mejorado mucho, descubriéndosele prácticamente todo el glande, simplemente con la erección.
– Tu niño ha mejorado mucho en tan poco tiempo. Debes haberle hecho los ejercicios muchas veces por lo que veo, y eso que decías que te iba a dar apuro hacérselos.
– Bueno, me da vergüenza confesártelo, pero su hermana ha ayudado también lo suyo.
– ¡No me digas! Jajaja, eso está muy bien. Todos tienen que colaborar.
– Sí, pero es que su hermana va a hacer 12 años ahora y no me parece que esté nada bien que le haga estas cosas a su hermano.
– No te preocupes tanto, yo aquí he visto de todo y no es la primera que lo hace. Incluso me han traído niñas de esa edad que ya no son ni vírgenes.
– ¡Qué barbaridad! Espero que eso no pase con la mía.
– Pues tú hijo está muy bien, pero ahora viene la segunda fase, que es comprobar si haciendo la penetración le sigue molestando.
– ¡Vaya!, lo que faltaba ahora ya. Pero eso ya no tendrá que hacerlo conmigo ¿no?.
– No, eso ya no te puedo pedir que lo hagas, aunque sé que alguna mamá hizo eso también, pero normalmente empiezan a tener sus primeras relaciones con chicas y es cuando lo notan si están realmente curados. Mientras tanto tendrás que seguir con los ejercicios hasta que pueda tener esa experiencia.
De vuelta a casa, no paraba de darle vueltas a la cabeza con lo que me había dicho la Pediatra. O sea, que mi hijo tendría que tener una vida sexual activa para que no volviera atrás en lo que habíamos avanzado, y yo no sabía cuándo iba a poder empezar a tenerla, ya que era muy joven todavía.
A veces, mientras hacíamos los ejercicios, mi hijo me decía:
– Mamá, las chicas de mi colegio no quieren tener sexo conmigo, para ver si me molesta haciéndolo.
– Pues que quieres que te diga. Tendrás que esperar a que alguna quiera o echarte una novia, yo que sé.
– Pero es que yo quiero saber si estoy ya curado del todo. ¿Por qué no puedo hacerlo contigo?.
– ¿Estás loco? ¿Cómo vas a hacer eso conmigo, si soy tu madre?.
– Pues igual que esto, que decías que tampoco podías hacérmelo.
– Sí, tienes razón, pero es que eso es muy fuerte. Sólo lo hago con tu padre. ¿Quién te crees que soy yo?
A mi hijo no parecían convencerle mucho mis palabras y él seguía insistiendo cada día, hasta que en una de las ocasiones que se lo estaba haciendo en su cama, al vérsela tan dura y tan desarrollada ya, no me aguantaba de la excitación que tenía y en un momento de debilidad le dije:
– Bueno, mira, vamos a probar un poco, a ver qué tal ¿eh?.
– ¿Me vas a dejar metértela?.
– Sí, pero un poco sólo, hasta que veas si te molesta.
– Vale.
Me tumbé en la cama a su lado y le dije que se pusiera encima de mí y guiándole su polla con mi mano, la puse en la entrada de mi coño y le mandé que empujara para meterla.
Yo estaba tan mojada, que al primer empujón de mi hijo, su pene entró dentro de mi vagina completamente diciéndome él:
– Qué gusto da, mamá. Está muy mojado y caliente.
– Sí hijo, ahora muévete dentro de mí, a ver si te molesta.
– Mi hijo comenzó una auténtica follada conmigo y yo empezaba a morirme de gusto, por lo que le dejé que siguiera metiéndomela una y otra vez, dándome cada vez más fuerte hasta que acabó corriéndose dentro de mí, prácticamente a la vez que a mí me llegaba el orgasmo y nuestros gritos de placer se juntaron en uno sólo, tanto que los oyó mi hija y allí se presentó en la habitación de su hermano para ver lo que pasaba y encontrarnos en esa situación que no dejaba lugar a dudas en mi respuesta cuando preguntó:
– ¿Qué hacéis?
Contestando su hermano:.
