Berenice, una niña curiosa. Capitulo 4
No importa cuanto te cuiden, siempre habrá un descuido.
Cuando desperté al día siguiente escuche la voz de mi tía, ya estaba en casa, estaba hablando con mi abue y de golpe recordé lo que pasó la noche anterior, me pegue a la puerta tratando de escuchar de lo que hablaban para hacerme una idea de las consecuencias que nos esperaban, pero sorprendentemente no oí ni una mención al respecto.
Estaba adolorida por los manazos que me dio mi abue y mi bajo vientre punzaba, era posiblemente por los intentos de I de penetrarme.
Me quede en el cuarto hasta que un rato después entro mi abue y me dijo
-«Ven a desayunar»-
Me vestí y fui al comedor, ahí estaba C, A y también I, me senté a comer con todos, I no me hablaba y yo no le buscaba la mirada, cuando acabamos mi abue nos mandó al cuarto de A y me dijo que al rato hablaba conmigo. Mas tarde, cuando mi tía se fue a trabajar, mi abue entro al cuarto y me dijo que fuera con ella, nos fuimos a la sala y me empezó a preguntar muchas cosas, que si I me había forzado, que si me había amenazado y otras cosas por el estilo a lo que conteste
que no…
-«¿Entonces por qué estaban haciendo esas cosas?, eso es para los adultos y además son primos, es pecado»-
No supe que responder, solo me puse a llorar y le pedí que no me acusara con mis papas. Mi abue me dijo que si le decía a mi mama o a la mama de I las cosas entre ellas se iban a poner peor de lo que ya estaban porque mi mama iba a acusar a I y mi tía lo iba a defender. Me dijo también que lo que hacíamos era un delito, poco entendía de eso, lo que si comprendí fue cuando me dijo que I podía ir a la cárcel.
-«Mira Berenice, no quiero que mis hijas se odien más de lo que ya lo hacen. No te quiero ver cerca de él ni que se queden solos, porque la próxima si los acuso»-
Acepte, no tenía opción…
Ese fin de semana fue raro y feo, I no se me acercaba ni yo me le acercaba, mi abue nos vigilaba; si I estaba en su cuarto mi abue me tenía en la cocina para estarme cuidando, si yo estaba en el cuarto de A mi abue le llamaba a I para verlo en la sala y si mi abue salía al mercado me llevaba con ella, era frustrante, estaba triste porque I ya no me miraba, se había terminado todo…
O eso era lo que pensaba… en realidad I era más astuto de lo que pensaban.
El domingo por la noche I salió a la calle, dijo que saldría con sus amigos momento que aprovecho mi abue para meterse a bañar y yo para meterme al cuarto de I, me avente a su cama, la misma cama donde un par de noches antes había tenido mi primer orgasmo y casi había tenido mi primera relación sexual, de repente me entro una curiosidad tremenda por abrir sus cajones y revisar sus cosas, quizás tendría «películas de amor» escondidas por ahí, busque bajo su cama, en su closet y en las cajoneras de los demás muebles, tenía tiempo, mi abue solía tardar bastante bañándose. Justo revisaba las cosas cuando una cajita metálica llamo mi atención y al abrirla ahí estaban mis calzones rosas, los mismos que el me quito esa noche que casi me penetra, tenían una enorme mancha blanca que no sabía que era, los guardé en su lugar y me fui a la sala, en realidad no tenía ganas de estar con los niños solo quería estar sola con I pero ni me volteaba a ver.
Prendí la tele y cuando estaba acomodándome en el sillón se abrió la puerta de la calle muy despacito I se asomó y me pregunto dónde estaba mi abue y le dije que se había metido a bañar, no me dijo más, se fue encima de mí, me recostó y deslizo el pants (parecen pantalones delgados, lo usan algunos para hacer ejercicio o como pijama) con todo y mi calzón.
-«Vigila el pasillo»- me dijo
Así acostada en el sillón mi cabeza sobresalía y podía ver el pasillo hacia donde estaba la puerta del cuarto de A y a un lado la puerta del baño, era más para vigilar a los niños que a mi abue ya que escucharíamos la regadera cerrarse.
«No te asustes, te prometo que sentirás muy rico»
Pensé que iba a penetrarme, el miedo de ser descubiertos volvió, no quería que I fuera a la cárcel y se fuera lejos de mí, trate de detenerlo pero ya estaba abriendo mis piernas y hundía su cara entre ellas, sentí algo húmedo y cálido pasando por mi vagina, era su lengua, me lamia muy lento de arriba a abajo, uso sus dedos para abrir mis labios vaginales y trataba de meter su lengua en mí, también chupaba un lugar que me hacía casi gritar de lo rico que se sentía, era mi clítoris lo que el chupaba y frotaba con los dedos pero ni sabía que existía a esa edad, tenía la mente en blanco, solo atinaba a mirar el pasillo mientras mi vientre estaba hormigueando y sentía ganas de orinar, no dure mucho, tuve un orgasmo fuertísimo y otro más después de ese, quería más, pero el sonido de la regadera cerrándose marco el final de ese delicioso momento, I se despegó de mí y salió rápido a la calle (cuidando de cerrar la puerta con cuidado para evitar el ruido) mientras yo me acomodaba la ropa con la adrenalina a tope.
-«Abre la ventana»- me dijo antes de cerrar la puerta e irse.
Hasta ese momento note que había un olor particular en el ambiente, era ese aroma que muchos conocen, el aroma a sexo… abrí la ventana y vi a I llegando al patio, volteo a verme y desde donde estaba le mande un beso, de esos inocentes donde besas la palma de tu mano y le soplas.
Mi abue llego unos minutos después a la sala a decirme que me bañara, yo seguía en la ventana, mirando a la noche, feliz, satisfecha, nuestra historia no había terminado, se había complicado, pero apenas iniciaba.
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