– Estoy follando a mamá..- Hala, que fuerte, y ¿te gusta?
– Buuuffff, es una pasada.Interviniendo yo:
– Bueno, fue para probar si le molestaba con la penetración, como nos dijo la pediatra. Pero no sé si habrá valido la prueba, porque mi coño está ya muy dilatado y tu pene entró muy fácilmente en él. Eso tendrías que probarlo con chicas de tu edad que lo tienen más estrecho y tendrás más roce con ellas.
Diciendo mi hija:
– Entonces que lo haga conmigo, a ver si le duele.
– Pero ¿qué dices? Tú eres su hermana y esto no se hace entre hermanos. Además a quien te va a doler es a ti, porque eres pequeña todavía y eres virgen.
– Pues igual que hice lo demás, también puedo hacer eso.
– Sí, déjala probar a ella. Así ya sé que estoy curado.
– Esto es el colmo. Pero como te voy a prohibir a ti hacer algo que yo tampoco debería haber hecho. A ver, ponte en la cama con tu hermano. Primero hay que prepararte la vagina, para que no te duela.
Entre su hermano y yo empezamos a masturbarla para que se le mojara bien para acabar lamiéndosela turnándonos, provocando que mi hija tuviera su primer orgasmo, pero estando cada vez excitada me pedía que su hermano se la metiera ya, por lo que le dije a mi hijo que se tumbara en la cama, para que su hermana se le pusiera encima y que ella misma se fuera metiendo su polla poco a poco, para que no la doliera tanto. Cómo estaba muy lubricada, el glande de su hermano le entró con cierta facilidad, encontrando la pequeña resistencia de su virginidad, por lo que cuando ya se había acostumbrado a tener el glande de su hermano metido en su vagina, la dije que se lo metiera del todo hasta el fondo, pero al hacerlo lanzó un grito diciendo que la dolía, pero intenté calmarla dándola besos mientras la hacía moverse sobre la polla de su hermano, hasta que empezó a venirla el placer nuevamente, y el miembro de su hermano se movía en su interior, diciéndome él que no molestaba para nada y que iba a correrse otra vez, porque le estaba dando más gusto que conmigo.
– Claro, hijo, tu hermana lo tiene más apretadito y sentirás más la presión.
Mi hija también estaba gozando mucho con su hermano y cuando se corrió dentro de ella, gemía como una loca fuera de sí, acabando completamente agotada, con el semen saliéndole por su vagina.
En los sucesivos días ya era normal en mi casa que bien por separado o juntas disfrutáramos de mi hijo y en alguna ocasión que yo estaba en su habitación, encima de él montándolo, apareciera mi hija y se quedaba mirando diciéndome:
– Déjame a mi montarlo un poco, mamá.
– Sí hija, súbete, que tú hermano ahora aguanta una barbaridad y ya me corrí dos veces con él.
Después de todo esto, mi hijo parecía que se le había corregido ese pequeño problema que suelen tener muchos chicos en esas edades, pero lógicamente, las cosas en nuestra casa habían cambiado mucho, sin vuelta atrás, por lo que las relaciones interfamiliares se fueron sucediendo casi a diario, intentando que mi marido no llegara a enterarse de lo que pasaba en su casa.
Ahora deben contar las experiencias vidas durante los ejercicios de penetración en madre e hijos y hermanos está muy muy excelente el relato creo que sin querer creaste un monstruo con tú hijos sí no lo hacen frente a tí a escondidas lo harán sólo por el puro placer hasta tú te veré haciendo sexo con tú hijo que una no hacé por un hijo ser su puta también y entregando a su hermana nada mejor que el sexo en familia es muy muy rico
Excelente historia muy morbosa y excitante, deberias continuarla.
Bueno, amigo Harris. Me parece muy bien que difundas mis relatos, pero al menos podías mencionarme, ¿no?
Me mojé! Lo malo es que estoy trabajando @-@
Debió esperar el dedo jaja
«en alguna ocasión que yo estaba en su habitación, encima de él montándolo».
Un día espero coger así!